Las compresas calientes se pueden utilizar para tratar numerosos problemas, desde el dolor muscular hasta la rigidez articular. Aunque puedes comprar bolsas térmicas en la farmacia, es igual de fácil hacerlas con solo unos cuantos materiales sencillos y baratos que probablemente ya tengas en casa. Las compresas calientes ayudan a aliviar el dolor menstrual, los calambres en los abdominales y los espasmos musculares.[1] Antes de usar compresas calientes para aliviar los síntomas, averigua si es mejor aplicar frío o calor para tratar tu dolencia. Continúa leyendo para aprender a hacer una compresa caliente.

Método 1
Método 1 de 3:
Hacer una compresa caliente perfumada

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    Reúne los materiales. Lo único que necesitas para hacer la compresa básica es un calcetín deportivo limpio y relleno de arroz, legumbres o copos de avena secos. Sin embargo, si quieres darle un agradable toque perfumado a la compresa, también necesitarás un poco de menta, canela o cualquier otro ingrediente aromático en polvo que te guste. Puedes utilizar hierbas que tengas en la cocina, el contenido de una bolsita de infusión o unas gotas de aceites esenciales.[2] [3]
    • Prueba a incluir lavanda relajante, camomila, salvia o menta en la compresa para que la experiencia sea más reconfortante aún.
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    Rellena el calcetín deportivo. Ya utilices granos de arroz, legumbres o copos de avena, échalos dentro del calcetín deportivo hasta que esté casi lleno (alcanzando entre 1/2 y 3/4 de su capacidad). Solo tienes que dejar suficiente calcetín por el extremo de arriba para poder hacer un nudo, a no ser que pienses coserlo para cerrarlo y convertirlo en compresa caliente de forma permanente. Si es así, podrás llenarlo hasta arriba.[4]
    • Mientras rellenas el calcetín, deberás ir añadiendo una pizca de polvo perfumado o hierbas aromáticas de vez en cuando para que toda la compresa quede impregnada de su agradable aroma.
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    Cierra el extremo abierto del calcetín deportivo. Dependiendo de lo duradera que quieras que sea la compresa, podrás cerrar el calcetín de forma provisional o de forma permanente. Si haces un nudo en el extremo del calcetín, el contenido se mantendrá en su sitio durante un periodo reducido de tiempo, pero podrás reutilizar la compresa después. También puedes coser el extremo abierto del calcetín para cerrarlo y convertirlo en una compresa de forma más permanente.[5]
    • Ten en cuenta que si cierras el calcetín muy cerca del contenido, obtendrás una compresa dura y compacta, mientras que si lo cierras cerca del extremo abierto, el contenido quedará más suelto. Experimenta un poco para ver si prefieres una compresa más blanda o más compacta antes de cerrarla del todo.
    • Si dejas el contenido algo suelto, podrás colocarte el calcetín cómodamente sobre el cuello y los hombros para tratar el dolor en estas zonas.
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    Calienta la compresa en el microondas. Una vez que hayas cerrado la compresa, caliéntala en el microondas durante 30 segundos. Después de esos 30 segundos, puedes tocarla para comprobar su temperatura. Si estás satisfecho con el nivel de calor alcanzado, puedes sacarla y utilizarla. Si quieres una temperatura más alta, vuelve a introducir la compresa en el microondas y ve calentándola en incrementos de 10 segundos hasta que alcance el nivel de calor que desees.[6]
    • Recuerda que colocar materiales extremadamente calientes sobre la piel puede producir ampollas y quemaduras.[7] La temperatura óptima se encuentra entre los 21 y 27 ºC (entre 70 y 80 ºF).[8]
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    Coloca la compresa sobre la piel. Si la compresa desprende demasiado calor, retírala y espera a que se enfríe un poco antes de volver a ponértela. Cuando haya adquirido una temperatura agradable, sujétala sobre la zona afectada durante diez minutos. Pasados los diez minutos, retírala para dejar que la piel se enfríe un poco. Una vez que la piel se haya enfriado un poco, podrás volver a aplicarte la compresa durante otros diez minutos si quieres.
    • Si aparecen rojeces, moratones, manchas rojas y blancas, ampollas o ampollas en la piel, o si aparecen signos de inflamación o urticaria en la zona tratada, llama al médico. Es posible que tu piel se encuentre dañada por el calor.[9]

Método 2
Método 2 de 3:
Hacer una compresa caliente con vapor

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    Moja una toalla pequeña limpia. Abre el grifo y moja la toalla hasta que quede empapada. Deberá empaparse hasta chorrear. Después, coloca la toalla dentro de una bolsa con cierre hermético tipo zip. Dobla cuidadosamente la toalla para asegurarte de que se caliente uniformemente cuando la introduzcas en el microondas. No cierres la bolsa aún.
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    Calienta en el microondas la toalla dentro de su bolsa. Introduce la bolsa hermética aún abierta y la toalla en el microondas. Caliéntalas a temperatura alta durante un periodo de entre 30 y 60 segundos y, si es necesario, continúa haciéndolo en incrementos de 30 segundos hasta alcanzar la temperatura deseada.
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    Utiliza un hervidor como alternativa. Si no tienes microondas o no te convence la idea de introducir plástico en el microondas, puedes calentar agua en un hervidor sobre el fogón. Coloca la toalla dentro de un bol y vierte encima el agua hirviendo. Después, utiliza unas pinzas para introducir la toalla caliente en la bolsa de plástico.
    • También puedes aplicarte la toalla caliente directamente sobre la piel si quieres aplicar calor húmedo. Este tipo de compresa caliente puede ser eficaz para tratar el dolor sinusal. Simplemente, asegúrate de que la compresa no esté demasiado caliente para la piel.[10]
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    Ten cuidado cuando manipules la bolsa de plástico. Dado que la toalla está empapada de agua hervida, puede salir vapor muy caliente de la bolsa de plástico. Ten mucha precaución al sacar la bolsa y la toalla del microondas para evitar el riesgo de sufrir quemaduras (el vapor puede causar quemaduras aunque la piel no entre en contacto directamente con el objeto caliente).[11]
    • Utiliza un par de tijeras de cocina para manipular los materiales si te resultan demasiado calientes al tacto.
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    Cierra la bolsa con la toalla dentro. Cuando hayas calentado la toalla en el microondas hasta lograr la temperatura ideal, tendrás que atrapar el vapor y el calor dentro de la bolsa con cierre hermético para que no se enfríe demasiado rápido. Insistimos en que tengas cuidado de no quemarte. Cúbrete los dedos con otra toalla seca o con un par de guantes aislantes para proteger tu piel al cerrar la bolsa.
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    Envuelve la bolsa de plástico en una toalla limpia. No debes aplicar la bolsa de plástico caliente directamente sobre la piel, así que utiliza una toalla limpia como barrera protectora. Coloca la bolsa de plástico en el centro de la toalla y, después, dobla la toalla envolviendo el material caliente. Hazlo de forma que la bolsa no pueda deslizarse saliéndose de la toalla, y deja solo una capa de toalla entre la fuente de calor y la piel.
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    Coloca la compresa sobre la piel. Deja que la compresa se enfríe si te resulta demasiado caliente. Recuerda que debes dejar que la piel se recupere del calor cada diez minutos y que no debes tratar la zona con la compresa durante más de 20 minutos seguidos.
    • Si aparecen rojeces, moratones, manchas rojas y blancas, ampollas o ampollas en la piel, o si aparecen signos de inflamación o urticaria en la zona tratada, llama al médico. Es posible que tu piel se encuentre dañada por el calor.[12]

Método 3
Método 3 de 3:
Saber cuándo es conveniente usar una compresa caliente

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    Aplica calor sobre los músculos doloridos. En muchas ocasiones, el dolor muscular es causado por un exceso de ácido láctico acumulado en el tejido muscular.[13] Al aplicar una compresa caliente sobre un músculo dolorido, el calor ayuda a que llegue más sangre a esa zona.[14] La circulación activada ayuda a eliminar el exceso de ácido láctico, aliviando el dolor muscular. Además, mediante este método llega más oxígeno a la zona afectada, acelerando el proceso de recuperación del tejido dañado. La sensación de calor puede despistar al sistema nervioso, reduciendo el número de señales de dolor enviadas al cerebro.[15]
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    Utiliza calor húmedo para tratar los espasmos musculares. Si sufres un problema prolongado de espasmos musculares, lo primero que debes hacer es dejar que el músculo afectado descanse. Antes de nada, tómatelo con calma y evita la actividad que haya sobrecargado el músculo hasta el punto de causarle espasmos. Espera 72 horas antes de aplicar calor sobre la zona, permitiendo que la inflamación disminuya. Una vez que hayan pasado los tres días, aplica una compresa caliente y húmeda sobre la zona afectada para acelerar el proceso de curación.[16]
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    Trata la rigidez muscular y el dolor producido por la artritis con calor o con frío. Ambos métodos pueden ser eficaces para tratar los problemas articulares, aunque hay quienes se inclinan más por uno que por otro. Puedes probar a alternar entre uno y otro método hasta que averigües cuál funciona mejor en tu caso.
    • Las bolsas de hielo insensibilizan la zona afectada por el dolor y reducen la inflamación de las articulaciones al estrechar los vasos sanguíneos. Aunque el frío extremo puede resultar desagradable al principio, es muy eficaz para insensibilizar la zona afectada por el dolor agudo.
    • Las compresas calientes dilatan los vasos sanguíneos, aumentando el flujo sanguíneo y acelerando el proceso de curación. El calor también ayuda a relajar los tejidos y los ligamentos de la zona afectada por la rigidez, aumentando el rango de movimiento.[17]
    • También puedes aplicar calor sumergiendo la zona afectada en agua caliente. Puedes hacerlo nadando en una piscina de agua templada o, sencillamente, dándote un baño caliente en casa.
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    Evita el tratamiento con calor si padeces determinadas enfermedades. El embarazo, la diabetes, la mala circulación y las enfermedades cardíacas (como la hipertensión) pueden responder mal al tratamiento con calor. Habla con tu médico antes de utilizar una compresa caliente para aliviar el dolor muscular o articular.[18]
    • Si tienes más de 55 años, deberás colocar siempre una capa de toalla entre la fuente de calor y la piel para evitar quemaduras.
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    No utilices el calor para tratar lesiones agudas.[19] El uso del calor es más adecuado para tratar problemas crónicos, como el dolor muscular persistente, los espasmos o el dolor articular crónico. El frío, por el contrario, es más adecuado para tratar inmediatamente una lesión grave como, por ejemplo, un esguince. Por lo tanto, si se te desgarra un músculo, aplica hielo sobre la zona inmediatamente para reducir la inflamación. Si el dolor persiste durante varios días, utiliza el calor para acelerar el proceso de recuperación.

Advertencias

  • No te dejes la compresa puesta sobre la misma zona durante demasiado tiempo, ya que podrías quemarte. Ve desplazándola ligeramente cada dos minutos mientras te relajas.
  • Ten cuidado al sacar la bolsa caliente del microondas, ya que estará llena de vapor y podrías quemarte.
  • Retira la compresa si te resulta molesta. Su función es producir alivio.
  • No dejes la compresa en el microondas durante más de un minuto, ya que se calentará en exceso y podría llegar a derretir la bolsa.
  • Recuerda que si tienes más de 55 años, siempre deberás colocar un paño entre la fuente de calor y la piel para evitar las quemaduras.
  • Nunca utilices compresas calientes en niños o bebés.[20]

Cosas que necesitarás

Método 1

  • Un calcetín deportivo limpio
  • Suficientes granos de arroz, legumbres o copos de avena para llenar el calcetín por la mitad
  • Polvos perfumados o algún aceite esencial que te guste (opcional)
  • Microondas

Método 2

  • Una toalla pequeña o un paño
  • Agua
  • Un microondas o un hervidor
  • Una bolsa de plástico con cierre hermético
  • Una toalla seca o una funda de almohada para envolver la compresa
  • Pinzas

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Categorías: Salud