Santificarás las fiestas

 

    47. Tercer mandamiento: santificarás las fiestas

   En el libro del Éxodo se leen estas palabras que Dios dijo a Moisés y a su pueblo: "Seis días trabajarás y harás todas tus obras, pero el día séptimo es día de descanso para el Señor, tu Dios. Ningún trabajo servil harás en él, ni tú, ni tu hijo, ni tu hija, ni tu criado, ni tu criada, ni tus bestias de carga, ni el extranjero que habita dentro de tus puertas. Pues en seis días hizo el Señor el cielo y la tierra, el mar y todo cuanto contienen y el séptimo descansó" (Éxodo 20,9-11).

    Es voluntad de Dios, por tanto, que le dediquemos de forma especial un día a la semana. Es importante subrayar el verdadero sentido del domingo, que es el de santificarlo y santificarnos, no el de divertirnos solamente, y mucho menos de pecar.

1. El domingo o día del Señor

   Dios manda que le dediquemos un día de la semana de modo especial; un día para Él y para que podamos descansar. Los israelitas celebraban el sábado, conforme se lo ordenó a Moisés en el Sinaí; pero los Apóstoles señalaron el domingo, que es el día en que resucitó Jesucristo. También en domingo, el Espíritu Santo vino sobre los Apóstoles en la fiesta de Pentecostés. Domingo significa día del Señor,, y se llama así por conmemorar la Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.

2. Las fiestas de precepto

         Además del sábado, los israelitas celebraban otras fiestas a lo largo del año; la más importante era la Pascua. Los cristianos celebramos también fiestas en las que conmemoramos los principales misterios de la vida de Jesús: Navidad, Epifanía, Presentación en el templo, Corpus Christi...; de la Santísima Virgen: Maternidad divina, Inmaculada Concepción, Asunción, Visitación...; y de los santos: San José, San Pedro...

        La Iglesia determina qué fiestas son de precepto o de guardar, es decir, aquellas que debemos santificar como si fueran domingo. En la liturgia católica la fiesta más solemne es la Pascua o día de la resurrección de Cristo, que se repite cada domingo.

3. La asistencia a Misa

  Aunque todos los días han de vivirse santamente, Dios ha querido que le adorásemos    y diésemos culto de manera especial los domingos y fiestas de guardar. ¿Y cómo santificar el domingo y las fiestas de guardar? Principalmente asistiendo a la Santa Misa. La Misa es el acto más grande de adoración y culto que podemos ofrecer a Dios en la tierra. Al igual que los primeros cristianos, nos reunimos alrededor del altar y del sacerdote -que representa a Jesucristo- para celebrar el santo sacrificio de la Misa.

4. La obligación de oír Misa los domingos y días de precepto

   Para ayudarnos a cumplir el tercer mandamiento de la ley de Dios, la Iglesia ha impuesto la obligación de oír Misa entera todos los domingos y fiestas de guardar. Este mandamiento obliga al cristiano que ha cumplido 7 años y tiene uso de razón. El que no asiste a Misa comete pecado mortal, a no ser que esté dispensado, como es el caso de un enfermo, o si tiene que recorrer una distancia larga, etc.; es decir, siempre que haya una causa justa y grave. Si se tiene duda, debemos preguntar.

    La Iglesia puede imponer esta obligación porque tiene autoridad para dictar leyes, y no pretende otra cosa que ayudarnos a cumplir realmente la voluntad de Dios. De esta forma, nos concreta el contenido del tercer mandamiento de la ley de Dios.

5. Cómo asistir a Misa

   El precepto obliga a oír Misa entera el mismo domingo y día de fiesta -o la víspera-, siguiendo el curso de la celebración con piedad y atención. Por eso hay que llegar puntuales, escuchar con atención las lecturas y la homilía, estando recogidos y atentos para participar en la Misa.

6. El descanso festivo

    La vida humana sigue un ritmo de trabajo y descanso. La institución del domingo contribuye a que todos disfruten del tiempo de descanso y solaz suficiente, que les permita cultivar su vida familiar, cultura, social y religiosa.

    En los domingos y fiestas de precepto, los cristianos deben abstenerse de trabajos y actividades que impiden dar culto a Dios, para gozar de la alegría propia del día del Señor y disfrutar del debido descanso de la mente y del cuerpo.

    Podemos descansar con diversiones sanas que no ofenden a Dios, con una vida familiar más intensa, haciendo deporte o excursiones, etc. Nunca deberíamos ofender a Dios, pero mucho menos en domingo o día de fiesta.


Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Con la autorización de Don Jesús Sancho





 

    SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
 

    1. Objetivo. Hacer firme propósito de cumplir siempre el precepto de oír Misa los domingos y fiestas de guardar.


    2. Actividades.-Formar equipos de 4 ó 5 chicos y contestar a estas preguntas:

        a) ¿Qué dijo Dios a Moisés sobre el día de descanso?

        b) Escribe las fiestas de precepto de los cristianos.

        c) ¿Cómo santificar los domingos y fiestas de guardar?

        d) ¿Cómo asistir a Misa?

        e) ¿Cómo descansar los días de fiesta?
 

    3. Puesta en común. Los secretarios de los equipos leen las contestaciones.

    4. Propósito de vida cristiana. Durante los domingos y fiestas, ocuparse más de los que nos rodean, al tiempo que descansa con diversiones alegres y sanas.


    CATECISMO

    1. ¿Qué nos manda el tercer Mandamiento de la Ley de Dios? 

    - El tercer Mandamiento de la Ley de Dios nos manda dar culto a Dios los domingos y días de fiesta escuchando la Santa Misa y absteniéndose de trabajos corporales innecesarios. 

    2. ¿Qué pecado comete el que falta a Misa voluntariamente y sin causa grave los domingos y fiestas de guardar? 

    - El que falta a Misa voluntariamente y sin causa grave los domingos y fiestas de guardar comete pecado grave. 

    3. ¿Quiénes están obligados a oír Misa los domingos y fiestas de guardar? 

    - Están obligados a oír Misa los domingos y fiestas de guardar todos los cristianos que han cumplido siete años y tienen uso de razón.


    ORACIÓN

Cántico de los tres jóvenes.

Cantemos el himno de los tres jóvenes, que los santos cantaban en el horno encendido alabando al Señor. (T.P. Aleluya.)

1. Obras todas del Señor, bendecid al Señor: y alabadle y ensalzadle por todos los siglos de los siglos.

2. Ángeles del Señor, bendecid al Señor; cielo, bendecid al Señor.

3. Aguas todas que estáis sobre los cielos, bendecid al Señor; milicias todas del cielo, bendecid al Señor.

4. Sol y luna, bendecid al Señor; estrellas del cielo, bendecid al Señor.

5. Lluvia y rocío, bendecid al Señor; vientos todos de Dios, bendecid al Señor.

6. Fuego y calor, bendecid al Señor; frío y calor, bendecid al Señor.

7. Rocíos y escarchas, bendecid al Señor; hielo y frío, bendecid al Señor.

8. Heladas y nieves, bendecid al Señor;  noches y días, bendecid al Señor.

9. Luz y tinieblas, bendecid al Señor; relámpagos y nubes, bendecid al Señor.

10. Bendiga al Señor la tierra; alábele y ensálcele sobre las cosas por todos los siglos.

11. Montes y collados, bendecid al Señor; plantas todas que nacéis en la tierra, bendecid al Señor.

12. Fuentes, bendecid al Señor; mares y ríos, bendecid al Señor.

13. Ballenas y peces todos que os movéis en las aguas, bendecid al Señor; todas las aves del cielo, bendecid al Señor.

14. Bestias todas y ganados, bendecid al Señor; hijos de los hombres, bendecid al Señor.

15. Bendiga Israel al Seños, alábele y ensáncele eternamente.

16. Sacerdotes del Señor, bendecid al Señor; siervos del Señor, bendecid al Señor.

17. Espíritus y almas de los justos, bendecid al Señor; vosotros, santos y humildes de corazón, bendecid al Señor.

18. Vosotros, Ananías, Azarías y Misael, bendecid al Señor; loadle y ensalzadle por todos los siglos.

19. Bendigamos al Padre y al Hijo y al Espíritu Santo; alabémosle y ensalcémosle por todos los siglos.

20. Bendito eres, oh Señor, en el firmamento del cielo; y digno de alabanza y gloria por todos los siglos.

Salmo 50

1. Alabad al Señor en su templo, alabadlo en su fuerte firmamento.

2. Alabadlo por sus obras magníficas, alabadlo por su inmensa grandeza.

3. Alabadlo tocando trompetas, alabadlo con arpas y cítaras.

4. Alabadlo con tambores y danzas, alabadlo con cuerdas y órgano.

5. Alabadlo con platillos sonoros, alabadlo con platillos vibrantes; todo ser que alienta alabe al Señor.

Gloria al Padre...

Cantemos al Señor el himno de los tres jóvenes que los Santos cantaban en el horno encendido, alabando al Señor. (T.P. Aleluya.)

¡Señor, apiádate!

¡Cristo, apiádate!

¡Señor, apiádate!

Padre nuestro...

V. Y no nos dejes caer en la tentación.

R. Mas líbranos del mal.

V. Alábente, Señor, todas tus obras.

R. Y tus santos te bendigan.

V: Gócense los Santos en la gloria.

R. Alégrense en sus moradas.

V. No a nosotros, Señor, no a nosotros.

R. Sino a tu nombre sea la gloria.

V. Escucha, Señor mi oración.

R. Y llegue a Ti mi clamor.

V. El Señor esté con vosotros.

R. Y con tu espíritu.

Oración.

1. Oh Dios, que hiciste apacibles para los tres jóvenes las llamas del fuego: concede benignamente a tus siervos que no nos abrase la llama de los vicios.

2. Rogámoste, Señor, te dignes prevenir con tu inspiración nuestras acciones y acompañarlas con su auxilio: para que toda oración y obra nuestra tenga en Ti su principio, y sostenida por Ti llegue a su término.

3. Rogámoste, Dios Todopoderoso, que apaguemos las llamas de nuestros vicios, pues concediste a San Lorenzo vencer el incendio que le atormentaba. Por Cristo nuestro Señor. Amén.


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