Los niños pequeños comienzan a desarrollar hábitos y rasgos de la personalidad a medida que comienzan a aprender acerca del mundo que los rodea. Mientras que algunos niños se vuelven más seguros e independientes a una edad temprana, otros son más dependientes y buscan seguridad, protección y consuelo en sus cuidadores más cercanos. Lo cierto es que lidiar con un niño muy dependiente puede ser agotador e incluso frustrante. Afortunadamente, existen muchas medidas que puedes tomar para ayudar a tu hijo a dejar atrás este comportamiento dependiente para volverse más independiente.

Parte 1
Parte 1 de 4:
Comprender la dependencia de tu hijo

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    Acepta la dependencia como un estado de desarrollo saludable. La dependencia es una etapa normal en el desarrollo de los niños. Suelen atravesar esta etapa en distintos momentos de la niñez y en variados niveles. Esto es normal; no hay nada por qué preocuparse. No rechaces, regañes o castigues a tu hijo por su dependencia. Si lo haces, lo único que lograrás es que el niño que ya se siente vulnerable se sienta además rechazado y asustado.[1]
    • Existen algunas etapas normales del desarrollo en las que los niños son más dependientes como, por ejemplo, cuando son bebés un poco más grandes y empiezan a moverse al aprender a gatear o caminar, cuando comienzan a aprender a comunicarse a través de las palabras, o cuando atraviesan un cambio importante como, por ejemplo, la guardería infantil o el jardín. Cuanto más grande sea el niño, mayor será su capacidad de aprender y comprender que es una persona individual y separada de sus padres. Al mismo tiempo, comenzará a conocer los peligros del mundo, y quizás se sienta solo y desprotegido. Cuando esto sucede, el niño puede desarrollar una dependencia para tener la seguridad de que alguien estará a su lado en un mundo tan grande y aterrador.[2]
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    Evalúa las causas de su comportamiento dependiente. Quizás observes que tu hijo se siente incómodo o nervioso ante determinadas circunstancias. Intenta identificar cuáles son las situaciones en las que el niño se comporta ansioso para poder prever el punto máximo de este comportamiento dependiente.
    • ¿Cuáles son aquellas situaciones en las que el niño se estresa con una mayor intensidad? ¿Socializar con los niños? ¿Ir a la escuela? Identifica los temas comunes y habla con sus profesores o cuidadores para determinar si tu hijo es capaz de controlar estas situaciones cuando no estás presente.
    • Algunos niños pequeños o en la edad preescolar experimentan una dependencia intensa (lloran y se muestran aterrados) cuando sus padres los dejan en la guardería o el jardín infantil. Con frecuencia, este comportamiento se detiene en el momento en que los padres abandonan el lugar. Pídele ayuda a algún profesor para poder dejar al niño e irte rápidamente, sin tener que prolongar lo inevitable. Dile a tu hijo que volverás más tarde, y luego vete rápidamente.[3]
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    Determina si tu comportamiento contribuye a su dependencia. ¿Es posible que estés generando o causando inconscientemente este comportamiento en tu hijo? Con frecuencia, los padres suelen sobreproteger a sus hijos para evitar daños físicos o emociones negativas. Si este es tu caso, intenta relajarte un poco para que tu hijo se sienta cómodo al reafirmar su independencia.
    • Para fomentar su independencia, dile qué tan fuerte y valiente es, y anímalo a probar cosas nuevas. Permite que camine unos pasos alejado de ti en el parque o en la biblioteca (siempre que esto sea seguro) para que pueda jugar con otros niños. Permite que se suba a los juegos infantiles en el parque o que explore el patio trasero sin vigilarlo muy de cerca.
    • No reacciones de manera exagerada si se lastima. Por ejemplo, si sufre una pequeña caída, espera a ver si se ha lastimado antes de correr a su lado.
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    Ten en cuenta los trastornos que pueden causar dependencia. Si bien este puede ser un comportamiento totalmente normal en los niños, también es posible que tu hijo padezca algún trastorno que deba tratarse. La dependencia es un síntoma muy común en el trastorno de adaptación, el trastorno de vinculación y la ansiedad por la separación. Si te preocupa que tu hijo sufra alguno de estos trastornos, consulta con el pediatra acerca de los posibles tratamientos. En esta situación, también sería útil consultar con un terapeuta o especialista en comportamiento de niños.[4]
    • Trastorno de adaptación: ocurre después de una experiencia traumática o una situación muy difícil (como mudarse, empezar la escuela, etc.)[5] El niño lucha por adaptar su vida después del cambio, y puede presentar algunos síntomas como depresión o ansiedad anormal, problemas para dormir, llantos regulares, hostilidad y ganas de pelear, aislamiento y negación a ir a la escuela.[6]
    • Trastorno de vinculación: el niño tiene problemas para conectarse con las personas. Este comportamiento suele ser consecuencia de un abuso, rechazo o inestabilidad durante los primeros tres años de vida.[7] Algunas conductas que el niño puede expresar son falta de confianza, problemas para demostrar afecto, aversión al contacto físico o las muestras de cariño, enojo a través de rabietas o de un comportamiento pasivo agresivo, obsesión por tener el control, ausencia de culpa o remordimiento, dependencia y exigencia.[8] [9]
    • Ansiedad por la separación: los niños que sufren este trastorno generalmente han sido criados en familias muy unidas, y presentan un gran nivel de ansiedad o miedo al separarse de sus familiares más cercanos. Es posible que experimente tristeza, problemas de concentración, aislamiento social, temor intenso al peligro percibido (animales, ladrones, accidentes automovilísticos, etc.) hacia sí mismo o a sus familiares, imposibilidad de dormir sin la compañía de otra persona, miedo a dormir fuera de su casa, dependencia, ira e incluso violencia contra una persona que intente separarlo de alguien.[10] Para clasificar como ansiedad por separación, el niño debe presentar estos síntomas durante al menos cuatro semanas.[11]
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Parte 2
Parte 2 de 4:
Lidiar con la dependencia en el momento

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    Evita las situaciones que exacerben la dependencia del niño. Si tu hijo está atravesando una etapa de dependencia, está bien evitar aquellas situaciones que acentúan este comportamiento. Al igual que como tú quizás evitas situaciones que te provocan ansiedad, está bien evitar aquellas situaciones que tengan un efecto negativo en tu hijo.[12]
    • Además, ten en cuenta que el hambre y el cansancio pueden exacerbar un comportamiento de dependencia.
    • Una vez que hayas identificado las situaciones que le generan ansiedad a tu hijo, asegúrate de evitarlas por completo. Por ejemplo, si los parques infantiles están demasiado llenos o las reuniones de juegos con determinadas personas empeoran el problema, evita estas situaciones hasta que tu hijo se vuelva más independiente.
    • Si no puedes evitar estas situaciones por completo, intenta adaptarlas para que sean más aceptables para tu hijo. Por ejemplo, puedes ir a los parques infantiles por las mañanas (cuando hay menos personas) u organizar reuniones de juego sin compartir tanto tiempo a solas. En este último caso, puedes encontrarte con el amigo de tu hijo y sus padres en el zoológico o el acuario.
    • Esta estrategia solo servirá si la dependencia del niño es relativamente nueva. En cambio, si tu hijo está experimentando una ansiedad intensa desde hace varios meses y esto interfiere en tu vida diaria o en su capacidad para alcanzar hitos normales en su desarrollo, habla con el pediatra para que evalúe al niño. Es posible que tu hijo sufra ansiedad social u otro tipo de trastorno de desarrollo social que afecte su capacidad de ser más independiente.[13]
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    Prepara a tu hijo para posibles situaciones problemáticas. Haz un esfuerzo consciente por preparar a tu hijo, en el caso de que no puedas evitar una situación en particular. Explícale adónde irás, qué es lo que harás y qué tipo de comportamiento esperas que tenga.
    • Aunque tu hijo sea un bebé o un niño muy pequeño que no sepa hablar bien, puedes usar términos sencillos para que comprenda qué es lo que esperas. Los bebés comprenden el lenguaje mucho antes de aprender a hablar.[14] Utiliza oraciones breves, sencillas y bien detalladas. Por ejemplo, puedes decirle "¡Hoy vamos a ir al médico! ¿Recuerdas al Dr. Pérez? ¡Él te cuida muy bien! Observará tus ojos, oídos y escuchará tu corazón. También te pesará. Te aplicará una pequeña inyección en el brazo. Esto dolerá, pero pasará rápido, y el Dr. Pérez te dará una paleta". Si tu hijo es muy ansioso, prueba representar la situación.
    • Tómate un tiempo para preparar a tu hijo si se ve afligido cuando lo dejas al cuidado de otra persona. Explícale que comprendes sus sentimientos, y que son comprensibles. Haz hincapié en el hecho de que se divertirá mucho y recuérdale que regresarás. Nunca huyas; simplemente explícale qué es lo que sucede y conserva una actitud positiva. Huir solo le enseñará a no confiar en ti.
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    Intenta ser menos protector. Ofrécele un poco de libertad e independencia cuando sea apropiado. Quizás necesites superar tus propios miedos y aprensiones antes de que tu hijo pueda hacer lo mismo.
    • Permite que el niño se adapte gradualmente a la independencia. Para ello, déjalo jugar solo. En lugar de estructurar su día entero o intentar interactuar con él todo el tiempo, dale permiso para entretenerse solo durante un breve período de tiempo. Quizás disfrute al mirar libros, colorear, construir con bloques o jugar con las muñecas. Si tu hijo es muy pequeño, quizás pueda jugar solo durante algunos minutos. Cuando tenga cuatro o cinco años, podrá estar una hora o más jugando juegos imaginativos.[15]
    • Mientras tu hijo juega en el parque infantil o en cualquier otro espacio público, aléjate un paso más atrás de donde te pararías normalmente. Mientras tenga libertad de movimiento y sea capaz de utilizar los juegos de manera segura, da un paso hacia atrás cada vez que lo lleves al parque, hasta finalmente poder sentarte en un banco cercano. Asegúrate de animarlo y apoyarlo, e involúcrate en el juego al observarlo activamente (¡no te distraigas con el teléfono!) sin vigilarlo muy de cerca.
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    Apóyalo al brindarle seguridad. Un niño dependiente busca refugio y seguridad. No rechaces, ignores o regañes a tu hijo por este comportamiento. En cambio, abrázalo y proporciónale la seguridad que necesita al mismo tiempo que lo animas a ser más independiente.
    • Una forma de tranquilizar a un bebé o niño ansiosos es hacerles saber lo que estás haciendo. Por ejemplo, avísale si tienes que ir la habitación contigua. Puedes decirle "Tengo que poner la taza en el fregadero. Enseguida regreso". Al dejarlo en la escuela o la guardería, avísale que te irás en lugar de desaparecer cuando no te esté mirando. Quizás la situación sea más difícil, dado que es muy probable que llore, pero de esta forma sentirá que puede confiar en ti y en lo que sucederá, y no tendrá que preocuparse por tu desaparición repentina.[16]
    • Si observas que tu hijo experimenta un gran nivel de estrés cuando tienen que estar separados, intenta pasar más tiempo abrazándolo, leyéndole historias o jugando en el patio juntos. Durante estos días, posiblemente necesite más atención de lo normal para sentirse más seguro.[17]
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    Toma en serio sus emociones. Intenta comprender sus miedos y ansiedad, y explícale los motivos por los cuales determinada situación es segura sin menospreciar sus sentimientos. Dile que comprendes cómo se siente, incluso cuando te esfuerzas por hacer que tu hijo sea menos dependiente.
    • Recuerda que los niños pequeños solo han estado en el mundo durante poco tiempo, y que sus sistemas de referencias son muy limitados. Los temores que pueden parecer insignificantes para un adulto pueden ser abrumadores para un niño pequeño. Respeta a tu hijo al tomar sus miedos en serio e intentar ayudarlo a comprenderlos y superarlos, en lugar de decirle que sus emociones no son importantes o que está actuando como un bebé.
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    No castigues a un niño dependiente. Recuerda que esta fase de dependencia es normal y saludable en el desarrollo de tu hijo. No querrás que se sienta mal por el hecho de necesitarte. Ten en cuenta que está actuando según una etapa común del desarrollo. Además, castigarlo no solo no mejorará la situación, sino que lo confundirá más.[18]
    • Recuerda que si tu hijo es dependiente, él confía en que tú podrás atender sus necesidades. Si le gritas o lo castigas por su dependencia, no sabrá a quien recurrir cuando necesite apoyo.
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Parte 3
Parte 3 de 4:
Fomentar la independencia

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    Sepárate de tu hijo de manera gradual. Intenta separarte de a poco si tu hijo es dependiente y experimenta una ansiedad muy intensa ante la separación. Déjalo solo durante unos minutos y luego regresa. Incrementa la cantidad de tiempo gradualmente, hasta que pueda adaptarse a la idea de una separación temporal.
    • Cuando estén jugando juntos en la casa, prueba decirle "Me he olvidado el agua en la cocina. ¡Enseguida regreso!". Busca lo que sea que te hayas olvidado y regresa de inmediato. No pierdas el tiempo. De esta forma, observará que eres una persona confiable, y que si dices que regresarás, así lo harás.
    • La próxima vez que abandones la habitación, haz algo que te lleve más tiempo. Por ejemplo, puedes decirle "Tengo que lavar ropa. ¡Volveré en unos minutos!". Cada vez que tengas que irte de la habitación, intenta demorar uno o dos minutos más de lo normal.
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    Crea una rutina para proporcionarle seguridad a un hijo ansioso. Los niños que no se sienten cómodos con el cambio pueden volverse menos dependientes si creas una rutina regular. Al hacerlo, el niño sabrá con anticipación qué es lo que sucederá. Por ejemplo, explícale que todos los días lavarás los platos después de almorzar, y hazle notar que en este momento tendrá que jugar solo.
    • Una muy buena idea puede ser establecer patrones y rutinas durante los momentos del día en los que manifieste un comportamiento muy dependiente o ansioso. Por ejemplo, si suele tener problemas cuando lo dejas en la escuela, puedes establecer el ritual de poner su almuerzo en su casillero, saludar a su profesora, despedirse con un abrazo y "chocar los cinco" de camino a su asiento.
    • Los rituales a la hora de dormir les proporcionan una estructura y previsibilidad a aquellos niños que se vuelven muy dependientes cuando sus padres les dicen que tienen que acostarse. Una rutina relajante puede incluir darse un baño caliente, recibir un masaje con lociones, ponerse el pijama, escuchar una historia o una canción, y luego acostarse. También puedes utilizar una frase simple o una forma de desearle buenas noches como, por ejemplo, "¡Te amo muchísimo! Nos veremos nuevamente cuando te despierte por la mañana". De esta forma, tu hijo tendrá la seguridad de que estarás ahí cuando despierte. [19]
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    Asígnale tareas independientes para mejorar su autoestima. Ayúdalo a que se sienta más seguro e independiente al permitirle que realice tareas específicas. Estos pequeños logros pueden ayudarlo a desarrollar el sentido del valor propio e independencia. Además, esta actitud de saber que puede hacer cosas se traducirá en futuros intentos por realizar tareas distintas.[20]
    • La tarea que escojas debe ser coherente con las habilidades y la edad de tu hijo, pero algunas ideas incluyen ordenar sus juguetes, poner la mesa, doblar los trapos o las toallas, seleccionar la ropa para lavar, revisar el correo o lavar los vegetales para la cena. Lo importante es que le asignes tareas que pueda hacer por sí mismo, pero que a la vez sean actividades con las que suela necesitar ayuda, como ponerse el calzado o lavarse las manos.
    • Crea una tabla de recompensas. En la parte superior, escribe los días de la semana. En el lateral, escribe los quehaceres o las tareas. Por cada tarea que complete, permite que el niño coloque una pegatina en el lugar correspondiente. Cuando haya llenado la tabla o haya recibido una determinada cantidad de pegatinas (por ejemplo, 10), puedes recompensarlo con una visita a un parque acuático o un cono de helado.
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    Proporciónale muchas oportunidades para socializar. Los grupos y las reuniones para jugar le permitirán estar con otros niños, algunos de los cuales podrían ser menos dependientes. Estos encuentros sociales lo animarán a divertirse y a desarrollar otras relaciones, además del vínculo que tiene contigo.
    • Intenta que conozca al menos a otro niño del grupo si observas que es muy dependiente en estas situaciones de socialización. Asegúrate de quedarte cerca del grupo y dile que estarás ahí. Aléjate gradualmente de estas situaciones, a medida que tu hijo se sienta más cómodo.
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    Planifica actividades nuevas para fomentar su independencia. Haz que tu hijo se interese en jugar de manera independiente (o con otros niños) al cambiar el ambiente u ofrecerle un juguete o un juego nuevos. Si suelen jugar en el patio, llévalo al parque. Si suele jugar con los bloques de construcción, anímalo a realizar un proyecto de manualidades.
    • Considera la opción de acercarte a una biblioteca para buscar información acerca de los grupos de juego, las reuniones y los encuentros de lectura de cuentos. Estas pueden ser excelentes opciones para romper una rutina monótona.
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Parte 4
Parte 4 de 4:
Brindarle mucho amor y atención

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    Comienza cada día con amor y afecto. Saluda a tu hijo con besos y abrazos en la mañana, y establece un tono positivo para el día.
    • Los niños que reciben mucho amor a través del contacto físico suelen tener un vínculo más cercano con sus cuidadores, lo cual les proporciona una sensación de seguridad y tranquilidad. Además, el afecto refuerza el crecimiento cerebral y mejora las habilidades sociales y la autoestima. Estos aspectos son muy importantes en la vida del niño, dado que lo ayudarán a sentirse más seguro en el mundo, reduciendo las probabilidades de ser dependiente en situaciones desconocidas.[21]
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    Comparte más momentos de calidad con tu hijo. Los niños dependientes se sienten más seguros e independientes si saben que sus padres están para apoyarlos. Asegúrate de pasar más tiempo con tu hijo todos los días y evita cualquier tipo de distracción (apaga el televisor, el celular y otros dispositivos electrónicos). Escucha a tu hijo y ofrécele toda tu atención.
    • Intenta pasar más tiempo en la biblioteca local o incluso en el patio de tu casa. Siéntate a la altura del niño y jueguen juntos bajo las reglas de tu hijo. Permite que guíe el juego.
    • Para obtener un mejor resultado, incorpora el tiempo juntos en la rutina. Por ejemplo, si planificas pasar más tiempo con tu hijo después de almorzar, él sabrá qué así sucederá. De esta forma, será menos probable que se comporte de manera muy dependiente en otros momentos.
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    Celebra una actividad independiente para animarlo a hacer más. Ofrécele muchos elogios y demuestra un gran entusiasmo cuando juegue solo o se anime a salir de su zona de confort. Asegúrate de que sepa que reconoces y aprecias su esfuerzo.[22]
    • Al felicitarlo por hacer cosas nuevas o demostrar independencia, el niño notará que observas el gran esfuerzo que conlleva perfeccionar una habilidad nueva. Si tu hijo es complaciente, querrá seguir haciendo actividades independientes para poder complacerte y recibir más elogios.[23]
    • Asegúrate de no desarrollar el hábito de exagerar los elogios, dado que esto puede ser contraproducente para un niño ansioso o inseguro. Algunos niños interpretan los elogios como una forma de evaluar sus esfuerzos e incluso su valor como persona. De esta forma, pueden volverse demasiado conscientes a la hora de probar cosas nuevas y difíciles por miedo a que sus padres no estén orgullosos de ellos en el caso de que fallen.[24]
    • Por ejemplo, elogia la valentía o predisposición de tu hijo para probar algo nuevo, en lugar de poner demasiado énfasis en el resultado final. Permite que el niño sepa que es admirable correr riesgos y trabajar en algo.[25]
    • Evita elogiar cosas que no sean logros. No es necesario que festejes todo lo que hace ("¡Has comido todos los vegetales! ¡Hurra!"),[26] dado que este comportamiento podría atenuar sus logros verdaderos y hacerlo sentir que tiene que impresionarte constantemente.
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    Anímalo a que dibuje sus sentimientos. Cuando tengas que dejar a tu hijo solo por un momento, anímalo a que cree un dibujo que exprese sus sentimientos. De esta forma, el niño podrá apreciar que le importas, además de tener una actividad en qué concentrarse durante tu ausencia.
    • La terapia artística se utiliza cada vez más para tratar la ansiedad y otros problemas en los niños, dado que no siempre tienen las palabras precisas para expresar sus sentimientos.[27]
    • Si bien es posible que no logres evaluar sus trabajos de arte como un psicólogo capacitado, puedes buscar temas o patrones para determinar qué es lo que le está causando complicaciones a tu hijo. ¿Tiene miedo a estar solo porque cree que le podría suceder algo o porque cree que no regresarás? Hazle preguntas relacionadas con el dibujo para poder comprender mejor su dependencia.
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    Ten paciencia durante esta etapa. Todos los niños son diferentes. La dependencia es una etapa normal del desarrollo; el niño lo superará en su momento y a su propio ritmo.
    • Mientras tanto, no olvides cuidarte a ti mismo. Tener un hijo muy dependiente puede ser una experiencia emocionalmente desgastante. Por lo tanto, tómate un tiempo para relajarte y haz algo que disfrutes mientras tu hijo esté seguro en la casa de un familiar o con la niñera.
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Consejos

  • Comprende que la dependencia puede aparecer y desaparecer. Algunos niños parecen superar esta etapa y luego experimentan una recaída cuando suceden acontecimientos importantes en su desarrollo o cuando ocurren cambios importantes, como comenzar la escuela o tener un hermano nuevo.
  • Es fundamental tener una actitud positiva para lidiar con un niño dependiente. El problema podría empeorar si el niño ve que te frustras, te molestas o te enojas por su dependencia. El objetivo es que puedas ayudarlo a sentirse seguro, capaz, confiado y amado.
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Acerca de este wikiHow

Trudi Griffin, LPC, MS
Coescrito por:
Consejera profesional
Este artículo fue coescrito por Trudi Griffin, LPC, MS. Trudi Griffin es un consejero profesional con licencia en Wisconsin especializado en adicciones y salud mental. Brinda terapia a las personas que luchan contra las adicciones, la salud mental y los traumas en entornos de salud comunitaria y práctica privada. Recibió su maestría en Consejería Clínica de Salud Mental en la Universidad Marquette en 2011. Este artículo ha sido visto 8494 veces.
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