Soneto
a Cristo Crucificado |
No
me mueve, mi Dios, para quererte
el
cielo que me tienes prometido,
ni
me mueve el infierno tan temido
para
dejar por eso de ofenderte.
Tú
me mueves, Señor, muéveme el verte
clavado
en una cruz y escarnecido,
muéveme
ver tu cuerpo tan herido
muévenme
tus afrentas y tu muerte.
Muévenme,
en fin, tu amor, y en tal manera,
que
aunque no hubiera cielo, yo te amara,
y
aunque no hubiera infierno, te temiera.
No
me tienes que dar porque te quiera,
pues
aunque lo que espero no esperara,
lo
mismo que te quiero te quisiera.
Anónimo
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