Palacio de los Martín

El solar sobre el que se construyó pudo pertenecer a un antiguo hospital medieval descrito en algunos documentos de la villa.

La construcción presenta el modelo típico de casa solariega de la región terracampina, compuesta por dos niveles de planta cuadrada, construcción en piedra local, y motivos decorativos correspondientes a distintas etapas estilísticas.

La primera etapa, correspondiente a la arquitectura renacentista castellana, vinculada al orden herreriano, tanto por su planta como por su ornamentación. Destaca la perfecta simetría de su fachada principal, con su importante puerta de honor, una gran ventana central que da paso al balcón de honor, fabricado en herrería, cuatro pequeñas ventanas protegidas también con herrería, así como sendos escudos heráldicos, correspondientes a la familia propietaria.

Asimismo, se ornamenta su fachada principal con profusas columnas, las del primer nivel correspondientes a parámetros clásicos renacentistas, con basamentos y capiteles de orden jónico, que sostienen las columnas del segundo nivel, en forma de estípite, motivo correspondiente al barroco tardío.

En el siglo XVIII, se debieron agregar las ornamentaciones rococó, posiblemente cuando el palacio fue propiedad de Felipe Martín Ovejero, obispo de Oviedo.[1] A esta etapa, corresponden también las ornamentaciones heráldicas (algunas de ellas ilegibles al día de hoy), coherentes a la dignidad episcopal del propietario, así como el motivo pontificio, compuesto por una pequeña tiara papal y llaves de San Pedro que rematan el balcón de honor.

El palacio quedó constituido por dependencias dedicadas a la habitación familiar, establos, servidumbre, labores domésticas, y en la parte posterior (con entrada independiente hacia la calle trasera) quedaron establecidas las dependencias dedicadas al Santo Oficio de la Inquisición.

Se desconoce la fecha de su adquisición o apropiación por parte del linaje hidalgo de los Martín, descendientes del "repoblador Martín"[2] que dio nombre a la villa en el siglo XIV, fundador de numerosas capellanías en honor a San Martín de Tours, su santo patrono, por lo que algunos lo consideraron de origen francés, mientras que otros lo suponen de origen eslavo.

La vinculación de la familia de los Martín con el Santo Oficio resultó en la dedicación de las dependencias posteriores del palacio a las Casas de la Inquisición, funcionando como centro operativo del mismo en la comarca, bajo la tutela de un familiar del propio linaje.

La Guerra de las Comunidades de Castilla resultó en la pérdida de influencia del linaje, habiéndose posicionado en el bando de la reina propietaria, el cual quedó derrotado (teniendo que pedir el perdón real al emperador años más tarde). Durante el reinado de Felipe II, la villa de Villamartín, anteriormente señorío del obispo de Palencia, pasó a manos de la familia vallisoletana de los López de Milla, lo que resultó en el despoblamiento de Villamartín. Algunos miembros del linaje partieron hacia la corte de Felipe II en Valladolid, donde ingresaron como familiares del Santo Oficio, y otros al Perú y la Nueva España, en la misma calidad.[3]

No fue sino hasta el siglo XVIII que la posición del obispo de Oviedo, Felipe Martín Ovejero, hijo de don Félix Martín de Villaumbrales y de Catalina Ovejero, permitió a sus sobrinos constituir un mayorazgo sobre el Palacio de los Martín y otros bienes que mantenían en la región, promoviendo el acceso de los mismos a la Real y Distinguida Orden Española de Carlos III.[4]

Con el tiempo, el palacio fue abandonado, estado en el que permanece hasta la fecha.