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A veces, los conflictos laborales son difíciles de evadir y pueden surgir en cualquier trabajo, sin importar el campo de acción.
Antes de resolver un problema, es importante que analices lo que está pasando. Presta atención a lo que sientes y piensas, pero también considera las emociones de la otra persona.
Sin importar las diferencias, intenta comprender su punto de vista. Esto te ayudará a comunicarte mejor.
Busca un momento del día para hablar con quien tuviste el desacuerdo y procura hacerlo en persona, ya que las palabras y los sentimientos suelen malinterpretarse vía telefónica o textual.
Antes de sentarte a hablar, controla tus emociones, puesto que ir enojado o molesto simplemente te hará fracasar.
En la reunión, lo primero que debes hacer es reconocer el problema e indicar respetuosamente tu inconformidad. Haz esto sin culpar al otro para no empeorar la situación y asegúrate de darle la oportunidad de hablar, mientras escuchas atentamente.
Una vez ambos hayan comunicado su versión de los hechos y sus sentimientos al respecto, intenten llegar a un acuerdo. Ofrezcan soluciones y establezcan un compromiso, o hagan una lista con los pros y los contras de la situación.
Con suerte podrán acordar algo. Pero si no, es importante mantener la calma y traer a una tercera persona que, en lo posible, sea imparcial. Tal vez, un supervisor podría ayudar a solucionar el problema.
Los conflictos pueden ser estresantes, pero si controlas tus emociones y abordas las cosas con la mente abierta, encontrar una solución será mucho más fácil.
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