Escultura románica
La escultura románica, se inserta en general, dentro de las metas artísticas del movimiento del arte románico, incluida la comunicación entre la Iglesia católica entre los fieles, monjes y dinastías califales de la época lo que es el reino de Dios en la tierra y el templo. Así, la escultura tuvo una estrecha relación con la arquitectura, insertándose como un elemento complementario, y se dedicó principalmente a la enseñanza de las escenas bíblicas con relieves de piedra que fueran comprensibles para los creyentes laicos. Esta actividad se desarrolló entre el siglo XI y el XII, en correspondencia con las diferentes partes de Europa, del siglo XII o la primera mitad del XIII.
Es el románico del siglo XI, en el que se dan a conocer las primeras obras de escultura monumental que se presentan desde el siglo V, periodo en el que dejan de existir piezas de bulto redondo (piezas tridimensionales) y observan un aumento de la producción de pequeña escultura y trabajos en metal, desarrollados durante el período prerrománico.
El empuje del nuevo factor de producción de la escultura fue la ruta de peregrinación hacia la Catedral de Santiago de Compostela, a lo largo del cual se levantaron nuevas iglesias bajo la organización de la Orden de Cluny. Estos templos fueron construidos en lugares de paso en este periodo de fervor religioso, para una acogida espiritual de peregrinos y la exposición de las reliquias. Francia y el norte de España son también lugares donde se puede ver los ejemplos de la primera producción de la escultura románica aplicada a la arquitectura. Además de la piedra, la madera fue un material importante para la construcción de iglesias sobre todo en la parte norte de Europa y para las imágenes exentas de devoción o de altar que pocas veces se trabajaron en piedra, la madera policromada fue el material más utilizado y, a veces, estaba recubierta con metales de bronce o plata. Al principio del periodo románico, para los teólogos como Rabano Mauro, los buenos artesanos debían instruir con sencillez y emocionar con la expresión vigorosa de su arte. Junto a la historia de los 4 caballeros cada quien con su arma sagrada la espada el arco la lanza y el escudo
Características de la escultura románica
Las principales características de la escultura románica son las siguientes:
Propósito didáctico y no artístico. Las obras se hacen por encargo y siempre con la función de narrar o educar sobre temas religiosos.
Estilización y desproporción de las figuras en busca de un antinaturalismo que divinice las figuras que aparecen.
Perspectiva incorrecta, la relación entre el tamaño lógico de la figura y el fondo es distinto a la realidad.
En los relieves, las diferencias de tamaño muestran la importancia de la figura representada.
Composición simétrica.
En los tímpanos, la composición tiene siempre la figura de Cristo como el eje de la representación.
La expresión de las figuras es en ocasiones muy exagerada y otras muy plana.
Se repiten siempre los mismos motivos y temáticas.
El resultado final de la obra es muy tosco y rígido.
En esculturas de conjuntos, todas las figuras se muestran a la misma altura para representar la igualdad ante Dios.
En las esculturas pintadas se emplean colores vivos y brillantes.[1]
La escultura románica surgió en Francia, sin llegar a desenvolverse con la perfección de la arquitectura, siguió los mismos pasos y evoluciones que la escultura griega, contribuyendo a su formación y desarrollo las mismas causas que para la arquitectura. Por lo mismo, hubo de ser componentes suyos los elementos romanos con los septentrionales, bizantinos, persas de la dinastía sasánida y árabes como lo son de la arquitectura. Se inspiraba con frecuencia en los dibujos y figuras de los códices regionales y de los tapices venidos de Oriente.
Abraza el desarrollo (que no tiene) de esta escultura los siglos XI y XII (con sus antecedentes carolingios del siglo IX) introduciéndose en buena parte del XIII y paulatinamente da lugar a la gótica, sin que la separe de esta una línea perfectamente divisoria. Como puente de unión entre una y otra se halla en los últimos años del siglo XII y primera mitad del XIII el estilo que puede llamarse de transición que trata de imitar algo la realidad de la Naturaleza y da a sus obras mayor vida y movimiento sin desprenderse completamente el artista de los convencionalismos y amaneramientos precedentes. Y tal es la variedad resultante de dicha transición aumentada por la destreza o impericia de los escultores por las influencias de escuelas distintas que no es raro juntarse en una misma localidad y de una misma fecha relieves o estatuas muy dignas de aprecio y alabanza con otras de reprobable gusto y sin ningún valor artístico.
Precisando más el carácter de la escultura románica que se constituye por la imitación de modelos bizantinos o romanos de estilo decadente pero realizada con mano latina y frecuentemente bajo la influencia del gusto persa o del árabe. Se caracteriza, además, por cierta rigidez de formas, falta de expresión adecuada (a veces, exagerada) en las figuras, olvido del canon escultórico en la forma humana, forzada simetría.
Dinámica de imitación de modelos, una serie de leyes o normas generales que se encuentran con frecuencia en las obras románicas. Destaca entre ellas la Ley de adaptación al marco que enuncia Henri Focillon y que subordina el desarrollo escultórico al espacio arquitectónico cedido a tal fin. El resultado serán escenas en las que los personajes se adaptan a ese espacio, a veces contrayéndose o estirándose, sin tener en cuenta otras consideraciones más naturalistas. Otra norma general es la isocefalia que encontramos en algunos grupos de figuras situadas todas con la cabeza a la misma altura.
En la escultura románica e, incluso, en la gótica ya se trate de obras de piedra, marfil o madera fue muy común la policromía siempre sobria en la viveza de colores por más que haya desaparecido la pintura con la acción del tiempo en casi todos los ejemplares o haya sido sustituida por decoraciones más modernas.
Las principales labores de escultura románica se admiran hoy en los relieves de muy variados capiteles y en las magníficas portadas y elegantes cornisas de muchos edificios de la época, en cuyos frontis se representan escenas bíblicas y figuras alegóricas (entre ellas, los llamados bestiarios y las personificaciones de los signos del zodiaco, etc.) a una con imágenes de Santos en gran relieve. Además, se ejercitó la escultura románica en la talla de curiosos dípticos de marfil, de graves crucifijos (de marfil y de bronce) y de estatuas de la Virgen María (en piedra y en madera, ya sola ya chapeada en bronce) que se conservan en sus santuarios o en los Museos y, en fin, se manifestó ingeniosa dicha escultura en la decoración de arquetas o cofrecillos para guardar reliquias y joyas, de ricas tapas para libros litúrgicos, de fontales o antipéndium para los altares, de pilas y sepulcros de piedra con relieves, etc. Desde la invasión de los bárbaros quedó olvidado casi por completo en Occidente el cultivo de la glíptica en lo que se refiere a piedras finas pero se utilizaron las gemas anteriormente labradas por griegos y romanos aplicándolas sin estudio a objetos preciosos y de adorno especialmente, sortijas. Hubo, sin embargo, algunos entalles con inscripciones o con alguna figura tosca, como la esmeralda del Tesoro de Guarrazar, y gran empleo de piedras finas en forma de cabujón para objetos de orfebrería.
Escuelas europeas
Hasta los últimos años del siglo XI no parece que hubiera escuelas, propiamente dichas de escultura románica las cuales sólo alcanzaron importancia y desarrollo en el decurso del siglo XII. Pero antes de dichos siglos se habían formado ya en Occidente notables centros de artes decorativas y suntuarias, sobre todo, de orfebrería con carácter propio o derivado del arte bizantino que muy bien pueden admitirse, al menos, como precursores de las escuelas de escultura románica. Consideradas en su conjunto, se distinguen las siguientes
Escuela irlandesa y anglosajona
Esta escuela se da desde el siglo VII y se caracteriza por los entrelazados y adornos caligráficos que de la escritura de códices pasaron a servir de motivos ornamentales en la escultura. Llegada ya la época propiamente románica, cultivó el relieve con figuras alargadas parecidas a las de la escultura francesa.
Escuela alemana
Se desarrolla desde el siglo IX, debida al impulso que le dio Carlomagno a las artes y llamada por lo mismo carolingia. Continuó con algún florecimiento y bajo el imperio de los Otones en el siglo X en el cual puede considerarse como constituida por su propio carácter germánico dos siglos antes que las francesas. Se distingue por sus obras de bronce (opus teutónicum) y por su bizantinismo, no exagerado, sino conservando cierta fisonomía clásica. Se trabajaron antipéndiums, con figuras esmaltadas en plano o poco salientes, pero con las cabezas de alto relieve en varios ejemplares, estética copiada de los bizantinos y seguida igualmente en España (Silos) y en otras naciones durante la época románica. Son muy celebradas, entre otras piezas, el marfil carolingio de Fráncfort que representa la celebración de la Misa (siglo IX), las puertas de bronce con relieves en la catedral de Hildesheim, las cuales representan escenas del Génesis, y el precioso antipéndium o altar de oro con imágenes que perteneció a la catedral de Basilea debido a la munificencia del emperador Enrique II el Santo que, con las mencionadas puertas data del principio del siglo XI. Desde la segunda mitad del siglo XII y en el XIII se labraron con estilo románico de transición preciosas arquetas para reliquias y otros objetos de orfebrería, adornados con imágenes en relieve, cinceladuras, esmaltes y pedrería siendo el centro artístico de tales producciones la ciudad de Colonia. De aquí tomó su nombre y carácter la celebrada escuela de Colonia o rhiniana y fueron obras suyas la urna de los reyes Magos y la de los restos de Carlo Magno de principios del siglo XIII, de plata y bronce dorado. En escultura monumental, de la misma época son célebres las de la catedral de Bamberg y las de Münster, Magdeburgo, etc. de mucho movimiento con pliegues en remolinos y actitud de hablar los personajes representados unos con otros.
Escuela italiana
La escuela italiana se desarrolla desde finales del siglo XI hasta mediados del XIII. Se llamó italo-bizantina por haberle servido de modelos las producciones de Constantinopla con las de la escuela carolingia. Antes de dicha época, y sobre todo desde los comienzos del siglo X, desaparición de Italia la escultura propia, recibiéndola de los bizantinos. Sus principales monumentos son las puertas de bronce con relieves en varias catedrales además de algunos relieves en cátedras y púlpitos de mármol apenas estando en uso dicho material para esculturas fuera de Italia en la época románica. También son dignos de notarse alguno marfiles y preciosos frontales de altar. Especialmente rico es el frontal de plata de Cittá di Castello, bastante emancipado del bizantinismo y asimismo el díptico o retablo de marfil de la catedral de Salerno además de otros anteriores y de inspiración bizantina.
Escuelas francesas
Se formaron a lo largo del siglo XII siendo las más destacadas las siguientes
- La de la Isla de Francia, de escultura rudimentaria hasta la segunda mitad de dicho siglo y que se distingue en los capiteles por el uso de cabezas con grandes bigotes pero bastante fina y elegante con menudos pliegues en los paños al iniciarse la época del arte gótico. Destacan las estatuas de la catedral de Chartres, de transición gótica.
- La de Normandía, con sus figuras de escaso relieve y su ornamentación de líneas en zigzag y dragones entrelazados
- La de Poitou y Saintonge, con su espléndida ornamentación de follaje serpenteante y de alegorías y personificaciones, sobre todo, en las fachadas de las iglesias, en cuyas portadas se observan series de santos y de ancianos del Apocalipsis sobre el tímpano o sobre las arquivoltas. Es de destacar la rica fachada de Nuestra Señora la Grande de Poitiers y la de Nuestra Señora de Saintes.
- La de Auvernia, con sus relieves muy salientes, su viva expresión e medio de la incorrección del dibujo y sus alegorías en los capiteles
- La de Toulouse y Languedoc, con sus figuras alargadas y de gran movimiento, sus personajes en pie y con las piernas cruzadas y con sus paños de pliegues horizontales sobre el pecho y otros ondulantes o dentelleados pero muy movidos en el extremo inferior de la vestimenta. Destacan en esta escuela los relieves historiados del claustro abacial de Moissac y los relieves de la portada de su iglesia con sus similares de San Esteban y san Saturnino de Toulouse
- La de Provenza, con sus reminiscencias clásicas en la ornamentación y sus imitaciones de las escuelas de Toulouse y del Norte a pesar de haber sido considerada (sin fundamento) como la más influyente de la época. Destacan las estatuas de la fachada de San Giles y San Trófimo de Arlés.
- La de Borgoña, en fin con su extraordinaria expresión en las actitudes dramáticas de los personajes y con sus paños de menudísimos pliegues, terminados en remolinos que parecen inspirados en los dibujos de caligrafía tan comunes en los códices de la época. Son famosos en esta escuela los relieves que adornan las portadas de la catedral de Autun y de la abadía de Vézelay.
En todas las escuelas referidas se labraron efigies de la Virgen representándola de ordinario sentada en su trono y con el Niño en las rodillas. Muchas de estas, sobre todo, en Auvernia, se recubrieron con plancha de cobre o de plata siendo la imagen de madera.
Véase también
Referencias
El contenido de este artículo incorpora material de Arqueología y bellas artes, de 1922, de Francisco Naval y Ayerbe, que se encuentra en el dominio público.
Enlaces externos
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