Feminismo islámico

Feminismo islámico es un movimiento que reivindica el papel de las mujeres en islam. Aboga por la igualdad completa de todos los musulmanes, tanto musulmanes de nacimiento, como las personas que cambian o se inclinan más hacia esta religión sin importar el sexo o género, tanto en la vida pública, como en la vida privada y por la justicia social, en un contexto islámico. Aunque arraigado en el islam, el movimiento también ha tenido como referencia los discursos feministas seculares o no musulmanes y se reconoce como parte integrante del movimiento feminista.

Meena fue activista de los derechos de igualdad de las mujeres y promovió el feminismo islámico

Las voceras del movimiento intentan destacar las enseñanzas de igualdad profundamente arraigadas en el Corán y animar a la crítica de la interpretación patriarcal de las enseñanzas del Corán (libro sagrado), el hadiz (refranes de Mahoma) y la sharía (ley) y el estudio de los textos considerados sagrados en orden de lograr la equidad de géneros, contribuyendo a la construcción de una sociedad más equitativa.

El feminismo islámico intenta crear un espacio entre dos posiciones contrarias, pero complementarias y muy divulgadas ambas, que niegan la posibilidad misma de existencia de tal feminismo: de un lado, el fundamentalismo islámico que considera al feminismo como una invención occidental, resultado de la aborrecida modernidad y, del otro lado, las posturas feministas o liberales que sostienen la incompatibilidad entre el feminismo y el islam, opinión a veces acompañada por la negación de la existencia de movimientos feministas en los países musulmanes. Valentine Moghadam, socióloga y jefa de la sección de Igualdad de Géneros y Desarrollo de la Unesco, considera que esas dos posiciones extremas no permiten comprender el surgimiento de los movimientos reformistas.[1]

El feminismo islámico está presente en diferentes países, desde el Magreb, el Máshreq y Asia, hasta Europa y Estados Unidos, movilizándose contra el patriarcado a partir de referencias musulmanas.[2] Un Congreso Internacional sobre el Feminismo Musulmán se llevó a cabo en Barcelona, España, del 27 al 29 de octubre de 2005.[3]

El feminismo musulmán se funda en el ijtihad (o interpretación del Corán) para cuestionar el lugar de las mujeres en los países musulmanes y en el islam. Otorga un papel central a la educación como elemento de autonomía de las mujeres.[2]

El concepto de feminismo islámico fue elaborado después de 1990 principalmente por las mujeres iraníes, laicas que se interesaron en el surgimiento del movimiento feminista después de 1980 y reformularon la problemática del feminismo en el interior del paradigma islámico. Las tesis de las iraníes circularon en Sudáfrica, Egipto, Turquía, Europa y Estados Unidos.[4]

Este movimiento convergió en la revista Zanan (Mujeres), fundada por Shahla Sherkat, que planteó el debate sobre las relaciones de género al interior del islam, y la compatibilidad entre islam y feminismo.[1] La revista Zanan enfatizó el origen social y político de la inequidad de género, y criticó el derecho musulmán como fundado en una interpretación patriarcal del Corán,[1] levantando así la cuestión del ijtihad en cuanto derecho de las mujeres a reinterpretar la fiqh, la jurisprudencia musulmana.[1] En Irán, Egipto, Marruecos y Yemen, las feministas musulmanas han atacado al derecho de familia patriarcal.[1] En la República Islámica de Irán algunas feministas se reivindican partidarias del fundamentalismo islámico en el plano político, en tanto que otras rechazan cualquier apelación a esa doctrina.[1]

El movimiento se apoya en los cuestionamientos hechos por los intelectuales musulmanes, con respecto a las relaciones entre el islam, la democracia y los derechos humanos, por ejemplo, Abdulkarim Soroush, Mohsen Kadivar, Hassan Yousefi–Eshkevari y otros conocidos como Nueva Intelectualidad Religiosa en Irán; el difunto Mahmoud Taha en Sudán; Hassan Hanafi en Egipto y el exiliado Zeid Abu Nasr; Mohammed Arkoun de Argelia, profesor de la Sorbona; Chandra Muzzafar de Malasia, Fathi Osman, entre otros.[1] Además del derecho a interpretar el Corán, las feministas islámicas reivindican el derecho a participar en las oraciones y oficios religiosos mixtos.[1]

Para Margot Badran, investigadora del Centro por la comprensión entre musulmanes y cristianos del príncipe saudita Al Walid bin Talal, en la Universidad de Georgetown (Estados Unidos), los conceptos centrales de este movimiento son la igualdad de las mujeres y la justicia social.[4] Escribe Badran:

«El Islam es la única de las tres religiones del Libro, que ha incluido en los textos –del Corán considerado como la palabra de Dios– la idea de la igualdad fundamental de la mujer y el hombre (tanto la una como el otro considerados como seres humanos o insan) y en ello incluye la cuestión de los derechos de la mujer y de la justicia social. Este es un mensaje que ha sido pervertido a nombre del Islam mismo. El patriarcado preexistente, que el Corán ha llegado a atemperar y finalmente a erradicar (...) ha demostrado ser muy resistente. Y es a pesar de la persistencia del patriarcado que la religión musulmana fue adoptada. La manipulación por las facciones dominantes de la sociedad fue tal que el Islam terminó por ser percibido como naturalmente patriarcal, hasta el punto de borrar la contradicción inherente entre la palabra revelada y el patriarcado y de aniquilar toda reivindicación islámica en favor de la igualdad de los sexos y de la justicia social. Esta no es la menor paradoja de constatar que la única religión que ha inscrito el reconocimiento de la igualdad de los sexos en sus textos, sea actualmente considerada como la más machista de todas. Los machistas musulmanes en el ámbito estatal, social o familiar y los detractores del Islam tienen un interés común, aunque por razones diferentes, para perpetuar tal ficción e un Islam patriarcal.»[4]

Margot Badran afirma que el feminismo islámico reivindica una concepción igualitaria de la umma, o comunidad de los creyentes, la cual transciende las divisiones Oriente/Occidente, público/privado, secular/religioso y desecha la idea de un Estado islámico.[4] Según Valentine Moghadam, el feminismo musulmán en conjunto con el feminismo cristiano y el feminismo judío, se arraiga en una perspectiva religiosa.[1]

Antecedentes del movimiento

Los Tuareg del Sahara son creyentes musulmanes que siguen el Corán pero mantienen sus leyes propias tradicionales y no la Sharia ni la Hiyab. Las mujeres participan activamente en las asambleas de las comunidades, expresan pública y privadamente sus opiniones, conversan tranquilamente con los hombres, no se cubren el rostro con el velo, pueden exigir el divorcio y son propietarias de diversos bienes. La filiación es matrilineal y la herencia se transmite por línea femenina.[5] El islamismo tuareg practica entonces, desde hace mucho tiempo, un derecho civil, de familia y político y una vida cotidiana, que coincide con algunas reivindicaciones del feminismo islámico.

En Egipto, el término «feminismo» fue utilizado ya hacia 1920, por las mujeres musulmanas participantes en los movimientos de liberación de la mujer, al mismo tiempo que en Estados Unidos.[4] Kumari Jayawardena demostró en 1986, en su estudio sobre los movimiento feministas orientales, que las feministas egipcias no tomaron prestada la noción de feminismo a Occidente[4] y rechazó por consiguiente la afirmación según la cual el feminismo sería un invento occidental[4] La lucha por la igualdad de derechos acompañó, en Egipto, el anticolonialismo, luchando a la vez contra el patriarcado autóctono y contra el colonialismo patriarcal.[4] De hecho los lazos con el nacionalismo causaron que se le designara como «feminismo laico», sinónimo, según Badran, de «feminismo nacional» (egipcio, sirio, etc.).[4] Huda Sharawi, quien llegó a ser la presidenta del Comité Central del Wafd, el partido nacionalista y que había fundado en 1923 la Unión Feminista Egipcia, el mismo año se quitó públicamente el velo, siendo la primera mujer egipcia en realizar dicho gesto.

Mientras en el interior del mundo musulmán los movimientos feministas laicos se desarrollan dentro de un marco nacional, el feminismo islámico se concibe como movimiento universal, que trasciende las fronteras estatales.[4]

Con el surgimiento del islam político, hacia 1970, que restableció la distinción entre lo secular y los religiosos, las feministas musulmanas fueron denigradas como musulmanas desviadas y descritas vulgarmente como «cepillos para brillar al Occidente» o «cepillos para brillar el laicismo».[4] A estos ataques se unieron los de algunas feministas laicas, que las criticaron por depender de una religión esencialmente sexista, cliché que persiste incluso actualmente.[4]

En los países en los cuales el fundamentalismo islámico conduce a una serie de regresiones importantes en el espacio de las mujeres en la sociedad,[4] los fundamentalistas condenan a las organizaciones feministas laicas como RAWA en Afganistán y como Al-Fanar, que en los Territorios Palestinos se dedica a cuestionar los asesinatos por «honor familiar». Los fundamentalistas acusan a las feministas de ser «corrompidas y licenciosas renegadas»[6] Sin embargo, los intercambios entre feministas islámicas y laicas son hoy muy importantes.[4] El movimiento feminista musulmán se desarrolla incluso en el interior de los movimientos islámicos mismos, como pasa, por ejemplo, en Turquía.[4] En Sudáfrica surgió en la lucha contra el apartheid.[4] El feminismo emerge en todos los dominios, incluso en el religioso, como resultado del acceso a la educación, la extensión de las comunicaciones y especialmente debido a la urbanización.[4]

Interpretaciones del Corán

El movimiento islámico feminista se basa en la idea de igualdad entre mujer y hombre introducida por el propio Corán mediante la noción de insan[4] que permite relacionar el principio de equilibrio (tawwazun) con el principio de igualdad[4] y postular que «el Corán no asigna roles sociales específicos» y en cambio formula «la noción de mutualidad en las relaciones conyugales: los esposos se deben mutuamente protección y asistencia».[4]

«Ambos, hombre y mujer, son iguales en cuanto a su humanidad. El islam no categoriza a la mujer, por ejemplo, como la fuente del mal por el “pecado original” que echó a Adán del Paraíso o que ella sea la causa del mal en el mundo como sostienen algunas doctrinas religiosas y fábulas por haber abierto la caja de Pandora que contenía todos los vicios».[7]

El rechazo a la autenticidad de ciertos hadices misóginos[4] ha sido sostenido por la socióloga marroquí Fatima Mernissi y la estudiosa turca Hidayet Tuksal, analizándolos mediante los métodos clásicos de examen de los textos islámicos.[4] Tuksal trabaja con el Departamento de Asuntos Religiosos de Turquía (Dinayet) en un proyecto para retirar los hadith misóginos de las colecciones que esa institución publica y distribuye a 76.000 mezquitas e todo el mundo.[4]

Las feministas musulmanas han trabajado también en la fiqh, jurisprudencia musulmana, poco divulgada después de su elaboración y cristalización en cuatro escuelas jurídicas. También han participado en la reforma del derecho de familia en Marruecos (Mudawana), estableciendo la igualdad de la mujer con el hombre en tanto jefes de hogar, eliminado cualquier forma de poligamia y haciendo posible el divorcio para la mujer tanto como para el hombre.[4] Aunque en la teoría, el divorcio es legítimo, a diferencia de otras religiones.

Falsos conceptos sobre la mujer en el islam[7]

  • Poligamia: aunque ya era una práctica habitual antes del islam, a partir de su llegada la ley Islámica la aprobó bajo una serie de condiciones, una de ellas es el límite a cuatro esposas, entre otras regulaciones. Este fenómeno fue aceptado en el islam dado que la población demográfica de las mujeres en el mundo, y sobre todo después de las guerras, es más elevada que los hombres, y con el fin de que las mujeres pudieran satisfacer sus necesidades sociales, económicas, y sexuales de manera lícita de acuerdo al islam sería únicamente en un matrimonio compartido.
  • El rol del tutor legal y el contrato matrimonial: para asegurar que se respeten los derechos de la mujer se creó la figura del mahram, el cual funciona para asegurarse en cuestiones matrimoniales de que el novio sea sincero, revisar los detalles del contrato (dote y testigos), y especialmente para afirmar que la mujer esté de acuerdo. Este rol puede ser ejercido por el padre, o en caso de no vivir, el hermano, abuelo, tío, hijo mayor, o gobernante del estado islámico. La mujer tiene el derecho de aceptar o rechazar libremente cualquier oferta de matrimonio, el papel del tutor es simplemente el de proteger sus intereses y asegurar que no se cometan injusticias.
  • Los derechos de la mujer a heredar: «A los varones les corresponde una parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejaren, y para las mujeres otra parte de lo que los padres y parientes más cercanos dejaren. Fuere poco o mucho, les corresponde una parte determinada de la herencia» [4:7] «Dios os ordena lo siguiente en lo que toca a vuestros hijos: que la porción del varón equivalga a la de dos hembras. Si éstas son más de dos, les corresponderán dos tercios de la herencia. Si es hija única, la mitad.» [4:11]

El sitio de las mujeres en el espacio religioso

En la Universidad Al-Azhar de El Cairo, las mujeres musulmanas han obtenido un papel igual al del hombre como ulemas, consiguiendo así equipararse al hombre no solamente en la esfera pública secular sino en el ámbito religioso.[4] El investigador de la jurisprudencia islámica comparada y profesor de Al-Azhar, Souad Salih realiza una campaña para que las mujeres puedan ser designadas en Egipto oficialmente en el cargo de muftís.[4]

Aunque hombres y mujeres, cuando van a la hajj (peregrinación), oran conjuntamente en la Gran Mezquita y se reúnen en el mathaf (espacio de deambulación) en el momento de regresar a la Kaaba,[4] las mujeres son generalmente colocadas detrás de los hombres en las mezquitas y no pueden decir sermones. Desde mediados de los años 90, en la Mezquita Claremont de El Cabo (Sudáfrica), las mujeres se ubican en filas paralelas a las de los hombres. Además ha predicado allí un sermón la teóloga americana Amina Wadud.[4]

El caso francés (controversias)

En Francia, la ley sobre laicidad (Ley n° 2004-228 del 15 de marzo de 2004), que prohíbe el uso de símbolos religiosos en la escuela y considera como tal al velo, ha causado un debate entre partidarios y adversarios de la prohibición del velo, marcando una frontera entre quienes la consideran una manifestación de la emancipación de la mujer con respecto a los prejuicios de la religión y quienes la critican como instrumentalización del feminismo por parte de la derecha para imponer el racismo, el etnocentrismo y la xenofobia.[8][9][10][11][12]

Houria Bouteldja, portavoz del colectivo Indígenas de la República, ve una continuidad entre la situación de 1958 en plena Guerra de Argelia y cita a Frantz Fanon cuando dijo que no habría liberación de las mujeres argelinas por invitación de Francia.[10] Bouteldja critica la asociación Ni putas ni sumisas, a la que califica de aparato ideológico de estado.[10]

Malika Abdelaziz recuerda que el uso del velo fue un símbolo de resistencia contra la tiranía del Shah en Irán, defiende el derecho de las mujeres a elegir llevar o no llevar el velo y concluye que «el núcleo de la cuestión es que, para nadie y nunca más, ser musulmana e identificada como tal, tenga como significado la carencia de autonomía y derechos.».[13]

Lista de feministas musulmanas

Estas dos últimas organizaciones afiliadas a Women Living under Muslim Laws (Mujeres viviendo bajo leyes musulmanas).

Véase también

Referencias

  1. Valentine Moghadam, "Qu'est-ce que le féminisme musulman? Pour la promotion d'un changement culturel en faveur de l'égalité des genres", in 'Existe-t-il un féminisme musulman?, livre issu d'un colloque à Paris, septembre 2006, organisé par la Commission Islam et laïcité, en collaboration avec l'Unesco. En-ligne Archivado el 12 de enero de 2011 en Wayback Machine., pp.43-49 (en francés)
  2. Existe-t-il un féminisme musulman?, livre issu d'un colloque à Paris, septembre 2006, organisé par la Commission Islam et laïcité de la Ligue des droits de l'homme (LDH), en collaboration avec l'Unesco. En-ligne Archivado el 12 de enero de 2011 en Wayback Machine., p.7 (en francés)
  3. Fue organizado por la Junta Islámica Catalana con el apoyo del Centro de Cataluña de la Unesco. Ver sus Conclusiones
  4. Margot Badran, "Le féminisme islamique en mouvement", in 'Existe-t-il un féminisme musulman?, livre issu d'un colloque à Paris, septembre 2006, organisé par la Commission Islam et laïcité, en collaboration avec l'Unesco. En-ligne Archivado el 12 de enero de 2011 en Wayback Machine., pp.49-71 (en francés)
  5. Las Razas Humanas 2:238-239. Barcelona:Compañía Internacional Editora, 1981. ISBN 84-85004-89-2
  6. Al-Fanar, association féministe palestinienne, A propos du fondamentalisme dans notre pays (en francés)
  7. Al-Sheha, Abdul-Rahman. «La igualdad entre el hombre y la mujer en el Islam y la naturaleza complementaria de uno hacia el otro». En Lorena Lara, ed. La mujer en el Islam, refutando los prejuicios más comunes. Riyadh, Arabia Saudí: Islam house.
  8. Sylvie Tissot, Bilan d’un féminisme d’État, in Plein Droit n°75, diciembre de 2007 (en francés)
  9. Elsa Dorlin, « Pas en notre nom !» - Contre la récupération raciste du féminisme par la droite française L'Autre Campagne (en francés)
  10. Houria Bouteldja, De la cérémonie du dévoilement à Alger (1958) à Ni Putes Ni Soumises: l’instrumentalisation coloniale et néo-coloniale de la cause des femmes., Ni putes ni soumises, un appareil idéologique d’État, junio de 2007 (en francés)
  11. Appel des indigènes de la République, Sous le Haut Marrainage de Solitude, héroïne de la révolte des esclaves guadeloupéens contre le rétablissement de l’esclavage par Napoléon (en francés)
  12. Juanito Navaja, , en Enlucha.org, 20 de agosto de 2019
  13. Malika Abdelaziz, Velo sobre las mujeres Archivado el 7 de marzo de 2009 en Wayback Machine. El Periódico Feminista. 2007.

Enlaces externos

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