Normalmente las ampollas se forman por la fricción contra la piel, provocando la acumulación de líquido bajo el área de la piel que se frota. Muchos médicos y dermatólogos que desean evitar las infecciones y la formación de cicatrices te recomendarán que no te revientes una ampolla, pero si de verdad quieres reventarla, sigue estos pasos para hacerlo de forma segura.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Decidir reventar la ampolla

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    Conoce las recomendaciones de los médicos. Los médicos normalmente advierten no reventar una ampolla, debido a que técnicamente sirve para amortiguar el área de piel dañada que está debajo y cubrir a un ambiente estéril. Reventar la ampolla abre la piel a una infección.[1]
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    Evalúa las circunstancias. Pregúntate si debes reventar esta ampolla en esta circunstancia.[2]
    • ¿Dónde se localiza la ampolla? Normalmente es más seguro reventar una ampolla en el pie que reventar un herpes labial en la boca. El herpes labial y las ampollas al interior de la boca deben ser evaluadas por un médico.
    • ¿Parece infectada? Si la ampolla exuda pus amarillento, es probable que esté infectada y deberás acudir al médico.[3]
    • ¿La ampolla interfiere con tu vida diaria? Por ejemplo, ¿no te permite caminar? Si la respuesta es afirmativa y puedes reventarla de manera segura, esta podría ser la circunstancia apropiada.
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    Evita reventar ampollas causadas por una quemadura solar o de otro tipo. Si tienes ampollas por quemaduras solares, quiere decir que las quemaduras son de segundo grado y lo suficientemente graves para que acudas al médico. No revientes las ampollas por quemaduras solares, ya que protegen a la piel que está debajo mientras se regenera después de la quemadura. Acude al médico para tratar y proteger la piel del sol mientras sana.[4]
    • Las quemaduras de segundo grado como las que producen ampollas, deben tratarse con cuidado con una crema para quemaduras recetada. Acude al médico para la prescripción y para aprender a cuidar las ampollas por quemaduras solares.[5]
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    Deja en paz a las ampollas de sangre. Una ampolla de sangre, en ocasiones llamada talón negro o palma negra, es una decoloración rojiza, púrpura o negra bajo la piel, debido a vasos sanguíneos rotos bajo la epidermis en la capa dérmica de la piel. La fricción encima de prominencias óseas como la parte trasera del talón, provoca la rotura de los vasos sanguíneos y la liberación de sangre en la piel.[6]
    • Las ampollas de sangre indican un nivel de lesión más profundo. Normalmente se solucionan por sí solas, pero algunas personas las confunden con melanoma. Si no tienes la certeza de qué es, consulta al médico.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Realizar los preparativos

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    Lávate las manos. Usa jabón y agua tibia para enjabonarte las manos durante 20 segundos antes de enjuagarte.[7]
    • Usa jabón normal sin fragancia para lavarte las manos. Esto evitará que cualquier químico irritante exacerbe el sitio de la ampolla e impedirá la transmisión de cualquier bacteria de las manos hacia el área frágil de la piel, una vez que hayas reventado la ampolla.
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    Lava el área ampollada con agua y jabón, alcohol o antiséptico.[8]
    • Los antisépticos como el Betadine (povidona yodada) están disponibles en la mayoría de las farmacias. Sin embargo, ten cuidado con el Betadine ya que puede manchar la piel temporalmente y manchar la ropa y otras superficies.
    • Vierte suavemente el Betadine o el alcohol sobre la ampolla y el área circundante. Si vas a lavar el sitio con jabón y agua, usa un jabón normal sin fragancia, enjabónate las manos, lava suavemente el área afectada con cuidado de no aplicar presión para no reventar la ampolla y enjuágate bien.
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    Prepara la aguja o cuchilla. Lo mejor es usar una agujas o cuchillas de bisturí de un solo uso, preempaquetadas y esterilizadas, que a menudo se encuentran disponibles en farmacias y tiendas de suministros médicos.[9]
    • Si eliges usar una aguja de costura casera, primero sumérgela en alcohol.
    • No coloques la aguja o cuchilla dentro de una flama, ya que emitirá partículas de carbón que pueden irritar la piel y posiblemente aumentarán la infección.[10]

Parte 3
Parte 3 de 3:
Reventar la ampolla

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    Revienta la ampolla a los costados. Punciona la ampolla en 2 o 3 lugares en donde la gravedad ayudará a que se drene. Reviéntala a cada lado, cerca de su borde inferior.[11]
    • No pruebes el método de enhebrar la ampolla, que literalmente propone enhebrar la aguja y pasarla a través de la ampolla. Este método presenta un mayor riesgo de infección.
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    Drena la ampolla. Deja que la ampolla se drene naturalmente con la gravedad o aplicando una presión suave hacia abajo, desde la parte superior de la ampolla hacia la parte inferior en dónde la hayas puncionado. Deja que el líquido se drene a través de los agujeros.[12]
    • No presiones con fuerza ni rasgues la ampolla para liberar el líquido, ya que puedes causarle un trauma a la piel que está debajo.
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    Evita rasgar la piel. Tirar de la piel muerta que ha formado parte de la ampolla, puede irritar la piel sana circundante y dejarla abierta a una infección. Simplemente lava el sitio con jabón y agua o antiséptico, y luego cúbrela con un vendaje.[13]
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    Aplica ungüento antibiótico y cubre con un vendaje. Esto evitará que las bacterias entren en el sitio y permitirá aliviar la presión en el área de la ampolla.[14]
    • Vuelve a aplicar el ungüento y cambia el vendaje diariamente hasta que la piel haya sanado completamente, lo que puede tomar aproximadamente una semana.[15]
    • Si no te preocupa demasiado la infección, puedes aplicar vaselina o Aquaphor (crema reparadora) en lugar del ungüento antibiótico.
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    Remoja periódicamente tu cuerpo, pies o manos después de haber reventado la ampolla. Las sales de Epsom (sulfato de magnesio) ayudan a extraer aún más líquido. Durante los próximos días, pon media taza de sales de Epsom en agua tibia y remoja tus pies o toma un baño en sales de Epsom una vez al día durante 20 minutos.[16]
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    Vigila los signos de infección. Cualquier aumento en el enrojecimiento, hinchazón, dolor o pus indica una posible infección y es probable que necesites acudir al médico y recibir antibióticos.[17]
    • Si el enrojecimiento y la hinchazón alrededor de la ampolla aumentan, es posible que tengas una infección. Probablemente tengas fiebre con una temperatura mayor a la normal de 37 °C. Si el área es más dolorosa que tener la ampolla en sí y se acompaña de cualquiera de estos otros síntomas, es posible que tengas una infección.
    • El pus es una secreción amarillenta que exuda de un sitio infectado. Si la ampolla reventada o no, supura esta secreción amarillenta, acude al médico debido a una infección potencial.
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    Prevén ampollas futuras. Elimina la presión de las áreas óseas. Usa almohadillas de presión en forma de dona según sea necesario. Si corres, posiblemente necesites considerar comprar un nuevo para de zapatos o calcetines con el ajuste adecuado para reducir la fricción y que tengan propiedades para controlar la humedad.[18]
    • Si practicas remo, usa guantes específicos para deportes acuáticos o forma un agarre de cinta adhesiva en el remo para disminuir la fricción contra él.[19]

Advertencias

  • Algunas ampollas son resultado de una afección médica, como pénfigo, penfigoide o una infección como impétigo ampolloso. Si tienes ampollas que ocurren sin una causa clara, muchas ampollas, o ampollas que vuelven a salir, deberás acudir al médico.

Consejos

  • Asegúrate de que todo (manos, aguja, área circundante, área de la ampolla) esté estéril para prevenir una infección.
  • Asegúrate de que el agua esté limpia antes de usarla, ya que puede provocar una infección.
  • También puedes acudir al médico, dermatólogo o con un practicante de enfermería para que te aspire (o drene) la ampolla con una aguja estéril. Esto es particularmente útil para ampollas grandes.[20]

Acerca de este wikiHow

Laura Marusinec, MD
Coescrito por:
Pediatra certificado por el colegio oficial
Este artículo fue coescrito por Laura Marusinec, MD. La Dra. Marusinec es pediatra certificada por el colegio oficial en el Children's Hospital de Wisconsin, donde pertencece al Consejo de Práctica Clínica. Ella recibió su doctorado en mediciana en el Medical College of Wisconsin School of Medicine en 1995 y completó su residencia en el Medical College of Wisconsin in Pediatrics en 1998. Es miembro de la Asociación Americana de Escritores Médicos y de la Sociedad de Atención de Urgencia Pediátrica. Este artículo ha sido visto 14 389 veces.