Conforme los niños van haciendo la transición de bebés a niños, crecen a un ritmo notable. Sus habilidades cognitivas y de lenguaje se desarrollan de manera dramática durante estos años a medida que hacen la transición de preguntas simples de tipo "¿por qué?" a disfrutar de los chistes, los acertijos y contar historias que sigan un orden secuencial. Durante estos años, los niños también tienen una imaginación rica, miedos fuertes y un amor por el juego. Por tanto, es importante emplear estrategias educativas que no solo se adapten a la etapa actual de desarrollo en la que se encuentren sino también que los desafíen a crecer. Independientemente del papel que tengas en la vida de un niño (profesor, padre o cuidador de otro tipo), es posible hacer que el aprendizaje sea productivo y placentero para ambos.

Método 1
Método 1 de 3:
Conversar con los niños

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    Hazles preguntas abiertas. Durante este periodo, los niños se encuentran desarrollando habilidades fundamentales de lenguaje, por lo que es importante entablar comunicación con ellos lo más posible. Una excelente forma de conversar con tu hijo a la par que lo estimulas a pensar en el mundo que lo rodea es haciéndole preguntas, aunque debes tener cuidado de utilizar preguntas "abiertas" que se presten a una mayor conversación.
    • Estos son algunos ejemplos de preguntas abiertas: "¿Por qué crees que eso ocurrió?" o "¿Qué crees que está pasando?".
    • Asimismo, es posible hacer afirmaciones "abiertas" que estimulen una conversación (por ejemplo, "¡Cuéntame más sobre tu idea!").
    • Puedes encontrar excelentes recursos en línea que te brinden listas de otras preguntas abiertas de muestra (por ejemplo, aquí).
    • Por lo general, las preguntas cerradas se prestan para respuestas de una sola palabra. Si preguntas "¿Estás feliz o triste?", esto puede responderse con una sola palabra. Esta categoría también abarca las preguntas de respuesta afirmativa o negativa.
    • Si bien las preguntas cerradas pueden ser informativas, debes tener cuidado de hacer también preguntas abiertas que hagan que los niños hablen.
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    Escucha a los niños y responde a sus preguntas. Por naturaleza, a los niños se les ocurrirán preguntas al aprender algo nuevo, por lo que debes tomarte el tiempo de escuchar sus preguntas y estimularlos a pensar en respuestas para sus propias preguntas. De este modo, puedes estimular su desarrollo cognitivo al preguntarse cosas en voz alta junto contigo. Después de que apoyes a tu hijo para que piense en una respuesta a su propia pregunta, también puedes hacer el intento de formular la mejor respuesta que se te ocurra que responda a su pregunta de manera directa.
    • En ocasiones, quizás sea necesario preguntar si comprendiste correctamente su pregunta. Para averiguarlo, puedes reformularla y decir "¿Eso es lo que preguntas?". Una vez que hayas respondido, puedes preguntar: "¿Eso responde a tu pregunta?".
    • En caso de que tu hijo te haga preguntas en momentos que no sean adecuados para ti, debes tener cuidado de explicarle los motivos por los cuales no sea un buen momento. Asegúrate de decirle "De verdad quiero escuchar (o hablar) sobre eso, pero ahora no es un buen momento. ¿Podríamos hablar durante la cena (o en algún otro momento específico)?".[1]
    • Ten en cuenta que es posible que los niños que padezcan trastornos o retrasos de la comunicación no respondan bien a las preguntas abiertas. En tales casos, quizás el nivel al que se encuentre el niño sea poder decir "sí" o "no" o decir "jugo" o "leche".
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    Léeles en voz alta a tus hijos. La actividad más importante para el desarrollo del lenguaje y para establecer las bases para la alfabetización más adelante es leerles a los niños, ya que desarrolla consciencia de los sonidos y los símbolos. Este constituye un factor importante que influye en la capacidad de un niño para aprender a leer más adelante. Asimismo, desarrolla motivación, curiosidad, memoria y, por supuesto, vocabulario. Si un niño tiene experiencias positivas con los libros a una edad muy temprana, será mucho más probable que disfrute de ellos, que se considere como un lector y que tenga una base sólida en la alfabetización.
    • En el caso de los niños de menor edad (3 a 6 años), puedes conseguir libros con imágenes y dejar que se detengan y hagan preguntas o bien conversen sobre el libro durante la hora de lectura.
    • Consigue una selección diversa de libros que no solo reflejen la propia vida, experiencias y cultura de tu hijo sino que también los expongan a otras distintas. Puedes encontrar diversas listas excelentes de libros en línea.[2]
    • Ten en casa o en el aula diversos libros que sean apropiados tanto para la edad como para los intereses de los niños de forma que fomentes la lectura independiente. Pregúntales a los niños por lo que les gustaría leer y coloca a su disposición los libros de ese tipo.
    • Sigue leyéndoles en voz alta a los niños más grandes. En realidad, ¡nunca son demasiado grandes para ello! Algunos momentos excelentes para esta actividad son antes de dormir todas las noches y al término de la jornada escolar.
    • Como una excelente forma de hacer que las historias cobren vida y de interactuar con los niños más grandes (de 6 a 9 años), puedes usar guiones de Reader’s Theater. Es posible conseguirlos en línea aquí.
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    Habla con amabilidad y respeto. Es importante que les hables a los niños de la forma como quieras que ellos hablen. La mejor forma en la que los niños aprenden es por imitación. Si lo que quieres es que tus hijos sean educados, debes practicar tú mismo los buenos modales y prestar atención a tu tono de voz.
    • Al interactuar con tus hijos o al conversar frente a ellos con otros adultos, ten cuidado de decir "por favor", "gracias", "disculpa" y "lo siento". Si ellos no escuchan que los adultos utilizan estas frases clave, no las usarán.
    • Imagina tu tono de voz a través de los oídos de un niño. Ellos suelen prestar más atención al tono que a lo que en realidad digas. ¿Alguna vez un niño te ha dicho "¿por qué me gritas?" cuando en realidad no lo hacías? Es posible que tu tono suene enojado o frustrado sin que te des cuenta.
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    Conversa sobre las emociones con tu hijo. Los niños experimentan emociones por naturaleza, pero suelen tener una comprensión muy primitiva de ellas, por lo que estas pueden ser fuertes, confusas y aterradoras. Debes conversar con ellos como una forma de ayudarlos a comprender cómo se sienten.
    • No olvides que es posible que los niños no comprendan del todo lo que son las emociones, y quizás no comprendan siquiera que experimentan emociones, con etiquetas. Es posible que no comprendan del todo que los demás también las experimentan ni tampoco comprendan que el comportamiento personal ocasiona reacciones emocionales en los demás. Evita asumir que un bebé o un niño en edad preescolar comprenden del todo las emociones, mucho menos las tácticas para manejarlas.
    • Comprende que es posible que los niños no entiendan verdaderamente lo que sienten. Al ser adultos, solemos poder ponerles etiquetas a las emociones en su mayoría: felicidad, tristeza, confusión, miedo. Sin embargo, es posible que los niños no cuenten con este lenguaje y, como consecuencia, no puedan comunicarse con eficacia. Quizás la única forma de la que un niño pueda valerse para expresar su descontento con el robo de una galleta es mediante un puñetazo a uno de sus pares.
    • Emplea lenguaje que sea útil para describir y definir los sentimientos: "¡Ay, no! Veo que Chico tiene lágrimas en los ojos. Creo que está llorando y está muy triste. ¿Estás triste, Chico?".
    • Habla sobre tus sentimientos a manera de ejemplo: "¡Vaya! ¡Escucha mi risa! ¡Debo estar feliz!".
    • Luego, haz el intento de tranquilizar al niño ayudándolo a aprender formas de lidiar con el hecho de estar molesto o explicándole otros puntos de vista.[3]
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Método 2
Método 2 de 3:
Enseñar mediante el juego y el ejemplo

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    Juega juegos de simulación con tu hijo. Jugar a la casita u otro tipo de juegos de fantasía es muy importante no solo para la imaginación de un niño sino también para su desarrollo social, emocional y del lenguaje. Nada les gustará más que el que ingreses a su pequeño mundo de fantasía. Fingir junto con los niños constituye una excelente oportunidad para dejar que tomen la iniciativa.
    • Imita sus actividades de vez en cuando. En caso de que un niño tome una piedra y la mueva de un lado a otro como si fuera un auto, puedes tomar otra y hacer lo mismo. Lo más probable es que quede encantado.
    • Los juegos de fantasía de los niños de 3 a 6 años puede llegar a ser muy elaborados, involucrando sus propios papeles y reglas. Al momento de ingresar al juego de fantasía de un niño, puedes empezar por preguntar por lo que ocurre: "¿A qué estamos jugando?", "¿Quién eres en este juego?", "¿Qué papel debería tener yo?". Te sorprenderá la forma como tu hijo te dirigirá y te permitirá unirte a su juego divertido.
    • Ten en casa o en el aula una "caja de utilería" para los juegos de fantasía que esté llena de cajas vacías, ropa y sombreros viejos, bolsos, teléfonos, revistas, utensilios de cocina y platos (que no puedan romperse), animales de peluche y muñecas, trozos de tela o frazadas y sábanas (para construir fuertes), así como también otros artículos aleatorios (por ejemplo, tarjetas postales, boletos antiguos, monedas, etc.).[4]
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    Realicen proyectos de arte juntos. Colorear, dibujar y hacer manualidades, además de constituir una excelente forma de mantener entretenido a un niño durante un día de lluvia, ayudan a los niños a desarrollar habilidades motoras finas, a expresarse artísticamente, y a observar y explorar las distintas propiedades de los materiales de arte (por ejemplo, el pegamento, la pintura, la arcilla, las acuarelas y los marcadores).
    • En el caso de los niños más pequeños, podrían hacer títeres para los dedos, joyas con pasta o collages de fieltro juntos.
    • A los niños más grandes suelen gustarles los proyectos más enfocados (por ejemplo, los collages con revistas, hacer cerámica y elaborar máscaras).
    • Establece un "centro de arte" en casa o en el aula en donde haya papel, marcadores, crayones, lápices de colores, tijeras, pegamento y otros materiales de arte (por ejemplo, fieltro, espuma, limpiapipas, pañuelos de papel, etc.).[5]
    • Ten cuidado de que la experiencia permanezca lo más abierta posible. Tú le proporcionas los materiales y dejas que la imaginación del niño tome la iniciativa.
    • Cada vez que puedas, debes tratar de participar en la creación de arte de forma que puedas desarrollar una conexión con tu hijo.
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    Canten canciones y toquen música. Hace mucho tiempo que la música se ha vinculado al desarrollo del pensamiento matemático. Escuchar el ritmo y contar los compases apoya el desarrollo de las habilidades matemáticas, además de que, al escuchar las palabras que se añaden a la canción, se fomentan las habilidades de lenguaje. Asimismo, escuchar y tocar música puede appyar el desarrollo físico de un niño: puede bailar, roquear, menearse y saltar (habilidades motoras gruesas), y también presionar, puntear, rasguear y golpetear (habilidades motoras finas).
    • Cántales canciones de cuna a los niños pequeños. A ellos les encantará su naturaleza absurda y su repetición, además de que aprenderán a cantarlas junto contigo.
    • Puedes conseguir en línea canciones infantiles populares y reproducirlas por la casa o bien como un tiempo de transición en el aula.
    • Es posible que los niños mayores (de 7 a 9 años) desarrollen un interés particular en un instrumento o en cantar o bailar, en cuyo caso debes tratar de fomentar este interés brindándoles su propio instrumento para principiantes o bien clases con un instructor de música (o vocal o de baile).[6]
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    Practiquen deportes juntos. Aunque no seas el cuidador más atlético del mundo, es importante que expongas a los niños a los deportes y juegues con ellos para su desarrollo físico y sus habilidades motoras. Asimismo, al participar en los deportes, los niños aprenden honestidad, trabajo en equipo, juego limpio, respeto hacia las reglas, y respeto hacia sí mismos y hacia los demás.
    • En el caso de los niños de 3 a 4 años, puedes introducir pelotas suaves de diversos tamaños o pelotas de fútbol.
    • En el caso de los niños de 5 a 6 años, puedes probar con las pelotas de vóleibol, de tenis o de tenis de mesa.
    • Elige uno o dos deportes para practicarlos en ocasiones con tus hijos y consigue todo lo necesario para jugar. Por ejemplo, puedes conseguir una pelota de baloncesto y buscar algunas canchas locales a donde puedan ir. Asimismo, puedes conseguir una pelota de béisbol, unos guantes y un bate y hacer el intento de organizar un partido en el vecindario.
    • En caso de que seas un profesor de aula, puedes apoyar los intereses de tus estudiantes en los deportes brindándoles equipo deportivo para la hora del recreo, haciéndoles preguntas sobre sus partidos y asistiendo a verlos participar en eventos deportivos escolares o locales.[7]
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    Lleva contigo a tus hijos a hacer mandados. Al exponer a los niños a los mandados, esto puede serles útil para desarrollar habilidades "de la vida real" de una forma divertida. Explícales que debes hacer diversos mandados de tal forma que un niño pueda comprenderlo. Conversar con los niños estimula su cerebro y los anima a observar y tener curiosidad.
    • Ten cuidado de emplear un lenguaje que sea rico y descriptivo mientras estés fuera de casa. Comparte con los niños datos sobre productos o lugares que vayan a visitar. Cuéntales una historia sobre cuando eras niño y visitaste un lugar similar, o bien puedes explicarles la forma como algo funcione en la oficina de correos o explicarles de dónde viene la comida cuando estén en el supermercado.
    • Ten cuidado de elegir mandados que sean apropiados para la edad de los niños y de una duración adecuada. De este modo, tus hijos no se cansarán demasiado.
    • Establece las expectativas para el comportamiento durante los mandados. Debes usar lenguaje y refuerzos positivos, como "¡Me ayudas mucho cuando eliges justo el cereal que pido! Gracias". Al decir algo como esto, le comunicas qué es lo que quieres (que te ayude cuando se lo pidas) y lo que no quieres (que tome productos de los anaqueles sin permiso).
    • No olvides bajar la velocidad. No terminarás los mandados tan rápido al hacerlos con niños como lo harías sin ellos, y esto no tiene nada de malo. Emplea el tiempo como una experiencia educativa para ellos.[8]
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    Pídeles ayuda. A los niños pequeños les encanta ayudar por naturaleza, ya que esto hace que se sientan importantes y que sientan que los valoras. Puedes fomentar este sentimiento en edades posteriores pidiéndoles ayuda con diversos quehaceres. De manera gradual, al verte e imitarte, aprenderán a ocuparse por sí solos de determinados quehaceres y desarrollar un sentido de la responsabilidad.
    • Puedes pedirle a un niño en edad preescolar que te ayude a recoger sus juguetes y los guarde en los lugares adecuados. Debes darle refuerzos positivos específicos (por ejemplo, "Me gusta cómo regresaste la escoba a su lugar correcto en el rincón").
    • Empieza a darles quehaceres de verdad a los niños mayores (de 7 a 9 años) para que los lleven a cabo por su cuenta. Puedes darles una pequeña mesada a cambio de que terminen sus quehaceres bien y sin quejarse. Aconséjales que ahorren esa mesada.
    • En caso de que te encuentres en un aula, puedes desarrollar un sistema rotativo de ocupaciones en clase para que los estudiantes las lleven a cabo. En el caso de los niños más pequeños, las ocupaciones pueden abarcar "mantener la puerta abierta" o "sacarles punta a los lápices". Puede serte útil elaborar un cuadro simple de cada ocupación escrita con una palabra junto con una imagen como pista y los nombres de los niños para desarrollar un sentido de la responsabilidad y también para apoyar el desarrollo de la alfabetización.[9]
  7. 7
    Demuestra paciencia al pasar tiempo con ellos. La paciencia constituye una cualidad extremadamente importante que debes tener al trabajar con niños. El aprendizaje ocurre mejor en una atmósfera relajada y placentera.
    • Si pasas mucho tiempo con niños en cualquier capacidad, es importante que también cuides de ti mismo.
    • Duerme lo suficiente, bebe una cantidad suficiente de agua, haz ejercicio y lleva una dieta saludable. Asimismo, debes darte algunos descansos lejos de los niños ocasionalmente como una forma de reorganizarte y ordenar tus pensamientos.
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Método 3
Método 3 de 3:
Enseñar de forma directa

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    Divide la información nueva en trozos pequeños. Al enseñarle algo nuevo a un niño, es necesario recordar que sus conocimientos se encuentran en un nivel distinto que los de un adulto. Es necesario simplificar las ideas y empezar por lo que de por sí sepan. Con frecuencia, los profesores se refieren a estos métodos para simplificar y basarse en los conocimientos anteriores como "segmentación" y "andamiaje".
    • Averigua qué es lo que el niño de por sí sabe sobre el concepto nuevo y empieza por allí. En caso de que vayas a enseñarle palabras nuevas, debes utilizar palabras que el niño de por sí conozca para definir las palabras nuevas. En caso de que utilices una determinada palabra en tu explicación y no estés seguro en cuanto a si el niño la conoce, no hay problema con preguntar "¿Sabes qué significa?". Si no lo sabe, utiliza otra palabra para esclarecerlo.[10]
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    Repasa el material con frecuencia. Al enseñar a niños, es probable que debas decir las mismas cosas de distintas formas y varias veces, sobre todo si trabajas con varios niños a la vez. Cada niño aprende a un ritmo distinto y con un estilo distinto. Por tanto, ten en cuenta que deberás repetir lo que digas y practicar algunas habilidades una y otra vez.[11]
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    Emplea material visual y táctil en donde sea posible. Los niños de entre los 3 y los 9 años aprenden mejor cuando el material se les presenta de una forma concreta con la que pueden procesarlo usando más de un sentido. Las imágenes y los cuadros ayudan a darles a los niños diversas formas de aprender información nueva.[12]
    • Los organizadores gráficos constituyen herramientas específicas que suelen usarse en las clases con niños pequeños y que son útiles para dividir (segmentar) la información en partes más pequeñas. Pueden usarse para organizar la información de diversas formas (por ejemplo, en secuencia o en formato de causa y efecto en el caso de las historias, o bien categorizarla en el caso del aprendizaje de términos científicos nuevos).
    • Asimismo, los materiales táctiles (por ejemplo, las cuentas o las varillas para contar) son útiles para que los niños procesen información en esta etapa de su desarrollo.
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Acerca de este wikiHow

Takiema Bunche-Smith, MS, MPA
Coescrito por:
Activista por la educación infantil y de primaria
Este artículo fue coescrito por Takiema Bunche-Smith, MS, MPA. Takiema Bunche-Smith es presidente de Anahsa, una empresa de consultoría educativa con sede en la ciudad de Nueva York. Ella tiene tres maestrías: una maestría en administración pública en liderazgo sin fines de lucro de la Universidad de Nueva York, una maestría en política de educación urbana del CUNY Graduate Center y una maestría en educación infantil y de primaria del Bank Street College of Education. Takiema también fue directora de contenido de Sesame Street de 2007 a 2009. Takiema fue galardonada con un "Premio Bammy" por la Academia de Artes y Ciencias de la Educación en 2014, una de los 25 educadores y profesionales de la educación que ha recibido el premio en los Estados Unidos. Este artículo ha sido visto 13 206 veces.
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