La ecolalia es la repetición de ciertas palabras o frases que alguien más dice, ya sea inmediatamente después de pronunciarlas o más adelante. Por lo general, se describe como una imitación similar a la que hace un loro. Por ejemplo, cuando a un niño con ecolalia se le pregunta “¿Quieres un poco de jugo?”, podría responder “¿Quieres un poco de jugo?”. En cierto modo, la ecolalia es considerada una parte normal de la adquisición del lenguaje de los niños muy pequeños. Sin embargo, los niños autistas podrían recurrir a ella con más frecuencia y las personas autistas podrían usarla a lo largo de sus años de adolescencia y adultez.

Método 1
Método 1 de 3:
Enseñarle guiones

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    Conoce el propósito de los guiones. Los niños autistas podrían depender de los guiones para hacer que la comunicación sea más sencilla. Muchos niños autistas repiten las palabras y frases (ecolalia) como una forma de decir “Escuché lo que dijiste y estoy pensando en la respuesta”.
    • Procura mantener la calma y sé paciente mientras interactúas con el niño. Si piensas que la ecolalia sirve como una forma de comunicación para el niño y no solo como una manera de frustrar a las personas, puede serte útil verlo desde su perspectiva.
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    Enséñale a decir “No sé”. En el caso de aquellas preguntas cuya respuesta es desconocida, es necesario alentar a los niños autistas a decir “No sé”. Existe evidencia que sugiere que capacitar a un niño para que use la frase “No sé” para responder a las preguntas cuya respuesta no conozca le ayuda a escoger y usar esta nueva frase de manera adecuada.
    • Trata de hacerle una serie de preguntas al niño que sepas que no conoce la respuesta. Por ejemplo, pregúntale “¿Dónde están tus amigos?” y fomenta la respuesta al decir “No sé”. Luego pregúntale “¿Cuál es la capital de Francia?” seguido de “No sé”. Puedes anotar muchas preguntas con anticipación y practicar el guion cada vez.
    • Otra forma de enseñarle a decir “No sé” es pidiéndole a otra persona que responda a las preguntas desconocidas con dicha frase.[1]
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    Motiva al niño para que dé la respuesta correcta. Los niños pueden utilizar la ecolalia cuando no saben cómo responder o cómo expresar sus pensamientos con las palabras adecuadas. Darles un guion les permitirá saber qué decir.
    • Por ejemplo, pregunta “¿Cuál es tu nombre?” y aliéntalo a decir la respuesta correcta (su nombre). Repite este ejercicio hasta que haya aprendido el guion correcto. Inténtalo con todas las preguntas que tengan la misma respuesta. “¿De qué color es nuestra casa?” seguido de “marrón” y “¿Cuál es el nombre de nuestro perro?” seguido de “Max”. Es importante que le brindes las respuestas cada vez para enseñarle el guion hasta que comience a hacerlo por su cuenta.
    • Este método solo sirve para las preguntas que siempre tienen la misma respuesta. Por ejemplo, no funcionaría para la pregunta “¿De qué color es tu camisa?” porque el color de dicha prenda cambiará cada día.
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    Enséñale al niño muchos guiones. De esta manera, podrá comunicar exitosamente cosas básicas, aun cuando se sienta abrumado.
    • Este proceso gradual puede proporcionarle al niño las herramientas para desarrollar la confianza, el vocabulario, la comunicación y la interacción adecuada.[2]
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    Enséñale guiones que se enfoquen en sus necesidades. Si un niño autista no puede comunicar sus necesidades, podría frustrarse o angustiarse y sufrir una crisis. Los guiones le ayudarán a decir lo que necesita, permitiéndote solucionar el problema antes de que se vea acorralado hasta un punto crítico y comience a gritar o llorar. Los guiones pueden incluir lo siguiente:
    • Necesito tiempo en silencio.
    • Tengo hambre.
    • Es demasiado ruidoso.
    • Por favor, detente.[3]
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Método 2
Método 2 de 3:
Utilizar la técnica de modelado

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    Emplea las palabras exactas que quieras que el niño utilice. El modelado debe incluir las palabras y frases exactas que el niño pueda entender, elegir y reproducir. Esto le ayudará a aprender a expresar las cosas que quiera decir.
    • Por ejemplo, ya sabes que al niño no le gusta jugar con un determinado juguete, pero para enseñarle a expresarlo verbalmente puedes ofrecérselo y dejar que utilice frases o palabras como “No, gracias” o “No lo quiero”.
    • Cuando el niño utilice la frase deseada, dale el resultado esperado. Por ejemplo, si dice exitosamente “Quiero más, por favor”, entonces dale más.
    • Si repites la frase varias veces y el niño no responde, realiza la acción deseada. Él comenzará a asociar la frase con la acción y luego inténtalo nuevamente más tarde. Con el tiempo, el niño comenzará a utilizar la frase.[4]
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    Deja un espacio en blanco en tus oraciones y señala la respuesta. Si quieres darle un bocadillo al niño o si es momento para que beba su leche, podrías modelar al decir “Quiero beber ____” (señala la leche y di “leche”) o “Me gustaría ____” (señala el bocadillo y di “bocadillo”). Con el tiempo, el niño llenará el espacio en blanco por su cuenta.[5]
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    Dile frases al niño en lugar de preguntas. Es mejor evitar preguntas como “¿Quieres esto?” o “¿Quieres ayuda?” porque las repetirá. En lugar de eso, di lo que debe decir.
    • Por ejemplo, si ves que quiere alcanzar algo, en lugar de preguntarle “¿Quieres que te ayude?”, trata de decirle “Ayúdame a alcanzar mi juguete, por favor” o “Por favor, levántame para que pueda alcanzar mi libro”. Aliéntalo para que repita la frase y luego ayúdalo, independientemente de que lo haga o no.[6]
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    Evita decir el nombre del niño al final de las frases. El niño comenzará a repetirlo después de ti y no tendrá sentido. Cuando digas “¡Hola!” o “¡Buenas noches!”, simplemente di la palabra y no digas su nombre después. También puedes decir su nombre primero y hacer una pausa para luego expresar lo que quieres decir al final.
    • Cuando el niño necesite que lo elogien por hacer bien un trabajo, en lugar de utilizar su nombre, usa únicamente la palabra de felicitación. Por ejemplo, en lugar de decir “¡Buen trabajo, Alex!”, solo di “¡Buen trabajo!” o demuéstraselo mediante acciones en forma de besos, una palmada en la espalda o un abrazo.[7]
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    Mantén el proceso de enseñanza divertido y alegre. Elige un momento en el que ambos estén relajados y dispuestos a convertir el proceso en un juego o en algo tonto. Esto le ayudará al niño a tener ansias de aprender y les brindará a ambos una oportunidad para relacionarse y divertirse.
    • La enseñanza no debe ser un proceso doloroso ni involucrar una batalla de voluntades. Si uno de ustedes o ambos se frustran demasiado, deténganse e inténtenlo nuevamente más adelante.
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Método 3
Método 3 de 3:
Entender los propósitos de comunicación de la ecolalia

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    Infórmate sobre los fines de la ecolalia en el autismo. La ecolalia tiene muchos usos como una forma de comunicación y los niños autistas podrían utilizarla en los siguientes casos:
    • Si no saben el significado de las palabras individuales, o de los propósitos o usos de las preguntas. En estos casos, los niños recurren a frases que han escuchado para poder comunicarse. Por ejemplo, decir “¿Quieres una galleta?” en lugar de “¿Puedes darme una galleta?” porque en el pasado cuando un adulto empleó la primera pregunta se materializó una galleta.[8]
    • Si están estresados. La ecolalia es más fácil que el discurso espontáneo, lo que facilita su uso durante momentos de estrés. Por ejemplo, un autista en una habitación llena de gente podría tener dificultades para procesar todo el ruido y el movimiento a su alrededor, por lo que formar oraciones completas podría ser demasiado.
    • Si se sienten de la misma manera en que se sintieron en otra oportunidad cuando se utilizó una afirmación. La ecolalia puede comunicar sentimientos. Por ejemplo, el niño podría decir “La piscina está cerrada hoy día” para expresar algún tipo de decepción porque hubo una ocasión en la que la piscina estaba cerrada y él se decepcionó.[9] [10]
    • Si necesitan tiempo para pensar. Por ejemplo, si a una persona autista se le pregunta qué quiere para la cena, podría preguntarse a sí misma “¿Qué quiero para la cena?”. Esto demuestra que escuchó la pregunta y quiere tiempo para pensar.[11]
    • Si tratan de relacionarse.[12] La ecolalia puede utilizarse como juegos o chistes.[13]
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    Recuerda que la ecolalia retardada puede utilizarse fuera de una interacción social. Esto puede ayudarles a las personas autistas de varias formas:
    • A recordar cosas. Los niños autistas podrían tener problemas para llevar un registro de una serie de pasos. Podrían repetir la secuencia para sí mismos a medida que avanzan con la finalidad de poder recordar y asegurarse de hacerlo correctamente. Por ejemplo, “Consigue una taza. Vierte el jugo lentamente. No tan rápido. Vuelve a ponerle la tapa. Buen trabajo”.
    • A tranquilizarse. Repetir una frase tranquilizadora puede ayudar a los niños autistas a controlar sus emociones y a relajarse.
    • A realizar una acción repetitiva. La repetición vocal puede ayudar con una serie de cosas: la concentración, el autocontrol y un mejor estado de cosas. Si el niño perturba a otras personas, podrías pedirle que baje el volumen de su voz, pero generalmente es mejor dejar que se divierta.[14]
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    Observa los momentos en que el niño utiliza la ecolalia. Esto te ayudará a discernir su propósito.
    • Un niño que utiliza la ecolalia antes de una crisis probablemente lo haga debido a una angustia grave o una sobrecarga sensorial.
    • Un niño que repite tu pregunta (p.ej. “¿Quieres una galleta?” para expresar su deseo de una galleta) podría no entender el significado o propósito de una pregunta.
    • Un niño que se repite frases con una voz cantarina probablemente lo haga para concentrarse o divertirse.[15]
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    Maneja las frustraciones por tu parte. En ocasiones, podría ser una experiencia frustrante que repita las partes finales de todas tus frases y preguntas. Recuerda que el niño está intentado comunicarse al hacerlo. Simplemente aún no posee las mismas habilidades de lenguaje que tú.
    • Respira profundamente. Si es necesario, ve a una habitación distinta por un tiempo en caso de que te frustres demasiado y respira profundamente unas cuantas veces para recomponerte.
    • Recuerda que el niño probablemente también esté frustrado (no es que tenga crisis solo por puro gusto).
    • Cuídate. Criar niños puede ser agotador en ocasiones y no tiene nada de malo admitirlo. Toma un baño, practica yoga, pasa tiempo con otros adultos y considera la posibilidad de unirte a un grupo comunitario de padres o cuidadores de niños autistas o discapacitados.
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    Sé paciente y dale tiempo al niño. Si los niños autistas no se sienten presionados a responder de inmediato, pueden sentirse más relajados y utilizar mejor el lenguaje.[16] Ten paciencia y deja en claro que estás feliz de escuchar que el niño tiene algo que decir, sin importar el tiempo que le tome hacerlo.
    • Permítele al niño tomar pausas en la conversación para que pueda pensar. Formar una respuesta coherente podría requerir una mucha energía cognitiva de su parte.
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Consejos

  • Consulta con un especialista en autismo para que conseguir más ayuda y apoyo.
  • Para entender mejor la ecolalia, lee información escrita por adultos autistas que utilizan (o utilizaron) la ecolalia.
  • Investiga sobre la comunicación alternativa y aumentativa (CAA) para obtener una solución temporal en caso de que las capacidades comunicativas del niño estén gravemente limitadas. Los sistemas de comunicación por intercambio de imágenes, el lenguaje de señas y la escritura pueden servir como un trampolín para ayudar a los niños a comunicarse si tienen dificultades con el habla.
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Advertencias

  • Es bueno ayudar al niño, pero no es adecuado sobreexigirle. Los niños (en especial los autistas) necesitan mucho tiempo libre para relajarse.
  • Ten cuidado con las organizaciones que consultes. Algunos grupos demonizan al autismo y tratan de erradicarlo. Esta actitud no ayudará al niño.
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