Los niños hiperactivos se mueven constantemente, tienen dificultades para concentrarse, no pueden sentarse quietos y, por lo general, están demasiado emocionados. Que un niño sea hiperactivo no siempre quiere decir que presenta un trastorno por déficit de atención e hiperactividad (TDAH), pero es posible que tenga tendencias que contribuyan a que le sea difícil mantenerse concentrado. El medicamento para la hiperactividad a menudo se prescribe en exceso [1] . Más bien, los cambios en la dieta, las rutinas y las actividades calmantes pueden ayudarte a tranquilizar a un niño hiperactivo.

Método 1
Método 1 de 5:
Crear un ambiente tranquilo

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    Crea un espacio tranquilo solo para niños. Dedícale una esquina de una habitación, una rendija u otro espacio pequeño para tener un lugar en el que el niño pueda sentarse solo. Pon almohadas, animales de peluche, libros u otros artículos acogedores en este espacio. Este no será un lugar de tiempo fuera al cual ir cuando se porte mal. Más bien, es un espacio donde el niño se pueda sentir seguro y tenga la oportunidad de relajarse.[2]
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    Ponle música tranquila. Si pones música en casa, escoge una tranquilizante como la clásica o de meditación en lugar de un pop animado o el rock pesado. Mucha bulla puede ser un desencadenante para que algunos niños se pongan hiperactivos, y eliminarla o cambiarla puede ser útil para calmarlos.
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    Reduce el tiempo en la pantalla. Demasiada exposición a la televisión, los videojuegos, la computadora o el teléfono puede ser un desencadenante de la hiperactividad. Estos dispositivos con frecuencia tienen imágenes que se mueven rápidamente, colores brillante y sonidos de alto volumen que son todo lo contrario a tranquilizantes. Reduce el tiempo que el niño pasa viendo la pantalla o elimínalo por completo.[3]
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    Hazle un masaje corto. Los niños hiperactivos, en especial, responden bien al contacto y la afección. Dale un masaje corto en la espalda, los pies o las manos para que se tranquilice. El contacto físico y la afección estimulan las endorfinas, lo que puede ser muy tranquilizante y reparador.
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    Háblale en un tono de voz tranquilo. En lugar de gritar o hablar en voz alta, disminuye el volumen de tu voz y habla con el niño de forma calmada. Es posible que tenga que detener lo que está haciendo para escucharte, lo que contribuirá a interrumpir su hiperactividad.
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    Retira al niño de situaciones específicas. Si hay muchas personas alrededor, en especial, otros niños que hacen ruido o son bulliciosos, esta situación puede desencadenar también la hiperactividad en un niño. Aleja a tu niño de esta situación y dale un poco de tiempo reposado por su cuenta o solo contigo.
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Método 2
Método 2 de 5:
Planificar actividades

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    Ayuda a que el niño gaste energía. Puedes ayudarlo a hacer un poco de ejercicio yendo a caminar, montando bicicleta o yendo al parque. A todos los niños se les acumula energía que necesita un escape, y puede ser un caso en particular para un niño hiperactivo. Salir al exterior y cambiar de ambiente pueden ser medidas muy útiles para canalizar el temperamento del niño.
    • Encuentra un deporte que el niño disfrute. No lo presiones a hacer un deporte que no le guste, pues puede incrementar su hiperactividad y falta de concentración.
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    Haz actividades calmadas. Dale una oportunidad al niño de respirar y relajarse al leer un libro juntos o cantarle una canción suave. Darle un baño tibio también es una buena idea.[4] Agrégale aceites esenciales de lavanda al baño para crear un aroma tranquilizante.
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    Pasen un tiempo en un escenario natural. La naturaleza tiene un efecto tranquilizante en las personas, incluso si se trata simplemente de pasar tiempo en el jardín o el patio. Ir a caminar o escalar en el bosque también puede ser beneficioso, pues el niño recibirá aire fresco, hará ejercicios y tendrá la oportunidad de despejar su mente.[5]
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    Distrae al niño con otra actividad. Si hay alguna situación que parece desencadenar la hiperactividad del niño, como algo que sea ruidoso, frustrante o muy caótico, entre otros, canaliza su atención hacia otra actividad. Esto puede ayudarlo a reenfocar su atención.
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    Usa imaginería y meditación guiadas. Meditar es una buena forma de tranquilizar la mente y el cuerpo a cualquier edad. Cuando un niño no es capaz de lidiar con el acto de pensar en situaciones estresantes, puedes ayudarlo a visualizar la forma en que puede reaccionar ante ellas. Esto lo puede ayudar calmarse. Busca ejemplos en internet o encuentra un libro en la biblioteca de tu localidad sobre la meditación y la imaginería guiada para niños.[6]
    • Por ejemplo, haz que el niño se siente y cierre los ojos. Pídele que imagine un espacio tranquilo como una playa o un bosque. Haz que preste atención a los sonidos que escucha, el viento que siente en el rostro y los detalles que ve a su alrededor. Usar un espacio tranquilizante con regularidad puede ser útil.
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    Practica técnicas de respiración. Enséñale a tu niño a respirar profundamente para relajarse. Inhala profundamente por la nariz y exhala con lentitud por la boca. Enfócate en diferentes partes del cuerpo cuando estés respirando profundamente.[7]
    • Por ejemplo, haz que el niño piense en sus piernas mientras respira profundamente y con ritmo. Haz que contraiga los músculos de sus piernas al momento de inhalar y los relaje con cada exhalación. Hazlo con diferentes partes del cuerpo hasta que esté todo relajado.
    • Haz que el niño imagine un color cálido o claro que lo rodea cuando está respirando. Para calmarlo, haz que imagine que este color o luz lo está envolviendo.
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    Haz que practique yoga o tai chi para niños. Las prácticas meditativas como el yoga y el tai chi no solo son buenas para los adultos, sino que también ayudan a que el niño se concentre y encuentre un equilibrio en su vida. Encuentra un DVD en la biblioteca de la localidad que sea una guía para niños en yoga o tai chi. También puedes buscar una en internet.
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    Dale un diario al niño para que escriba. Si el niño tiene la edad necesaria para escribir, dale un cuaderno o un diario para que anote sus sentimientos. Puede escribir una o dos páginas al día y plasmar sus ideas, problemas y preocupaciones. Tal vez tenga la hoja intacta o la arrugue y la tire.
    • No leas el diario del niño. Él debe sentir que puede ser honesto en su diario en todo momento, y respetar su privacidad le ayudará a sentirse lo suficientemente seguro como para escribir lo que está en su mente en realidad.
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Método 3
Método 3 de 5:
Crear rutinas

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    Establece un horario diario. A los niños les va muy bien con la rutina, y saber las actividades que van a realizar durante el día los ayuda a tener una sensación de estabilidad. Esto no quiere decir que tienes que programar cada momento del día, pero las comidas deben ser en un horario constante, la hora de las tareas después de la escuela, la hora del baño antes de dormir, entre otros.
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    Coman juntos. Siéntate con el niño en las comidas. Así, el niño tendrá la oportunidad de consumir buenos alimentos y tener tu atención al mismo tiempo. Enséñale hábitos de alimentación saludable.
    • No permitas medios de comunicación con pantalla en la mesa. Apaga la televisión, la computadora y el teléfono cuando estén comiendo juntos.
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    Alienta hábitos de sueño saludables. Los niños menores necesitan entre 10 y 12 horas de sueño cada noche, mientras que los adolescentes necesitan entre 8 y 9 horas.[8] Asegúrate de que el niño se vaya a la cama a una hora razonable y tenga una noche de sueño plena y sin interrupciones.
    • Reduce el tiempo de los medios audiovisuales (la televisión, la computadora, los juegos de video), en especial antes de ir a dormir, pues pueden alterar los patrones de sueño.[9]
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Método 4
Método 4 de 5:
Cambiar la dieta

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    Sírvele un desayuno saludable. Dale un buen inicio del día con proteína y granos integrales. Sírvele huevos o mantequilla de maní en una tostada. No uses cereales azucarados, pan blanco u otros carbohidratos y azúcares refinados, que podrían contribuir a crear desequilibrios en el azúcar en la sangre.
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    Determina si le tiene alergia a algún alimento. Las alergias pueden provocar problemas en el comportamiento. Elimina algunos alimentos para ver si el niño es alérgico o sensible a ellos. Empieza por algunos de los alimentos alergénicos más comunes, como el trigo, los lácteos, los huevos, el maíz, los mariscos o el maní. Fíjate cómo se siente y se comporta el niño cuando elimines cada uno de estos alimentos y vuelvas a incluirlos en su dieta.[10]
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    Sírvele muchas frutas y verduras. Las verduras de hoja verde tienen muchas vitaminas y le aportan buenos nutrientes al niño. Muchas de ellas también tienen ácido omega 3, que contribuye con la hiperactividad. Las frutas pueden ser una buena alternativa a los dulces que contienen azúcar refinada.[11]
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    Haz que el niño esté bien hidratado. Asegúrate de que beba suficiente agua todos los días, pues le ayudará a sentirse bien en general, además de contribuir a que su cuerpo elimine toxinas. Sírvele agua sola en lugar de gaseosas o jugos de fruta.
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Método 5
Método 5 de 5:
Usar remedios naturales

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    Usa aceites esenciales. Los aceites esenciales derivan de las plantas y se pueden agregar a un baño tibio o a un difusor de aromaterapia para que expida un olor tranquilizante.[12] Algunos aceites esenciales que son muy buenos para la hiperactividad son la lavanda, la menta y la naranja.
    • Pon algunas gotas en un pañuelo y haz que el niño inhale el olor para ayudarlo a que se calme.
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    Haz que el niño beba tés tranquilizantes. Hay muchas hierbas naturales que tienen propiedades tranquilizantes, como la manzanilla, la hierba gatera y la menta. Cuida de no servirle un té muy caliente, en especial, si es pequeño.
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    Dale suplementos nutricionales. Algunas personas que tienen hiperactividad podrían tener una deficiencia de calcio o magnesio. Estos nutrientes ayudan a la relajación muscular y el sueño. Dale suplementos que compres en tiendas de alimentos de salud natural. Lee bien las instrucciones de la etiqueta para cerciorarte de darle la dosis adecuada de los suplementos.[13]
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Advertencias

  • Los medicamentos para el TDAH, por lo general, se recetan demasiado y no son el mejor enfoque.[14] Estos medicamentos tienen efectos secundarios perjudiciales, que pueden incluir alteraciones en el sueño, cambios de ánimo, pérdida del apetito y otros síntomas.[15] Los medicamentos deben ser un último recurso para tranquilizar a un niño hiperactivo. Habla con el médico que lo ve para que te dé más información.
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