José Álvarez de Toledo Osorio

Nacido en Madrid el 16 de julio de 1756, fue el primero de los hijos varones de Antonio Álvarez de Toledo Osorio y Pérez de Guzmán, X marqués de Villafranca del Bierzo, y su segunda esposa María Antonia Gonzaga y Caracciolo, hija de los duques de Solferino. Desde su nacimiento se tituló duque de Fernandina como primogénito de la casa de Villafranca, y con sólo 13 años tomó el cargo de gentilhombre de cámara con ejercicio del rey Carlos IV de España.

En 1772, se concertó el enlace del joven duque de Fernandina con la marquesa de Coria, María Teresa de Silva Álvarez de Toledo, nieta y heredera de Fernando de Silva y Álvarez de Toledo, duque de Alba de Tormes, que contaba tan sólo 10 años de edad. Esta unión, que buscaba la vuelta de la casa de Alba a su linaje originario, el de los Álvarez de Toledo, se formalizó el 11 de octubre de 1773 con la firma de las capitulaciones matrimoniales, en las que el novio se comprometió a anteponer el título de duque de Alba que recaería en su esposa a los suyos propios.[4] La boda se celebró en la madrileña iglesia de San Luis el 15 de enero de 1775, ya heredado el duque como marqués de Villafranca, en una doble ceremonia en la que también se casó Mariana de Silva-Bazán y Sarmiento, duquesa viuda de Huéscar, madre de la novia, con Joaquín Antanasio Pignatelli de Aragón, conde de Fuentes.

Tras casi dos años de matrimonio, en 1776, murió el duque de Alba y los jóvenes marqueses de Villafranca se convirtieron en los flamantes duques de Alba. La pareja estableció su residencia en el madrileño palacio de Buenavista, reformado a partir de 1777, donde instalaron su colección de arte, con obras como la Venus del espejo de Velázquez o la Madonna de Alba de Rafael, y crearon una brillante corte que competía en esplendor con la de la María Josefa Pimentel, duquesa de Osuna y la de reina María Luisa de Parma, siendo célebre la rivalidad entre la duquesa y la soberana. Los duques también pasaban temporadas en el palacio de la Moncloa, adquirido por la madre de la duquesa en 1781, ya viuda de su tercer marido el Antonio Ponce de León, duque de Arcos, y que heredaron a su muerte en 1784.

El patrimonio familiar vino a aumentarse más aún en 1779, cuando el duque sucedió los títulos y bienes de la casa de Medina Sidonia por haber fallecido sin descendientes su tío segundo Pedro de Alcántara Pérez de Guzmán y Pacheco, XIV duque de Medina Sidonia. De esta manera, los duques de Alba fueron propietarios de un vastísimo conjunto de estados señoriales, de entre los mayores de su tiempo, que no obstante no habrían de perpetuarse por la falta de hijos del matrimonio.

El duque de Alba encarnó el arquetipo de aristócrata ilustrado, defensor de los avances ideológicos y científicos de su tiempo, y como tal fue miembro de asociaciones reformistas como la Real Sociedad Vascongada de Amigos del País, desde marzo de 1777, y la de Sevilla, desde enero de 1778. Amigo y protector de Jovellanos, le obtuvo una plaza de magistrado en la Sala de Alcaldes de Casa y Corte para facilitarle su deseado traslado a Madrid.[5] Melómano y excelente intérprete de viola, el duque fue consiliario de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando y formó parte del círculo musical del culto infante don Gabriel, avezado clavecinista. Además de la música, la otra gran afición del duque fue la equitación y se le consideró uno de los mejores jinetes de la corte.[6] Como mecenas, se relacionó con el compositor Haydn, con el que mantuvo una fluida correspondencia y al que encargó varias obras, y con Francisco de Goya, que empezó a trabajar para los Alba en torno a 1794. El pintor aragonés, que retrató a todos los miembros del clan, llegó a formar parte la intimidad familiar de los duques y tuvo en particular una estrecha relación con la duquesa.

Uno de los principales grandes de su tiempo, el duque obtuvo el Toisón de Oro y la gran cruz de la orden de Carlos III, y en 1793 fue nombrado gran canciller y registrador de las Indias, con voz y voto en el Consejo de Indias, cargo hereditario vinculado a la casa de Olivares de la que era titular la duquesa y que estaba vacante desde la muerte del anterior duque de Alba.[7] No obstante, su carrera política terminó en 1795, cuando se vio implicado en la fracasada conspiración de Alejandro Malaspina para derrocar al favorito Manuel Godoy, pues era precisamente el duque de Alba a quien se propuso para sustituirle al frente del gobierno. Aunque no quedó claro si el duque estaba al tanto de la conjura, hubo de retirarse un tiempo de la corte, lo que aprovechó para visitar los estados andaluces que había heredado de los Medina Sidonia.

No pudo cumplir su proyecto pues enfermó y falleció repentinamente en su palacio sevillano el 9 de junio de 1796, sin haber llegado a conocer el centro visible de sus tierras, Sanlúcar de Barrameda. Fue enterrado el 11 de junio en el cercano Monasterio de San Isidoro del Campo de Santiponce, fundado por Guzmán el Bueno y desde entonces panteón de la casa de Medina Sidonia.[8] En Madrid, se celebraron sus exequias el 4 de septiembre de ese mismo año en la iglesia de San Antonio de los Portugueses, sede de la Real Hermandad del Refugio, de la que el duque de Alba había sido Hermano Mayor.[9] Sus títulos y propiedades pasaron a su hermano Francisco de Borja Álvarez de Toledo Osorio, pero se permitió a la duquesa de Alba continuar el viaje por las tierras andaluzas de su marido.

• Biografía de José Álvarez de Toledo y Gonzaga en la Fundación Casa Medina Sidonia.