Socialismo cristiano

El socialismo cristiano es una filosofía religiosa y corriente política que participa de los principios del socialismo y del cristianismo,[1] distinta del pensamiento político demócrata cristiano, que no es socialista y tiene orígenes muy distintos, aunque las dos están influidas por las enseñanzas de Jesucristo y la Biblia. Muchos socialistas cristianos creen que el capitalismo es idólatra y tiene sus raíces en el pecado de la avaricia.[2] Los socialistas cristianos identifican la causa de la desigualdad como la codicia que asocian con el capitalismo, respaldando la economía de izquierda sobre la base de la Santa Biblia.[2]

Frederick Denison Maurice, uno de los representantes más destacados del socialismo cristiano británico.

El término fue usado por primera vez por un grupo de hombres británicos, entre ellos Frederick Denison Maurice, Charles Kingsley, John Malcolm Ludlow y otros, después del fracaso de la agitación cartista de 1848.[3]

Existen diferentes versiones e interpretaciones de estas tendencias, dependiendo de la versión de cristianismo profesada y la afiliación o no a alguna iglesia cristiana. El socialismo cristiano se volvió especialmente un movimiento prominente en el Reino Unido a partir del siglo XIX. En la década de 1960, fue apoyado por algunos misioneros como James Gareth Endicott en China. El socialismo cristiano se convirtió en un movimiento importante en el. El Christian Socialist Movement (CSM), conocido desde 2013 como Christians on the Left, es un grupo formal socialista en Reino Unido.[2]

Otras figuras anteriores también son vistas como socialistas cristianos, como los escritores del siglo XIX John Ruskin, Thomas Hughes, Frederick James Furnivall (cocreador del Oxford English Dictionary), Adin Ballou y Francis Bellamy.

Historia

Edad bíblica

Los elementos que formarían la base del socialismo cristiano se encuentran en el Antiguo y Nuevo Testamento.[4]

Antiguo Testamento

El Antiguo Testamento tenía perspectivas divididas sobre el tema de la pobreza. Una parte de la tradición judía sostenía que la pobreza era el juicio de Dios sobre los malvados mientras veía la prosperidad como una recompensa por los buenos, afirmando que "el justo tiene suficiente para satisfacer su apetito, pero el vientre de los malvados sufre necesidad" (Prov. 13:25).[5]

Sin embargo, hay otras secciones que instruyen la generosidad hacia los "no tienen" de la sociedad. La Torá instruye a los seguidores a tratar a los vecinos por igual y a ser generosos con los que no tienen, como decir:

No explotes a tu prójimo, ni lo despojes de nada. No retengas el salario de tu jornalero hasta el día siguiente. [...] Ama a tu prójimo como a ti mismo. Yo soy el Señor.
Levítico 19: 13-18[6]
Porque Jehová vuestro Dios es Dios de dioses y Señor de señores, [...] que hace justicia al huérfano y a la viuda; que ama también al extranjero dándole pan y vestido. Amaréis, pues, al extranjero; porque extranjeros fuisteis en la tierra de Egipto.
Deuteronomio 10: 17-19[7]
Cuando siegues tu mies en tu campo, y olvides alguna gavilla en el campo, no volverás para recogerla; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda; para que te bendiga Jehová tu Dios en toda obra de tus manos.

Cuando sacudas tus olivos, no recorrerás las ramas que hayas dejado tras de ti; serán para el extranjero, para el huérfano y para la viuda.

Cuando vendimies tu viña, no rebuscarás tras de ti; será para el extranjero, para el huérfano y para la viuda.

Y acuérdate que fuiste siervo en tierra de Egipto; por tanto, yo te mando que hagas esto.
Deuteronomio 24: 19-22[4]

Algunos de los Salmos incluyen muchas referencias a la justicia social para los pobres:

Defended al débil y al huérfano; Haced justicia al afligido y al menesteroso. Librad al afligido y al necesitado; Libradlo de mano de los impíos.
Salmos 82: 3-4[8]
¡Aleluya! Feliz quien venera al Señor y se complace en sus mandatos. [...] Reparte, da a los pobres, su justicia permanece para siempre y alza su frente con honor.
Salmos 112: 1-9[8]

Amós enfatiza la necesidad de "justicia" y "rectitud" que se describe como una conducta que enfatiza el amor por los pobres y oponerse a la opresión y la injusticia hacia los pobres.[9] El profeta Isaías (759-694 a. C.) a quien se atribuyen los primeros treinta y nueve capítulos del Libro de Isaías ("Proto-Isaías"), siguió los temas de justicia y rectitud de Amós que involucran a los pobres como necesarios para seguidores de Dios, denunciando a los que no hacen estas cosas, declarando:

Cuando extendáis vuestras manos, yo esconderé de vosotros mis ojos; asimismo cuando multipliquéis la oración, yo no oiré; llenas están de sangre vuestras manos. Lavaos y limpiaos; quitad la iniquidad de vuestras obras de delante de mis ojos; dejad de hacer lo malo; aprended a hacer el bien; buscad el juicio, restituid al agraviado, haced justicia al huérfano, amparad a la viuda.

El Libro de Sirac, uno de los libros deuterocanónicos o apócrifos del Antiguo Testamento, denuncia la búsqueda de la riqueza, afirmando:

Nadie que ama el dinero puede ser juzgado inocente; sus esfuerzos por enriquecerse lo han llevado al pecado. Muchas personas se han arruinado a causa del dinero, enfrentadas cara a cara con el desastre. El dinero es una trampa para los que están fascinados con él, una trampa en la que cae todo necio.
Libro de Sirac 31: 5-7[10]

Nuevo Testamento

En el Nuevo Testamento, Jesús en Mateo 25: 31–46 se identifica con los hambrientos, los pobres, los enfermos y los presos.[11] Mateo 25: 31–46 es un componente importante del cristianismo y se considera la piedra angular del socialismo cristiano.[11] Otra declaración clave en el Nuevo Testamento que es un componente importante del socialismo cristiano es Lucas 10: 25-37 que sigue a la declaración "Amarás a tu prójimo como a ti mismo" con la pregunta "¿Y quién es mi prójimo?", y en la parábola del buen samaritano, Jesús da la respuesta revolucionaria de que el prójimo incluye a todos los necesitados, incluso a las personas que se espera que evitemos.[12] (Los samaritanos eran considerados una secta herética por los judíos y ninguno de los dos trataba con el otro).[12]

En el Sermón de la Llanura, Jesús dice: "Bienaventurados los pobres, porque de ustedes es el reino de Dios. Bienaventurados los que ahora tienen hambre, porque serán saciados" (Lucas 6:20, 21).[13]

Los socialistas cristianos señalan que Santiago el Justo, el hermano de Jesús de Nazaret, en la Epístola de Santiago critica a los ricos intensamente y en un lenguaje fuerte:

¡Vamos ahora, ricos! Llorad y aullad por las miserias que os vendrán. Vuestras riquezas están podridas, y vuestras ropas están comidas de polilla. Vuestro oro y plata están enmohecidos; y su moho testificará contra vosotros, y devorará del todo vuestras carnes como fuego. Habéis acumulado tesoros para los días postreros. He aquí, clama el jornal de los obreros que han cosechado vuestras tierras, el cual por engaño no les ha sido pagado por vosotros; y los clamores de los que habían segado han entrado en los oídos del Señor de los ejércitos. Habéis vivido en deleites sobre la tierra, y sido disolutos; habéis engordado vuestros corazones como en día de matanza. Habéis condenado y dado muerte al justo, y él no os hace resistencia.
Santiago 5:1-6[14]

Durante el período del Nuevo Testamento y más allá, hay evidencia de que muchas comunidades cristianas practicaron formas de compartir, redistribuir y comunismo.[15] El sociólogo clásico Max Weber clarificó la vida social y el tipo particular de comunismo de la Iglesia primitiva como una comunidad basada en una organización de propietarios que niegan, sin embargo, la propiedad en la práctica:

Los comienzos de toda religiosidad éticamente orientada e influida por esperanzas escatológicas se encuentran bajo el signo de la negación carismática del mundo: son directamente antieconómicos. Lo son inclusive en el sentido de que carecen del concepto de una especial "dignidad" del trabajo. Ciertamente que, al no poder vivir mediante donaciones de los mecenas o directamente de la mendicidad o, como en el Islam, en su calidad de religión bélica, a base de un comunismo guerrero, los miembros se sustentan a través de un modo de vida ejemplar por medio del trabajo de sus manos. Así ha ocurrido con San Pablo tanto como San Egidio. Lo recomiendan las advertencias de la antigua Iglesia cristiana, así como las auténticas prescripciones de San Francisco. Pero no porque el trabajo en cuanto tal sea estimado. Constituye simplemente una fábula pensar que, por ejemplo, en el Nuevo Testamento, se atribuya una nueva dignidad al trabajo. "Sigue en tu oficio" es una expresión de completa indiferencia, dictada por motivos escatológicos, exactamente lo mismo que le da "al César lo que es del César" no es -como se suele interpretar hoy a menudo- una recomendación encaminada al cumplimiento de los deberes para con el Estado, sino, al revés, la expresión de una absoluta indiferencia hacia lo que tiene lugar en esta esfera (justamente en ello radica la diferencia con respecto a la actitud adoptada por los partidos judíos). Sólo mucho después, como medio ascético, y por vez primen en las órdenes monásticas, ha sido considerado el "trabajo" como una honra. Y en lo que toca a la propiedad, la religión no conoce en su periodo carismático más que una negación de la misma (distribución a los pobres) -para los discípulos perfectos- o una indiferencia -para todos los creyentes. La expresión de esta indiferencia es aquella forma más atenuada del comunismo carismático de amor tal como evidentemente existió en la antigua congregación cristiana de Jerusalén, donde los miembros tenían su propiedad sólo "como si no la tuvieran", pues esto -el hacer partícipes ilimitadamente a los hermanos necesitados de la comunidad, con la consecuencia de que los misioneros, especialmente San Pablo, debieran reunir en todo el mundo las donaciones para esta congregación central que vivía antieconómicamente-, y no, como se ha supuesto, la organización "socialista" o la "comunidad de bienes", constituye el sentido de aquella discutidísima tradición. Con la desaparición de las esperanzas escatológicas, retrocede el comunismo carismático en todas sus formas y se recluye en el círculo del monacato como una cuestión particular de estos seguidores de Cristo que viven ejemplarmente, monacato que se desliza hacia la prebendalización. Se hace necesario desaconsejar el abandono de la profesión y precaver contra los misioneros parásitos (el célebre "quien no trabaja, no debe comer" es, en San Pablo, una frase que se refiere a ellos y sólo a ellos). El mantenimiento de los hermanos desocupados y sin propiedades se convierte desde entonces en la misión de un cargo regular, de los diáconos. Ciertas porciones de los ingresos eclesiásticos (tanto en el Islam como en el cristianismo) son asignadas a este menester que, por lo demás, es un asunto que pertenece a los monjes y como residuo del comunismo carismático caritativo subsiste la limosna agradable a Dios y, a pesar de su tan diverso origen, igualmente subrayada y recomendada por el islamismo, el budismo y el cristianismo.[16]

Edad de los Padres de la Iglesia

Basilio de Cesarea (c. 330–379), el padre de los monjes orientales que se convirtió en obispo de Cesarea, estableció un complejo alrededor de la iglesia y el monasterio que incluía albergues, casas de beneficencia y hospitales para enfermedades infecciosas.  Durante la gran hambruna de 368,[17] Basilio denunció a los aprovechados y los ricos indiferentes[17]. Basilio escribió el sermón sobre El rico tonto en el que afirma:

¿Quién es el codicioso? Uno para quien la abundancia no es suficiente. ¿Quién es el defraudador? Uno que quita lo que es de todos. ¿Y no eres codicioso, no eres un defraudador, cuando guardas para uso privado lo que te dieron para distribuir? Cuando alguien le quita la ropa a un hombre, lo llamamos ladrón. Y uno que podría vestir al desnudo y no lo hace, ¿no debería recibir el mismo nombre? El pan de tu tesoro es de los hambrientos; el manto de tu guardarropa pertenece al desnudo; los zapatos que dejas pudrir son de los descalzos; el dinero de tus bóvedas pertenece a los indigentes. Todo lo que puede ayudar y no lo hace, en todo esto lo está haciendo mal.[18]

Juan Crisóstomo declaró las razones de su actitud hacia los ricos y su posición hacia la riqueza diciendo:

A menudo se me reprocha por atacar continuamente a los ricos. Sí, porque los ricos atacan continuamente a los pobres. Pero los que ataco no son los ricos como tales, solo los que hacen un mal uso de su riqueza. Constantemente señalo que los que acuso no son los ricos, sino los rapaces; la riqueza es una cosa, la codicia otra. Aprenda a distinguir.[19]

Nacimiento del socialismo cristiano

A principios del siglo XIX, el socialista utópico francés Henri de Saint-Simon escribió en 1825 su obra Nuevo Cristianismo (Nouveau Christianisme) preocupado principalmente por la situación de los pobres.[3] En esta obra, Saint-Simon parte de la fe en Dios, y su objeto en el tratado es reducir el cristianismo a sus elementos simples y esenciales, limpiándolo de todo dogma supersticioso. Lo hace eliminándolo de los dogmas y otras excrecencias y defectos que, según él, reunieron en torno a los católicos y protestantes formas de ella. Propone como fórmula integral del nuevo cristianismo este precepto: "Toda la sociedad debe esforzarse por mejorar la existencia moral y física de la clase más pobre; la sociedad debe organizarse de la manera mejor adaptada para lograr este fin".[20] Proponía dar un sentido «social» al cristianismo para que sirviera de fundamento ideológico y moral que suplantaría gradualmente el espíritu predominante de egoísmo y antagonismo en la sociedad a la nueva sociedad industrial de la que habrían sido expulsados los «ociosos». «La gran meta terrena de los cristianos, que deben proponerse para obtener la vida eterna, es mejorar lo más rápidamente posible la existencia moral y física de la clase más pobre», escribió.[20] [21]

Los sansimonianos abogaron (entre otras cosas) la abolición del derecho a la herencia y la redistribución de la riqueza para acabar así con la explotación.[3]

Dios dijo: Todos los hombres deben comportarse como hermanos entre sí; este sublime principio contiene todo lo divino en la religión cristiana. [...] Por necesidad, Dios relacionó todo con un solo principio. Necesariamente dedujo todo del mismo principio; sin esto, su voluntad con respecto a los hombres no habría sido sistemática. Sería una blasfemia suponer que el Todopoderoso había fundado Su religión sobre varios principios. Ahora bien, de acuerdo con este principio, dado por Dios a los hombres para el gobierno de su conducta, deben organizar su sociedad de la manera que resulte más ventajosa para el mayor número de personas.
Saint-Simon: The New Christianity - Dialogues between a Conservative and an Innovator (1825)[22]

Una variedad de perspectivas socialistas surgieron en la Gran Bretaña del siglo XIX, comenzando con John Ruskin. El crítico de arte victoriano John Ruskin expuso teorías sobre la justicia social en Unto This Last (1860). En él, afirmó cuatro objetivos que podrían llamarse "socialistas", aunque Ruskin no utilizó el término.[23]

  1. "escuelas de formación para jóvenes, establecidas con cargo al gobierno";
  2. en relación con estas escuelas, el gobierno debería establecer "fábricas y talleres, para la producción y venta de todo lo necesario para la vida";
  3. todas las personas desempleadas deben ser "puestas a trabajar" o capacitadas para trabajar si es necesario o forzadas a trabajar si es necesario;
  4. "para los ancianos y los indigentes, se debe proporcionar comodidad y hogar".

Ruskin no era "un socialista auténtico en ninguno de sus diversos significados del siglo XIX". Su único contacto real con los socialcristianos llegó a través del Working Men's College. Sin embargo, influyó en el pensamiento socialista posterior. Los pintores de la Hermandad Prerrafaelita fueron influenciados y patrocinados por Ruskin.[24] El artista William Morris, influido por Ruskin,[25] fue un líder de la Liga Socialista fundada en diciembre de 1884.[26]

La Sociedad Fabiana fue fundada en el mismo año; Sydney y Beatrice Webb estaban entre sus miembros principales. Los fabianos influyeron en los miembros del Grupo Bloomsbury y fueron importantes en la historia temprana del Partido Laborista británico.[27]

En la asamblea de Fráncfort de 1848 tras la revolución alemana de ese mismo año, el «obispo de los obreros» Wilhelm Emmanuel von Ketteler estuvo a favor de tomar medidas contra las injusticas sociales.[28][29] A diferencia del marxista, sus ideas sobre la "cuestión social" tenían un origen moral e idealista:

«Quien comete violencia contra los mas pequeños blasfema contra su creador; pero quien se compadece del pobre honra a Dios.»

El término «socialismo cristiano» apareció en Gran Bretaña a mediados del siglo XIX, más concretamente en 1850, año en que se publicó el opúsculo Tratados sobre el socialismo cristiano (Tracts on Christian Socialism)[30] y comenzó a publicarse el periódico El Socialista Cristiano (The Christian Socialist). Sus impulsores fueron un grupo de creyentes y de clérigos de la Iglesia anglicana preocupados por las dramáticas consecuencias sociales de la revolución industrial. Algunos de ellos, influidos fundamentalmente por el francés Lamennais —considerado el precursor del socialismo cristiano y del catolicismo social[31] y por el británico Robert Owen, promovieron las cooperativas obreras como alternativa al sistema capitalista —precisamente en 1850 se fundó la «cristiana» Society for Promoting Workingmen's Associations (Asociación para el fomento de las asociaciones de trabajadores). Sin embargo, no todos entendían de la misma forma la relación con el movimiento obrero laico, pero al menos consiguieron despertar el interés de las clases medias por la «cuestión social».[32]

El principal pensador de esta corriente fue el owenita John Minter Morgan (1782-1854). Otros integrantes destacados de la misma fueron el también owenita Lloyd Jones (1811-1886), John Malcolm Forbes Ludlow (1821-1911), Frederick Denison Maurice (1805-1872), Charles Kingsley (1819-1875), Edward Vansittart Neale (1810-1875) y Thomas Hughes (1822-1896).[33]

En los Estados Unidos, Sr. Henry James (padre del novelista Henry James) y el filósofo William James, habían defendido la identidad de los objetivos del socialismo y el cristianismo desde 1849. En 1889, se organizó la Society of Christian Socialists. En Alemania a finales del siglo XIX, el Partido Social Cristiano del pastor Adolf Stoecker se asoció con el antisemitismo.[3]

Puede decirse que en España no hubo un movimiento católico-social propiamente dicho antes de la encíclica Rerum novarum del papa León XIII en 1891. La excepción serían los sindicatos obreros del jesuita Antonio Vicent.[28][34] En 1895, los círculos de obreros eran 169 y sus socios sobrepasaban los 36 000.[28]

Versiones e interpretaciones

Algunos socialistas cristianos afirman que el socialismo proviene de la misma época de Jesús, destacando que éste predicaba y practicaba la igualdad entre los hombres. Más adelante, aseguran, la iglesia ecuménica romana que fundaron sus seguidores se burocratizó y corrompió el mensaje de Jesús, dando lugar a la crítica del marxismo de que la religión (siendo esta el conjunto de reglas, ritos y tradiciones propias de la religiosidad ciega) es el opio de los pueblos. Las personas que siguen esta interpretación pretenden revivir los principios de la iglesia primitiva y las enseñanzas de Jesús como una forma de alcanzar el ideal socialista.

Otra interpretación es la seguida por la Juventud Obrera Cristiana (JOC), basada en el ejemplo y enseñanzas de Joseph Cardijn, originalmente dentro del catolicismo pero extendida a otras iglesias cristianas. Sin pretender romper los lazos que los unen a sus respectivas iglesias buscan en la orientación y el ejemplo de Cristo la forma de buscar una sociedad más igualitaria para ellos y quienes los rodean.

A partir de los trabajos de Cardijn,[cita requerida] surge en América Latina la Teología de la Liberación en un intento por formular una teoría teológica a la lucha social. La Teología de la Liberación ha sido criticada por su cercanía a grupos insurgentes violentos (guerrillas), particularmente durante la guerra civil en El Salvador y en Nicaragua, donde relevantes miembros de la teología de la liberación participaron en los gobiernos sandinistas.

La Iglesia católica promulgó en los años 1890 los postulados base de la Doctrina Social de la Iglesia, no como un enfoque político sino como una doctrina social, orientada no a la sociedad humana sino a la trascendencia del espíritu en contraposición a las teorías marxistas centradas en el enfoque materialista de la acción humana y no la dualidad materia espíritu que es planteada como materia de fondo en esta doctrina. El papa León XIII denunció en su encíclica Rerum novarum de 1891 las malas condiciones del proletariado, defendiendo la formación de sindicatos y la necesidad de lograr una sociedad donde los bienes sean justamente redistribuidos.[35]

Hubo un tiempo en que los Santos de los Últimos Días practicaron una forma de socialismo cristianismo al que llamaron Ley de Consagración. Fue entonces cuando en 1893 el gobierno de los EE. UU., los presionó para dejar de hacerlo, dando como consecuencia, la promulgación del "Manifiesto",[36] actualmente incluido en Doctrina y Convenios como Declaración Oficial - 1,[37] de la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.

Existen diversos movimientos alrededor del socialismo cristiano. Siempre destaca la vinculación de la fe y la política en la coincidencia de sus motivaciones, entre las que resaltan el aspecto humano y la solidaridad por encima de otros elementos. El movimiento ha surgido en ocasiones diversas a través de la historia, sobre todo en momentos donde grupos sociales o económicos han expresado exceso de poder o posiciones extremistas contra el individuo y el resto de la sociedad por el ejercicio del poder o por abusos dogmáticos o económicos en detrimentos de los sectores en desventaja.

El papa Benedicto XVI se dirigió al Senado italiano, declarando: “En muchos aspectos, el socialismo democrático estuvo y está cerca de la doctrina social católica; en todo caso, contribuyó a la formación de una conciencia social”.[38]

El papa Francisco ha mostrado simpatía por las causas socialistas con afirmaciones como que el capitalismo es "terrorismo contra toda la Humanidad",[39] que "crea pobres a los que luego quiere esconder"[40] y que "son los comunistas los que piensan como cristianos. Cristo habló de una sociedad donde los pobres, los débiles y los marginados tienen derecho a decidir".[41] Durante la pandemia de COVID-19, Francisco escribió una encíclica en la que declara que el libre mercado del capitalismo no pudo resolver las necesidades más graves de la humanidad y que «la tradición cristiana nunca ha reconocido el derecho a la propiedad privada como absoluto o inviolable».[42]

Martin Luther King rechazó el ateísmo humanista de Karl Marx, pero "se negó a repudiar el marxismo en su totalidad".[43]

También hay socialistas cristianos que son parte de Iglesias protestantes. Algunos protestantes culpan a la Iglesia Católica de corromper el mensaje original de Jesús, lo que sucede incluso dentro de la misma comunidad católica. El cristiano-protestante socialista más célebre es el baptista estadounidense Martin Luther King. King "habló de trabajar dentro del marco de la democracia para llevarnos hacia una especie de socialismo", argumentando que "una especie de socialismo ha ser adoptado por nuestro sistema porque, tal como es, es simplemente injusto".[43]

Más recientemente, movimientos como la teología de la liberación y Tradinista! han defendido la compatibilidad del socialismo y el catolicismo. António Guterres, un católico practicante y actual Secretario General de las Naciones Unidas es el expresidente inmediato de la Internacional Socialista.

Democracia cristiana

El movimiento político de la democracia cristiana defiende algunos valores del socialismo cristiano, por ejemplo, "justicia económica" y "bienestar social". Se opone a una "cosmovisión individualista" y aprueba la intervención estatal en la economía en defensa de la "dignidad humana". Por otro lado, debido a su "estrecha asociación con el catolicismo romano", la democracia cristiana se diferencia del socialismo cristiano por su énfasis en los "valores tradicionales de la iglesia y la familia", por su defensa de la "propiedad privada" y por su oposición a la "excesiva intervención del Estado".[44]

Los partidos democristianos (bajo varios nombres) se formaron en Europa y América Latina después de la Segunda Guerra Mundial. Algunos se convirtieron en "una fuerza política importante".[45]

Comunistas

El comunismo cristiano es una forma de comunismo religioso basado en el cristianismo. Es un punto de vista que las enseñanzas de Jesucristo obligan a los cristianos a apoyar el comunismo como el sistema social ideal. Aunque no existe un acuerdo universal sobre la fecha exacta en la que se fundó el comunismo cristiano, muchos comunistas cristianos afirman que la evidencia de la Biblia (en los Hechos de los Apóstoles) sugiere que los primeros cristianos, incluidos los apóstoles, establecieron sus propias sociedad comunista en los años posteriores a la muerte y resurrección de Jesús.[46] Como tal, muchos defensores del comunismo cristiano argumentan que fue enseñado por Jesús y practicado por los mismos apóstoles. Algunos historiadores independientes lo confirman.[47][48][49][50][51][52][53][54][55][56][57][58]

Espiritismo y Ocultismo

Las ideas socialistas utópicas continuaron, después de 1848, en nuevos movimientos religiosos como el espiritismo o el ocultismo.[59] A menudo estaban marcados por una identidad cristiana heterodoxa y una actitud decididamente antimaterialista.

Críticas

Lawrence Reed, en Rendering Unto Caesar, escribe que Jesús no era un socialista en el sentido de que promovió las donaciones voluntarias y la caridad en lugar de la toma obligatoria por parte del gobierno (impuestos).[60] Johnnie Moore (profesor de religión en la Liberty University) escribió en la página web de Fox News Radio de Todd Starnes que Jesús era un capitalista.[61] Bryan Fischer, de la American Family Association, dice que Jesús era un capitalista que defendía "voluntaria redistribución de la riqueza".[62]

Charles Haddon Spurgeon criticó las doctrinas socialistas y advirtió que aquellos que buscan el socialismo "pronto pueden tener demasiado". Específicamente, consideró al cristianismo colectivista como inferior a la fe a nivel individual. Dijo: "No quiero que cambies el oro del cristianismo individual por el metal básico del socialismo cristiano".[63]

Los mismos autores del Manifiesto del partido comunista, Karl Marx y Friederich Engels, criticaron el socialismo cristiano como un "socialismo reaccionario" de tipo feudal, el cual no se preocupaban por los intereses del proletariado:

Por eso, en la práctica están siempre dispuestos a tomar parte en todas las violencias y represiones contra la clase obrera, y en la prosaica realidad se resignan, pese a todas las retóricas ampulosas, a recolectar también los huevos de oro y a trocar la nobleza, el amor y el honor caballerescos por el vil tráfico en lana, remolacha y aguardiente. Como los curas van siempre del brazo de los señores feudales, no es extraño que con este socialismo feudal venga a confluir el socialismo clerical. Nada más fácil que dar al ascetismo cristiano un barniz socialista. ¿No combatió también el cristianismo contra la propiedad privada, contra el matrimonio, contra el Estado? ¿No predicó frente a las instituciones la caridad y la limosna, el celibato y el castigo de la carne, la vida monástica y la Iglesia? El socialismo cristiano es el hisopazo con que el clérigo bendice el despecho del aristócrata.
Manifiesto comunista, Literatura socialista y comunista (1848), K. Marx y F. Engels,

Desde una sociología más neutral, Max Weber aclara que debe usarse el término comunismo "si por él entendemos la ausencia de 'cálculo' en el uso de los bienes y no la organización racional de su producción con vistas a cualquier ordenación ('socialismo')",[64] siendo que sólo en el caso del orden social que Marx considera la superación del capitalismo, la planificación colectiva de los medios de producción propia del socialismo propiamente dicho se conjuga con el interés de los individuos que pueden así cooperar libremente con iniciativas personales y diferentes como ocurre en el comunismo propiamente dicho, según los precios criterios de la sociología moderna.[65] Esto ocurre en la visión postcapitalista de Marx en tanto se puede lograr que los intereses generales y los particulares no deban ser mutuamente conciliados ni por mercados ni por estados, puesto que la sociedad entre intereses diferentes se podrá realizar mediante una conciliación automática por cuanto los diferentes intereses son considerados mutuamente parte del interés común del resto, siendo una preocupación propia de cada interesado la realización de los diversos intereses particulares ajenos y viceversa.[66] Este ideal marxiano implicaría la fusión entre, por un lado, las unidades económicas reducidas de la vida comunitaria de los grupos de familias de los primeros cristianos basada enteramente en el afecto y no meramente en economías aldeanas de parentesco, y la vida societaria de las economías abiertas y de masas pero superando su tensión entre la organización individualista en mercados y la organización colectivista en estados mediante un "colaboracionismo" que realiza ambos sin intermediaciones.[67] Muchos autores ven este ordenamiento como una suerte de recreación secularizada de al menos una parte de la escatología cristiana basada en la amistad generalizada,[68] pero por medios distintos y más técnicos a los que propondría el socialismo cristiano. El ideal de la Iglesia primitiva sería comunista voluntaria como en la imagen de Marx, pero preservando la propiedad privada como medio, con lo cual el comunismo de Marx (así como el comunismo que surgiera con los monasterios cristianos de la temprana Edad Media)[69] sería, por un lado, más acorde al sentido clásico que la comunidad cristiana familiar y basada en la propiedad, pero, por otro lado, sería distinto al mero comunismo en tanto incluiría la organización socialista, racional y planificada de la producción, aunque no en el sentido de los regímenes colectivistas y dirigistas de los partidos comunistas con base en la interpretación leninista.[70]

Partidos políticos

Destacados socialistas cristianos

Véase también

  • Ver el portal sobre Socialismo Portal:Socialismo. Contenido relacionado con Socialismo.
  • Ver el portal sobre Cristianismo Portal:Cristianismo. Contenido relacionado con Cristianismo.
  • Wikiproyecto:Socialismo cristiano

Referencias

  1. Real Academia Española. «socialcristiano». Diccionario de la lengua española (23.ª edición).
  2. Leech, 2000, pp. 677–678.
  3. «Christian Socialism | political philosophy». Encyclopedia Britannica (en inglés). Consultado el 1 de noviembre de 2020.
  4. Cort, 1988, p. 19.
  5. Cort, 1988, p. 20.
  6. Cort, 1988, p. 21.
  7. Cort, 1988.
  8. Cort, 1988, p. 22.
  9. Cort, 1988, p. 23.
  10. Cort, 1988, p. 28.
  11. Cort, 1988, p. 31.
  12. Cort, 1988, p. 32.
  13. Cort, 1988, p. 37.
  14. Cort, 1988, pp. 41–42.
  15. Montero, 2017.
  16. Max Weber, Economía y sociedad, Fondo de Cultura Económica, 1964, 2ª parte, cap. IX, § VII, pp. 916-917
  17. Cort, 1988, p. 43.
  18. Cort, 1988, pp. 43–44.
  19. Cort, 1988, p. 45.
  20. «Saint-Simon, Claude Henri de Rouvroy, Comte de». Encyclopædia Britannica. Volume 24. 1911. Consultado el 29 de septiembre de 2020.
  21. Bravo, 1976, p. 96.
  22. Sait-Simon, 1825, p. 1.
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  24. Landow, George P. (2015) [1989]. «Pre-Raphaelites: An Introduction». The Victorian Web. Consultado el 4 de junio de 2016.
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  27. «The Fabian Story». Fabian Society. Archivado desde el original el 25 de diciembre de 2015. Consultado el 23 de diciembre de 2015.
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Bibliografía

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