3 partes:Habla con Dios como creyenteHabla con Dios de manera escritaHabla con Dios por medio de la oración

Hablar con Dios tiene que ver con una relación espiritual, personal y privada. Con tantas religiones y creencias populares con respecto a Dios, puede parecer complicado descubrir una manera para hablar con Dios. Sin embargo, no tiene por qué ser así. La manera en que escojas conectarte y hablar con Dios se reduce a lo que parezca correcto para ti. Sin importar cuál sea tus opciones espirituales o tu religión, puedes aprender cómo comunicarte con Dios con los siguientes consejos.

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Parte 1 de 3: Habla con Dios como creyente

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    Determina cómo ves a Dios. Tendrás que determinar quién es Dios para ti a fin de que puedas hablarle confiadamente. ¿Quién es Dios y cómo lo defines? ¿Ves a Dios como una figura paterna o materna, como un maestro, como un amigo distante o cercano, como alguien que está más cerca que una hermana o hermano? ¿Es Dios un guía espiritual abstracto? ¿Tu conexión con Dios está arraigada en una relación espiritual y personal con él o sigues la forma y el orden de tu religión para comprender quién es Dios para ti? Lo que sea cierto para ti determinará cómo ves y hablas a Dios. Además, la manera en que ves a Dios determina que te acerques a él como ______ (la manera en que lo ves).
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    Establece una relación con un Dios cariñoso. Se te hace más sencillo hablar con alguien cuando persistes en establecer una relación basada en el diálogo con una persona a la que realmente le importas.[1] Así que decirle a Dios tus cargas y tus alegrías ayuda a afianzar tu relación con él. Saber que Dios quiere escuchar de ti y compartir todas tus alegrías, tus esfuerzos y tus pensamientos es el primer paso para establecer esa relación. Además, puedes fortalecer esa relación leyendo acerca de cuánto te quiere Dios en la literatura espiritual o en los textos religiosos, como la Biblia, la Torá o el Corán.
  3. Imagen titulada Talk to God Step 3
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    Habla con Dios como si fuera un amigo cercano, amoroso y todopoderoso. Hablar con Dios como un gran amigo es diferente de simplemente rezar como una necesidad o un deber. Así como con un amigo, tu expectativa es que la comunicación sea mutua al notar cómo responde, ayuda o enseña Dios. Aunque la oración puede ser más una operación unidireccional, hablar implica una conversación.
    • Puedes hablar con Dios en voz alta o en tu mente, como creas que sea más efectivo para ti.
    • Puede ser una buena opción buscar un lugar tranquilo o privado que puedas ocupar para concentrarte mientras hablas. Si no puedes, está bien que hables silenciosamente a Dios mientras esperas en la cola de la caja en la tienda, estás sentado en una sala de espera o estás en el trabajo o en la escuela, etc.
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    Habla con Dios. Habla con Dios como si una persona física estuviera enfrente de ti. Puedes hablar con Dios acerca de tus problemas diarios, de los pensamientos que tengas en ese momento, de tus esperanzas, de tus sueños e incluso decirle (y decirte a ti mismo) acerca de las cosas por las que estás agradecido. Puedes hablar con Dios sobre temas casuales o difíciles, como lo harías con un amigo al que le importas.
    • Por ejemplo, imagina que tienes una discusión continua con un amigo. Puedes decir “Dios, no sé qué más decirle a Carlos. Hemos discutido por casi dos semanas y aún no podemos llegar a ningún acuerdo. No quiero pensar que no podemos superar esto, pero no sé qué más hacer o decir”.
    • ¿Alguna vez has estado asombrado por un día alocado y hermoso? Habla con Dios acerca de ese regalo que te da. “Dios, el día está hermoso. Me encantaría pasar el día leyendo en el parque”.
    • Quizás tengas una relación difícil con un familiar: “Odio que mi mamá y yo no nos llevemos bien. No me entiende y se rehúsa a escuchar cuando trato de decirle cómo me siento realmente. Te pido que ella trate de ver las cosas desde mi perspectiva algunas veces y ayúdame a ser paciente, a escuchar y a entenderla”.
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    Espera y presta atención a una posible respuesta. Es probable que no obtengas una respuesta audible como cuando hablas con un amigo que está enfrente de ti, pero puedes recibir una respuesta de Dios en su palabra escrita o en el sermón de un ministro. También puedes esperar que la respuesta llegue en forma de una intuición, una inspiración, una escritura, una situación o un evento que se relacione directa o indirectamente con lo que has hablado con Dios.
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    Dile a Dios que sabes que él tiene sus propias razones para aparentemente no intervenir y su propio tiempo y confía en ello. Es probable que no obtengas lo que quieres cuando lo quieres, pero Él hace todo con un propósito.
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    Trata de seguir el camino de Dios confiando en sus conceptos amorosos y expresando su buena voluntad. Sin embargo, date cuenta que cualquier cosa que ocurra puede ser el resultado de la participación de la acción o la inacción personal y egoísta de una “tercera persona” o de su “oposición a algunas de tus ideas y necesidades”. Dios no detiene o interfiere necesariamente con la conducta de las partes que estén en desacuerdo. ¿Por qué? Así como tú, tienen libre albedrío y pueden no seguir el amor, la moralidad, los propósitos de Dios ni detener su mala conducta, la cual puede involucrarte. Por lo tanto, los eventos pueden depender lamentablemente de esa intervención peligrosa e indiferente en tu camino optimista y pacífico. Puedes hablar con Dios incluso en las situaciones críticas, en un día muy tenebroso o cuando pases por el valle de la muerte. No debes temer, sino que debes clamar a Dios y confiar, pase lo que pase.
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Parte 2 de 3: Habla con Dios de manera escrita

  1. Imagen titulada Talk to God Step 8
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    Escríbele a Dios como una forma de comunicarte con él. Tal vez te sientas incómodo hablando con Dios de manera audible, te parezca difícil hablar con Dios en tu mente o ninguna de las dos cosas funcione para ti. Si ese es el caso, trata de escribirle. Esta forma de comunicarte con él te permitirá expresar tus pensamientos para una conexión y crear tu lado de la conversación.
  2. Imagen titulada Talk to God Step 9
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    Compra o busca un cuaderno nuevo para escribir y un bolígrafo. Escoge algo con lo que te puedas sentir cómodo escribiendo a diario. Un cuaderno de espiral o un diario puede ser una elección ideal, ya que será fácil dejarlo sobre un escritorio. Elige tu herramienta preferida para escribir.
    • Te convendrá escribir a mano en vez de escribir en una computadora. Las computadoras tienen distracciones interminables y, para algunos, el acto de escribir en una computadora requiere más esfuerzo consciente que hacerlo en un cuaderno.[2]
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    Busca un lugar tranquilo y privado para escribir. Aunque no hables en voz alta, es mejor encontrar un lugar tranquilo para poder tener una concentración total.
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    Escribe por una cantidad específica de tiempo. Antes de que empieces, configura la cantidad de tiempo que desees escribir en un temporizador. Puedes configurarlo en cinco, diez o veinte minutos. Mantén el lápiz o el bolígrafo moviéndose hasta que el tiempo se acabe.
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    Escribe rápido y libremente. Trata de no tener restricciones en cuanto a lo que escribes. No te preocupes de la gramática ni de la puntuación, tampoco de lo que escribes. Al escribir a Dios, debes escribir lo que salga de tu corazón. Para hacerlo, tendrás que relajarte lo suficiente para que puedas escribir libremente de lo que sea que venga a tu mente.
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    Escribe a Dios como si le escribieras una carta a un amigo o como si escribieras en un diario privado. Si no estás seguro sobre qué escribir, considera escribir sobre alguna inquietud actual en la que no puedas dejar de pensar. Escribe acerca de lo que sucede tu vida diaria. Escribe algunas preguntas que quieras que Dios te responda, escribe acerca de tus metas o de los motivos por los cuales estás agradecido. Usa los ejemplos siguientes como inspiración:
    • “Querido Dios, no tengo la menor idea de lo que hago con mi vida en este momento. Tal parece que no puedo tomar buenas decisiones ni conocer a las personas adecuadas. Siento que me ahogo en el drama. ¿Cuándo terminará esto? ¿Cuándo cambiarán las cosas para mí?”.
    • “Ni siquiera puedo contener mi emoción en este momento, Dios. Hoy conocí a una mujer que trabaja en el trabajo con el que sueño. Nuestra reunión fue totalmente casual. Es decir, ¿cuáles son las probabilidades de que te encuentres con la persona adecuada en una calle repleta de gente? Si no hubiera golpeado accidentalmente su hombro y si no hubiera dejado caer su bolso, nunca habría visto su tarjeta de negocios. Realmente has contestado mis oraciones”.
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Parte 3 de 3: Habla con Dios por medio de la oración

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    Aparta un tiempo para rezar a Dios. Se puede considerar la oración como una manera formal de hablar con Dios, pues está arraigada principalmente en la religión. No obstante, puedes elegir rezar de cualquier manera en la que te sientas cómodo. Aunque puedes rezar en cualquier momento y en cualquier lugar, ayuda separar momentos específicos del día para hacerlo. Escoge un momento en el que sea poco probable que te molesten y podrás concentrarte y rezar con efectividad. Los momentos comunes para rezar son: antes de las comidas o de ir a acostarte, después de levantarte, durante momentos estresantes o periodos de necesidad y durante actividades solitarias, como hacer ejercicios o ir al trabajo.
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    Busca una habitación o un lugar tranquilo para rezar. De manera ideal, debes rezar en un lugar en el que puedas eliminar toda distracción durante los pocos minutos que dure tu oración.
    • Si no puedes encontrar un lugar tranquilo para rezar, no te preocupes. Puedes rezar en los buses concurridos de la ciudad, en medio de restaurantes repletos y en cualquier lugar en el que puedas concentrarte. Puedes rezar mientras manejas en la carretera, siempre y cuando no pierdas la concentración en el camino mientras lo haces.
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    Prepárate para rezar. A algunas personas les gusta tomarse unos minutos para preparar el espacio y prepararse a sí mismas para comunicarse con Dios. La manera que elijas para prepararte para la oración dependerá en gran manera de tus preferencias personales y en tus tradiciones religiosas.
    • Algunas prácticas pueden incluir leer algunos versículos que se puedan aplicar de un texto religioso, encender velas o incienso, realizar un ritual de limpieza, participar de la comunión, meditar tranquilamente, cantar salmos o simplemente cantar.
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    Decide sobre qué quieres rezar. Esto se puede hacer de antemano, si hay algún asunto apremiante que ocurra en tu vida. También puedes decidirlo en el transcurso de la oración.
    • Puedes usar la oración como un medio para tener una conversación casual con Dios acerca de los acontecimientos diarios o de los eventos presentes. Por ejemplo: “Dios, hoy es mi primer día de clases. Estoy muy nervioso, pero también emocionado. Te pido que todo salga bien hoy”.
    • Puedes usar una oración como una forma de confesar o sacar algo de tu corazón. También puedes rezar para pedir algo o por una necesidad. “Dios, me siento mal por haber hablado mal de una compañera de trabajo. Me temo que ella se enterará y no sé cómo arreglar la situación. Por favor, perdóname. Además, te pido que me des la fuerza para pedirle que me perdone”.
    • Imagina que te acaban de entrevistar para un trabajo. Puedes decir, “Gracias, Dios, por esta entrevista maravillosa. Por favor, permite que el entrevistador pueda notar qué tan perfecto soy para este puesto y que decida contratarme”.
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    Reza en una forma que se sienta natural para ti. No hay una única manera de rezar. La oración debe ser única para el creyente que reza. Aunque una oración en una iglesia o en un centro de adoración suele ser parte del ritual y muy estilizada, cuando reces solo, no tienes que seguir ninguna regla en particular además de abrirte a Dios y hablar de corazón.
    • Algunas personas inclinan sus cabezas y cierran los ojos mientras rezan, mientras que otras religiones practican la postración total o el ponerse de rodillas. Lo que te parezca más respetuoso y efectivo para ti y para tu relación personal con Dios está bien. Puedes rezar con los ojos abiertos y con la cabeza en alto o puedes rezar de rodillas y en silencio.
    • Es algo común recitar algunas oraciones tradicionales en voz alta, pero también es muy común rezar silenciosamente para ti mismo.
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    Reza con otras personas. Puede ser una experiencia poderosa rezar con un grupo de personas afines. Puede ser una manera magnífica de escuchar cómo otros se relacionan con Dios y de aprender nuevas tradiciones y rituales que puedes integrar en tus propias prácticas. Si actualmente no tienes un grupo con el que puedas rezar, trata de buscar uno.
    • Puedes encontrar un grupo en un centro de adoración local o en la iglesia a la que asistes. Puedes hacer una búsqueda en línea de personas que compartan tus creencias para saber si hay reuniones en tu área. Si no puedes encontrar lo que buscas, evalúa la posibilidad de empezar tu propio grupo.
    • En algunas religiones, los grupos de oración hacen oraciones por los amigos y los seres queridos en necesidad. Las listas de oración se suelen crear para rezar regularmente por los miembros enfermos y en necesidad de una comunidad.
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Consejos

  • Al hablar con Dios asegúrate de hacerlo en la manera que sea más cómoda para ti. No trates de imitar a alguien porque crees que lo hace correctamente. Hazlo porque crees que puede funcionar para ti.
  • Cuando escribas a Dios, asegúrate de usar un bolígrafo y un papel. Aunque es más trabajoso, también te permite concentrarte más.
  • Encontrar un lugar tranquilo para orar a Dios es lo ideal, pero no te preocupes si no puedes. Solo trata de hacer que el momento sea sagrado para ti, a pesar de las distracciones.
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Advertencias

  • No permitas que otros te hagan bullying por hablar a Dios de una manera determinada. Ninguna forma es la única forma de hablar a Dios. Elige el método que sea más natural y reconfortante para ti.

Acerca del artículo

Categorías: Filosofía y religión