26. El Bautismo nos hace hijos |
Introducción
"Después de ochenta años de paganismo, un anciano encontró la luz de la fe, re convirtió y recibió el bautismo. Dos años después cayó gravemente enfermo; todos se dieron cuenta de que le había llegado el momento de la muerte. Alguien le preguntó cuántos años tenía, y respondió: En verdad, sólo puedo contar con dos años de vida. Nadie encontraba explicación a esta respuesta, pero el anciano añadió: No es cosa difícil de entender, pues comencé a vivir al recibir el bautismo; mi vida anterior es como si no existiera".
Esta anécdota puede servirnos para introducir el estudio del bautismo, "sacramento de la fe", "puerta de los sacramentos" o puerta de la Iglesia", como se le llama desde antiguo, y para que sepamos dar la importancia que tiene al hecho de estar bautizados.
Ideas principales
1. Los sacramentos de la iniciación cristiana
Ya sabemos que los sacramentos de la iniciación cristiana son: el Bautismo, que es el inicio de la nueva vida en Cristo; la Confirmación, que da fortaleza y plenitud a esa vida, y la Eucaristía, que nos alimenta con el Cuerpo y la Sangre de Cristo para unirnos a Él y transformarnos hasta identificarnos con Él.
2. Sentido del bautismo
Explica San Pablo que por el bautismo morimos al pecado y resucitamos a la vida nueva de la gracia (cfr. Romanos 6,3-11). Esta realidad se entiende más fácilmente cuando el sacramento se administra por inmersión, que es entrar y salir del agua significando la muerte y resurrección del Señor.
En efecto, todos nacemos con el pecado heredado de los primeros padres, y en consecuencia privados de la gracia; pero Cristo nos libró con su muerte y resurrección. Su muerte nos limpia del pecado y nos hace morir al pecado; su resurrección nos hace renacer y vivir la vida nueva de Cristo. El bautismo es el sacramento que aplica a cada bautizado los frutos de la Redención, para que muramos al pecado y resucitemos a la vida sobrenatural de la gracia.
3. Qué es el bautismo
Cuando Cristo envió a sus Apóstoles por todo el mundo, les dijo: "Id, pues, y haced discípulos a todas las gentes, bautizándolas en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo" (Mateo 28,19). "El que crea y sea bautizado, se salvará; pero el que no crea, se condenará" (Marcos 16,16).
El bautismo es el sacramento instituido por Jesucristo, que nos hace discípulos suyos y nos regenera a la vida de la gracia, mediante la ablución con agua natural y la invocación de las tres Personas divinas. El bautismo es el fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu y la puerta que abre el acceso a los otros sacramentos.
La materia de este sacramento es la ablución (acción de lavar o lavarse) con agua natural, y la forma la componen las palabras: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo".
4. Efectos del bautismo
a) Borra el pecado original. El bautismo perdona y destruye el pecado original con el que todos nacemos; cuando el que se bautiza es adulto, borra también los pecados personales así como la pena por ellos debida, y si el recién bautizado muriese, iría directamente al cielo.
b) Infunde la gracia santificante. Por el sacramento del bautismo Dios infunde en el alma la gracia santificante -que es una participación de la naturaleza divina-, junto con las virtudes teologales y los dones del Espíritu Santo. Con estos dones el alma se hace dócil y pronta a los impulsos del Espíritu Santo. Por la gracia, Dios Padre, Dios Hijo y Dios Espíritu Santo establecen su morada en el alma, que es templo del Espíritu Santo.
c) Confiere carácter sacramental. El otro efecto del bautismo es el carácter, cierta señal espiritual e indeleble, que explica que este sacramento sólo se pueda recibir una vez. El carácter bautismal configura a Cristo, da una participación de su sacerdocio, capacita para continuar en el mundo su misión como fieles discípulos suyos, y nos distingue de los infieles (que no profesan la fe verdadera).
d) Incorpora a Jesucristo. Tanto la gracia como el carácter son efectos sobrenaturales del Bautismo, que nos unen a Cristo como se unen los miembros con la cabeza. Cristo es nuestra Cabeza y el carácter nos vincula a Él para siempre, mientras que la gracia nos hace miembros vivos.
e) Incorpora a la Iglesia. Por el bautismo nos convertimos en miembros de la Iglesia, con derecho a participar en la Sagrada Eucaristía y a recibir los demás sacramentos; sin estar bautizado no se puede recibir ningún otro sacramento. La Iglesia es el Cuerpo Místico de Cristo, y el bautismo nos incorpora a Cristo, que es la Cabeza, y a su Cuerpo, que es la Iglesia.
5. Necesidad del bautismo
El bautismo es absolutamente necesario para salvarse, como declaró el Señor a Nicodemo: "En verdad, en verdad te digo que si uno no nace del agua y del Espíritu, no puede entrar en el Reino de los cielos". (Juan 3,5). Cuando no es posible recibir el sacramento del bautismo, se puede alcanzar la gracia para salvarse por el llamado bautismo de deseo -un acto de perfecto amor a Dios, o la contrición de los pecados con el voto explícito o implícito del sacramento- y por el bautismo de sangre o martirio, que es dar la vida por Cristo.
Puesto que nacen con naturaleza humana caída y manchada por el pecado original, a los niños les es necesario también el bautismo. La pura gratuidad de la gracia de la salvación se manifiesta particularmente en el bautismo de los niños. Por tanto, la Iglesia y los padres privarían al niño de la gracia inestimable de ser hijo de Dios, si no se le administrase el bautismo poco después del nacimiento; así se entiende la necesidad a los niños cuanto antes. Es el mayor regalo que se les puede hacer, ya que desde ese momento son "para siempre miembros de Cristo, sacerdote, profeta y rey" (Ritual del Bautismo).
En cuanto a los niños muertos sin bautismo, la Iglesia invita a tener confianza en la misericordia divina y a orar por su salvación.
6. Quiénes pueden administrar el bautismo
Normalmente, bautiza el párroco, u otro sacerdote o diácono con su permiso, pero en caso de necesidad puede hacerlo cualquiera. Dada la importancia y necesidad del bautismo, Dios ha dado todas las facilidades en la administración de este sacramento; y así, incluso un no bautizado, con tal de que tenga intención de hacer lo que hace la Iglesia y lo realice correctamente, bautiza de verdad. La razón está en que siempre es Cristo quien bautiza, como observa San Agustín: "¿Bautiza Pedro? Cristo bautiza. ¿Bautiza Juan? Cristo bautiza. ¿Bautiza Judas? Cristo bautiza".
7. Modo de administrar el bautismo
Al administrar el sacramento se derrama agua natural sobre la cabeza diciendo, con intención de bautizar: "Yo te bautizo en el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo". En la ceremonia del bautismo hay diversas partes, pero lo esencial es lo que hemos dicho: derramar el agua y, al mismo tiempo, pronunciar las palabras "Yo te bautizo...".
8. Obligaciones que impone el bautismo
Cuando el bautismo se administra a niños, responden por el neófito (persona recién convertida a una religión, pequeño) sus padres y padrino; pero el cristiano adulto -sabedor de los efectos del sacramento en el alma- debe responder por sí mismo y firmemente dispuesto a vivir como bautizado. Esa respuesta se puede concretar en hacer actos de fe expresa (recitando el Credo, por ejemplo), proponiendo guardar la ley de Jesucristo y de su Iglesia y renunciando para siempre al demonio y a sus obras, como se hace en la Vigilia Pascual al renovar las promesas del bautismo.
Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Navarra. 1982. Con la autorización de los autores.
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