La educación en casa puede parecer un territorio desconocido, en especial durante la adaptación a la pandemia del coronavirus COVID-19. Es absolutamente normal que sientas estrés, incertidumbre y agotamiento por los días venideros. Si bien la educación en casa puede ser un poco impredecible por momentos, puedes dar lo mejor de ti si desarrollas una rutina simple y no ejerces mucha presión sobre ti y tus hijos.

Método 1
Método 1 de 3:
Adaptar tu mentalidad

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    Busca apoyo por medio de otros padres y profesores de la educación en casa. Si has terminado la escuela hace mucho y te encuentras repentinamente en el rol de "profesor", es probable que te sientas muy abrumado. Afortunadamente, existen muchos recursos que puedes aprovechar. Publica en foros o únete a grupos en las redes sociales dedicados a la educación en casa durante la pandemia. Estas personas pueden ofrecer un conocimiento valioso y apoyo importante.
    • También puedes hablar con padres cuyos hijos reciban educación en casa para tener una mejor idea de sus cronogramas y objetivos de aprendizaje.
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    Recuerda por qué tus hijos reciben la educación en casa en primer lugar. En vez de ver la situación como "educación en casa", considérala una parte necesaria para mantener seguros a tus hijos durante la pandemia del coronavirus COVID-19. Es normal que tengas algunas dificultades, pero lo más importante es que tu familia esté sana.
    • La educación en casa puede ser difícil, en especial durante la adaptación a una crisis como la pandemia del coronavirus COVID-19. En los días más estresantes, recuerda que ayudas a tus hijos a recibir su educación y adaptarse bien durante un momento incierto.
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    Practica la gratitud diariamente con tu familia. Tómate un momento con tus hijos para escribir o bosquejar algo por lo que cada uno sienta agradecimiento. Además, planifica una cosa que quieran lograr durante el día, junto con una cosa por la que dejen de preocuparse.[1]
    • Por ejemplo, puedes escribir algo así como "Agradezco la oportunidad de pasar más tiempo con mi familia. Hoy, ayudaré a mis hijos con un experimento de ciencia. Olvidaré cualquier estrés y crisis de ayer, y haré que hoy sea el mejor día posible".
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    Adapta tus expectativas diariamente. No establezcas estándares demasiado elevados para ti o tus hijos. La educación en casa es complicada, y solo parecerá más estresante y abrumadora si estableces expectativas poco realistas. Acepta el hecho de que tus hijos quizás no sean tan productivos como te gustaría que lo sean, lo cual está bien.[2]
    • Por ejemplo, no esperes que se sienten a estudiar ocho horas todos los días. En cambio, enfócate en brindarles una educación completa y participativa que encaje bien con tu cronograma laboral.
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    Cambia el estilo de enseñanza si tus hijos no muestran interés. Presta atención a su reacción y participación en cada clase. Ciertos estilos de enseñanza quizás no resuenen bien con tus hijos. En este caso, no tengas miedo de hacer un cambio. Prepara clases más prácticas o incluye guías más visuales. Presta especial atención a tus hijos y los tipos de clases que resuenen mejor con ellos.[3]
    • Por ejemplo, si no les gusta mucho leer en voz alta, haz que escuchen audiolibros.
    • Si no les interesa tanto la lectura, agrega algunos carteles y ayudas visuales.
    • Si parecen estar aburridos o cerrados, dicta las clases en el porche delantero o el patio para un cambio de escenario.
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Método 2
Método 2 de 3:
Reducir el estrés con una rutina

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    Crea un cronograma aproximado para cada día. Desarrolla objetivos realistas para tu familia y cada uno de tus hijos, dado que permitirá saber en qué enfocarse cada día. Teniendo en mente a toda la familia, planifica un cronograma que puedas manejar de forma realista y en armonía con el resto de tus obligaciones, como tu trabajo.[4]
    • Por ejemplo, puedes comenzar el día con el desayuno y la limpieza. Luego, haz que los niños trabajen en las tareas mientras te enfocas en tu trabajo. En este punto, pueden almorzar y luego estudiar un poco más o pasar un rato tranquilos. Termina el día con una actividad entretenida o social (como salir a caminar o patear la pelota afuera) para mantener a los niños ocupados.
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    Divide el día entre grandes bloques, en vez de clases específicas. Las clases y los segmentos rigurosos pueden parecer dominantes y agobiantes, además de agregarle un estrés innecesario a tu cronograma. En cambio, procura que los horarios de educación en casa de los niños sean más abiertos. No programes materias en determinado bloque. En cambio, dales un plazo abierto para que trabajen en distintas materias.[5]
    • Por ejemplo, puedes programar un "bloque" de tiempo entre las 8:30 a. m. y la 1:00 p. m. En vez de planificar horarios estrictos, pueden trabajar con problemas matemáticos, lectura y escritura en este periodo. Por la tarde, puedes crear un segundo bloque entre las 2:00 p. m. y las 5:00 p. m. para enfocarse en ciencias e historia.
    • Los bloques ofrecen más flexibilidad dentro del cronograma, lo que puede ayudar a reducir el nivel de estrés.
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    Date más tiempo del que realmente necesites para las clases. Anticipa que podrían surgir obstáculos a lo largo del día, como una clase muy difícil o una rabieta. Agrega un tiempo adicional en el cronograma para que tus hijos no se retrasen mucho en sus estudios, en el caso de que surja una gran distracción. No seas duro contigo mismo si no logras mantener un cronograma perfecto. Es absolutamente normal que surjan problemas o sorpresas inesperadas cada día.[6]
    • Por ejemplo, si necesitas tres horas y media para enseñarles a tus hijos matemáticas, lectura y escritura, reserva cuatro horas y media para dicho bloque.
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    Realiza múltiples tareas si tienes más de un hijo. Prioriza a tus hijos más pequeños, dado que necesitarán más supervisión y concentración. Anima a los más grandes a hacer sus tareas de manera independiente mientras resuelves las cosas con los más pequeños. Incluye siestas y pausas en el cronograma para que tus hijos estén renovados y listos para aprender.[7]
    • Por ejemplo, si tienes tres niños pequeños, puedes animar a dos de ellos a que jueguen juntos mientras te enfocas en uno de tus hijos.
    • Los adolescentes generalmente pueden trabajar con más independencia que los más pequeños, por lo que quizás puedan completar una tarea solos mientras ayudas a tu otro hijo.
    • Si tienes un bebé en casa, aprovecha el tiempo de la lactancia para contarles cuentos a tus niños más pequeños.
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    Sé flexible con tu rutina diaria. No seas duro contigo mismo, en especial si las cosas no salen de acuerdo al plan. Prepárate para lo inesperado, en especial si haces malabarismos con un trabajo a tiempo completo y otras responsabilidades junto con las obligaciones de la educación en casa. Cambia el cronograma de estudios y dales a tus hijos más tiempo para terminar las tareas si tienen dificultades para lograrlo en un solo día. Ir con la corriente es una parte normal de la educación en casa, y no hay nada de qué avergonzarse.[8]
    • Ser flexible no afectará la calidad del aprendizaje de tus hijos.
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    Reserva un tiempo para ti. Una vez que el día laboral y de estudios termine, reserva un pequeño bloque de tiempo para respirar, relajarte y hacer cualquier cosa que te permita calmarte. Sal a caminar, disfruta un baño caliente, lee un libro o haz algo que permita que tú y tus hijos se relajen y organicen sus pensamientos.[9]
    • Si no tienes pareja, crea un bloque de tiempo para ti después de que los niños se acuesten.
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    Pasa tiempo de calidad con tu pareja, en caso de que tengas. Programa un momento al final del día para relajarte con tu pareja e intercambiar impresiones acerca de sus días. Ofrece apoyo y un oído a las preocupaciones de tu pareja, y comparte algunos de tus factores estresantes y preocupaciones que tengas con respecto a la educación en casa. Estos tipos de conversaciones pueden ayudar a aliviar el estrés a diario.[10]
    • Por ejemplo, puedes decir algo así como "Me preocupa que los niños no estén realmente involucrados en el plan de estudios. ¿Cómo crees que pueda hacer que las cosas sean más interesantes?".
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Método 3
Método 3 de 3:
Planificar para los días difíciles

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    Identifica la raíz de los problemas de tus hijos a medida que surjan. No veas las crisis o las rabietas en sentido literal. En cambio, piensa en los factores estresantes que contribuyan al comportamiento de tus hijos. Sepárate del problema y comprende que las dificultades de tus hijos son independientes y ajenas a ti.[11]
    • Por ejemplo, si tu hijo tiene una rabieta, sus emociones quizás surjan de sentimientos de estrés o agobio.
    • Si tu hijo adolescente está muy malhumorado, quizás extrañe a sus amigos o sus actividades extracurriculares.
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    Escribe una lista de actividades relajantes para ti y tus hijos. Siéntate con los niños para pensar en algunas actividades que los ayuden a despejarse y relajarse. No es necesario que sean cosas complejas o sofisticadas. En cambio, piensa en ellas como salvavidas que los rescaten de una situación difícil. Coloca la lista terminada en un lugar visible para todos, como el refrigerador.[12]
    • Por ejemplo, algunas actividades relajantes pueden ser salir a caminar, escuchar música calmante o jugar con un juguete favorito.
    • Si tu hijo tiene una crisis, puedes darle algunos minutos para que haga una actividad calmante y pueda relajarse.
    • Los adolescentes pueden sentirse bien al enviar un mensaje de texto a sus amigos o jugar un videojuego.
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    Calma a tus hijos antes de disciplinarlos. No arremetas contra tus hijos cuando tengan una rabieta. En cambio, ayúdalos a calmarse, como con un tiempo libre. Expresa empatía por ellos y explícales que comprendes cómo se sienten.[13]
    • No digas cosas como "¡No puedes comportarte de esta forma!". En cambio, puedes decir algo así como "Comprendo que te sientas molesto, pero gritar no solucionará las cosas. Respiremos profundo juntos".
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    Practica la consciencia plena durante la semana. Haz como si fueses un observador ajeno a la situación en tu mente. En vez de abordar los pensamientos negativos o estresantes en tu mente, obsérvalos y permite que floten lejos. Enfócate en estar en el presente, en vez de pensar en el pasado o el futuro.[14]
    • Por ejemplo, si surge un pensamiento relacionado con preocupaciones por el cronograma de la semana, permite que pase, en vez de enfocarte en él.
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    Pídeles apoyo a tus amigos y familiares, en caso de ser necesario. Llama o envía mensajes de texto a tus seres queridos si tienes un mal día. Estas personas te ofrecerán un oído y algunos consejos, en especial si también tienen hijos. Sobre todo, enfócate en el hecho de que no estás solo y que tienes muchos seres queridos que te ayudarán a superar los desafíos de la educación en casa.[15]
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Consejos

  • Habla con tus hijos y trabajen para crear una rutina exitosa.[16]
  • Anima a tus hijos a hacer videollamadas con sus amigos que también reciban la educación en casa.[17]
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Acerca de este wikiHow

Mental Health America
Coescrito por:
Organización sin ánimos de lucro
Este artículo fue coescrito por Mental Health America. Mental Health America es la organización sin fines de lucro basada en la comunidad líder del país que se dedica a abordar las necesidades de las personas que viven con enfermedades mentales y a promover la salud mental general para todos. Su trabajo está guiado por la filosofía Antes de la Época 4: que las condiciones de salud mental deben tratarse mucho antes de que alcancen los puntos más críticos en el proceso de la enfermedad. Este artículo ha sido visto 1236 veces.
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