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Un profesor dijo durante una clase: “tal vez un filósofo no sirva de nada por sí mismo, pero cualquier trabajo que él haga, lo hará con excelencia”. Y es cierto. Quien lee textos filosóficos, se vuelve más crítico y más atento a los detalles, y este proceso es gradual, por lo que se está en constante transformación.
Pero ¿por qué quien tiene un vínculo con la filosofía tendría esa excelencia? La respuesta es única: por el cuidado con los detalles. Cualquiera puede hacer las labores para las cuales esté preparado, pero la mayoría de veces se hacen de forma automática, y lo que hace que realizar una tarea sea totalmente eficaz es la capacidad del ejecutante para ver aquello que nadie ve, de percibir el detalle, lo oculto y de allí sacar la totalidad de la acción.
La idea de este texto es mostrar algunos de los motivos, entre los muchos que existen, por los cuales la filosofía es un elemento de suma importancia en la vida de cualquier persona. Vale recordar que la forma más adecuada de acercarse a este campo del conocimiento es por medio de los libros, y la cantidad de material existente es absurda. Entre las áreas de las ciencias humanas, la filosofía podría ser la que posee más contenido publicado.
Otra recomendación es que si alguien no está familiarizado con el asunto, es mejor que comience leyendo sobre la historia de la filosofía. Esos textos cuentan de forma narrativa la biografía y las ideas de los filósofos, sin entrar de modo profundo en sus indagaciones filosóficas, que hace más fácil acercarse al tema.
Ahora bien, aparte de ganar el “super poder” de ver los detalles – y eso realmente no le acontece a todos – el filósofo, que no es nada más que el amigo de la sabiduría, porque es ese el significado literal del griego, Philo: sabiduría y Sophia: amigo, estimula su percepción crítica del mundo, aprende a hacer cuestionamientos correctos, a percibir y a salir de la caja, a tener ideas independientes, así como crear una posición analítica ante todo lo que lo rodea.
Hay un filósofo llamado Friedrich Nietzsche (1844-1900). Entre todas las cosas que plantea – todas muy interesantes – hace una crítica al pensamiento de rebaño. ¿Sabes qué es eso? Pensemos en un rebaño de ovejas, por ejemplo. Es costumbre que todas vean y caminen para un solo lado, o sea al lado que las condicionan, parece que existe un único pensamiento en masa y todas acostumbran pensar igual, no habiendo un pensamiento propio que contraríe esa percepción común. En cierta medida ¿eso no es lo que le sucede a mucha gente? Todos somos influenciados por los medios de comunicación, la moda, el consumismo y otras cosas que nos hacen pensar de forma estandarizada. En este sentido, la filosofía es libertadora, cuanto más filosofía alguien consume, más libre es de ese comportamiento de rebaño.
Al entrar en el mundo de la filosofía, aprendemos también a preguntarnos por el origen y porqué las cosas son de cierta manera. Cuanto más preguntamos, más respuestas obtenemos y eso no es otra cosa sino curiosidad. La consecuencia de este hábito es un conocimiento más amplio, el gesto de la indagación solo es perfeccionado cuando conocemos un poco de filosofía.
Ya debes haber escuchado la famosa frase del filósofo Sócrates: “Solo sé que nada sé”, que en verdad puede ser interpretada como un estímulo para esa búsqueda por el saber. O sea, Sócrates al saber que nada sabe, sugiere la idea de buscar el saber, de tener interés, no conformarse.
Empieza por buscar un libro interesante sobre el asunto, conversa con alguien que ya haya leído sobre el tema para ver si tiene alguna recomendación, visita bibliotecas y habla con tus profesores para tener un buen asesoramiento. Un buen libro para comenzar es El mundo de Sofía, escrito por Jostein Gaader. En él encontrarás la historia de una niña que va teniendo contacto con el pensamiento filosófico de una forma placentera.
Buena lectura y buena suerte. Recuerda, por amar el conocimiento ya eres un filósofo.
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