No contar con tu inhalador durante un ataque de asma puede ser una experiencia aterradora; sin embargo, hay cosas que puedes hacer para calmarte y recuperar el control de tu respiración. Una vez que termine el ataque, es posible que desees considerar formas de prevenir o al menos reducir los ataques de asma en el futuro.

Método 1
Método 1 de 4:
Regular la respiración sin un inhalador

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    Ten en cuenta el tiempo. Los ataques de asma duran casi 5 a 10 minutos, por lo tanto, tómate un segundo para mirar un reloj y apuntar la hora. Si no logras tener tu respiración en un patrón normal dentro de 15 minutos, busca atención médica.[1]
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    Mantente sentado o siéntate si estás de pie. Sentarte recto en una silla es la mejor posición para estar mientras tratas de recuperar el control de tu respiración. No te reclines ni te acuestes ya que esto puede dificultar la respiración.[2]
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    Afloja cualquier prenda que esté ajustada. Los pantalones o las prendas que tienen un cuello muy ajustado pueden restringir la respiración. Tómate un momento para aflojar tu prenda si sientes que interfiere con tu capacidad para respirar.[3]
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    Haz respiraciones de forma lenta y profunda por la nariz y exhala por la boca. Trata de relajar tu cuerpo y enfócate solo en tu respiración. Tal vez te sea útil contar hasta cinco lentamente mientras inhalas y luego contar hacia atrás desde cinco mientras exhalas. Cerrar los ojos o enfocarte en una imagen u objeto también puede ayudarte a mantener la calma mientras te esfuerzas para recuperar el control de tu respiración.
    • A medida que inhales, concéntrate en llevar el aire hacia tu estómago y después utiliza los músculos de tu estómago para que te ayuden a expulsar el aire. Esto se conoce como respiración diafragmática y te será útil para hacer respiraciones profundas.[4]
    • Para asegurarte de hacer respiraciones profundas, trata de colocar una mano en tu estómago (justo debajo de la caja torácica) y la otra en el pecho. A medida que respires, debes darte cuenta de que la mano sobre tu pecho permanece quieta mientras que la mano debajo de la caja torácica sube y baja.
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    Llama a los servicios de emergencia (al 911 en los Estados Unidos) si el ataque no se disipa. Si después de 15 minutos todavía tienes problemas para respirar, busca atención médica inmediata. Debes buscar atención médica antes si el ataque es severo o si te sientes muy incómodo. Algunas señales de que debes buscar atención médica de emergencia son:[5]
    • no poder hablar con oraciones completas;
    • sudar debido a la dificultad para respirar;
    • respirar con rapidez;
    • tener piel o lúnulas de color azul o pálido.

Método 2
Método 2 de 4:
Probar otras estrategias

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    Pídele a alguien que se siente contigo. Una buena idea es decirle a alguien que tienes un ataque de asma en caso de que debas ir al hospital. También podrías sentirte menos ansioso si sabes que esa persona estará a tu lado hasta que termine el ataque.
    • Si estás solo en la calle, entonces tendrás que pedírselo a un extraño. Trata de decir algo como “Tengo un ataque de asma, pero no tengo mi inhalador. ¿Te importaría sentarte conmigo hasta que mi respiración vuelva a la normalidad?
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    Bebe una taza de café o té negro fuerte. Beber una a dos tazas de té o café con cafeína también puede ayudar a tu cuerpo a combatir un ataque de asma. Tu cuerpo convertirá la cafeína en teofilina, alcaloide que es un ingrediente activo en algunos medicamentos contra el asma. El calor del líquido también ayudará a disipar la flema y mucosidad, lo cual podría facilitar más la respiración.
    • No bebas más de dos tazas de café o los latidos de tu corazón se pueden acelerar.
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    Prueba la acupresión. Presionar los puntos de acupresión pulmonar podría ayudarte a relajar los músculos y así recuperar el control de la respiración. Aplica presión suave sobre la parte delantera de los hombros, justo encima de las axilas. Presiona en un hombro a la vez en cada lado por la misma cantidad de tiempo.
    • Debes saber que también hay un punto de presión en la parte interna del omóplato, justo casi a 3 cm (1 pulgada) por debajo de la punta superior. Así, si tienes a un amigo cerca que puede ayudarte, pídele que presione esos puntos de presión durante unos minutos para que te ayude a aliviar tu ataque de asma.
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    Utiliza vapor para abrir las vías respiratorias. El vapor puede abrir las vías respiratorias y facilitar la respiración. Si estás en casa, abre la llave con agua caliente de la ducha y siéntate en el baño con la puerta cerrada durante casi 10 a 15 minutos. Respirar el vapor podría ayudarte a aliviar tu respiración.[6]
    • También puedes encender un humidificador si tienes uno o llenar el lavabo del baño con agua caliente e inclinarte sobre él con una toalla en tu cabeza para capturar el vapor.
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    Ve a otro lugar. Algunas veces, un cambio de lugar podría ser lo que necesitas para reducir el estrés y ayudarte a controlar la respiración. El cambio de entorno te podría ayudar a relajarte y a recuperar el control de tu respiración.
    • Por ejemplo, si estás en casa, trata de pasar de la cocina a la sala de estar. Si estás en la calle, trata de ir al baño por unos minutos o ve afuera.
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    Toma un antihistamínico de venta libre. Muchos inhaladores tienen antihistamínicos que van directamente a los pulmones, pero también puedes probar a tomar una pastilla. Verifica las instrucciones de dosificación del antihistamínico y traga la pastilla con un vaso de agua. El medicamento se absorberá en el torrente sanguíneo y ayudará a aliviar los efectos del asma.[7]
    • Podrías experimentar efectos secundarios como somnolencia o boca seca.

Método 3
Método 3 de 4:
Identificar los desencadenantes

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    Aprende sobre los desencadenantes comunes. Diversas sustancias o sucesos diferentes podrían desencadenar un ataque de asma. Por esta razón, identificar los desencadenantes y evitar los que son conocidos siempre es una parte del tratamiento del asma. Los desencadenantes comunes son:[8]
    • alérgenos (incluyendo polvo, pelaje de animales, cucarachas, moho y polen)
    • irritantes (incluyendo productos químicos, humo de cigarrillo, contaminación del aire y polvo)
    • algunos medicamentos (incluyendo aspirina, antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y betabloqueadores no selectivos)
    • productos químicos para conservar alimentos (por ejemplo, sulfitos)
    • infecciones en el tracto respiratorio superior (por ejemplo, resfríos y otras infecciones virales de los pulmones)[9]
    • ejercicio y otras actividades físicas[10]
    • aire frío o seco
    • condiciones de salud (por ejemplo, acidez estomacal, estrés y apnea del sueño)
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    Mantén un diario para identificar tus desencadenantes. Una forma en que puedes empezar a identificar tus factores desencadenantes es tener un diario de los alimentos que consumes, así como de cualquier otro desencadenante común que encuentres. Si tienes un ataque de asma, revisa tu diario para ver qué comiste o encontraste que podría haber desencadenado el ataque. En el futuro, evita esa comida o desencadenante a fin de reducir las posibilidades de tener otro ataque.
    • Si sabes de algunos desencadenantes de asma, haz todo lo que puedas para evitar entrar en contacto con ellos.
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    Hazte una prueba de alergias alimentarias. Las alergias alimentarias implican un tipo específico de molécula inmune (una molécula de inmunoglobulina E (IgE)) que desencadena la liberación de histamina y otros mediadores alérgicos.[11] Si te has percatado de que tus ataques de asma parece que surgen en algún momento después de comer, entonces la alergia alimentaria podría ser la culpable. Consulta a un alergólogo y pide hacerte la prueba de alergias alimentarias.
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    Determina si tienes alguna sensibilidad a los alimentos. Las sensibilidades a los alimentos no son lo mismo que las alergias alimentarias; no obstante, también pueden causar ataques de asma. La sensibilidad a los alimentos es bastante común. Un estudio indicó que el 75 % de los niños con asma también tiene sensibilidad a los alimentos. Para determinar si tienes alguna sensibilidad a los alimentos, pon atención a los alimentos que parecen causar ataques de asma e infórmale a tu alergólogo sobre esas reacciones. Las sensibilidades a los alimentos comunes son:
    • sensibilidad al gluten (una proteína que se encuentra en cualquier producto de trigo)
    • sensibilidad a la caseína (una proteína que se encuentra en productos lácteos)
    • sensibilidad a los huevos
    • sensibilidad a los cítricos
    • sensibilidad al maní
    • sensibilidad al chocolate

Método 4
Método 4 de 4:
Utilizar suplementos

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    Ingiere más vitamina C. Aumentar vitamina C ha demostrado que reduce la gravedad de los ataques de asma. Puedes tomar 500 mg de vitamina C todos los días, siempre y cuando no tengas enfermedad renal.[12] Es posible que también consideres incluir alimentos ricos en vitamina C como:[13]
    • cítricos (por ejemplo, naranjas y pomelos)
    • bayas
    • melones cantalupo
    • kiwis
    • brócolis
    • papas dulces
    • tomates
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    Come alimentos que contengan molibdeno. El molibdeno es un oligoelemento. La cantidad diaria recomendada de molibdeno para niños de hasta 13 años es entre 22 a 43 µg por día, mientras que la cantidad recomendada para personas mayores de 14 años es de 45 µg. Las mujeres embarazadas y que dan de lactar necesitan 50 µg por día. La mayoría de los multivitamínicos incluirán molibdeno, pero también puedes comprarlo por sí solo.[14] Asimismo, puedes adquirir molibdeno al comer determinados alimentos, por ejemplo:[15]
    • frijoles
    • lentejas
    • arvejas
    • verduras de hoja
    • leche
    • queso
    • frutos secos
    • carne de órganos
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    Escoge buenas fuentes de selenio. El selenio es necesario para las reacciones bioquímicas que participan en el control de la inflamación.[16] Si utilizas un suplemento, obtén uno que incluya selenometionina ya que tu cuerpo puede absorber con más facilidad esta forma. No tomes más de 200 µg de selenio al día ya que puede ser tóxico en dosis más altas. Las fuentes de alimentos son:[17]
    • trigo
    • cangrejo
    • hígado
    • carne de aves
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    Toma un suplemento de vitamina B6. La vitamina B6 participa en más de 100 reacciones diferentes en el cuerpo. Puede ayudar a reducir la inflamación y también apoyar el sistema inmunológico. Como suplemento, los niños entre 1 a 8 años deben tomar 0,8 mg por día, mientras que los que tienen entre 9 a 13 años deben tomar 1 mg por día. Los adolescentes y adultos deben tomar 1,3 a 1,7 mg por día y las mujeres embarazadas o que dan de lactar deben tomar 1,9 a 2 mg por día.[18] Los alimentos con mayor cantidad de vitamina B6 en su forma más reabsorbible son:
    • salmón
    • papas
    • pavo
    • pollo
    • aguacates
    • espinaca
    • plátanos
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    Agrega un suplemento de vitamina B12. Cuando los niveles de vitamina B12 están bajos, complementar con vitamina B12 podría disipar los síntomas del asma.[19] Como suplemento, los niños entre 1 a 8 años deben tomar entre 0,9 a 1,2 mg por día, mientras que los que tienen entre 9 y 13 años deben tomar 1,8 mg por día. Asimismo, los adolescentes y adultos deben tomar 2,4 mg por día y las mujeres embarazadas o que dan de lactar deben tomar 2,6 a 2,8 mg por día. Las fuentes de alimentos con vitamina B12 incluyen:[20]
    • carnes
    • mariscos
    • pescado
    • queso
    • huevos
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    Incluye fuentes buenas de omega 3. Los ácidos grasos omega 3 son antiinflamatorios. Procura consumir un total de 2000 mg de EPA y DHA por día.[21] Puedes adquirir omega 3 de diversas fuentes de alimentos, entre ellas:[22]
    • salmón
    • anchoas
    • caballa
    • arenque
    • sardinas
    • atún
    • nueces
    • linaza
    • aceite de canola
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    Prueba un suplemento de hierbas. Hay algunas hierbas que podrías utilizar para ayudar a tratar el asma. Asegúrate de hablar con tu médico antes de utilizarlas ya que podrían interferir con los medicamentos. Si las tomas como suplemento, sigue las instrucciones del fabricante. A fin de utilizar hierbas en un té, pon una cucharadita de hierba seca o tres cucharaditas de hierbas frescas en una taza con agua hervida durante 10 minutos. Bebe de tres a cuatro tazas por día.
    • raíz de regaliz
    • lobelia inflata (tabaco hindú)

Consejos

  • Procura tener un inhalador de repuesto en tu bolso, mochila o escritorio en el trabajo.

Advertencias

  • Busca atención médica inmediata si el ataque es severo o si parece que no se disipa.

Acerca de este wikiHow

Shaun Berger, MD
Coescrito por:
Pediatra certificado por el colegio oficial
Este artículo fue coescrito por Shaun Berger, MD. El Dr. Shaun Berger es un pediatra certificado por el colegio oficial que reside en el Área Metropolitana de San Diego, California. El Dr. Berger brinda atención primaria integral para recién nacidos, niños y adolescentes, y se enfoca en la medicina preventiva. El Dr. Berger está certificado por el Consejo Americano de Pediatría en Pediatría y Medicina Deportiva. El Dr. Berger obtuvo una licenciatura en Psicología en la Universidad de California, San Diego y un doctorado en Medicina en la Universidad de Illinois en Chicago. Finalmente, el Dr. Berger completó una residencia en la UCSF/Fresno, los Centros Médicos Comunitarios de Fresno y el Hospital de Niños Valley, donde fue elegido jefe de residentes. Ha sido galardonado con el premio de la Fundación UCSF y es miembro de la Academia Estadounidense de Pediatría. Este artículo ha sido visto 5026 veces.
Categorías: Asma