Falsa equivalencia

Características

La forma común de llevar a cabo esta falacia es aferrándose a un rasgo común entre dos temas y asumir que existe una equivalencia entre ambos. Es el resultado de tomar un rasgo común que puede ser fortuito o anecdótico y asumir que por ello ambos objetos o temas son necesariamente equivalentes, lo que implica ignorar selectivamente otros rasgos que no son comunes.
El patrón de esta falacia es así: "Si A tiene la propiedad C y D, y B tiene la propiedad D y E, entonces A y B son equivalentes ya que ambas contienen la propiedad D."
En este caso es cierto que A y B contienen la propiedad D, pero ello no hace que A y B sean equivalentes, ya que ambas poseen propiedades únicas que no son compartidas.

Las siguientes frases son ejemplos de falacias de falsa equivalencia:

  • "Ambos son mascotas muy suaves, por tanto no hay diferencia entre un perro y un gato."
  • "Todos nacimos desnudos, por tanto no existen diferencias entre las personas."

La falsa equivalencia se usa comúnmente en la política, en la que un político acusa a su oposición de haber cometido actos equivalentes.[2] La falacia de la falsa equivalencia no debe ser confundida con la falacia del "falso equilibrio" (también conocida como "falsa balanza") donde se presenta un problema desde puntos de vista opuestos otorgándole la misma credibilidad a ambas sin tener en cuenta la evidencia detrás de cada postura.

Véase también

Referencias

  1. Harry Phillips, Patricia Bostian, The Purposeful Argument: A Practical Guide, Brief Edition (2014), second edition, p.129.
  2. Poniewozik, James (7 de octubre de 2013). «Not 'Both Sides,' Now: Why False Equivalence Matters in the Shutdown Showdown». Time. Consultado el 8 de agosto de 2014.
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