Si un hijo actúa agresivamente repetidas veces, podrías preguntarte “¿Qué estoy haciendo mal?”. En lugar de ser duro contigo mismo por la tendencia de un hijo a gritar, golpear o empujar, usa el problema como un punto de referencia para enseñarle formas más apropiadas de comportarse. Asegúrate de no responder a su agresión con más agresión. Mantén la calma y muéstrale a tu hijo cómo encontrar soluciones para situaciones comunes y expresarse con confianza.

Método 1
Método 1 de 3:
Reaccionar a la agresión

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    Mantén la calma. Resiste las ansias de comportarte agresivamente. Respira profundamente unas cuantas veces o cuenta en silencio hasta 10 para mantener la compostura.[1]
    • Cuando estés en control de tu propia reacción emocional, tu hijo puede observar tu ejemplo para manejar situaciones difíciles.
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    Retira a tu hijo del ambiente. Detén comportamientos agresivos haciendo que el hijo se aleje de la situación. Por ejemplo, si está jugando bruscamente con sus hermanos, haz que se tomen un descanso.[2]
    • Si se porta mal en el supermercado, sal de ahí. Si estás comprando con un acompañante, haz que dicha persona lo acompañe afuera.
    • Si tu hijo deliberadamente usa la agresión para escapar de actividades o situaciones indeseables, usa otro enfoque. No dejes que se vaya.
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    No le pegues a tu hijo. Debido a que vas a tratar de inculcar la idea de que la agresión no es la solución, evita pegarle a un hijo agresivo. En su lugar, usa consecuencias que lo ayuden a aprender de sus errores e inspiren un mejor comportamiento en el futuro.[3]
    • Por ejemplo, podrías hacer que el hijo agresivo escriba una oración varias veces, como “No empujaré en la fila. Mantendré las manos quietas y esperaré mi turno”.
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    Establece límites claros y cíñete a consecuencias claras. Asegúrate de que tu hijo sepa lo que esperas de él explicándole las reglas. Publícalas en un área común, tal como el refrigerador o en la sala. Cuando el hijo rompa una regla, di calmadamente lo que hizo mal y la consecuencia por su mal comportamiento.[4]
    • Di algo como, “No se patea, Bryan. Porque pateaste a tu hermano, no podrás terminar de ver el programa. Ve a tu cuarto y lee un libro”.
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    Sé constante con la disciplina. A través de situaciones y cuidadores, es importante mantener la constancia. No ignores comportamientos agresivos en casa, pero castigues al hijo cuando ocurran en público. De manera similar, si un padre establece una regla o consecuencias para la agresión, el otro también necesita estar de acuerdo.[5]
    • Si no detienes y abordas constantemente el comportamiento agresivo, el hijo no sentirá motivación (o se acordará) de cambiarlo.
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    Toma un descanso para regular tus propias emociones si el hijo te lastima. Si terminas en medio de la agresión de tu hijo, tómate un momento para cuidar de ti mismo. Dile al hijo, “Ay, ¡me lastimaste! Voy a hablar contigo una vez que me haya calmado”. Luego, ve a otra habitación, cuida de tus heridas y cálmate antes de hacer cumplir cualquier consecuencia.[6]
    • Es fácil responder desfavorablemente si el hijo agresivo te ha causado dolor físico. Para prevenir una reacción que inicie un ciclo de violencia, detente y cuida de ti mismo primero.

Método 2
Método 2 de 3:
Desarrollar nuevos hábitos

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    Aporta ideas de comportamientos de reemplazo. Una vez que le hayas dicho a tu hijo que su comportamiento es inaceptable, aliéntalo a usar sus palabras para pensar en soluciones. Podrías decir “¿Puedes pensar en una forma mejor de pedir el juguete?”.[7]
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    Simula cómo el hijo debería reaccionar. Revisen juntos formas efectivas de reaccionar a situaciones comunes. Actúa como la otra persona y deja que tu hijo practique usando sus palabras para expresarse o pedir algo.[8]
    • Por ejemplo, podrías practicar dejando que tu hijo te pida de buena manera si puede usar algo en lugar de empujar a los demás o arrebatar un juguete.
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    Premia los comportamientos apropiados. Aumenta la probabilidad de que tu hijo se comporte apropiadamente felicitando o premiando dichos comportamientos cuando los veas. Di, “¡Me gusta cómo usaste tus palabras!” o dale un premio por practicar autocontrol.[9]
    • Premiar el comportamiento positive es un método mucho más efectivo que castigar al hijo por el comportamiento negativo.
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    Canaliza la energía agresiva de formas positivas. Ayuda a tu hijo a liberar energía de formas flexibles como ejercitarse o jugar. Deja que tu hijo corra en el parque, haga saltos de tijera o juegue con un frisbee con el perro para liberar la energía agresiva. Algunos niños necesitan tiempo al aire libre con más frecuencia y constancia que otros y este podría ser el caso para este hijo.[10]
    • Tener estos medios podría reducir sus comportamientos agresivos y malos.
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    Apela al egoísmo de tu hijo. Ayúdalo a ver que comportarse mal lo mete en problemas y adoptar comportamientos de reemplazo lo ayuda a evitar consecuencias. Muéstrale las ventajas de comportarse apropiadamente.[11]
    • Podrías decir, “Te metes en problemas cuando empujas o golpeas. Cuando usas tus palabras, es más probable que obtengas lo que quieras”.
    • Ya sea que vayas a lidiar con un adolescente o un hijo más joven, no necesariamente frenarás los comportamientos agresivos al tratar de hacer que el hijo sienta empatía con la víctima.
    • Sigue dejando muy claro que no tolerarás comportamientos agresivos.

Método 3
Método 3 de 3:
Buscar ayuda para la agresión

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    Busca patrones en su agresión. La mayoría de los niños se comportan mal de la misma forma una y otra vez. Detectar estos patrones recurrentes puede ayudarte a llegar al problema central.[12]
    • Por ejemplo, tal vez es más probable que el adolescente empuje y golpee cuando se siente asustado. Tal vez el niño patea cuando está cansado.
    • Notar el contexto del comportamiento agresivo puede ayudarte a encontrar soluciones prácticas, tales como abordar el miedo de tu hijo o garantizar que descanse bien.
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    Obtén comentarios de los demás. Coordina con otros cuidadores y profesores para determinar si presencian comportamientos agresivos. Hablar con otras personas también puede ponerte al tanto de la causa de los comportamientos.[13]
    • Por ejemplo, tal vez tu hijo ha estado comportándose mal en la escuela. Si los comportamientos no están ocurriendo en casa o en otros ambientes, podrías tener que trabajar con la escuela para abordar la raíz del problema, que podría ser intimidación o incluso un retraso en el aprendizaje.
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    Ve a un terapeuta. Si sientes que no sabes cómo manejar a un hijo agresivo, considera ver a un profesional. Él puede trabajar con tu hijo para averiguar la carencia subyacente que cause la agresión. También puede enseñarte prácticas de crianza más positivas para frenar el comportamiento agresivo de tu hijo.[14]

Acerca de este wikiHow

Klare Heston, LCSW
Coescrito por:
Trabajadora social clínica
Este artículo fue coescrito por Klare Heston, LCSW. Klare Heston es una trabajadora social clínica independiente licenciada que reside en Cleveland, Ohio. Con experiencia en asesoría académica y supervisión clínica, Klare obtuvo su maestría en trabajo social en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia en 1983. También tiene un certificado de posgrado de 2 años del Instituto Gestalt de Cleveland, además de una certificación en terapia familiar, mediación, y recuperación y tratamiento de traumas (EMDR). Este artículo ha sido visto 1345 veces.
Categorías: Vida familiar