Librepensador

El librepensamiento o pensamiento libre es una doctrina que sostiene que las posiciones referentes a la verdad deben formarse sobre la base de la lógica, la razón y el empirismo en lugar de la autoridad, la tradición, la revelación o algún dogma en particular. Cualquier juicio así constituido debe llamarse «librepensamiento»[1] y quienes lo formulan son «librepensadores»,[2] personas que constituyen sus opiniones y certezas sobre un análisis imparcial de hechos y son dueñas de sus propias decisiones, independientemente de la imposición dogmática de cualquier institución, religión, tradición, tendencia política o cualquier movimiento activista que busque imponer su punto de vista ideológico o cosmovisión filosófica.

Portada de abril de 1926 de la revista L'Idee libre, influenciada por ideas liberales.

Historia

Se considera precursores o antecesores del librepensamiento al descreído poeta y matemático iraní medieval Omar Jayam, autor de Rubaiyat, y al médico y escritor francés François Rabelais (siglo XVI), quien en la utópica Abadía de Thelema de su Gargantúa defendió el lema «haz lo que quieras». El hito histórico más importante para los librepensadores fue, sin embargo, la quema del filósofo italiano Giordano Bruno por la Inquisición de Roma el año 1600.[3]

El vocablo se usó primero en Inglaterra a fines del siglo XVII, para denotar a quienes estaban contra instituciones eclesiásticas, la creencia literal en la Biblia y su interferencia en las consideraciones científicas, y se documenta por primera vez en 1697 por el naturalista William Molyneux (1656–1698) en una carta ampliamente divulgada dirigida a John Locke (1632-1704),[4] pero solo se hizo general cuando se publicó después el Discourse of Freethinking (1713) de Anthony Collins (1676-1729).

El librepensador deísta John Toland.

El término se aplicó entonces específicamente al grupo de escritores deístas e ilustrados, los freethinkers, formado por él mismo, el teólogo Thomas Woolston (1668–1733), el historiador y traductor Nicolas Tindal (1687–1774), el teólogo John Toland (1670–1722) y otros ilustrados de habla anglosajona. Desde entonces anduvo parte del camino paralelamente o asociado a doctrinas afines, como la masónica, de la que sin embargo rechaza sus ritualismo y jerarquía. En Francia se divulgó a través de la publicación en 1765 del artículo Liberté de penser («Libertad de pensar») en L'Encyclopédie de Denis Diderot (1713-1784) y Jean le Rond d'Alembert (1717-1783). Uno de sus mejores colaboradores, Voltaire (1694-1778), hizo además de este supuesto uno de los ejes de su pensamiento y su literatura.[5] Desde entonces el concepto de freethought se divulgó por toda Europa y América.

Anthony Collins definió el librepensamiento como un intento de juzgar una proposición según el peso de la evidencia; pero su libro fue interpretado como un ataque a los principios fundamentales del cristianismo. Desde ese día, el vocablo librepensador quedó asociado popularmente al escepticismo, el descreimiento, falta de fe o infidelidad e incluso al ateísmo, aunque el librepensador actual no rechaza necesariamente el cristianismo, sino más bien intenta entenderlo.

El término se usó generalmente para definir a los numerosos filósofos franceses ilustrados del siglo XVII y actualmente se asocia la palabra librepensamiento a los términos escepticismo y laicismo. Sin embargo, una definición precisa hay que buscarla en el origen histórico del pensamiento revolucionario que dio origen a movimientos como el Renacimiento, el Humanismo, la Reforma, la Ilustración y la Revolución francesa. Pero con el surgimiento de nuevas ideas filosóficas también se fueron desarrollando nuevas y diferentes maneras de manejar el concepto de librepensador. En 1875, el poeta simbolista Louis Ménard escribió su Catéchisme religieux des Libres-penseurs,

El término librepensamiento a partir de la Ilustración define una actitud filosófica consistente en rechazar todo dogmatismo, religioso o de cualquier otra clase, y confiar en la razón para distinguir lo verdadero de lo falso en un clima de tolerancia y diálogo. En su ensayo La ética de las convicciones, el matemático británico del siglo XIX y filósofo William Kingdon Clifford (1845-1879) escribió: «Es un error siempre, en todas partes, y para cualquier persona, creer cualquier cosa con insuficiencia de pruebas».[6] Clifford dio un fuerte impulso al movimiento promoviendo el Congreso de librepensadores celebrado en 1878 y en años sucesivos y se puede decir que en la segunda mitad del siglo XIX fue un movimiento muy pujante, aunque minoritario.[7]

Retrato de Fernando Lozano Montes, «Demófilo», en la revista Don Quijote, octubre de 1892. Lozano creó la publicación más importante de tendencia librepensadora en España, Las Dominicales del Libre Pensamiento.

En España, el librepensamiento se difundió principalmente a través del semanario decimonónico Las Dominicales del Libre Pensamiento (1883-1909),[8] editado por Fernando Lozano Montes (1844-1935), y Ramón Chíes (1846-1893), y perseguido sin tregua por las autoridades religiosas y civiles. El propio Fernando Lozano, máxima autoridad del movimiento en España, y Chíes, fallecido poco después, organizaron en 1892, año de cuarto centenario del Descubrimiento, un magno Congreso Universal de Libre-Pensadores. En 1902 se constituyó la Federación Internacional de Librepensadores en España, Portugal y América ibera en el Congreso de Ginebra (14-18 de septiembre de 1902), donde se acordó promover un monumento a Miguel Servet. Más o menos asociados al Krausismo y a la Institución Libre de Enseñanza, otros destacados intelectuales españoles se agregaron al movimiento, como Francisco Ferrer Guardia, Antonio Rodríguez García-Vao y Rosario de Acuña.[9] También hay que mencionar al posterior escritor Augusto Vivero.

En Alemania, se formó en Fráncfort en 1881 la Liga de Librepensadores Alemanes (Deutscher Freidenkerbunden) presidida por Ludwig Büchner (1824-1899), hermano del famoso dramaturgo Georg Büchner, agrupando a diversos ateos y agnósticos. En 1892 se formaron el Freidenker-Gesellschaft y en 1906 el Deutscher Monistenbund y desarrollaron una Jugendweihe (literalmente, «Consagración de la Juventud»), una ceremonia laica atea. La Unión de Cremación de Librepensadores se fundó en 1905 en polémica con los religiosos que creían en la resurrección de los cuerpos,[10] así como la Unión Central del Proletariado Alemán Librepensador en 1908; ambos grupos se fusionaron en 1927, convirtiéndose en la Asociación Alemana de Librepensadores (1930). Grupos de librepensadores socialistas europeos formaron la Internacional de Proletarios Librepensadores (IPF) en 1925. Agitadores de esta sociedad promovían desafiliarse a las iglesias y secularizar las escuelas primarias; de 1919 a 21 y de 1930 a 1932 más de 2,5 millones de alemanes, en su mayoría partidarios de parte de los partidos socialdemócratas y comunistas, renunció a pertenecer a iglesia alguna.

El librepensamiento decimonónico se considera heredero de la Ilustración dieciochesca; rechaza en su mayor parte la religión, considerándola un tipo de superstición, y los dogmas y fenómenos sobrenaturales, de los cuales descree y a los que somete a una crítica implacable. Para el librepensamiento (también denominado durante el siglo XIX libre examen o examen libre), ninguna ortodoxia mayoritaria presupone necesariamente la verdad. Por este rechazo del dogma, entre los librepensadores se encuentran ateos, agnósticos, deístas racionalistas y libertarios; pero también investigadores de la religión como hecho empírico y universal cuya existencia no puede ser negada sin negar al hombre mismo.

El librepensamiento es la base filosófica para el reconocido movimiento del humanismo secular. También es la base pedagógico-filosófica para la escuela racionalista.

Librepensamiento y ciencia

El librepensamiento está comprometido fuertemente con el uso de la investigación científica y la lógica para la libranza del error. Por medio del hipercriticismo escéptico intenta zafarse de sesgos cognitivos que limiten el intelecto: las creencias populares, los prejuicios culturales, el chauvinismo, el etnocentrismo o el sectarismo. Por eso la ciencia y más exactamente el método científico guía al librepensamiento por su naturaleza racional e imparcial. La ciencia moderna está basada en la obtención y verificación del conocimiento, a diferencia de la ciencia clásica que estaba basada en la mera recolección y organización de conocimiento, de ahí que el librepensamiento se identifique con el criticismo del método científico. Las actuales asociaciones humanistas son impulsoras del pensamiento científico y rechazan doctrinas como el creacionismo.

Es error común pensar que el librepensamiento trata todas las ideas por igual; el librepensamiento utiliza a la ciencia y la lógica para discriminar qué ideas son falaces. El filósofo Bertrand Russell en su ensayo El valor del librepensamiento (1957), escribió[11]:

Lo que hace a un librepensador no son sus creencias, sino la manera como las sostiene. Si él las mantiene porque sus viejos maestros le dijeron que eran ciertas cuando él era joven o si las mantiene porque si no sería infeliz, su pensamiento no es de ninguna manera libre; pero si los mantiene porque, tras cuidadosa reflexión, se encuentra con un balance de pruebas a favor, su pensamiento es libre, por extrañas que sus conclusiones puedan parecer.

El contrario de religión

Según Paulo Bitencourt, autor del libro Liberto de la religión. El inestimable placer de ser un librepensador:[12]

El libre pensamiento es el opuesto del pensamiento dogmático. Luego, nada puede ser más incompatible con el libre pensamiento que creencias religiosas, pues en nada hay más dogmatismo que en la religión. [...] Solo librepensadores son personas verdaderamente racionales. Su escepticismo no las deja ser seducidas por ninguna ideología. No creyendo en cosa alguna desprovista de evidencias, librepensadores son inmunes también a todo y cualquier tipo de superstición.[13]
Librepensadores, [son] personas que no huyen de la realidad y no son guiadas por supersticiones, sino por la razón, pues es ella que genera la lucidez productora de ideas coherentes y sensatas.[14]

Véase también

Referencias

  1. Real Academia Española. «librepensamiento». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Consultado el 1 de junio de 2017.
  2. Real Academia Española. «librepensador». Diccionario de la lengua española (23.ª edición). Consultado el 1 de junio de 2017.
  3. Gatti, Hilary (2002). Giordano Bruno and Renaissance Science: Broken Lives and Organizational Power. Ithaca, New York: Cornell University Press. pp. 18-19. ISBN 978-0801487859. Consultado el 21 de marzo de 2014. «For Bruno was claiming for the philosopher a principle of free thought and inquiry which implied an entirely new concept of authority: that of the individual intellect in its serious and continuing pursuit of an autonomous inquiry… It is impossible to understand the issue involved and to evaluate justly the stand made by Bruno with his life without appreciating the question of free thought and liberty of expression. His insistence on placing this issue at the center of both his work and of his defense is why Bruno remains so much a figure of the modern world. If there is, as many have argued, an intrinsic link between science and liberty of inquiry, then Bruno was among those who guaranteed the future of the newly emerging sciences, as well as claiming in wider terms a general principle of free thought and expression. »
  4. Johannes Hoffmeister (Hrsg.): Wörterbuch der philosophischen Begriffe. 2. Auflage. Meiner, Hamburg 1955, S. 236.
  5. «ARTFL Encyclopédie Search Results». 1751–1772. p. 472. Archivado desde el original el 22 de marzo de 2019.
  6. Clifford, William K. «5. The Ethics of Belief». En Levin, Noah, ed. Philosophy of Western Religions. N.G.E. Far Press. pp. 18-21. Parámetro desconocido |orig-date= ignorado (ayuda)
  7. Becker, Lawrence and Charlotte (2013). Encyclopedia of Ethics (article on "agnosticism"). Routledge. p. 44. ISBN 9781135350963.
  8. http://www.filosofia.org/hem/med/m039.htm
  9. http://www.filosofia.org/ave/001/a340.htm
  10. Bock, Heike (2006). «Secularization of the modern conduct of life? Reflections on the religiousness of early modern Europe». En Hanne May, ed. Religiosität in der säkularisierten Welt. VS Verlag fnr Sozialw. p. 157. ISBN 978-3-8100-4039-8.
  11. Bertrand Russell, The Value of Free Thought. How to Become a Truth-Seeker and Break the Chains of Mental Slavery
  12. Libro Liberto de la religión, de Paulo Bitencourt
  13. Qué es el Libre Pensamiento y por qué es mejor ser un librepensador
  14. Cita del libro Liberto de la religión, de Paulo Bitencourt
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