¿Causas “drama” frecuentemente? ¿Las personas dicen que tienes una personalidad excesivamente conflictiva? Podemos entrar en una confrontación por un número de razones, pero la más común es la emoción: ira, frustración e inseguridad. Sin embargo, ser demasiado conflictivo es un rasgo de comportamiento malo y puede dañar relaciones. Para controlar este lado malhumorado, aprende a manejar tus emociones, comunicarte más eficazmente y escuchar a los demás.

Método 1
Método 1 de 3:
Mantener la calma

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    Ten en cuenta las señales físicas de emoción. Por lo general, detrás de nuestra tendencia a atacar verbalmente a otras personas hay ira, frustración o alguna otra fuerte emoción. Las emociones te ponen en un modo de lucha o huida, lo cual significa que tu cuerpo mostrará signos físicos de mayor tensión. Aprender a reconocer estas señales te ayudará a detener esta reacción antes de que se desarrolle y así disminuir las posibilidades de una confrontación.[1]
    • Presta atención a cómo te sientes. ¿Estás tenso, ansioso o frustrado? ¿Sientes que tu corazón empieza a correr? Tus emociones están aumentando.
    • También ten en cuenta tu lenguaje corporal. Nuestro estado emocional por lo general se traduce en el lenguaje corporal que adoptamos, y es posible que muestres una postura agresiva. ¿Estás frunciendo el ceño o sonriendo? ¿Has cerrado tus puños? ¿Tienes algo que decir? Es probable que también tengas un fuerte impulso por interrumpir si tienes un estado de ánimo de confrontación.
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    Respira profundamente. Será más probable que seas combativo en lugar de procesar la información y escuchar cuando tu cuerpo está en un modo de lucha o huida. Para calmarte, trata de respirar lentamente con respiraciones medidas. Esto te ayudará a relajar tu sistema nervioso central.[2]
    • Respira deliberadamente. Inhala y exhala lentamente, contando hasta 5 en cada una, y toma una respiración larga y profunda antes de decir algo.
    • ¡No hables demasiado rápido! Cálmate si tus pensamientos y tus palabras están aceleradas. Recuerda respirar.
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    No te entrometas. Cuando te sientes conflictivo, quieres empezar un conflicto y retar a otras personas. Interrumpir para objetar un punto o una crítica es un claro indicativo de que estás siendo complicado y no es un comportamiento útil, ya que te hace parecer agresivo e inseguro. También significa que tus emociones todavía siguen fuera de control.[3]
    • Cuenta hasta diez cada vez que tengas el impulso de interrumpir. Es más probable que la conversación haya tomado otro rumbo después de 10 segundos y tu punto de vista ya no importará. Trata de contar hasta 20 si después de contar hasta 10 sigues con la tentación.
    • Haz un esfuerzo para detenerte cuando te hayas entrometido. Piensa en lo que has hecho, deja de hablar y discúlpate con la otra persona por interrumpir rudamente.
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    Pospón la discusión para otra ocasión. Probablemente te des cuenta de que tus emociones son muy fuertes como para tener una discusión calmada. En ese caso, pregúntale a la otra persona si puedes continuar la conversación más tarde y discúlpate educadamente. Nadie se beneficiará de una conversación si eres demasiado conflictivo.
    • Pospón la conversación, pero no la evites. Puedes decir algo como “Bill, ¿podemos tener esta conversación después? Ahora no es un buen momento para mí. ¿Qué vas a hacer más tarde?”.
    • Asimismo, expresa la importancia de la conversación a la otra persona cuando te disculpes. Por ejemplo, puedes decir “Puedo darme cuenta de que este tema es importante para ti, Tasha, y quiero conversarlo calmadamente contigo. Lamentablemente, ahora me encuentro un poco exaltado. Conversemos más tarde”.
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    Usa otras estrategias para controlar tu estrés. Las emociones y la confrontación crean estrés. Trata de encontrar estrategias para manejar mejor tu estrés, relajarte y liberar la tensión que está detrás de tu tendencia de ser pleitista. Además, sentir menos estrés mejorará tu bienestar físico.[4]
    • Experimenta con técnicas que ralenticen tu respiración, enfoquen tu mente y relajen tu cuerpo. Aprende a meditar, por ejemplo, o prueba con el yoga o el tai chi.
    • Otras formas de ejercicios también tienen un efecto relajante. Te sentirás más a gusto y tranquilo después de caminar, correr, jugar un deporte de equipo, nadar o realizar otros tipos de ejercicios.

Método 2
Método 2 de 3:
Comunicarte sin confrontación

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    Ensaya de antemano. Existe una gran diferencia entre ser desafiante y expresarte honesta y acertadamente. Una manera es agresiva y la otra calmada pero firme. Si tienes problemas siendo desafiante, date la mejor oportunidad para mantenerte calmado al practicar. Ten en cuenta lo que vas a decir de antemano.[5]
    • Piensa en los puntos que quieres tocar con los demás. Dilos en voz alta o escríbelos para que se queden grabados en tu memoria.
    • Practica hasta que tengas tus puntos planeados como un guion. De esta manera, puedes darte cuenta si te has descarrilado y regresar al guion.
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    Utiliza oraciones en primera persona. Otra buena manera de ser asertivo sin ser desafiante es utilizar oraciones en primera persona. Las oraciones en primera persona te permiten hablar por ti mismo; es decir, expresan tus pensamientos y opiniones sin ser acusatorios o poner palabras en la boca de alguien más. Dales prioridad a estas oraciones en lugar de aquellas que empiezan con “tú”.[6]
    • Por ejemplo, di algo como “No estoy de acuerdo” en lugar de “Estás equivocado”, o “Me siento bajo presión ahora mismo” en lugar de “Siempre me atacas”.
    • Las oraciones en primera persona también son útiles para expresar tus deseos; por ejemplo, “Me gustaría que alguien me ayude en la casa” en lugar de “Nunca me ayudas con los quehaceres”, o “Realmente apreciaría un poco más de apoyo de tu parte” en lugar de “Solo te preocupas por ti”.
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    Evita responder las críticas. Para ser menos conflictivo, tendrás que desarrollar la capacidad de recibir y dar retroalimentación respetuosamente. Esto puede requerir autocontrol y una actitud receptiva. Más que nada, evita la tentación de agredir verbalmente y criticar la retroalimentación que tu amigo, ser querido o compañero de trabajo te da.[7] [8]
    • Resiste el impulso de criticar a una persona que te da retroalimentación o una opinión. Evita decir cosas como “Simplemente estás siendo idiota, Tim” o “No puedo creer que tú, de todas las personas, me lo digas”.
    • Asimismo, evita desviar la crítica de regreso a esa persona con comentarios como “¿De qué hablas, Jim? ¡Tú lo haces todo el tiempo!”.
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    No te tomes las cosas personalmente. Evitar la confrontación requerirá que seas más paciente y menos reactivo. No consideres inmediatamente la crítica como un ataque; en su lugar, trata de darles a tus amigos, compañeros y seres queridos el beneficio de la duda. Lo más probable es que no estén tratando de provocarte.
    • Pregúntate a ti mismo por qué te sientes bajo ataque. ¿Es porque te sientes ofendido? ¿Sientes que todos están en contra tuya? ¿Te molestas porque te sientes frustrado?[9]
    • Piensa un poco acerca de quién te da la retroalimentación. Lo más probable es que los miembros de tu familia y tus seres queridos no te ataquen, sino que traten de ayudarte por amor.

Método 3
Método 3 de 3:
Escuchar a los demás

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    Escucha a los demás. Para ser menos conflictivo, trata de ponerte en los zapatos de la otra persona y entiende cómo se siente. Esto se llama empatía y empieza con la comprensión auditiva. Escucha a los demás. Aprende a escuchar efectiva y activamente.[10]
    • Trata de concentrarte en lo que la otra persona está expresando. Escucha. No tienes nada que decir para empezar. Simplemente deje que hable y diga lo que piensa.
    • Resiste el impulso de interrumpir. Tendrás una oportunidad de expresar tu versión de la historia. Por el momento, trata de transmitir que estás prestando atención al dar señales como asentir con la cabeza o decir “Sí” o “Entiendo”. Trata de hacerlo sin interrumpir.
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    Suspende tu juicio. Ignora tus propias opiniones y sentimientos por el momento, hasta que la otra persona haya terminado de decir lo que tiene que decir. Esto será un desafío, pero ten en mente que tu objetivo no es interpolar tu punto de vista, sino entender el de la otra persona. Enfócate en esta experiencia.[11]
    • Todo lo que haces es suspender tu juicio y tus opiniones. No significa que tengas que aceptar la perspectiva de la otra persona, sino suspender la tuya temporalmente.
    • Para empezar, no desprecies las opiniones de otras personas sin pensarlo dos veces. Es grosero y conflictivo decirle a alguien que simplemente debe “superarlo” o “lidiar con ello”.
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    Parafrasea. Una manera en que puedes escuchar con más atención a otra persona y asimilar lo que dice es participar activamente. Intenta parafrasear. Esto es cuando repites lo que has escuchado utilizando palabras ligeramente diferentes para asegurarte de haber entendido de forma correcta. También puedes hacer preguntas.[12]
    • Por ejemplo, repite nuevamente el punto principal una vez que la otra persona haya dicho algo. Puedes decir algo como “¿Entonces lo que dices es que no crees que te respeto?” o “Entonces parece que piensas que soy muy conflictivo. ¿No es así?”.
    • Parafrasear demuestra que escuchas respetuosamente a la otra persona. Además, te ayuda a comprender mejor su perspectiva.
    • Trata de hacer algunas preguntas también. Ten como objetivo hacer preguntas abiertas para obtener una mayor respuesta. Pregunta algo como “¿Por qué exactamente crees que no te escucho? ¿Puedes darme algunos ejemplos?”.
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    Afirma lo que has escuchado. Las personas apreciarán si te tomas un momento para afirmar sus puntos de vista. Puedes hacerlo incluso si no estás de acuerdo. Solamente hazles saber a tus amigos, seres queridos o colegas que has escuchado y entendido lo que han dicho.[13]
    • Por ejemplo, puedes decir algo como “Bueno, James, no estoy de acuerdo contigo, pero respeto tu posición” o “Gracias por hablar libremente, Fátima. Puedo entender que esto es importante para ti y lo pensaré con mayor detenimiento”.

Acerca de este wikiHow

Trudi Griffin, LPC, MS
Coescrito por:
Consejera profesional
Este artículo fue coescrito por Trudi Griffin, LPC, MS. Trudi Griffin es un consejero profesional con licencia en Wisconsin especializado en adicciones y salud mental. Brinda terapia a las personas que luchan contra las adicciones, la salud mental y los traumas en entornos de salud comunitaria y práctica privada. Recibió su maestría en Consejería Clínica de Salud Mental en la Universidad Marquette en 2011. Este artículo ha sido visto 15 149 veces.
Categorías: Relaciones personales