No robarás

 

    51. Séptimo mandamiento: No robarás

   Cuando el joven rico se acercó a Jesús preguntando qué debía hacer para ir al cielo, oyó esta respuesta: "Cumple los mandamientos". Y al confesar que los había cumplido desde niño, Jesús le dijo: "Una cosa te falta. Ve, vende cuanto tienes y dalo a los pobres y tendrás un tesoro en el cielo; después ven y sígueme" (Marcos 10,21). Al oír estas palabras se marchó triste porque era muy rico y no quería abandonar sus bienes. Entonces el Señor advirtió a los discípulos: "¡Qué difícilmente entrarán en el Reino de Dios los que tienen  riquezas!".

    La escena sugiere algunas preguntas: ¿Estamos apegados a las cosas que tenemos? ¿Somos egoístas? ¿Cuidamos y respetamos las cosas de los otros? ¿Cogemos lo que no es nuestro? ¿Nos preocupamos de los pobres y de los que tienen menos que nosotros? ¿Cumplimos nuestras obligaciones como ciudadanos?

1. El plan de Dios sobre los bienes de la tierra

   El hombre nace en el seno de una familia: padres, hermanos y otros seres que lo cuidan para que salga adelante. También está rodeado de cosas que necesita para vivir y desenvolverse: comida, bebida, vestido y muchos bienes que hacen posible y facilitan el desarrollo de sus capacidades naturales. Esos bienes -como también la vida- no se los ha dado él, sino que los ha recibido. Los ha recibido de Dios, que es el Creador de todo, y utiliza la familia como instrumento de su Providencia generosa y esmerada. Pero la condición de este hombre es la de cada hombre y, por tanto, los bienes creados tienen un  destino universal; son de todos y para todos y se consiguen principalmente mediante el trabajo.

    Al mismo tiempo, para seguridad de su libertad y estímulo del trabajo -derecho y deber del hombre-, necesita poseer algunos bienes (casa, tierras, dinero...), que protegen la autonomía de la persona y de la familia. Es el derecho a la propiedad privada,  que es un derecho natural, es decir, querido por Dios. Por eso los sistemas que anulan o coartan la libertad, el trabajo y la propiedad privada son antinaturales porque se oponen a derechos fundamentales de la persona humana. Armonizar y tutelar una y otra dimensión: el destino universal de los bienes creados y la propiedad privada es lo que hace este séptimo precepto del decálogo, junto con el décimo. Es la idea que subyace en la frase de Juan Pablo II: "Sobre toda propiedad privada grava una hipoteca social"; porque, aunque puede disponer de las cosas, el hombre es mero administrador y debe estar abierto a los demás, teniendo en cuenta virtudes tan sociales como la templanza, la justicia y la solidaridad, reclamadas por la condición del cristiano.

2. El respeto de las personas y de sus bienes

   Teniendo en cuenta esos principios que regulan el uso de los bienes creados, el séptimo mandamiento prohíbe estas actuaciones, que atentan contra el derecho del prójimo:

    a) El robo, que es quitar o retener una cosa contra la voluntad de su dueño;

    b) La usura, que es prestar dinero u otra cosa exigiendo un interés excesivo;

    c) El fraude, que es no dar el justo peso y medida o dar una cosa por otra;

    d) También prohíbe retener deliberadamente objetos perdidos, pagar salarios injustos, elevar los precios especulando con la ignorancia o la necesidad ajena, la especulación de terrenos, la corrupción que "compra" el juicio de los que deben tomar decisiones conforme a derecho, el trabajo mal hecho, el fraude fiscal, la falsificación de cheques y facturas, los gastos excesivos, el despilfarro.

3. El respeto a la integridad de la creación

   Dios no ha concedido al hombre un dominio absoluto y despótico sobre la naturaleza sino relativo; es decir, un dominio regulado por el respeto y cuidado de la calidad de vida del prójimo, incluyendo a las generaciones futuras.

    En el trato con los animales, es legítimo servirse de ellos para el alimento y vestido, pero no es conforme a la dignidad humana hacerlos sufrir inútilmente, sacrificar sus vidas sin necesidad, e invertir en ellos sumas notables que más deberían remediar necesidades de los hombres.

4. Obligación de reparar el daño

   Cuando se roba o estropea algo produciendo un daño importante en los bienes de los demás, se comete un pecado grave; el pecado es venial si el daño es pequeño. El pecado grave se perdona en la confesión, si al arrepentimiento acompaña la intención (al menos) de devolver lo robado o reparar el daño; si no existe esta intención, el pecado no se perdona. Si ya no se tiene lo robado, hay que devolverlo de los bienes propios o comprar otra cosa igual a lo robado, y devolverlo. Si no se sabe qué hacer, preguntar al confesor.

5. Actitud ante los bienes de la tierra

    a) Respecto a nosotros mismos. Sabemos que las cosas de la tierra están a nuestro servicio y que las necesitamos, pero hay bienes mucho más importantes: el amor a Dios y al prójimo demostrado con obras, que son bienes que llevan al cielo. A estos debemos aspirar, estos son los que hemos de adquirir y conservar con esfuerzo.

    b) Respecto a los demás. No se trata sólo de no robar; el cristiano ha de compartir sus bienes con los que tienen necesidad, si quiere ser fiel al Evangelio. Entre las diversas formas de vivir el encargo de Jesucristo, podemos señalar: ayudar a los demás, especialmente a los más próximos, como son los padres, hermanos, etc.; trabajar -o estudiar si es el caso- porque así participamos en la obra de la creación y, unido a Cristo, el trabajo puede ser además redentor; ayudar a los pobres y necesitados con limosnas y visitándoles para hacerles pasar un buen rato. También tenemos obligación de ayudar a la Iglesia en sus necesidades, como señala el quinto mandamiento de la Iglesia, que cada uno ha de vivir según sus posibilidades (por ejemplo, siendo generoso en la ofrenda cuando vamos a la Iglesia el domingo). Es decir, las obras de misericordia con para practicarlas.


Curso de Catequesis. Don Jaime Pujol Balcells y Don Jesús Sancho Bielsa. EUNSA. Con la autorización de Don Jesús Sancho





 

    SUGERENCIAS METODOLÓGICAS
 

    1. Objetivo. No robar nunca nada, aunque sea poco y en casa; si se ha hecho, devolverlo cuanto antes.


    2. Actividades.-Formar equipos de 4 ó 5 chicos y contestar a estas preguntas:

        a) Redacta la escena del joven rico.

        b) ¿Cuál es la voluntad de Dios sobre los bienes de la tierra?

        c) ¿Qué nos prohíbe el séptimo mandamiento?

        d) ¿Por qué debemos cuidar la naturaleza y los animales?

        e) ¿Qué es "reparar el daño"?

        f) Explica el respeto a nosotros mismos y a los demás.

    3. Puesta en común. Los secretarios de los equipos leen las contestaciones.

    4. Propósito de vida cristiana. Dar limosna a los más pobres y necesitados. Vivir la generosidad en dejar las cosas propias a los hermanos, amigos, compañeros, etc.


    CATECISMO

    1. ¿Qué nos manda el séptimo Mandamiento de la Ley de Dios?

    - El séptimo Mandamiento de la Ley de Dios nos manda respetar los bienes ajenos. 

    2. ¿Cuáles son los pecados contra el séptimo Mandamiento de la Ley de Dios?

- Los pecados contra el séptimo Mandamiento de la Ley de Dios son entre otros: 

- robar;

- causar daño al prójimo en sus bienes;

- no trabajar conforme al deber o trabajar mal;

- no pagar el justo salario a los empleados y obreros;

- servirse de la miseria privada o de la escasez pública para acaparar o enriquecerse con injustas subidas de precios;

- no cumplir los deberes del propio cargo permitiendo que se perjudique al prójimo o al bien común;

- prestar dinero u otra cosa, exigiendo un interés excesivo;

- engañar al prójimo en el comercio con pesos, medidas o monedas falsas o con mercancías averiadas;

- retener bienes ajenos contra la voluntad de sus dueños;

- falsificar escrituras y documentos;

- sobornar;

- colaborar en cualquier hurto o engaño.

    3. ¿A qué están obligados los que han robado o han hecho daño al prójimo en sus bienes? 

    - Los que han robado o han hecho daño al prójimo en sus bienes están obligados, además de confesar su pecado, a restituir lo mal adquirido y a reparar cuanto antes los daños culpablemente causados. 


    ORACIÓN

    Vía Crucis breve

Adorámoste, Cristo, y te bendecimos; que por tu santa Cruz redimiste el mundo.

1. Jesús es condenado a muerte.
Siendo Dios inmortal, Jesús quiso morir para librarme del pecado.

2. Jesús carga con la Cruz.
El Señor lleva a cuestas la Cruz, para enseñarme a llevar las mías.

3. Jesús cae bajo el peso de la Cruz.
Son mis pecados los que hacen que el Señor caiga por tierra.

4. Jesús se encuentra con su Santísima Madre.
Madre mía: no me faltes nunca en mi camino.

5. El Cirineo ayuda a Jesús a llevar la Cruz.
Llevando con ánimo mis cruces, ayudo a Jesús a llevar el peso de la suya.

6. La Verónica limpia el rostro de Jesús.
Tengo que consolar a los demás, cuando sufren, viendo en ellos al Señor.

7. Jesús cae la segunda vez.
Señor, dame fuerzas y amor para levantarme cada vez que caiga.

8. Jesús consuela a las hijas de Jerusalén.
El Señor vuelca sobre nosotros su misericordia, aunque esté sufriendo por nuestra culpa.

9. Jesús cae por tercera vez.
Aunque yo caiga muchas veces, el Señor me perdonará por medio de la Confesión.

10. Jesús es despojado de sus vestiduras.
La vergüenza que pasó el Señor al quedar desnudo, debe hacerme estimar la virtud de la modestia y el pudor.

11. Jesús es clavado en la Cruz.
Los tremendos dolores del Señor me recuerdan que he de ser mortificado.

12. Jesús muere en la Cruz.
Nadir ama más a su amigo, que el que da su vida por ese amigo.

13. Jesús es bajado de la Cruz y entregado a su Madre.
Madre mía, quiero acompañarte en tu dolor con el dolor de mis pecados.

14. Jesús es puesto en el sepulcro.
Me dice San Pablo que he sido sepultado con Cristo, para no cometer más pecados.


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