La lejía es un producto de limpieza potente que es útil para desinfectar y esterilizar todo tipo de superficies. Lo más importante es siempre diluirla con agua antes de usarla. Las soluciones con lejía para la limpieza general de superficies y la esterilización de artículos que se relacionan con alimentos deben mezclarse usando proporciones diferentes.

Método 1
Método 1 de 4:
Usar lejía como un desinfectante

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    Mezcla 1 parte de lejía con 32 partes de agua. Cuando quieras limpiar superficies no porosas como inodoros y duchas, lavabos y pisos de azulejo o de vinilo, usa una proporción de lejía a agua de 1 a 32. Para ello, añade media taza (120 ml) de lejía a 4 litros (un galón) de agua. Realiza la mezcla en un balde de plástico resistente.[1]
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    Aplica la solución a la superficie que deseas desinfectar. Sumerge cuidadosamente en la solución un trapeador para pisos o un trapo limpio para otras superficies y luego escúrrelo. Limpia la superficie con movimientos de barrido. Realiza un patrón de un lado para otro para asegurarte de cubrir toda la zona.
    • Asegúrate de no limpiar con lejía superficies como madera, cuero, lona o alfombras. La lejía manchará y desteñirá ese tipo de superficies porosas.
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    Enjuaga la superficie con agua fría limpia. Si dejas que la solución de lejía se seque sobre la superficie, puede dejar residuos. Usa siempre un balde de agua limpia y, si es posible, un trapo o un trapeador limpio para enjuagar completamente la superficie. El olor de la lejía puede permanecer en el aire después de que enjuagues la superficie, lo cual está bien.[2]

Método 2
Método 2 de 4:
Esterilizar artículos que se relacionan con alimentos

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    Lava los platos, los cubiertos y los vasos con agua y detergente. La lejía es excelente para esterilizar todo tipo de artículos de cocina, pero siempre lávalos primero. Usa un detergente para platos normal y agua caliente. Restriega bien los artículos para quitarles todos los residuos de alimentos. Enjuaga los platos después de lavarlos.[3]
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    Llena el lavabo con agua fría. Vacía el agua jabonosa caliente del lavabo. Si tienes una jarra de cuatro litros (un galón) vacía, llénala un par de veces para llenar el lavabo. Si conoces la capacidad de agua que tiene tu lavabo, continúa y deja correr el agua directamente en él. Es aconsejable que uses entre ocho y doce litros (entre dos y tres galones).[4]
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    Añade una cucharada (2 ml) de lejía por cada 4 litros (1 galón) de agua. Usa una solución más diluida para artículos que tengan contacto con alimentos que para otras superficies. Entre una y dos cucharaditas (entre 5 y 10 ml) a una cucharada (15 ml) por cada 4 litros (1 galón) de agua es la mejor proporción.[5]
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    Remoja los platos durante dos minutos. Coloca los platos ya lavados en la solución de agua y lejía. Déjalos remojar por lo menos dos minutos para que la lejía tenga tiempo de esterilizar y matar los gérmenes que queden en los objetos.[6]
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    Coloca los platos en un escurridor para que se sequen al aire. Nunca pongas los platos, los vasos o los cubiertos de nuevo en el cajón o el gabinete mientras aún están mojados. Deja reposar los objetos y permite que el agua y la lejía que quedan en ellos se evaporen. No hay necesidad de enjuagar después del remojo.[7]

Método 3
Método 3 de 4:
Usar lejía para lavar la ropa

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    Prueba la solidez del color de las telas que no sean de color blanco. Mezcla una cucharadita (5 ml) en 1/4 de taza (60 ml) de agua. Aplica una gota de la solución en un lugar que no se vea en la tela. Espera durante un minuto y luego seca el lugar con un paño blanco. Si el color no se destiñe o decolora, debe ser seguro usar lejía en la tela.[8]
    • Elige un dobladillo cuando se trate de camisas que uses por dentro y la entrepierna o un lugar alrededor de la cintura si se trata de pantalones.
    • También es inteligente revisar las etiquetas en la ropa, ya que habrá una advertencia si la prenda es sensible a la lejía.
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    Llena la lavadora con agua. Cuando añadas lejía a la ropa sucia recuerda no dejar que esta tenga contacto directo con las prendas. Para conseguirlo, pon en marcha la lavadora antes de colocar la ropa sucia dentro y deja que el tambor se llene por lo menos a la mitad antes de agregar el detergente y la lejía.[9]
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    Vierte el detergente en la lavadora. La lejía no lava la ropa, así que de todas formas deberás usar detergente para lavar la ropa sucia. Si tu lavadora tiene un compartimiento para detergente, mide el producto y agrégalo. Si tu lavadora no tiene un compartimiento para detergente, viértelo directamente en el agua.[10]
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    Añade aproximadamente entre 1/2 y 3/4 de taza (entre 120 y 180 ml) de lejía para una carga de tamaño normal. Para cargas pequeñas, usa aproximadamente 1/2 taza (120 ml) de lejía. Si tienes una carga más grande, no hay problema en usar cerca de una taza (240 ml) llena de lejía. Viértela en el compartimiento para lejía o directamente en el agua.[11]
    • Los tamaños de las lavadoras y de las cargas varían, así que tendrás que adaptar la cantidad de lejía que uses.
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    Presiona la ropa sucia en el agua. Deja que la lavadora termine de llenarse con agua para que la lejía se mezcle y diluya en el agua. Cuando la lavadora esté casi completamente llena, coloca la carga de ropa sucia en el agua. Asegúrate de quede completamente dentro del agua en lugar de flotar en la parte superior.

Método 4
Método 4 de 4:
Trabajar de manera segura con lejía

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    Usa guantes de goma cuando trabajes con lejía. El cloro, que es el tipo más común, es un ácido fuerte. La lejía te quemará la piel si te cae encima. Usa guantes que lleguen hasta el antebrazo para protegerte de las salpicaduras.[12]
    • Incluso después de diluir la lejía, es mejor usar guantes.
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    Trabaja en una habitación bien ventilada. Así como la lejía puede quemarte la piel, también puede ser dañina si respiras sus gases durante un periodo de tiempo prolongado. Abre las ventanas cuando puedas y coloca ventiladores para mover el aire.[13]
    • Si tienes problemas respiratorios, usa una mascarilla para disminuir la inhalación de gases o evita usar lejía en general.
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    Vierte la lejía sobre un lavabo o una tina. La lejía sin diluir desteñirá y arruinará muchas telas diferentes. Nunca la viertas sobre una alfombra o un piso de madera. Un lavabo de acero inoxidable o una tina de plástico es el mejor lugar para diluir la lejía.
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    Usa agua fría. Si mezclas lejía con agua caliente, aumentarás los gases que la lejía libera. Esto empeorará la situación respiratoria ya peligrosa. Además, el agua caliente descompone el ingrediente activo en la lejía, haciéndola básicamente inservible.[14]
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    Evita usar lejía sin diluir. La lejía es muy concentrada y no está pensada para que se use sin diluir. Si no la diluyes con agua, es muy probable que ocasione más daño que bien. La lejía es suficientemente potente para seguir siendo eficaz incluso en un estado diluido.[15]

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Categorías: Limpieza del hogar