Los servicios de la iglesia pueden unir a las personas de una misma fe para la adoración y para actividades que edifican a la comunidad. Algunas personas invitan amigos y miembros de su familia ya sea porque son cristianos practicantes de otra iglesia, o porque son cristianos que se han ausentado de la iglesia por completo. Otros invitan a no cristianos a la iglesia con la esperanza de que disfruten la experiencia y se conviertan en cristianos practicantes. Sin importar a quien quieras alcanzar, es importante ser respetuoso y amable cuando invites a alguien a acompañarte a tu iglesia.

Método 1
Método 1 de 3:
Diversificar tus invitaciones

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    Haz una invitación verbal. Las invitaciones verbales entre personas probablemente aportan el mayor número de hallazgos de iglesias. La prédica de La Palabra y hablar de tu fe con un amigo son dos de los tipos más comunes de invitación verbal usados para invitar a otros a una comunidad de fe.[1]
    • Habla con amabilidad y sinceridad.
    • Cuéntales acerca de todas las formas como se la pasan bien en tu comunidad de fe. Tal vez haya rifas, recaudaciones de fondos para beneficencia, comidas en comunidad, proyectos de la comunidad (a menudo relacionados con caridad), e inclusive eventos musicales.
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    Organiza un evento en comunidad. Un abordaje indirecto, especialmente con eventos en comunidad como una barbacoa o una fiesta de patio es una gran forma de invitar a no miembros a tu comunidad de fe. Estos eventos en comunidad generan dinero para la iglesia, unen a la comunidad, y permiten a quienes no asisten a la iglesia mezclarse con los congregantes en un ambiente de bajo riesgo.[2]
    • Reparte volantes y anúnciate en tu periódico local para procurar el interés de la comunidad por el evento.
    • Enfócate en crear un evento divertido. No te preocupes por hacerlo “religioso”. Si los no creyentes se la pasan bien con el sacerdote o pastor y con los congregantes, desarrollarán un interés orgánico en aprender más acerca de tu iglesia, y los congregantes de otras iglesias pueden decidir unirse a tu congregación.
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    Usa invitaciones impresas. Algunas comunidades consideran que las invitaciones impresas son altamente exitosas para lograr que los no congregantes asistan. Esto se debe a que proporcionan a la persona un recordatorio concreto y tangible de los eventos en tu iglesia y además proveen información relevante como las fechas y horas de los servicios.
    • Escoge el tamaño ideal. A algunos congregantes les parece que 10 X 15 cm (4 x 6 pulgadas) es lo suficientemente grande como para incluir una imagen y aun así ser lo suficientemente pequeño como para caber en un bolsillo o una bolsa de mano.
    • Combina imágenes y texto. Procura usar una imagen grande que atraiga la atención para el fondo de la invitación. Podrías usar una imagen de tu iglesia, un icono religioso, una imagen de la naturaleza o inclusive una imagen visual de cultura popular contemporánea. El texto debería ser breve y directo, y debería enganchar a alguien que fue atraído por la imagen.
    • Repártelos de dos e dos o inclusive de tres en tres. De esa forma la persona a quien se lo des puede ayudarte a distribuir tus invitaciones a otros.[3]
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    Trabaja en grupos. Interactuar de uno a uno bien puede ser la mejor forma de invitar a tus amigos o familiares, pero… ¿Qué tal con los desconocidos? Puede ser intimidante acercarte a personas que no conoces, y puede ser difícil lograr que un desconocido confíe en ti después de una corta conversación. Sin embargo, trabajar como parte de un grupo pude hacer más fácil acercarse a los extraños y mejorará la posibilidad de que si no puedes contestar alguna pregunta, alguien más lo haga.[4]
    • Ser parte de un grupo puede darte confianza, y la persona a la que te acerques notará la sensación de comunidad y camaradería entre tú y tus compañeros de iglesia.
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    Realiza una campaña con toda la iglesia. Si de veras te interesa promover tu comunidad de fe con aquellos que no son congregantes, considera hablar con tu sacerdote o pastor acerca de hablar a otros para que traigan invitados. Podrías sugerir un día mensual de “Invita a alguien a la iglesia” y consigue que el sacerdote o pastor discuta durante los servicios diferentes formas de invitar a otros. Si todos en tu congregación trajeran al sermón a alguien que no asiste a la iglesia, llenarían la iglesia con caras nuevas y con un interés renovado.

Método 2
Método 2 de 3:
Invitar a cristianos activos y a excristianos

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    Identifica a potenciales congregantes. El primer paso para invitar a alguien a tu iglesia es identificar personas que pudieran estar dispuestas a asistir a los servicios pero que no asisten actualmente. Es más probable que sea alguien que conozcas que sea un cristiano practicante que asiste a otra iglesia o alguien que se identifica a sí mismo como cristiano, pero que ha dejado de asistir a los servicios. Las personas a quienes es más fácil aproximarse con una invitación probablemente sean las siguientes:
    • miembros de tu familia
    • amigos
    • compañeros de trabajo o estudio
    • vecinos[5]
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    Decide cuándo invitarlos. Antes de que de hecho te aproximes a alguien para invitarlo a la iglesia, te convendría decidir cuál sería el mejor momento ideal para hacerlo. Si tienes una fecha firme en mente te hará más fácil invitar a alguien. En lugar de una invitación general abierta, puedes proponer una fecha y preguntar si la persona está disponible para acompañarte.
    • La mayoría de las personas que no van a una iglesia prefiere asistir a servicios de domingo por la mañana. Los días entre semana pueden ser difícil, pero los domingos suelen ser días de descanso para muchos que trabajan de lunes a viernes.[6]
    • Si es cerca de temporada navideña, una misa de Adviento o Navidad serían ocasiones ideales. Si es cerca de Pascua considera una misa de Cuaresma o Pascual. Las fiestas religiosas como la Navidad hacen que quienes no asisten estén más dispuestos a asistir a los servicios.[7]
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    Ora por ser guiado. Al ser un cristiano practicante, sabes que la oración es una forma importante de pedir dirección o una petición por un resultado específico. Invitar a alguien a la iglesia no debe ser la excepción. Mientras oras, pide ayuda a Dios para identificar a las personas correctas y los momentos apropiados para hacer la invitación, idealmente cuando esa persona está lo más abierta posible a la adoración (cosa que solo Dios sabe). También debes orar por inspiración y elocuencia, para que puedas servir a tu fe y a tu comunidad ofreciendo la mejor invitación que eres capaz de realizar.[8]
    • También pues orar independientemente por ser guiado e inspirado, o pide a tu sacerdote o pastor por su oración para ayudarte en tu misión.
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    Extiende una invitación. Una vez hayas identificado a alguien que pudiera estar dispuesto a asistir a tu iglesia y hayas escogido una fecha específica, puedes presentar una cordial invitación a que venga contigo a la iglesia. Debes ser cortés y respetuoso aun si la persona rechaza tu invitación. Podría ser un momento inoportuno, y esa persona podría estar dispuesta a acompañarte en el futuro si muestras algo de paciencia. Recuerda que eres un embajador de tu fe y de tu comunidad, y con ese papel viene una gran responsabilidad.
    • Haz la petición con cortesía y trabaja progresivamente para volver un potencial “no” en un rotundo “si”.
    • Comienza ofreciéndole a la persona a quien quieres invitar un pequeño regalo personal, como un plato de galletas caseras.
    • Trata de establecer una amistad o relación más fuerte con esa persona. Invítala a reuniones sociales en tu casa y pídele permiso para orar por ella y por su familia.
    • Pregúntale cortésmente si le parece bien que invites a sus hijos a una función de la iglesia. Dile que piensas que sería una fantástica forma de que conozcan otros niños en el sector y de que se la pasen bien en un lugar seguro.
    • Pregúntale cordial y respetuosamente si estaría dispuesto a asistir a la iglesia contigo alguna vez. Si dice que sí, invítalo para la fecha que ya has escogido. Si dice que no, sé respetuoso con su decisión y trata de continuar siendo un amigo cercano y leal.[9]
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    Acepta la respuesta de la persona. Si la persona a quien has invitado está dispuesta a asistir a la iglesia contigo, obviamente te acercaste a la correcta en el momento justo. Ve con ella a los servicios de la iglesia y preséntala a tantas personas como puedas después de la misa para hacerlo sentir bienvenido. Si la persona dice que no, está bien también. Aún tienes la obligación como persona de fe de mostrarle amor, amabilidad y respeto.[10]
    • Pon tus pensamientos en orden antes de reaccionar a un “no”. Ponte en los zapatos de la otra persona. Puede que no sea el momento indicado para ella o tal vez tubo experiencias negativas en la iglesia en el pasado. De cualquier manera, no es un reflejo de tu persona ni de tus habilidades.
    • Procura mantener tus emociones bajo control. No te enojes si una persona rechaza tu oferta. Recuerda que tienes la obligación de ser un embajador de los valores cristianos, y eso incluye ser amable con otros incondicionalmente.[11]
    • Extiende una invitación abierta aun si la persona dice que no. Puedes decir algo respetuoso y cordial, como “No hay problema, respeto tu decisión. Pero recuerda que si algún día llegas a cambiar de opinión, mi invitación sigue en pie”.

Método 3
Método 3 de 3:
Dar la bienvenida a los no cristianos

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    Identifica a quienes necesitan una iglesia. Cualquiera puede ser invitado a una iglesia, pero algunas personas son más fáciles de alcanzar que otras. Las personas que son cercanas a ti probablemente están al tanto de tu fe y podrían inclusive tener curiosidad al respecto.[12] Por esta razón, conviene que pienses con detenimiento acerca de qué personas en tu vida son quienes están más anuentes a asistir a la iglesia.
    • Los miembros de tu familia son quienes más probablemente conocen de tu fe, y pueden tener preguntas o inclusive un deseo sincero de compartir tu adoración semanal.[13]
    • Tu familia extendida es un buen punto a donde ampliarte después de haberte acercado a tus parientes cercanos. Esto puede incluir, tíos, tías, sobrinos, sobrinas y primos. Estas personas te conocen y confían en ti, y podrían estar dispuestas a unirse a ti y a tu familia en culto.
    • Tus amigos cercanos son otro buen punto para extenderte. Probablemente tengas un vínculo cercano de intimidad y confianza que puede ayudarte a invitar a estas personas para compartir tu fe.
    • Tus vecinos pueden ser las personas ideales a las cuales acercarte. Estas personas te conocen y confían en ti. También viven cerca de ti, lo que probablemente significa que también viven cerca de tu lugar de adoración.
    • Los colegas de trabajo y compañeros de clase son un gran salto después de tu familia, amigos y vecinos. Estas personas podrían no conocerte muy bien, lo cual significa que tendrás que trabajar más duro para ganarte su confianza y reconocer su necesidad de una comunidad de fe.
    • Los desconocidos serán más difíciles de invitar a la iglesia. Estas personas no te conocen ni tienen ningún tipo de relación contigo. Podrías asumir que alguien que recién conociste necesita de la fe o de una comunidad espiritual, pero puede ser difícil apelar a las necesidades de esa persona si no la conoces en algún nivel.
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    Reconoce los cambios en la vida. Las personas no cristianas que son más fáciles de invitar a la iglesia son las que han atravesado una experiencia de vida significativa recientemente. La religión y la fe proveen bienestar durante eventos turbulentos de la vida, especialmente en la víspera de cualquier tipo de pérdida o cambio.[14] Algunos eventos de la vida que pueden ofrecer una oportunidad para invitar a alguien a le iglesia pueden ser:
    • la muerte de un ser querido
    • una reubicación o cambio de residencia reciente
    • un nuevo trabajo o escuela
    • un matrimonio reciente
    • el nacimiento reciente de un nuevo bebe
    • un divorcio reciente
    • problemas familiares
    • una grave enfermedad (ya sea de la persona misma o de alguien que conoce)[15]
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    Ora por guía y oportunidades. Como parte de tus oraciones regulares, considera pedir la guía de Dios mientras buscas personas que invitar a la iglesia. Te convendría pedir a Dios que te guíe a las personas que están más necesitadas de fe, o quizás simplemente quieras pedir guía en reconocer y aprovechar las oportunidades ideales. También puedes orar por inspiración y elocuencia, para que Dios te guíe a ofrecer la mejor invitación que te sea posible.[16]
    • Cualquier evento social puede ser una oportunidad. Por ejemplo, la asistencia a un evento deportivo de tu hijo puede ponerte en contacto con otros padres quienes podrían estar buscando una buena iglesia para llevar a sus hijos.
    • Si pasas mucho tiempo haciendo trabajo de voluntario (en un hospital, por ejemplo), podrías considerar invitar personas que conoces en el sitio de voluntariado. Deja que tu trabajo desinteresado sea un ejemplo de los principios de fe por los que vives, y sé un verdadero embajador de Cristo.
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    Haz una invitación. Si invitas a un no cristiano a la iglesia, puede ser difícil ganarte a esa persona de inmediato. Puede tener ideas preconcebidas de cómo una iglesia debería ser (lo que podría serle atractivo), o quizás simplemente no tenga ningún deseo inicial de formar parte de un grupo de fe. Por esta razón, podría ser más fácil invitar progresivamente a alguien que no va a la iglesia, primero invitándole a funciones sociales y luego escalando a una misa.
    • Trata de socializar un poquito con la persona. Invítale a un café o a almorzar, y muestra un genuino interés por lo que está pasando en su vida.
    • Invita a la persona a una función de la iglesia. Si tu iglesia tiene una promoción de donaciones, pregúntale si le gustaría ser parte de ese proyecto. También podrías invitarla a una cena informal o a un bingo.
    • Trabaja con el objetivo de invitar a la persona a uno de los servicios de la iglesia. Trata de usar una ocasión especial para tu invitación, como un servicio por una festividad, una misa con coro de niños, o una misa con algún tipo de música especial (folclórica, o algo así). Esto podría ser un buen rompehielos para asistir a la iglesia, ya que le muestra a la persona algo divertido y atractivo a la vez que le da la bienvenida a la comunidad.[17]
    • No olvides respetar la decisión de la persona. Si no quiere ir, o si asiste, pero no le gusta la iglesia, no hay problema. Puedes sentirte satisfecho con el hecho de haber hecho una invitación a alguien que no asiste a la iglesia y porque fuiste un buen embajador de tu fe. Solo asegúrate de seguir mostrando respeto y amor a esa persona.

Consejos

  • Hay muchos puntos de entrada a una comunidad de fe. Asistir a una reunión de un grupo pequeño o un pasar un buen rato de compañerismo es más fácil que asistir a un servicio de adoración. Comienza con esto en mente e invita a la persona escogida a eventos más casuales antes de invitarla a un servicio de la iglesia.
  • Recuerda que eres un embajador tanto de tu iglesia como de tu fe. No muestres falta de bondad porque no quiso acompañarte a la iglesia. En todo caso, debes ser aún más afectuoso y compasivo hacia esa persona, y vivir como modelo de tu fe.

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Categorías: Religión