Como cualquier otro mal hábito, la costumbre de decir groserías es fácil de adquirir pero es mucho más difícil de dejar. En ocasiones ni siquiera te das cuenta de que lo estás haciendo. Sin embargo, indudablemente es posible cambiar tus hábitos de decir groserías cuando reconoces que tienes un problema y haces un esfuerzo sincero para corregirlo. Este artículo te dará unos cuantos trucos útiles para limpiar tu lengua (¡no es necesario que te laves la boca con jabón!).

Método 1
Método 1 de 3:
Entrenándote a ti mismo para dejar de decir groserías

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    Consigue la ayuda de un amigo. Al igual que con cualquier otra cosa, compartir una experiencia o una tarea complicada con un amigo o un compañero hará que toda la situación sea más tolerable, o incluso agradable. Hacer que un amigo te ayude en tus esfuerzos para dejar de decir groserías puede funcionar en una de dos formas:
    • Puedes convencer a un amigo que también tenga problemas con las groserías para que se una contigo, y así trabajar juntos para eliminar las malas palabras de su vocabulario, o bien puedes pedirle a un compañero con lenguaje pulcro que controle tu lenguaje, y que te dé un recordatorio amistoso cada vez que digas una mala palabra.
    • De cualquier manera, tener a alguien que controle tus errores te obligará a mantenerte firme para eliminar este mal hábito de una vez por todas.
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    Identifica tus motivos para decir groserías y aprende a evitarlos. Cada persona tiene sus propios motivos que los alteran, lo que conlleva al deseo intenso de decir groserías. Para algunas personas es el tráfico en las calles, para otras la fila en el supermercado, e incluso para ciertas personas se trata cuando cierto personaje muere en "juego de tronos". Si puedes identificar exactamente cuáles son tus motivos quizás puedas evitarlos, por ejemplo yendo a casa 30 minutos después para evitar el tráfico, comprando por internet, o viendo otro programa de televisión en el que los personajes no mueran tan fácilmente.
    • Evita cualquier situación que pueda causarte emociones negativas, y podrás controlar más fácilmente lo que sale de tu boca.
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    Usa un "frasco de las groserías".[1] El frasco de las groserías es un método comprobado que ha ayudado a muchas personas a superar el hábito de decir groserías. En este paso se busca un frasco o una alcancía grande (algo que no puedas forzar fácilmente) donde introducirás $1 dólar (o cualquier otra cantidad de dinero) cada vez que digas una mala palabra. Puedes ver el frasco de las groserías de dos formas: como un castigo o como una recompensa en espera:
    • Es un castigo porque tienes que despedirte de $1 dólar cada vez que digas una grosería. Pero también es una recompensa, ya que cuando el frasco esté lleno (o cuando dejes de decir groserías; lo que ocurra primero) podrás gastar el dinero en lo que quieras, ya sea que quieras comprar ropa o donar el dinero a la caridad.
    • Es una buena idea dejar el frasco de las groserías en tu oficina si convenciste a muchas personas en tu trabajo para dejar su mal hábito, . Todos se controlarán entre sí y se asegurarán de que nadie intente escapar del castigo de donar el dinero al frasco. Cuando el frasco esté lleno, puedes celebrar con la compra de una nueva cafetera para toda la oficina.
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    Golpéate la muñeca con una banda elástica.[1] Este método es el equivalente humano a poner un collar de electrochoques a un perro para que elimine sus malos comportamientos. Desagradable, pero efectivo. Básicamente, todo lo que tienes que hacer es ponerte una banda elástica o una cinta para el cabello alrededor de la muñeca, y darte un buen chasquido cada vez que digas groserías.
    • La lógica detrás de esto es que tu cerebro asociará el acto de decir groserías con el dolor, y con el tiempo ocasionará que rehúyas mentalmente a decir malas palabras.
    • Si vas realmente en serio con este método, puedes darle permiso a un amigo (preferiblemente uno que sea un poco sádico) para que haga chasquear la banda por ti. Simplemente intenta recordar que accediste a ello.
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    Imagina que tu abuela siempre está escuchándote.[1] Otra forma de entrenarte para evitar hablar cuando sientas que vas a decir una grosería es imaginar que hay alguien escuchando. Siempre. Puede ser tu abuela, tu jefe, o tus hijos inocentes; no importa, siempre y cuando sea alguien con quien te daría vergüenza si dijeras una mala palabra.
    • Cada vez que digas una grosería, visualízalos a tu lado con una expresión de sorpresa u horror en sus rostros. Esto será un elemento disuasivo.
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    Evita la música con letras explícitas o cualquier otro medio de comunicación donde digan groserías. Muchas personas con el hábito de decir groserías (en especial los adolescentes) están influenciados por el contenido explícito de la mayoría de su música, películas, o programas de televisión favoritos. Si sientes que esta es tu situación y dices groserías para parecerte a tu rapero favorito, quizás necesites enfrentar la verdad y recordar que esa no es la manera como hablan las personas en la vida real. Prueba a sintonizar en la radio música que no tenga groserías, o al menos descarga las versiones censuradas de tus canciones favoritas.

Método 2
Método 2 de 3:
Cambiando tu actitud

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    Convéncete de que decir groserías es un mal hábito. Las groserías se usan en una variedad de contextos: dices groserías cuando estás enojado o frustrado, cuando intentas hacer énfasis en un punto, o intentado ser gracioso. Sin embargo, decir groserías es un hábito desagradable por muchas razones. Da la impresión de estupidez y de falta de educación, incluso si este no es el caso. Puede ser intimidante o verse como una forma acoso si las groserías se dirigen hacia otra persona. También puede ser extremadamente ofensivo o chocante para los oyentes, limitando así tus oportunidades de trabajo o arruinando tu potencial para iniciar una relación amorosa.[2]
    • Si estuviste expuesto a malas palabras en tu hogar, puede que hayas desarrollado el hábito de decir malas palabras cuando eras niño. O puede que haya comenzado cuando eras adolescente, cuando dijiste malas palabras en frente de tus amigos para verte genial.
    • Sin importar el motivo, no tiene sentido mirar al pasado y señalar culpables. Lo más importante es que reconozcas que tienes un problema, y que te comprometas a solucionarlo.
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    Practica el pensamiento positivo. El pensamiento positivo es esencial para dejar de decir groserías. Esto es porque las personas generalmente están más inclinadas a decir groserías cuando se quejan, cuando están de mal humor, o cuando simplemente tienen pensamientos negativos en general. Al pensar positivamente eliminas la necesidad de decir groserías completamente. Está claro que aprender a pensar positivamente puede ser difícil. Si encuentras que eres propenso a tener pensamientos o emociones negativas, simplemente detente, respira profundamente, y pregúntate: "¿en realidad importa?".[3]
    • Por ejemplo pregúntate: "¿en realidad importa si llego unos cuantos minutos tarde a la reunión?" o "¿en realidad importa si no puedo encontrar el control remoto y tengo que cambiar manualmente de canal en el televisor?". Poner la situación en la perspectiva correcta te ayuda a calmarte y a superar las emociones negativas.
    • Además necesitarás pensar positivamente sobre tu habilidad para dejar de decir groserías. Si tienes una perspectiva negativa o tienes dudas de tu habilidad para lograr tu objetivo, te estás preparando para fracasar desde el principio. Recuerda que si hay personas que pueden dejar de fumar o pueden perder cientos de kilos de peso haciendo dieta, ¡definitivamente podrás dejar de decir groserías!
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    Sé paciente contigo mismo. Decir groserías es un hábito que probablemente conseguiste a lo largo de varios años, y en el cual confías para hablar a diario. Al igual que con cualquier otro hábito arraigado, será imposible dejar de decir groserías de la noche a la mañana. Entrenarte para dejar de decir groserías es un proceso; tendrás días buenos y malos, pero es importante que no te detengas. Recuerda los motivos por los que lo haces, y visualiza lo bien que te sentirás cuando finalmente dejes el hábito.
    • Piensa realmente por qué quieres dejar de decir groserías. Quizás temas dar una mala impresión en tu nuevo trabajo, o no quieres ser un mal ejemplo para tus hijos. Usa esto como motivación para seguir intentando.
    • Sin importar lo que hagas, no te rindas. ¡Ejerce tu auto control y recuerda que puedes hacer cualquier cosa que te propongas!

Método 3
Método 3 de 3:
Cambiando tus patrones del habla

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    Presta atención a tu hábito de decir groserías. Una grosería aislada de vez en cuando es perdonable, pero si encuentras que dices malas palabras constantemente y eres incapaz de decir más de una o dos frases sin incluir una grosería, es cuando sabes que tienes un problema. El primer paso en tu entrenamiento para dejar de decir groserías es tomar conciencia de cuando lo haces. ¿Dices groserías sólo cuando estás con ciertas personas o en situaciones específicas? ¿Hay una palabra en particular que uses siempre? Intenta identificar por qué dices groserías y el papel que juegan dichas palabras en tus patrones de habla.
    • Una vez que empieces a prestar atención a tus hábitos de decir malas palabras, puedes sorprenderte con lo mucho que dependes de las groserías para expresarte. Sin embargo no te desalientes por eso. Reconocer la frecuencia con la que dices malas palabras es el primer paso para arreglar el problema.
    • Cuando comiences a prestar atención a tu propio hábito de decir groserías, empezarás a notar las groserías de los demás incluso sin percatarte de ello. Esto también es bueno, ya que te darás cuenta de lo desagradable que se escuchan las groserías, y de la mala impresión que dejan.
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    Reemplaza las groserías con sustitutos inofensivos. Cuando identifiques tus principales hábitos de decir groserías, puedes ocuparte de eliminar las malas palabras de tu vocabulario cotidiano. Eso es cuando dices groserías sin ningún motivo, es decir, cuando no estás enojado ni dices malas palabras por error, pero usas groserías para expresarte de una mejor manera. Puedes corregir este problema reemplazando una grosería con un sustituto inofensivo, quizás algo que comience con la misma letra o que se escuche de forma similar, pero que no ofenda.
    • Por ejemplo, prueba a reemplazar "pu**" con "chuza" o "cabr**" con "argón". Te sentirás tonto diciendo estas palabras al principio, pero te acostumbrarás luego de un rato. Al usar estas palabras sin sentido puede que incluso elimines la necesidad de expresarte negativamente por completo.
    • Incluso si te equivocas y dices "la palabra prohibida", síguela inmediatamente con tu palabra sustituta. Con el tiempo tu cerebro asociará ambas palabras y podrás escoger activamente una de ellas en vez de la otra.
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    Expande tu vocabulario. Las groserías generalmente se utilizan cuando "se busca una palabra mejor". El problema con esta excusa es que hay muchas palabras mejores que te permiten expresarte de una manera mucho más elocuente y concisa de lo que podrías hacerlo con groserías. Al expandir tu vocabulario y reemplazar tus groserías más comunes con una serie de palabras alternativas, podrás darte a conocer como una persona más inteligente, agradable y relajada.
    • Haz una lista de tus groserías favoritas, y luego usa un diccionario o un sitio web de sinónimos para encontrar un buen número de alternativas. Por ejemplo, en vez de usar la palabra "mier**" a toda hora, intenta reemplazarla con palabras infinitamente más descriptivas y graciosas como patrañas, falacias, pamplinas y sandeces.[3]
    • También puedes expandir tu vocabulario leyendo más libros y periódicos. Anota cualquier palabra descriptiva que te llame la atención y haz un esfuerzo para usarla en una frase. También has un esfuerzo para escuchar a otras personas y toma notas mentales de las palabras y las frases que utilizan para expresarse, en vez de recurrir a las groserías.

Consejos

  • Los estudios científicos han demostrado que en 21 días se puede superar un mal hábito. Usa esto para fijar una meta: ¡no decir groserías durante 21 días!
  • Pon un ejemplo para tus hijos pequeños; si te escuchan diciendo groserías pensarán que es genial y comenzarán a decirlas también.
  • No sientas que tienes que dejar de decir groserías del todo (a menos que quieras); hay ocasiones en la vida cuando incluso la persona más calmada dejará salir una mala palabra, por motivos como dolor, horror o pérdida. La idea es dejar de usar groserías como la forma principal de comunicar tus pensamientos, sentimientos y vocabulario.
  • Si quieres decir groserías porque algo te molestó, cuenta hasta 10 y respira profundamente. En el momento que lo hagas, tu impulso pasará.
  • Elimina la ira y la frustración con ejercicio. Esto evita la necesidad de hablar y por lo tanto de decir groserías, y te mantendrá en buena forma (tanto física como mental).

Advertencias

  • Decir groserías puede hacer que te prohíban la entrada a muchos sitios web, desde foros de internet hasta videojuegos de rol multijugador masivos en línea.
  • Decir groserías en un lugar público puede hacer que te pongan una multa, o incluso que te lleven a la cárcel en algunos países o ciudades.
  • Decir groserías en el trabajo puede ser causa de despido.

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