Las fábulas son cuentos cortos alegóricos que generalmente presentan personajes animales antropomorfos, aunque también hay personajes de plantas, objetos y fuerzas naturales. En las fábulas clásicas, el personaje principal aprende de un error principal y el cuento termina con una moraleja que sirve para resumir la lección aprendida.[1] Escribir una fábula demanda de una narrativa fuerte y concisa en la que cada componente (los personajes, el escenario y la acción) contribuye clara y directamente a la resolución y la moraleja del cuento. Si bien cada persona tiene un proceso de escritura único, el presente artículo te brindará una lista de pasos sugeridos.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Esbozar lo básico de tu fábula

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    Escoge la moraleja. Como la moraleja es el quid de una fábula, suele ayudar mucho esbozar primero la fábula determinando la moraleja. La moraleja de una fábula debe estar relacionada o reflejar un problema cultural pertinente con la que mucha gente se identifique.
    • Algunos ejemplos de moralejas de fábulas famosas que te ayudarán a inspirarte son:
      • “La juventud tiene la fuerza y la vejez, la prudencia”.
      • “Lo que poco cuesta, poco se aprecia”.
      • “Aunque seas muy sabio y viejo, no desdeñes el consejo”.
      • “Aunque la mona se vista de seda, mona se queda”.
      • “Más vale ser cabeza de ratón que cola de león”.[2]
    • Si quieres una lista completa de las moralejas de las fábulas de Esopo y los enlaces a las historias en donde aparecen, haz clic aquí.
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    Decide el problema. El problema es lo que conllevará la acción de la fábula y será la fuerte primaria de la lección a aprender.[3]
    • Como la naturaleza de la fábula es transmitir las lecciones e ideas relevantes a nivel cultural, el problema central es más efectivo cuando es algo con lo que muchas personas pueden identificarse.[4]
    • Por ejemplo, en “La liebre y la tortuga”, el autor presenta rápidamente el problema o conflicto central de la historia cuando los dos personajes deciden correr una carrera.
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    Decide cuál será el reparto de los personajes. Determina quiénes o qué serán los personajes en tu fábula y las características que los definirán.
    • Como las fábulas tienen que ser sencillas y concisas, no busques personajes complejos o multifacéticos. Más bien, procura que cada personaje encarne una sola característica humana y que los personajes estén dentro de esos límites específicos.[5]
    • Como los personajes serán el vehículo primario para mostrar la moraleja de la fábula, escoge personajes que se relacionen claramente con esa moraleja.
    • En “La liebre y la tortuga”, los personajes son, como el título lo indica, una tortuga y una liebre. Como la tortuga se asocia fácilmente con un movimiento lento y la liebre con un movimiento rápido, los personajes ya tendrán incorporadas las cualidades claves de la historia.
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    Determina los modelos de los personajes. Si bien el tipo de animal u objeto que escojas para tu personaje tendrá rasgos puntuales incorporados, también deberás elaborar las cualidades subjetivas relacionadas con esos rasgos.
    • En “La liebre y la tortuga”, la lentitud de la tortuga está asociada con la sensatez y la perseverancia, mientras que la rapidez de la liebre está asociada con la impulsividad y el exceso de confianza.
    • Hay un gran número de personajes modelo clásicos que se usan en las fábulas que se reconocen ampliamente y están asociados a rasgos humanos particulares. Escoger dos personajes con características opuestas suele servir para establecer un conflicto claro para la historia.[6]
    • Algunos de los modelos más comunes y sus características son:
      • león: fuerza, orgullo
      • lobo: deshonestidad, avaricia, rapacidad
      • burro: ignorancia
      • mosca: sabiduría
      • zorro: astucia, habilidad
      • halcón: tiranía, absolutismo
      • gallina: vanidad
      • cordero: inocencia, timidez[7]
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    Escoge el escenario. ¿Dónde se llevarán a cabo los sucesos del cuento? Así como para escoger la moraleja y el problema, escoge un escenario que sea sencillo y reconocible para la mayoría.[8]
    • El escenario también deberá prestarse para los personajes y sus relaciones particulares.
    • Procura que tu escenario sea sencillo, pero vívido. Deberá ser un lugar que los lectores puedan reconocer y comprender fácilmente, lo cual te ahorrará tener que describir explícitamente los detalles del ambiente.
    • Por ejemplo, en la conocidísima fábula “La liebre y la tortuga”, el escenario es sencillamente un camino a través del bosque, el cual prepara la escena de la acción (una carrera por el camino) y se presta a los tipos de personajes de la historia (criaturas del bosque).
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    Decide la solución del problema. La solución deberá ser satisfactoria además de pertinente a los demás componentes de la historia, incluidos los personajes, sus relaciones y el escenario.
    • Toma en cuenta cómo resolverán los personajes el conflicto y la manera en que dicha solución respaldará la lección y la moraleja que saldrá de la historia.
    • Por ejemplo, en “La liebre y la tortuga”, la solución es sencilla: la liebre, por precipitado, pierde la carrera por el bosque ante la perseverante tortuga.
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Escribir la historia de la fábula

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    Rellena el esbozo. Una vez que hayas esbozado los componentes principales de la historia, empieza a darles cuerpo.
    • Establece el escenario y la relación de los personajes en él, el cual debe ser un lugar fácilmente reconocible y directamente relacionado con los sucesos de la historia.
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    Presenta la trama en acción. Presenta el conflicto entre los personajes con suficiente detalle para que el conflicto o problema sea claro y aclame una solución.
    • Asegúrate de pasar eficientemente de un suceso causal a su efecto. No te alejes del punto de la historia.
    • Todo lo que suceda en el cuento debe estar directa y claramente relacionado con el problema y su moraleja o solución final.
    • Haz que el ritmo de la fábula sea rápido y conciso. No pierdas tiempo con pasajes o meditaciones innecesariamente elaboradas sobre los personajes y el ambiente.
    • Por ejemplo, en “La liebre y la tortuga”, la trama pasa rápidamente del desafío inicial de la carrera al error de la liebre y luego a la victoria de la tortuga.
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    Desarrolla el diálogo. El diálogo es un componente clave para trasmitir la personalidad y la perspectiva de un personaje, así que en vez de describir explícitamente las características del personaje, emplea el diálogo para ilustrarlas.[9]
    • Asegúrate de incluir diálogo suficiente entre los personajes para ilustrar las relaciones entre ellos y la naturaleza del conflicto que enfrentan.
    • Por ejemplo, las dos características de la tortuga y la liebre son, por un lado, sensatez y calma, y por el otro, presunción y precipitación, como se observa en el tono del diálogo: “Hasta ahora nadie me ha vencido”, dijo la liebre, “cuando voy a toda mi velocidad. Desafío a cualquiera de aquí que corra conmigo”. La tortuga dijo calmadamente: “Acepto tu desafío”. “Ese es un buen chiste”, dijo la liebre, “podría ir bailando todo el camino”. “Guárdate tus alardes hasta que hayas perdido”, respondió la tortuga, “¿Corremos?”.[10]
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    Presenta la solución. Después de mostrar la naturaleza y los detalles del conflicto, dirige la historia hacia su resolución.
    • Deberá haber una relación clara y directa entre las acciones de los personajes, el desarrollo del problema y la ilustración de la moraleja o resolución.
    • Asegúrate de que haya una resolución a cada aspecto del problema previamente establecido y de que no haya cabos sueltos.
    • Refiriéndonos nuevamente a nuestra fábula ejemplo, la resolución aparece cuando la liebre presuntuosa corre y luego se detiene a tomar una siesta, mientras que la tortuga sensata sencillamente avanza con esfuerzo, pero al final pasa a la liebre durmiente y le gana en la línea de llegada.
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    Articula la lección. Cuando la trama de la fábula se haya resuelto, presenta la moraleja o la lección del cuento.
    • En las fábulas, la moraleja de la historia generalmente se expresa en una sola oración concisa.[11]
    • Procura presentar la moraleja de modo que resuma tanto el problema, la resolución y lo que se debe aprender de esta última.
    • La sencilla moraleja de nuestra fábula es “Con seguridad, constancia y paciencia, aunque a veces parezcamos lentos, obtendremos siempre el éxito”. Esta moraleja encapsula tanto la desventaja (parecer lento) y la lección a aprender pese a ella: “Con seguridad, constancia y paciencia […] obtendremos siempre el éxito”.
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    Escoge un título creativo y pertinente. El título deberá capturar el espíritu de la historia en general y también deberá ser atractivo para que atraiga la atención del lector.
    • Por lo general, será mejor que realices este paso después de escribir la fábula o al menos esbozarla para que tengas la garantía de que el título que elijas refleje la historia en general.
    • Podrías elegir algo básico y descriptivo, siguiendo la tradición de las fábulas de Esopo (como “La liebre y la tortuga”) o elegir algo un poco más creativo o irreverente como “La verdadera historia de los tres chanchitos” o “El cuento de la ceja”.
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Parte 3
Parte 3 de 3:
Editar y compartir tu fábula

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    Haz revisiones. Vuelve a leer todo tu texto y verifica que todas sus partes estén en su lugar y en armonía.
    • Busca aquellas partes de la fábula que puedan ser muy largas o complicadas. La fábula por naturaleza es un cuento sencillo y conciso que no anda con rodeos ni se pierde en una prosa verbosa.
    • Verifica que cada aspecto (escenario, personajes, conflicto, resolución, moraleja) esté claramente establecido y sea fácil de entender.
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    Edita la gramática y el estilo. Después de hacer un buen trabajo con el contenido de la historia, revisa la fábula nuevamente, pero esta vez céntrate en los problemas de gramática y de claridad a nivel de la oración.
    • Si quieres una guía para hacer ediciones a nivel oracional, haz clic aquí.
    • Pídele a un amigo o colega que lea tu texto. Muchas es clave que otros ojos descubran los errores.
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    ¡Comparte tu trabajo! Después de pulir todos los toques finales, será hora de presentar tu trabajo a un público lector.
    • El lugar más fácil y lógico para empezar es con la familia y amigos: publica tu fábula en Facebook, en un blog y comparte el enlace por las redes sociales. También podrás publicarla en los sitios que publican textos de escritura creativa.
    • Si quieres una lista extensa sobre las revistas literarias en línea que aceptan documentos, haz clic aquí.
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Acerca de este wikiHow

Danielle McManus, PhD
Coescrito por:
PhD en Inglés
Este artículo fue coescrito por Danielle McManus, PhD. Danielle McManus es una asesora de posgrado en Davis, California. Completó su PhD en Lengua y Literatura Inglesa en la Universidad de California en Davis en 2013. Este artículo ha sido visto 369 630 veces.
Categorías: Arte y entretenimiento
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