Alfarería en la provincia de Alicante
La alfarería en la provincia de Alicante (España), además del legado arqueológico conservado en los museos de Alcoy y la capital provincial, tiene sus focos alfareros más importantes en Agost, Orba y Biar, este último documentado ya en el siglo xvi.[1]
Referencias documentales
Martín de Viciana, en el libro III de la Crónica de la inclita y coronada ciudad de Valencia y su reino (1564), menciona catorce fábricas de alfarería en Biar. Y ya en el siglo xviii se recogen datos documentales en la Descripción del reino de Valencia y Corregimientos de José Castelló (que cita alfares en Biar, Onil y Orba); así como en la obra de Tomás Ricord Noticia de las varias y diferentes producciones del reino de Valencia, como también de sus fábricas y artefactos (1793); o en la de Antonio Joseph Cavanilles Observaciones sobre Historia Natural, geografía, agricultura, población y frutos del reyno de Valencia (1797).[1]
Asimismo, la alfarería alicantina quedó registrada en el Catastro de Ensenada (1752), las Memorias políticas y económicas de Eugenio Larruga (1792), el Diccionario geográfico-estadístico de España y Portugal (1826 y 1829) de Sebastián Miñano; y el Diccionario geográfico-estadístico-histórico (1846-1850) de Pascual Madoz que enumera alfares en nueve villas alicantinas.[2] Otro dato que facilita Seseña es que la producción de Agost y Petrel estuvo presente en la Exposición Agrícola Industrial de 1860, organizada por la Sociedad Económica de Amigos del País.
Agost
Es centro artesano más importante de la provincia, muy representativo de la evolución de la industria cerámica más genuinamente alfarera en la España meridional.
Además de la singular gama botijera, destaca la cantarería de Agost: el “cántaro del bodonet” y el “cántaro a sis” para medir el agua; el “cántaro de la col señoreta”, con un pitorro como algunas cantarillas; los modelos específicos para localidades vecinas, así por ejemplo: “gandiano”, “valenciano”, “mascota”, “vilero”, “manchego”, “pinosero”, “dels clotets”, “de Gracia” (para la zona de Altea), el rallo aragonés, el cántaro 'largo' usado en Elche, el “chato o culona” para la huerta murciana; o recipientes semividriados, o barnizados como el “cántaro del picot”; además de piezas singulares de la alfarería de novia como la “jarra de novia” bordada a la barbotina.
También clasificados por Schütz, son característicos los pitos de Agost, denominados “rossinyols, ruiseñores, canarios y xiulets”. Estas pequeñas piezas musicales de juguetería alfarera de apenas siete centímetros de altura, disponen de un pitorro con bolita que cuando se llenan de agua y se sopla reproducen una simulación de trinos de pajarillos. Están asociados al ceremonial festivo de celebraciones religiosas como la Misa del Gallo o el Domingo de Resurrección. En el ámbito regional, se usan en la llamada “Procesió dels xiuletets” de la Fiesta de Moros y Cristianos de Alcoy.[3] En alfarería vidriada, Agost ha manteniendo desde antiguo una reñida competencia con Bailén.[4][5]
El museo
Síntesis y suma de la cultura cerámica en Agost es su museo de Alfarería, creado en 1981 por iniciativa privada de la etnóloga alemana Ilse Schütz que durante diecinueve años fue su propietaria y directora, hasta que, en marzo de 2000, el Ayuntamiento de Agost se hizo cargo de los costes de personal y mantenimiento del Museo.[lower-alpha 1] El Museo, que cuenta además con una biblioteca especializada, reúne en sus instalaciones una interesante colección de objetos de valor iconográfico.[6]
Los botijos
Una de las piezas de alfarería de agua más típicas de Agost es el botijo ("càntir"), hecho de barro blanco con sal, torneado a mano y cocido en hornos morunos de hasta tres pisos de cabida. Seis de las doce alfarerías, existentes en 2001, lo fabricaban con las arcillas locales,[7] creando una tipología personal a partir de sus variadas formas. Así, las que aparecen en la imagen anexa: botijo de pera, botijo-pato, mamella, botijo-rollo, botijo carretero, botijo de tres pitos y botijo de tambor. Tipología que se amplía en la clasificación que hizo Seijo Alonso, y que a partir de ocho forma básicas (el cuerpo inicial de la pieza) produce más de treinta modelos diferentes. Esas ocho formas de partida son: globulares, esféricos, abombados, de tonel y de tonel invertido, de cono invertido, circulares (como los botijos de rollo), y zoomorfos que simulan patos y gallos.[3]
Biar
La industria melera de Biar, famosa ya desde el siglo xviii, llevó asociada la fabricación de orzas y parras meleras de barro blanco sin vidriar y selladas con el escudo de la villa,[8] que se fabricaban en el barrio de los Carriles, junto al castillo.
Desde 1794, también se desarrolló en Biar industria de loza fina manufacturada por maestros ceramistas procedentes de Alcora, como confirmaría Madoz en 1847, y el recuerdo de la fábrica de San Vicente Ferrer fundada en 1884 por Fernando Amorós Azorín, y sus ponderados botijos modernistas y cerámica variada de loza dorada (o de reflejos metálicos).[8][9]
La etnógrafa Natacha Seseña da noticia también del trabajo de investigación desarrollado por la ceramóloga alemana Ilse Schütz en los archivos municipales sobre los rangos de las alfarerías del siglo xix en Biar.[8] Labor que se continuaría luego en los talleres de artesanos del siglo xx, como en el caso de las familias Maestre Francés –casado con la hija de un ceramista de Manises– y Maestre Castelló.[10]
Orba
Especializada en cacharrería para el agua, no sólo cántaros, también lebrillos, orzas, tinajas, arcaduces y cangilones. En el barrio de Orbeta, antigua aldea veciana a Orba, se complementaba la producción alfarera, con cacharrería para el fuego (cazuelas, ollas y pucheros).[12][9]
En el Museu del Fang (Casa Señoría), dedicado a la cultura del barro, se recoge información y material histórico sobre la actividad alfarera en Orba.[13]
Otros centros alfareros
Además de los focos ya mencionados, a lo largo del tiempo se ha documentado actividad alfarera en Altea,[11] Jijona, Onil,[lower-alpha 2] [9] Orihuela, Pego, Petrel, Senija, Villena y la propia capital.[1] Entre las colecciones de cerámica reunidas en la provincia, puede citarse el Museo del Botijo de Villena, fundado en 1970.[14]
Notas
- Siguiendo la labor iniciada por Francisco Seijo Alonso, etnógrafo local, la investigadora alemana Ilse Schütz creó en 1986 el Centro Agost de Investigación y Creación Cerámica y Alfarera, "en el marco de lo que el sociólogo francés Edgar Morin llama la “Europa de los pequeños espacios culturales”, como forma de resistir 'amenazas' homogeneizadoras". Natacha Seseña (1997), pp.289-290
- Aunque ya desaparecida la tradición alfarera de Onil, todavía en 1977, esta localidad llegó a fabricar tinajas con capacidad de hasta 50 litros.
Referencias
- Seseña, 1997, p. 287.
- Seseña, 1997, pp. 304-305 (bibliografía).
- Seseña, 1997, p. 290.
- Seseña, 1997, pp. 287-292.
- Vossen, 1997, p. 32.
- . «Museo alfarero de Agost». centroagost. Consultado el 18 de mayo de 2022.
- y María José Rodríguez-Manzaneque:Álbum de las Alfarerías de Agost. Alicante. Museo de Agost, 2004.
- Seseña, 1997, p. 292.
- Vossen, 1997, p. 34.
- Seseña, 1997, pp. 292-293.
- Useros, 2005, p. 94.
- Seseña, 1997, pp. 292-4.
- . «Museu del Fang». comunitatvalenciana.com. Consultado el 16 de mayo de 2022.
- «Breve historia del museo». Museo del Botijo de Villena. Consultado el 15 de mayo de 2022.
Bibliografía
- Useros Cortés, Carmina; Belmonte Useros, Pilar (2005). Museo de cerámica nacional. Piezas de alfarería de toda España. Albacete, Museo de Cerámica Nacional. Chinchilla de Montearagón. ISBN 84-609-5626-1.
- Seseña, Natacha (1976). Barros y lozas de España (en español). Madrid, Prensa Española. ISBN 84-2870-402-3.
- Seseña, Natacha (1997). Cacharrería popular (en español). Madrid: Alianza Editorial. ISBN 84-206-4255-X.
- Vossen, Rüdiger; Seseña, Natacha; Köpke, Wulf (1975). Guía de los alfares de España (en español). Madrid, Editora Nacional. ISBN 84-276-1293-1.
Enlaces externos
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