Expulsión de los mercaderes del Templo

Expulsión de los mercaderes del Templo, o purificación del Templo, es la denominación de una escena evangélica protagonizada por Jesucristo en las vísperas de la Pascua judía. Aparece en todos los Evangelios; aunque, mientras que en los sinópticos ocurre al final (Evangelio de Mateo, capítulo 21, versículos 12-17, Evangelio de Marcos, capítulo 11, versículos 15-18, Evangelio de Lucas, capítulo 19, versículo 45); en el Evangelio de Juan ocurre al principio (capítulo segundo, versículos 13-25). Esto ha producido que algunos estudios bíblicos los identifiquen como dos hechos diferentes.

Expulsión de los mercaderes del Templo, de El Greco, 1600.

En este episodio Jesús visita el Templo de Jerusalén, el llamado Templo de Herodes, cuyo patio es descrito como "lleno de ganado" y tablas de cambistas, que cambiaban las monedas griegas y romanas por monedas tirias (las únicas que podían usarse en las ceremonias del Templo). Jesús se molestó tanto por esa situación que hizo salir al ganado y tiró las mesas de los cambistas y de los vendedores de palomas, haciendo caer las monedas por el suelo.

Expulsión de los mercaderes del Templo, de Giovanni Paolo Pannini.

En el Evangelio de Juan, esta es la primera de las tres veces que Jesús va a Jerusalén para la Pascua. En esta versión se recoge que durante la Pascua Jesús realizó un milagro no especificado, lo que causó que la gente creyera en él, pero Él no se fiaba de ellos, pues los conocía a todos. Algunos estudiosos han comentado que esta última declaración sobre conocer a todos los hombres retrata a Jesús como conocedor de almas y mentes (Brown et al. 955), por lo que Juan daría a entender la naturaleza divina de Jesús.

Este evento satisface el criterio del atestiguamiento múltiple y, para los estudiosos del Jesús histórico, acredita el hecho de que este evento estuvo relacionado con el arresto y la crucifixión de Jesús.

Texto bíblico

Expulsión de los mercaderes del Templo, Staatliche Museen, Berlín.
Litografía de Alexander Bida, titulada Jesús Expulsa del Templo a los Fariseos.

De acuerdo a los sinópticos, Jesús apuntó específicamente a los cambistas y vendedores de palomas y justificó sus acciones citando al Libro de Isaías y al Libro de Jeremías:

Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones.—Isaías; 56, 7

y

Pero ustedes han hecho de ella una cueva de ladrones—Jeremías; 7, 11

La cita de Isaías viene de una sección que instruye sobre cómo obedecer la voluntad de Dios si los judíos no estaban autorizados a orar dentro del Templo y entonces conversar con Dios.

El texto bíblico según san Mateo es el siguiente:

Entró Jesús en el Templo y expulsó a todos los que vendían y compraban en el Templo; volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas, mientras les decía: —Escrito está: Mi casa será llamada casa de oración, pero vosotros la estáis convirtiendo en una cueva de ladrones.[1]

San Marcos lo relata de la siguiente manera:

Llegaron a Jerusalén. Y, entrando en el Templo, comenzó a expulsar a los que vendían y a los que compraban en el Templo, y volcó las mesas de los cambistas y los puestos de los que vendían palomas. Y no permitía que nadie transportase cosas por el Templo. Y les enseñaba diciendo: —¿No está escrito: Mi casa será llamada casa de oración para todas las naciones? Vosotros, en cambio, la habéis convertido en una cueva de ladrones. Lo oyeron los príncipes de los sacerdotes y los escribas, y buscaban el modo de acabar con él; pues le temían, ya que toda la muchedumbre quedaba admirada de su enseñanza.[2]

San Lucas lo describe así:

Entró en el Templo y comenzó a expulsar a los que vendían, diciéndoles: —Está escrito: Mi casa será casa de oración, pero vosotros la habéis convertido en una cueva de ladrones. Y enseñaba todos los días en el Templo. Pero los príncipes de los sacerdotes y los escribas buscaban acabar con él, lo mismo que los jefes del pueblo, pero no encontraban cómo hacerlo, pues todo el pueblo estaba pendiente escuchándole.[3]

El apóstol san Juan lo cita de la siguiente manera:

Pronto iba a ser la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Encontró en el Templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas en sus puestos. Con unas cuerdas hizo un látigo y arrojó a todos del Templo, con las ovejas y los bueyes; tiró las monedas de los cambistas y volcó las mesas. Y les dijo a los que vendían palomas: —Quitad esto de aquí: no hagáis de la casa de mi Padre un mercado.[4]

Interpretación de la Iglesia católica

Mateo recoge en su evangelio tres señales mesiánicas del primer día de Jesús en Jerusalén: la purificación del Templo; las curaciones y la alabanza a Dios de los humildes del Libro de los Salmos que Jesús ve cumplida en las aclamaciones de los niños. En estos tres signos el evangelista deja entrever la divinidad de Jesucristo. En el libro del Éxodo se mandaba a los israelitas que no fuesen al Templo con las manos vacías, sino que llevasen alguna víctima para el sacrificio. Para facilitar el cumplimiento de este mandato, sobre todo a los que venían de lejos, se había organizado en los atrios del Templo un servicio de compraventa de animales como ofrenda para los sacrificios. Lo que en principio pudo ser útil había degenerado. Jesucristo, movido por el celo de la casa de su Padre, con santa indignación los arrojó de allí.[5]

El «segundo día de la semana» Jesús realizó otros signos reveladores de su carácter de Mesías Salvador: en el Templo, con sus acciones aparentemente violentas, cumple las profecías según las cuales éste tenía que ser purificado [6] [7] para ser lugar de oración para todas las gentes.[8][9]

Lo que ya había anunciado Jesús se empieza a cumplir: purifica el Templo y los jefes del pueblo comienzan a tramar su muerte. Además de este sentido profético, el gesto de Jesús enseña el respeto que merece la Casa del Señor. Cuánta mayor veneración merecerán los templos donde Jesús mismo está presente en la Sagrada Eucaristía.[10]

Otros datos

La atmósfera mercantil que rodea a los cambistas y el ganado extraña al lector moderno, que no puede evitar comparar su propia experiencia del culto o la oración en una iglesia o en una sinagoga con las circunstancias del antiguo culto judío, que implicaba la matanza en sacrificio de animales. Si bien los judíos podían cambiar monedas, era específicamente necesario que los no judíos hicieran el cambio de dinero.

Es casi seguro que el área en cuestión era la Corte de los Gentiles, una zona del complejo del Templo destinada específicamente para la compraventa animales para el sacrificio y para que los peregrinos judíos pudieran cambiar la moneda extranjera por la moneda local apropiada.

Iconografía

Es un tema frecuentemente tratado en pintura. El Greco pintó cinco versiones de la escena:

Referencias

  1. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 3126). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  2. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 3204). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  3. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 3313). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra
  4. Facultad de Teología. Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 3345). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  5. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 9181). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  6. Libro de Malaquías cap 3 versículos 1-5
  7. Libro de Zacarías capítulo 14,versículo 21)
  8. Libro de Isaías, capítulo 56, versículo 7
  9. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 9333). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.
  10. Facultad de Teología. Comentarios a la Sagrada Biblia: Universidad de Navarra (Spanish Edition) (p. 9558). EUNSA Ediciones Universidad de Navarra.

Enlaces externos

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