Cristo según Tácito

El historiador y senador romano Tácito se refiere a Cristo, su ejecución por Poncio Pilato, y la existencia de los primeros cristianos en Roma, en una página de su obra final, Anales (escrito c. 116), libro 15, capítulo 44.[1]

El incendio de Roma, por Carl Theodor von Piloty, 1861. Según Tácito, Nerón acusó a los cristianos de ser responsables del incendio.

El contexto del pasaje es el del gran incendio de Roma que quemó durante seis días gran parte de la ciudad en el año 64, durante el reinado del emperador romano Nerón.[2] El pasaje es una de las referencias no cristianas más tempranas a los orígenes del cristianismo, la crucifixión de Cristo descrita en los evangelios canónicos, y la presencia y la persecución de los cristianos de Roma en el siglo I.[3][4]

Los eruditos generalmente consideran la referencia de Tácito a la ejecución de Jesús por Poncio Pilato tanto auténtica como de valor histórico como fuente romana independiente.[5][6][7] Eddy y Boyd afirman que actualmente está «firmemente establecido» que Tácito proporciona una confirmación no cristiana de la crucifixión de Jesús.[8] Sin embargo, Richard Carrier ha sugerido que la línea con la mención de Cristo por su nombre es una interpolación cristiana.[9][10]

El historiador Ronald Mellor ha declarado que los Anales son «el mayor logro de Tácito», representando «el pináculo de la historiografía romana».[11] Los estudiosos consideran que la referencia establece tres hechos independientes sobre la Roma de alrededor del año 60:

  1. La existencia de un número considerable de cristianos en Roma en la época;
  2. que era posible distinguir entre los cristianos y los judíos en Roma; y
  3. que los paganos de la época hicieron una conexión entre el cristianismo en Roma y su origen en la Judea romana.[12][13]

Estos hechos, sin embargo, se han establecido de manera tan estrecha que son objeto de mucho escrutinio, incluyendo al reporte sobre el rango de Pilato, la ortografía de las palabras clave o las fuentes reales de Tácito.

El pasaje y su contexto

Una copia del segundo manuscrito Médici de Anales, libro 15, capítulo 44; la página con la referencia a los cristianos.

El pasaje de Anales (15.44), que ha sido objeto de mucho análisis académico, sigue una descripción de los seis días del gran incendio de Roma, que quemó gran parte de la ciudad en julio de 64 d. C.[3]

La parte clave del pasaje dice lo siguiente (traducción del latín por A. J. Church y W. J. Brodribb, 1876):

En consecuencia, para deshacerse de los rumores, Nerón culpó e infligió las torturas más exquisitas a una clase odiada por sus abominaciones, quienes eran llamados cristianos por el populacho. Cristo, de quien el nombre tuvo su origen, sufrió la pena máxima durante el reinado de Tiberio a manos de uno de nuestros procuradores, Poncio Pilato, y la superstición muy maliciosa, de este modo sofocada por el momento, de nuevo estalló no solamente en Judea, la primera fuente del mal, sino incluso en Roma, donde todas las cosas espantosas y vergonzosas de todas partes del mundo confluyen y se popularizan. En consecuencia, el arresto se hizo en primer lugar a quienes se declararon culpables; a continuación, por su información, una inmensa multitud fue condenada, no tanto por el delito de incendiar de la ciudad como por su odio contra la humanidad.

(en latín) ergo abolendo rumori Nero subdidit reos et quaesitissimis poenis adfecit, quos per flagitia invisos vulgus Chrestianos appellabat. auctor nominis eius Christus Tibero imperitante per procuratorem Pontium Pilatum supplicio adfectus erat; repressaque in praesens exitiablilis superstitio rursum erumpebat, non modo per Iudaeam, originem eius mali, sed per urbem etiam, quo cuncta undique atrocia aut pudenda confluunt celebranturque. igitur primum correpti qui fatebantur, deinde indicio eorum multitudo ingens haud proinde in crimine incendii quam odio humani generis convicti sunt.

Tácito describe luego el tormento de los cristianos. La causa exacta del incendio sigue siendo incierta, pero gran parte de la población de Roma sospechaba que el emperador Nerón había iniciado el propio fuego.[3] Para desviar la atención de sí mismo, Nerón acusó a los cristianos de iniciar el incendio y los persiguió, haciendo de este el primer enfrentamiento entre los cristianos y las autoridades en Roma.[3] Tácito no acusó a Nerón de tocar la lira mientras Roma ardía; esa declaración vino de Dión Casio, que murió en el siglo III.[2] Pero Tácito sugirió que Nerón usó a los cristianos como chivos expiatorios.[14]

No existen manuscritos originales de los Anales y las copias sobrevivientes de las obras de Tácito derivan de dos manuscritos principales, conocidos como los manuscritos Médici, escritos en latín, que se encuentran en la Biblioteca Laurentina en Florencia, Italia.[15] Es el segundo manuscrito Médici, del siglo XI y proveniente de la abadía benedictina de Montecassino, la copia más antigua del pasaje que describe los cristianos.[16] Los estudiosos en general concuerdan en que estas copias fueron escritas en Monte Cassino, y al final del documento se refiere a Abbas Raynaldus cu..., quien fue probablemente uno de los dos abades con ese nombre en la abadía durante ese período.[16]

Referencias específicas

Cristianos y Crestianos

Detalle de la copia del siglo XI de los Anales, la brecha entre la i y la s se resalta en la palabra Cristianos.

El pasaje escribe:

[...] llamados cristianos por el populacho. Cristo, de quien el nombre tuvo su origen [...].

En 1902, Georg Andresen comentó sobre la aparición de la primera «i» y el subsiguiente vacío en la primera copia existente (siglo XI) de los Anales en Florencia, lo que sugiere que el texto había sido alterado, y el texto original habría contenido una «e» en lugar de esa «i».[17] «Con el examen ultravioleta del MS la alteración se demostró de manera concluyente. Hoy en día es imposible afirmar que se alteró la letra e en una i. En Nerón 16.2, de Suetonio, no obstante, ‹christiani› parece ser la lectura original».[18] Dado que la alteración se dio a conocer, se ha dado lugar a debates entre los estudiosos sobre si Tácito utiliza deliberadamente el término «Crestianos», o si un escriba cometió un error durante la Edad Media.[19][20] Se ha afirmado que tanto los términos cristianos y crestianos habían sido a veces utilizados por la población general en Roma para referirse a los primeros cristianos.[21] Robert Van Voorst afirma que muchas fuentes indican que el término crestianos también fue utilizado entre los primeros seguidores de Jesús en el siglo II.[20][22] El término Cristianos aparece solamente tres veces en el Nuevo Testamento, el primer uso (Hechos 11:26) exponiendo el origen del término.[20] En los tres casos el no corregido Codex Sinaiticus en griego lee Chrestianoi.[20][22] En Frigia, una serie de inscripciones en piedra funerarias utilizan el término crestianos, con una inscripción en una sola piedra utilizando ambos términos juntos: Crestiano de los cristianos.[22]

Adolf von Harnack argumentó que Crestianos fue la redacción original, y que Tácito utilizó deliberadamente «Cristo» inmediatamente después para mostrar su propio conocimiento superior en comparación con el del conjunto de la población.[20] Robert Renehan afirmó que era natural que un romano mezclara dos palabras que sonaban como lo mismo, que Crestianos fue la palabra original en los Anales y no un error del escriba.[23][24] Van Voorst señaló que era poco probable que el propio Tácito se refiriera a los cristianos como Crestianos, es decir, «los útiles»; teniendo en cuenta que también se refirió a ellos como «clase odiada por sus abominaciones».[19] Paul Eddy no ve ningún impacto importante en la autenticidad del pasaje o su significado, independientemente de la utilización de cualquiera de los términos por Tácito.[25]

El rango de Pilato

La Piedra de Pilato, actualmente en el Museo de Israel.

El rango de Pilato mientras era gobernador de Judea apareció en una inscripción latina (llamada la Piedra de Pilato) como un prefecto, mientras que este pasaje de Tácito lo llama un procurador. Josefo se refiere a Pilato con el término griego genérico ἡγεμών, hēgemōn, o gobernador. Tácito registra que Claudio fue el emperador que nombró a procuradores como gobernadores.[26][27] Después de la muerte de Herodes Agripa en el año 44, cuando Judea volvió al gobierno romano directo, Claudio designó un procurador.[3][28][29][30][Nota 1]

Se han propuesto varias teorías para explicar por qué Tácito quiso utilizar el término «procurador» cuando la evidencia arqueológica indica que Pilato fue un prefecto. Jerry Vardaman teorizó que el título de Pilato fue cambiado durante su estancia en Judea, y que la piedra de Pilato data de los primeros años de su administración.[32] Baruch Lifshitz postuló que la inscripción originalmente habría mencionado el título de «procurador», junto con «prefecto».[33] L.A. Yelnitsky argumentó que el uso de «procurador», en Anales 15.44.3 era una interpolación cristiana.[34] S.G.F. Brandon sugirió que no existía una diferencia real entre los dos rangos.[35] John Dominic Crossan señaló que Tácito usó «en retrospectiva» el título de procurador que se ejercía en tiempos de Claudio, a pesar de que Pilato era llamado prefecto en su propia época.[36] Bruce Chilton y Craig Evans, así como Van Voorst, afirman que Tácito aparentemente utilizó el título «procurador» porque era más común en el momento de sus escritos y que esta variación en el uso del título no debe tomarse como evidencia para dudar de la exactitud de la información que Tácito ofrece.[37][38] Warren Carter afirma que, como el término «prefecto» tiene una connotación militar, mientras que «procurador» es civil, el uso de uno u otro término puede ser apropiado para los gobernadores que tienen un rango de responsabilidades militares, administrativas y fiscales.[39]

Louis Feldman señala que Filón (fallecido el año 50) y Josefo también utilizan el término «procurador» para referirse a Pilato.[40] Cabe señalar que, como tanto Filón y Josefo escribieron en griego, ninguno de ellos realmente utilizaron el término «procurador», sino la palabra griega ἐπίτροπος (epitropos), que se traduce habitualmente como «procurador». Filón también utiliza este término griego para los gobernadores de Egipto (prefecto), de Asia (procónsul) y Siria (legado).[41] Werner Eck, en su lista de términos para gobernadores de Judea que se encuentra en las obras de Josefo, muestra que, mientras que en su primera obra, La guerra de los judíos, Josefo utiliza epitropos de forma menos constante; el primer gobernador al que se hace referencia mediante el término en Antigüedades judías fue Cuspio Fado, en el cargo entre los años 44-46 d. C.[42] Feldman observa que Filón, Josefo y Tácito pueden haber confundido anacrónicamente el momento de los títulos: «prefecto» después cambiando a «procurador».[40] Feldman también señala que el uso de los títulos pudo no haber sido rígido, ya que Josefo se refiere a Cuspio Fado tanto como «prefecto» y «procurador».[40]

Autenticidad y valor histórico

La portada de la edición de 1598 de las obras de Tácito, conservada en Empoli, Italia.

La mayoría de los estudiosos modernos consideran al pasaje como auténtico.[43][44] William L. Portier ha señalado que la consistencia en las referencias de Tácito, Josefo y las cartas al emperador Trajano de Plinio el Joven reafirman la validez de los tres registros.[44] Los eruditos generalmente consideran la referencia de Tácito como de valor histórico, al ser una fuente romana independiente sobre el cristianismo primitivo que está al unísono con otros registros históricos.[5][6][7][44]

Tácito fue un senador romano patriótico.[45][46] Sus escritos no muestran ninguna simpatía hacia los cristianos, ni conocimiento exacto de quien era su líder.[5][47] Su caracterización de «abominaciones cristianas» pudo haber estado basada en los rumores en Roma que durante los rituales eucarísticos los cristianos comían el cuerpo y bebían la sangre de su Dios, interpretando el ritual como canibalismo por parte de los cristianos.[47][48] Andreas Köstenberger afirma que el tono del pasaje hacia los cristianos es demasiado negativo para haber sido escrito por un escriba cristiano.[49] Van Voorst también afirma que es improbable que el pasaje sea una falsificación cristiana por el lenguaje peyorativo utilizado para describir la cristiandad.[43]

Tácito tenía alrededor de 7 años de edad en el momento del gran incendio de Roma, y al igual que otros romanos cuando creció habría escuchado muy probablemente del incendio que destruyó la mayor parte de la ciudad, y las acusaciones de Nerón contra los cristianos.[14] Cuando escribió su relato, Tácito era el gobernador de la provincia de Asia, y como miembro del círculo íntimo de Roma habría sabido de la posición oficial con respecto al fuego y los cristianos.[14]

En 1885 P. Hochart había propuesto que el pasaje era un fraude piadoso,[50] pero el editor de la edición de 1907 de Oxford rechazó su sugerencia y trató al pasaje como genuino.[51] Estudiosos como Bruce Chilton, Craig Evans, Paul R. Eddy y Gregory A. Boyd están de acuerdo con la declaración de John Meier, que «a pesar de algunos débiles intentos para mostrar que este texto es una interpolación cristiana en Tácito, el pasaje es obviamente genuino».[37][52] Sin embargo, Richard Carrier sostiene que la frase «Su fundador, Cristo, había sido condenado a muerte por el procurador Poncio Pilato, durante el reinado de Tiberio» en el pasaje es una interpolación cristiana.[9] Argumenta que, incluso si la frase es totalmente auténtica, es probable que Tácito se limitara a repetir lo que los cristianos creían.[53] Carrier también sostiene que existe un vacío extraño en los Anales de Tácito entre los años 29 y 31, y cita la sugerencia de Robert Drews, de que los escritos sobre ese periodo fueron recortados porque no proporcionaban ninguna información con respecto a Jesús.[54] Estos argumentos han sido rebatidos por Willem Blom.[55]

Las sugerencias de que la totalidad de los Anales pudiera haber sido una falsificación también han sido rechazados generalmente por los eruditos.[56] John P. Meier afirma que no hay evidencia histórica o arqueológica para apoyar el argumento de que un escriba pueda haber introducido el pasaje en el texto.[57]

Retrato de Tácito, basado en un busto antiguo.

Van Voorst afirma que «de todos los escritores romanos, Tácito nos da la información más precisa acerca de Cristo».[43] John Dominic Crossan considera el pasaje importante para establecer que Jesús existió y fue crucificado, y afirma: «Que él [Jesús] fue crucificado es tan seguro como cualquier otra cosa histórica jamás puede ser, ya que tanto Josefo y Tácito [...] están de acuerdo con los relatos cristianos por lo menos en ese hecho básico».[58] Eddy y Boyd afirman que actualmente está «firmemente establecido» que Tácito proporciona una confirmación no cristiana de la crucifixión de Jesús.[8] Bart Ehrman afirma: «El reporte de Tácito confirma lo que sabemos por otras fuentes: que Jesús fue ejecutado por orden del gobernador romano de Judea, Poncio Pilato, en algún momento durante el reinado de Tiberio».[59]

James D. G. Dunn considera el pasaje como útil para establecer hechos acerca de los primeros cristianos, por ejemplo, que había un número considerable de cristianos en Roma alrededor del año 60.[12] Dunn afirma que Tácito parece estar bajo la impresión de que los cristianos eran alguna forma de judaísmo, aunque los distingue de ellos.[12] Raymond E. Brown y John P. Meier afirman que, además de establecer que había una gran cantidad de cristianos en Roma, el pasaje de Tácito ofrece otras dos importantes piezas de información histórica, a saber, que en torno al 60 d. C. era posible distinguir entre los cristianos y los judíos en Roma y que los paganos incluso hicieron una conexión entre el cristianismo en Roma y su origen en Judea.[13]

Si bien la mayoría de los expertos consideran que es genuino, unos pocos estudiosos cuestionan la autenticidad del pasaje dado que Tácito nació 25 años después de la muerte de Jesús.[43]

Algunos estudiosos han debatido sobre el valor histórico del pasaje dado que Tácito no revela la fuente de su información.[60] Gerd Theissen y Annette Merz argumentan que Tácito en ocasiones se habría basado en las obras históricas anteriores ahora perdidas para nosotros, y que puede haber utilizado fuentes oficiales desde un archivo romano en este caso; sin embargo, si Tácito hubiera sido copiado de una fuente oficial, algunos estudiosos esperan que hubiera etiquetado a Pilato correctamente como un prefecto en lugar de un procurador.[61] Theissen y Merz afirman que Tácito nos da una descripción de los prejuicios generalizados sobre los cristianos y algunos detalles precisos sobre «Christus» y el cristianismo, cuya fuente aún no está clara.[61] Sin embargo, Paul R. Eddy ha señalado que, dado su cargo como senador, Tácito también tuvo la posibilidad de haber tenido acceso a los documentos oficiales de la época romana y no necesitaba de otras fuentes.[25]

Michael Martin señala que la autenticidad de este pasaje de los Anales también ha sido disputada debido a que Tácito no habría utilizado la palabra «mesías» en un documento romano auténtico.[62] A su vez, Weaver declara que Tácito habló de la persecución de los cristianos, pero ningún otro autor cristiano escribió de esta persecución durante cien años.[63] Hotema afirma que este pasaje no fue citado por cualquier padre de la Iglesia hasta el siglo XV, aunque el pasaje habría sido muy útil para ellos en su obra;[64] y que el pasaje se refiere a los cristianos en Roma siendo una multitud, mientras que en ese momento la congregación cristiana en Roma en realidad habría sido muy pequeña.[64]

Los estudiosos también han debatido la cuestión de los rumores en la referencia por Tácito. Charles Guignebert argumentó que «En tanto que exista esa posibilidad [de que Tácito se limitara a hacer eco de lo que los cristianos mismos decían], el pasaje sigue siendo bastante inútil».[65] R.T. France afirma que el pasaje de Tácito es, como mucho, el autor simplemente repetiendo lo que había escuchado a través de los cristianos.[66] Sin embargo, Paul R. Eddy ha señalado que como historiador preeminente de Roma, Tácito es generalmente conocido por el control de sus fuentes y no tenía la costumbre de informar rumores.[25] Tácito fue miembro de los Quindecimviri sacris faciundis, un consejo de sacerdotes cuyo deber era supervisar los cultos religiosos extranjeros en Roma, que como Van Voorst señala, hace que sea razonable suponer que él habría tenido conocimiento de los orígenes cristianos a través de su trabajo con ese órgano.[67]

Otras fuentes romanas

Tácito es uno de los tres autores romanos clave que pueden referirse a los primeros cristianos, los otros dos son Plinio el Joven y Suetonio.[68][69] Estos autores se refieren a acontecimientos que tuvieron lugar durante el reinado de varios emperadores romanos: Suetonio escribe sobre una expulsión de Roma durante el reinado de Claudio (entre los años 41-54), y también los castigos por parte de Nerón (que reinó entre los años 54-68); y las cartas de Plinio enviadas a Trajano acerca de los juicios que él sostenía contra los cristianos, alrededor del año 111 d. C.[68] Pero el orden temporal de los documentos comienza con Plinio, escribiendo alrededor del año 111; luego Tácito, alrededor de los años 115/116; y finalmente Suetonio con su Vidas de los doce Césares, alrededor de 122 d. C.[68][70] De esta manera, sus escritos están ubicados temporalmente entre 47 y 58 años después del incendio del 64 d. C. y la alegada persecución de Nerón.

Notas

  1. D. B. Saddington afirma que en los tiempos en que Tácito escribió, el título de prefecto había dado paso al de procurador por gobernadores de provincias imperiales más pequeñas.[31]

Referencias

  1. P.E. Easterling, E. J. Kenney (editores generales). The Cambridge History of Latin Literature. p. 892. (Cambridge University Press, 1982, reimpreso en 1996). ISBN 0-521-21043-7
  2. Stephen Dando-Collins (2010). The Great Fire of Rome. pp. 1-4. ISBN 978-0-306-81890-5
  3. Allen Brent (2009). A political history of early Christianity. pp. 32-34. ISBN 0-567-03175-6
  4. Robert Van Voorst (2000). Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence. Wm. B. Eerdmans. pp. 39-53.
  5. Craig A. Evans (2001). Jesus and His Contemporaries: Comparative Studies. p. 42. ISBN 0-391-04118-5
  6. Watson E. Mills, Roger Aubrey Bullard (2001). Mercer dictionary of the Bible. p. 343. ISBN 0-86554-373-9
  7. Helen K. Bond (2004). Pontius Pilate in History and Interpretation. p. xi. ISBN 0-521-61620-4
  8. Eddy, Paul; Boyd, Gregory (2007). The Jesus Legend: A Case for the Historical Reliability of the Synoptic Jesus Tradition. Baker Academic. p. 127. ISBN 0-8010-3114-1
  9. Carrier, Richard (2014). «The Prospect of a Christian Interpolation in Tacitus, Annals 15.44». Vigiliae Christianae. Volumen 68. Issue 3. pp. 264–283. (una versión anterior y más detallada aparece en Hitler Homer Bible Christ, de Carrier).
  10. Carrier, Richard (2014). On the Historicity of Jesus. Sheffield Phoenix Press. p. 344. ISBN 978-1-909697-49-2
  11. Ronald Mellor (2010). Tacitus' Annals. p. 23. ISBN 0-19-515192-5
  12. James D. G. Dunn (2008). Beginning from Jerusalem. pp. 56-57. ISBN 0-8028-3932-0
  13. Raymond Edward Brown, John P. Meier (1983). Antioch and Rome: New Testament cradles of Catholic Christianity. p. 99. ISBN 0-8091-2532-3
  14. Paul Barnett (2002). Jesus & the Rise of Early Christianity: A History of New Testament Times. p. 30. ISBN 0-8308-2699-8
  15. Henry Furneaux, H. Pitman (2010). Cornelii Taciti Annalium, Libri V, VI, XI, XII: With Introduction and Notes. p. iv. ISBN 1-108-01239-6
  16. Newton, Francis (1999). «The Date of the Medicean Tacitus (Flor. Laur. 68.2)». The Scriptorium and Library at Monte Cassino, 1058–1105. Cambridge University Press. pp. 96-97. ISBN 0-521-58395-0
  17. Georg Andresen en Wochenschrift fur klassische Philologie 19, 1902, col. 780f.
  18. J. Boman. Inpulsore Cherestro? Suetonius’ Divus Claudius 25.4 en Sources and Manuscripts. Liber Annuus 61 (2011). ISSN 0081-8933. Studium Biblicum Franciscanum. Jerusalén, 2012. p. 355. n. 2.
  19. Van Voorst, Robert E (2000). Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence. Eerdmans Publishing. pp. 44-48. ISBN 0-8028-4368-9
  20. Geoffrey W. Bromiley (1995). International Standard Bible Encyclopedia: A-D. p. 657. ISBN 0-8028-3781-6
  21. Peter Lampe (2006). Christians at Rome in the First Two Centuries. p. 12. ISBN 0-8264-8102-7
  22. Van Voorst, Robert E (2000). Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence. Eerdmans Publishing. pp. 33-35. ISBN 0-8028-4368-9
  23. Robert Reneha (1968). Christus or Chrestus in Tacitus?. La Parola del Passato 122. pp. 368-370.
  24. Transactions and proceedings of the American Philological Association, Volume 29, JSTOR (Organization), 2007. p. vii.
  25. Paul R. Eddy, et al. (2007). The Jesus legend: a case for the historical reliability of the synoptic gospels. pp. 181-183. ISBN 0-8010-3114-1
  26. Tácito. Anales 12.60. «Claudio dijo que los juicios de sus procuradores tenían la misma eficacia que los juicios que él hizo».
  27. P. A. Brunt (1990). Roman imperial themes. Oxford University Press. p. 167. ISBN 0-19-814476-8. ISBN 978-0-19-814476-2.
  28. Tácito. Historias 5.9.8.
  29. Geoffrey W. Bromiley (1988). The International Standard Bible Encyclopedia. Wm. B. Eerdmans Publishing. p. 979. col. 1. ISBN 0-8028-3785-9. ISBN 978-0-8028-3785-1.
  30. F. F. Bruce (2000). Paul, apostle of the heart set free. Eerdsmans. p. 354. ISBN 1842270273
  31. D. B. Saddington, en Rise and Decline of the Roman World: Pt.2. Wolfgang Haase (ed.) (22 de noviembre de 1996). p. 2426. ISBN 3110150069
  32. JBL 81/1 (1962). A New Inscription Which Mentions Pilate as 'Prefect'. p. 71.
  33. «Inscriptions latines de Cesaree (Caesarea Palaestinae)» en Latomus 22 (1963). pp. 783-784.
  34. «The Caesarea Inscription of Pontius Pilate and Its Historical Significance» en Vestnik Drevnej Istorii 93 (1965). pp. 142-146.
  35. «Pontius Pilate in history and legend» en History Today 18 (1968). pp. 523—530.
  36. John Dominic Crossan (1 de abril de 1999). Birth of Christianity. T & T Clark. p. 9. ISBN 0567086682.
  37. Bruce Chilton, Craig A. Evans (1998). Studying the historical Jesus: evaluations of the state of current research. pp. 465-466. ISBN 90-04-11142-5
  38. Robert E. Van Voorst (2000). Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence. Wm. B. Eerdmans. p. 48.
  39. Warren Carter (1 de septiembre de 2003). Pontius Pilate: Portraits of a Roman Governor. p. 44. ISBN 0814651135
  40. Louis Feldman, «Flavius Josephus Revisited» en Aufstieg Und Niedergang Der Roemischen Welt, Part 2. Hildegard Temporini y Wolfgang Haase (ed.) (1984). p. 818. ISBN 311009522X.
  41. Warren Carter (10 de octubre de 2001). Matthew and Empire: Initial Explorations. T&T Clark. p. 215. ISBN 978-1563383427.
  42. Werner Eck. «Die Benennung von römischen Amtsträgern und politisch-militärisch-administrativenFunktionen bei Flavius Iosephus: Probleme der korrekten IdentifizierungAuthor» en Zeitschrift für Papyrologie und Epigraphik, 166 (2008). p. 222.
  43. Robert E. Van Voorst (2000). Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence. Wm. B. Eerdmans. pp. 39- 53.
  44. William L. Portier (1993). Tradition and Incarnation: Foundations of Christian Theology. p. 263. ISBN 0-8091-3467-5
  45. Louis H. Feldman (1997). Josephus, the Bible, and history. p. 381. ISBN 90-04-08931-4
  46. Mark Allan Powell (1998). Jesus as a figure in history: how modern historians view the man from Galilee. p. 33. ISBN 0-664-25703-8
  47. William E. Dunstan (2010). Ancient Rome. p. 293. ISBN 0-7425-6833-4
  48. Delbert Royce Burkett (2002). An introduction to the New Testament and the origins of Christianity. p. 485. ISBN 0-521-00720-8
  49. Andreas J. Köstenberger, L. Scott Kellum (2009). The Cradle, the Cross, and the Crown: An Introduction to the New Testament. pp. 109-110. ISBN 978-0-8054-4365-3
  50. Henry Furneaux, ed. Cornelii Taciti Annalium ab excessu divi augusti libri. The annals of Tacitus with introduction and notes. 2da ed. vol. ii. Libros xi-xvi. Clarendon, 1907. Appendix II. p. 416f.
  51. Henry Furneaux, ed. Cornelii Taciti Annalium ab excessu divi augusti libri. The annals of Tacitus with introduction and notes. 2da ed. vol. ii. Libros xi-xvi. Clarendon, 1907. Appendix II. p. 418.
  52. Paul R. Eddy, Gregory A. Boyd (2007). The Jesus Legend: a case for the Historical Reliability of the Synoptic Jesus Tradition. p. 181. ISBN 0-8010-3114-1
  53. Carrier, Richard (2014). On the Historicity of Jesus. Sheffield Phoenix Press. pp. 343-346. ISBN 978-1-909697-49-2
  54. Carrier, Richard (2014). On the Historicity of Jesus. Sheffield Phoenix Press. p. 305. ISBN 978-1-909697-49-2
  55. Blom, Willem J. C. (2019). «Why the Testimonium Taciteum Is Authentic: A Response to Carrier». Vigiliae Christianae 73 (5): 564-581. doi:10.1163/15700720-12341409.
  56. Robert Van Voorst (2000). Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence. p. 42. ISBN 0-8028-4368-9
  57. Meier, John P. (1991). A Marginal Jew: Rethinking the Historical Jesus]]. Doubleday. vol 1. pp. 168-171.
  58. Crossan, John Dominic (1995). Jesus: A Revolutionary Biography. HarperOne. p. 145. ISBN 0-06-061662-8
  59. Ehrman, Bart D. (2001). Jesus: Apocalyptic Prophet of the New Millennium. Oxford University Press. p. 59. ISBN 978-0195124743.
  60. F.F. Bruce (1974). Jesus and Christian Origins Outside the New Testament. Grand Rapids: Eerdmans. p. 23.
  61. Theissen, Gerd; Merz, Annette (1998). The historical Jesus: a comprehensive guide. Minneapolis: Fortress Press. p. 83. ISBN 978-0-8006-3122-2.
  62. Michael Martin (1993). The Case Against Christianity. pp. 50-51. ISBN 0-87722-767-5
  63. Walter P. Weaver (1999). The Historical Jesus in the Twentieth Century: 1900-1950. pp. 53, 57. ISBN 1-56338-280-6
  64. Hilton Hotema (1998). Secret of Regeneration. p. 100.
  65. Charles Guignebert (1956). Jesus. University Books: New York. p. 13.
  66. France, R.T. (1986). Evidence for Jesus (Jesus Library). Trafalgar Square Publishing. pp. 19–20. ISBN 0-340-38172-8.
  67. Van Voorst, Robert E. (2011). Handbook for the Study of the Historical Jesus. Brill Academic Pub. p. 2159. ISBN 978-9004163720.
  68. Stephen Benko. «Pagan Criticism of Christianity» en Aufstieg und Niedergang der römischen Welt. Editado por Hildegard Temporin, et al. ISBN 3110080168
  69. Robert E. Van Voorst (2000). Jesus Outside the New Testament: An Introduction to the Ancient Evidence. Eerdmans Publishing. pp. 69-70. ISBN 0-8028-4368-9
  70. Ralph Martin Novak (2001). Christianity and the Roman Empire: background texts. pp. 13-20. ISBN 1-56338-347-0

Lectura adicional

Este artículo ha sido escrito por Wikipedia. El texto está disponible bajo la licencia Creative Commons - Atribución - CompartirIgual. Pueden aplicarse cláusulas adicionales a los archivos multimedia.