¿Alguna vez has estado en un conflicto o te has sentido enfadado con alguien y no sabías cómo resolverlo? Solucionar los conflictos de manera saludable y creativa es una habilidad esencial que muchos adultos no saben dominar. Ya sea que se trate de calmar peleas que puedan ser perjudiciales con un cónyuge, o de hacer frente a los problemas difíciles en tu trabajo o escuela, hay ciertos puntos claves en este largo camino, que te equipararán con las herramientas adecuadas para resolver los conflictos.

Método 1
Método 1 de 3:
Toma decisiones inteligentes (al principio)

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    Prepárate para las emociones fuertes. Los conflictos sacan a relucir nuestra naturaleza emocional, incluso si el conflicto en sí mismo no es emocional. Si bien es difícil calmarse durante un momento acalorado, puede ser útil decirse a sí mismo algo así como: "Está bien, sé que discutir con Roberto generalmente hace que mi sangre hierva, así que voy a tratar de mantener la calma. No voy a dejar que mis emociones se impongan. Contaré hasta tres antes de responder a cualquiera de sus declaraciones, sobre todo si las percibo como acusaciones". Prepararse para las emociones fuertes te va permitir dejarlas de lado: en lugar de tomarte por sorpresa, las verás venir con antelación.
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    No dejes que el conflicto se agrave o empeore. Ciertos conflictos (mínimos) se esfuman y desaparecen si se ignoran por un tiempo suficiente, pero los conflictos de mayor magnitud, irónicamente, empeoran si se ignoran categóricamente. Es porque los percibimos como una amenaza a nuestro bienestar general, y la tensión con respecto a esta amenaza se intensifica cuando dos o más personas se reúnen en un punto muerto, al igual que en los duelos de antaño.
    • Muchas cosas pasan cuando dejas que un conflicto empeore. Comienzas a sobreanalizar la situación, buscando intenciones crueles donde no las hay. Los amigos y los socios bien intencionados, sin querer, te dan el consejo equivocado. La lista es interminable.
    • Es mejor abordar la situación de frente, desde el principio. Si las otras personas sugieren mantener una charla seria, acepta. Si la otra persona parece distante, acércate. Como cuando le pides a una chica o chico especial que te acompañe al baile, o terminas un trabajo justo en la fecha límite, la situación se hará más difícil mientras más tiempo la prolongues.
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    No entres en conflicto esperando necesariamente malos resultados. Las personas que temen los conflictos se guían por experiencias pasadas y esperan un mal resultado: Las relaciones enfermizas y abusos en la niñez pueden volverlos temerosos con respecto a los conflictos, hasta el punto que ellos ven cualquier conflicto potencial como una relación amenazante, y eluden tanto el posible conflicto que hacen caso omiso de sus propias necesidades.[1] Aunque este comportamiento aprendido suele ser racional, no es sano, ni describe todos los conflictos. De hecho, muchos de ellos se tratan con respeto y sensibilidad, y terminan por todo lo alto en lugar de tener un final agrio.
    • Como norma general, dale el beneficio de la duda a la persona con la que tengas un conflicto. Esperamos que seas capaz de hacer frente a los conflictos con madurez y respeto. Si esa persona demuestra que no puede, entonces reevalúalo. Pero no te apresures a los hechos.
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    Intenta manejar el estrés durante el conflicto. Este último puede producir un estrés extremo, ya que vas a estar preocupado por cómo zafarte de la otra persona, si la relación va a experimentar una ruptura, o qué perderás como resultado del conflicto. Definitivamente, es algo estresante. Pero aunque la tensión sirve un propósito muy bueno cuando corras por tu vida o escapes de un carro que se hunda, no es algo muy productivo en una discusión. Va a producir un comportamiento agresivo y discusiones que dominan el pensamiento racional momentáneamente, y que provocan reacciones defensivas [2] , no del todo buenas para un conflicto.
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Método 2
Método 2 de 3:
Lidiar con el conflicto en el momento

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    Pon atención a las señales no verbales. La mayoría de los conflictos se llevan a cabo por medio del lenguaje, pero no quiere decir que la única cosa a la que hay que prestar atención es a cómo manejas tus palabras que, por cierto, son muy importantes. Presta atención a la forma en que te comportas: tu postura, el tono de su voz, el contacto visual. Nos guste o no, estos gestos comunican más de lo que piensas, sobre tu voluntad de solucionar el conflicto:
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    Resiste la tentación de generalizar en exceso. La generalización exagerada es peligrosa, porque de repente estás atacando al individuo en vez de algo que hace ocasionalmente. Es una batalla más grande, y la gente toma las amenazas mucho más en serio.
    • En vez de decir " siempre me cortas y nunca me dejas terminar la oración", intenta algo más diplomático como: "Por favor, no me interrumpas, te dejaré terminar de hablar y voy a estar muy agradecido si muestras la misma cortesía".
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    Usa declaraciones en primera persona en vez de "tú". Vas a lograr dos cosas. En primer lugar, semánticamente hablando, el problema entre tú y él se reducirá, incitando un comportamiento menos defensivo de su parte. Segundo, ayuda a explicar mejor la situación, haciendo que la otra persona entienda a dónde quieres llegar.
    • Usa la siguiente fórmula cuando elabores una declaración del "yo": "Me siento [describe la emoción] cuando tú [describe su comportamiento] porque [da tus razones]."[4]
    • Un ejemplo de una buena declaración en primera persona podría tener este aspecto: "Me siento sofocado cuando me pides lavar los platos, porque he pasado la mayor parte del día preparando una buena comida y nunca obtengo ningún reconocimiento de tu parte".
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    Escucha las cosas que realmente importan para la otra persona y responde. No descarriles el tren por ciertos elementos desviados. Escucha las quejas de la otra persona, concéntrate en el mensaje subyacente que sea verdaderamente importante y trata de resolver el problema. Si la otra persona no se siente lista para lidiar con lo esencial de tu mensaje, es muy probable que intensifique el conflicto, se desconecte o simplemente abandone cualquier intento de resolverlo.
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    Negocia cómo reaccionas a las palabras de la otra persona. Como todo ente es igual a sí mismo, reaccionar de la manera correcta asegurará un intercambio amistoso en vez de un arrebato acalorado.
    • Cómo no reaccionar con la otra persona:
      • Con enfado, con dolor, acaloradamente, con resentimiento
    • ¿Cómo reaccionar ante la otra persona?
      • Con calma, coherentemente, no a la defensiva y con respeto
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    No los “aprisiones” ni manipules; de lo contrario, abandona la situación. Muchos de nosotros lo hacemos sin siquiera saber que lo hacemos . Podemos mantener a otras personas como rehenes al esquivar el amor, por ejemplo, y negándonos a mostrar afecto hasta que hemos conseguido lo que queremos. Podemos manipular para avergonzarlos, por ejemplo, y criticar su necesidad de decir algo que creemos que es insignificante o intrascendente. Podemos retirarnos de la situación al negarnos a escuchar lo que dicen, por ejemplo, y centrarnos en los puntos de menor importancia en lugar de la idea central.
    • Estas actitudes comunican algo muy claro a la otra persona: que no estamos interesados en mejorar la situación, que solo queremos lo que nos conviene, no lo que es bueno para ambos. Es una sentencia de muerte para resolver conflictos con éxito.
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    Nunca intentes leer la mente ni saques conclusiones apresuradas.[5] Todos odiamos a las personas que constantemente terminan nuestras oraciones, porque dan a entender que saben lo que sentimos mejor que nosotros. Aunque sientas como si supieras lo que la otra persona va a decir o a dónde quiere llegar, que lo diga él mismo. Es importante, tanto para la catarsis como para la comunicación, que te controles. No seas el típico “lo sé todo” que no puede mantener la boca cerrada como para involucrarse verdaderamente en lo que la otra persona dice.
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    No caigas en el juego de la culpa. Cuando nos sentimos atacados por otra persona, por lo general arremetemos contra ellos en defensa propia. La mejor defensa es un buen ataque, ¿no? Este es un dicho que las parejas, por ejemplo, conocen muy bien: "Estoy frustrado porque no seguiste adelante con lo que dijiste que harías. Tú sabías que yo deseaba que la casa esté limpia antes de que mis padres llegaran". "Bueno, no tienes por qué sentirte frustrada. Había planeado este día con meses de anticipación; de todos modos ¿hace daño un poco de polvo? Eres tú quien siempre tiene esas locas expectativas".
    • ¿Te das cuenta de lo que pasa aquí? Uno de los cónyuges se siente frustrado, y el otro cónyuge lo culpa por esa frustración. Bueno, probablemente ya sepas cómo va acabar esta discusión: con un cónyuge ofendido por el juego de la culpa y, de repente, no se cumple con las promesas, sino que la discusión destroza los cimientos de la relación.
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Método 3
Método 3 de 3:
Termina con éxito el conflicto

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    En todo momento muestra compromiso. Tira a la basura la idea de que vas a conseguir todo lo que quieres sin tener que sacrificar nada. Es probable que no suceda. Vas a tener que ceder y mostrar compromiso porque te preocupas por la otra persona, no porque sabes que es algo forzado. El primer pensamiento viene de un buen lugar, el otro no. Un par de cosas a tener en cuenta cuando te comprometas son:
    • La subpromesa, entregar de más. Es el mantra del empresario, pero también puede ser tuyo. No prometas el mundo solo porque estés harto del conflicto y quieras resolverlo rápidamente. Prométele un poco menos de lo que piensas que puedes ofrecer (sé realista al respecto) y luego da una sorpresa con respecto a sus expectativas.
    • No castigues a nadie después de hacer compromisos. No tengas un mal desempeño en lo que dijiste que harías, deliberadamente, porque “en realidad no crees en el compromiso”. Así vas a prolongar el conflicto.
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    Usa un poco de humor para calmar la situación. Después de que las emociones estén a flor de piel y todos los argumentos lógicos han mitigado tu capacidad de pensar con claridad, un poco de humor puede aliviar las tensiones entre dos personas. Prueba una broma ligeramente autocrítica, para mostrarle a la otra persona que no eres tan soberbio y poderoso. Y recuerda reír con la otra persona, no de ella, para obtener mejores resultados.
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    Da un paso atrás si te sientes atrapado en ese momento. Muchas parejas, por ejemplo, tienen un período de reflexión de 20 minutos en el que dejan que sus emociones y el estrés se calmen antes de abordar un problema. Facilitará la comunicación y dará mejores resultados. A veces, todo lo que necesitas es imponer tu propia perspectiva sobre la situación, para ver el panorama general:
    • Pregúntate: ¿Qué importancia tiene lo que estamos discutiendo? A grandes rasgos, ¿va a mejorar o a echar a perder mi relación? ¿Es algo que puedo dejar pasar?
    • Pregúntate: ¿Hay algo que puedas hacer por la situación? A veces, nos enojamos por problemas que otras personas no tienen bajo control.
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    Perdona y olvida. Muestra una voluntad consciente de perdonar y olvidar; supón que la otra persona ve el conflicto desde el mismo ángulo. Muchos conflictos, aunque parezcan importantes en su momento, se reducen a simples malentendidos. Sé prudente y perdona, como la persona que quieres llegar a ser.
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Categorías: Relaciones sociales
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