Cultura tumaco-la tolita

La cultura tumaco-la tolita o cultura tulato,[1] también conocida como cultura tumaco en Colombia o como cultura tolita en Ecuador[2] fue una cultura arqueológica que habitó la costa del norte de Ecuador y la costa sur de Colombia en tiempos precolombinos. Toma su nombre de los dos sitios arqueológicos más representativos de la cultura, la isla del Morro en la ciudad de Tumaco y la isla de la Tolita. Destacaron por la construcción de montículos de tierra conocidos como Tolas, la artesanía en cerámica y sobre todo la artesanía en metal, ya que manejaron el oro con gran destreza y también fueron los primeros artesanos del mundo que trabajaron el platino.[3]

Cultura tumaco-la tolita

Figurita de oro de la cultura tumaco-la tolita
Información histórica
Periodo Desarrollo Regional
Primeros registros 350 a. C.
Decadencia 400 d C.
Información geográfica
Área cultural América Andina
Equivalencia actual Colombia y Ecuador
Asentamientos importantes

Clima y geografía

Paisaje del bajo Río Mira.

La cultura tumaco-la tolita vivió en las costas de la actual provincia de Esmeraldas en Ecuador y se extendió tan al norte como hasta Buenaventura, en Colombia. La región es cálida, con temperaturas de 27 o 28 °C.[1][4] El paisaje de la región está dominado por grandes y fértiles llanuras cubiertas por la selva húmeda tropical, mientras que la zona litoral esta cubierta por manglares. En la zona hay abundantes ríos, como el río Cayapas, el Mataje, el Mira, el Patía, etc.[1] La gran cantidad de ríos y el acceso al mar proveyeron a Tumaco-La Tolita de excelentes vías de comunicación con las regiones andinas.[5]

Historia

Los orígenes de la cultura tumaco se remontan a los primeros pobladores conocidos de la región, que pertenecieron a la cultura Chorrera. Llegaron a principios del primer milenio antes de cristo,[1] y para el año 600 a. C. aparecieron las primeras ocupaciones en la isla de La Tolita.[6] Con el paso del tiempo la cultura de estos se transformó lentamente y volvió más regional, para el 350 a. C. su cultura ya se había convertido en lo que se conoce como tumaco-la tolita. Algunos investigadores piensan que hubo grandes migraciones desde Mesoamérica que tuvieron mucha influencia en los orígenes de la cultura yolita, aunque esta hipótesis no se ha demostrado.[1]

La cultura tolita existió en su máximo esplendor por más o menos 700 años, tras los cuales ocurrieron nuevas transformaciones culturales que se evidencian por la aparición de la fase cultural El Morro en el 350 d. C. en la zona de Tumaco, la cual se caracterizó por un estilo de cerámica totalmente distinto,[7] y por el abandono de la isla de la Tolita para el 400 d. C.[6]

Entre el 500 y el 700 d. C. ocurrió un período de transición marcado por el despoblamiento gradual de las regiones costeras. Sus causas son desconocidas.[6]

Redescubrimiento, saqueo e investigación

El arqueólogo Marshall H. Saville fue uno de los primeros en estudiar La Tolita.

Los primeros estudios arqueológicos de la cultura tumaco-la tolita fueron llevados a cabo por arqueólogos extranjeros. El primero de ellos fue el estadounidense Marshall Saville, quien visitó la isla de la Tolita[8] y zonas aledañas de Esmeraldas y Nariño guiado por las noticias de los increíbles ajuares de oro que se encontraban allí, publicó los resultados de su investigación en 1910, usando ya el nombre de cultura tolita.[2] Los artefactos de oro y platino de la tolita se volvieron muy populares en museos de todo el mundo tras esta publicación. El arqueólogo alemán Max Uhle visitó la isla en 1925.[8] Fue el quien publicó los primeros mapas de la isla, en los cuales se pueden observar las Tolas que le dan su nombre.[2]

En 1949, el estadounidense John Rowe publicó el primer trabajo sobre esta cultura en Colombia, y, en 1955, el colombiano Julio César Cubillos publicó sus estudios de la zona, utilizando ya el nombre de cultura tumaco, a pesar de que tanto Cubillos como Rowe sabían que la misma cultura era llamada la tolita al otro lado de la frontera. El austríaco Gerardo Reichel-Dolmatoff realizó los primeros estudios de Carbono 14 en el lado colombiano, mientras que la estadounidense Betty Meggers inició la tarea de la periodización cronológica de la cultura tolita en el lado Ecuatoriano en 1966.[2]

Estos primeros investigadores estuvieron muy influenciados por la teoría difusionista, la cual proponía la existencia de zonas nucleares de alta cultura, desde las cuales esta se difundía hacia zonas periféricas. Ellos consideraron que Tumaco-La Tolita se trataba de una zona periférica, motivo por el cual Max Uhle propuso la teoría de las culturas mayoides, la cual decía que el origen y todos las transformaciones de La Tolita se debían a olas de migrantes venidos desde Mesoamérica.[2]

La región tumaco-la tolita además de convertirse en un lugar muy atractivo para estudiosos, también se convirtió en un lugar muy atractivo para buscadores de oro, quienes saquearon sistemáticamente gran cantidad de tumbas de esta cultura en busca de objetos de metal precioso que posteriormente serían fundidos y convertidos en lingotes. Entre los principales compradores del oro proveniente de la región estaban el Banco de la República de Colombia y el Banco Central del Ecuador, los cuales buscaban aumentar sus reservas de oro. Fueron estos mismos bancos los que se encargaron de la creación del Museo del Oro y del Museo del Banco Central en Colombia y Ecuador respectivamente con el fin de proteger a las piezas más sobresalientes. El Banco Central del Ecuador incluso adoptaría una pieza de presunto origen tolita como su logotipo, el llamado Sol de Oro del Banco Central.[2]

En las décadas que siguieron se realizaron estudios más exhaustivos sobre esta cultura, aunque estos fueron muy marcados por la influencia de la frontera internacional que divide los territorios tumaco-la tolita.[2] Algunos de los trabajos que destacan son las excavaciones de Francisco Valdez en la isla de la Tolita, las de José Alcina Franch en la provincia de Esmeraldas, las de Jean François Bouchard y las de Diogenes Patiño en la región de Tumaco o el extenso estudio de la iconografía tolita de María Fernanda Ugalde.[9]

Cultura material

De los restos de la cultura material de tumaco-la tolita destaca la metalurgia y la alfarería, aunque también hay evidencias de uso de piedra conchas, cuernos, hueso, madera, cestería, textiles, plumas, etc.[10]

Metalurgia

Máscara de oro con ojos y dientes de platino en el Museo Nacional del Ecuador.

Los artesanos de la cultura tumaco destacaron en el trabajo del oro, el platino y la tumbaga (una aleación entre oro y cobre). El uso que se le dio a estos metales fue principalmente para la fabricación de objetos artísticos. Se hicieron gran cantidad de máscaras metálicas y ornamentos corporales como cuentas, anillos, diademas, brazaletes, incrustaciones dentales e incluso hilos de oro que presumiblemente fueron utilizados para decorar la ropa.[11] Aunque también se hicieron algunas herramientas de cobre como cinceles, pinzas, agujas, alfileres, anzuelos, etc.[10]

Las evidencias más tempranas del uso de metales en la región provienen del sitio arqueológico llamado Las Balsas, cerca de la isla de la Tolita, allí se encontró una lámina de oro que fue fechada entre el 915 y el 780 a. C.[12]

Los artesanos de la cultura tolita fueron los primeros del mundo en trabajar el platino, por lo menos 1 400 años antes que los herreros europeos, quienes no utilizaron este metal hasta el siglo XVIII. Este metal tiene una temperatura de fundición muy elevada, la cual no se logró conseguir hasta la revolución industrial, por lo que los herreros tolita tuvieron que desarrollar técnicas para trabajar el metal sin fundirlo, una de ellas es la llamada sinterización, que consiste en mezclar polvo de platino en oro o plata.[3] El contraste del color blanco del platino con el amarillo del oro fue utilizado para crear piezas bicolores.

El llamado Picasso Tolita es una de las esculturas de cerámica más famosas de tumaco-La Tolita.

Alfarería

Alcarraza zoomorfa.

La cerámica se empleó en la fabricación tanto de utensilios de uso cotidiano como de esculturas y figurillas.

Hicieron vasijas de diferentes formas y con diferentes utilidades. Las más comunes con alcarrazas, vasijas globulares, vasos, cuencos y platos, estas dos últimas formas se suelen presentar como vasijas trípodes. Estas vasijas fueron abundante decoradas. La pintura roja fue muy común, y en ocasiones se combinó con blanco, naranja, crema, café o negro. También se utilizaron otras técnicas decorativas como la pintura negativa o las incisiones con motivos geométricos.[11]

Otros utensilios hechos en cerámica fueron volantes de husos para hilar y ralladores.[11]

Hicieron gran cantidad de figurillas de cerámica, las hay antropomorfas, zoomorfas e híbridas. Las figurillas antropomorfas exhiben atuendos y adornos corporales, algunas llevan instrumentos musicales, otras parecen estar enfermas, tener los cráneos deformados o representan a ancianos. Las figurillas zoomorfas representan a gran variedad de animales; peces, mamíferos, reptiles, aves, etc. Y las figurillas híbridas representan la mezcla entre animales y humanos, una de las representaciones más comunes es el hombre jaguar.[11]

Rallador con incrustaciones de piedra.

Piedra

Escultura en hueso tumaco en el Museo Metropolitano de Arte.

La piedra escasea en los lugares que fueron ocupados por la cultura tumaco-la tolita, así que materiales como el basalto y la andesita seguramente fueron importados desde las zonas de piedemonte. Estudios realizados en artefactos de obsidiana recuperados de yacimientos tolita han demostrado que la gran mayoría se hicieron con material importado desde las canteras de Mullumica, cercanas a la actual ciudad de Quito, ubicada lo alto de la cordillera de los Andes.[11]

Los materiales líticos fueron utilizados principalmente para la fabricación de herramientas y utensilios como metates y sus respectivas manos de moler, hachas de piedra pulida, pesas para redes de pesca, etc. En algunos ralladores de cerámica se incrustaron piedras pequeñas para hacer las superficies rugosas requeridas para rallar. También se han encontrado lascas de basalto, obsidiana, chert y limonita que seguramente fueron utilizadas como raspadores o navajas.[11]

Otros Materiales

Se han encontrado herramientas como agujas, alfileres, punzones, etc. hechas de hueso y asta de venado. Aunque estos materiales también se utilizaron con propósitos artísticos, como tallar estatuillas, flautas, etc. En ocasiones se colocaron incrustaciones de conchas como la Spondylus y la Madreperla.[10]

Es de suponer que se utilizó una gran gama de materiales orgánicos que no han sobrevivido hasta el día de hoy debido a la descomposición, aunque sobreviven algunas fuentes indirectas que indican el uso de estos materiales. Entre estos se encuentra la madera para la fabricación de canoas y el uso del bahareque para la construcción de casas, los cuales han sido representados en esculturas de cerámica.[10] Por otro lado, la existencia de herramientas para hilar como los volantes de huso y de estaquillas con representaciones de vestimenta evidencian la fabricación de textiles.

Ingeniería y arquitectura

Canales, camellones y caminos

Las amplias llanuras de la región Tumaco-La Tolita presentan un gran reto para la agricultura intensiva, ya que estas tierras son propensas a inundarse durante la temporada de lluvias, haciendo imposible la agricultura. Para lidiar con este problema, los agricultores de la cultura tolita recurrieron a la construcción de canales y camellones.[1] Esta técnica consiste en excavar canales alargados y acumular la tierra que se extrae justo al lado de ellos, creando así una especie de cama elevada y alargada conocida como camellón. El agua se acumulará en los canales mientras los camellones quedan secos, permitiendo el cultivo incluso en época de lluvias.[13]

Este sistema de cultivos trae varias ventajas además del mantener la tierra seca. Los canales más profundos, que permanecen inundados todo el año sirven también como reservas de agua de riego y atraen peces y otros animales que sirven como fuentes de alimento. Dentro de estos canales se acumula materia orgánica que lentamente se descompone y se convierte un una muy fértil capa de humus, la cual puede ser recogida y colocada sobre los camellones regularmente, lo cual ayuda a mantener tanto la profundidad de los canales como la fertilidad de la tierra.[13]

Utilizando esta misma técnica, también se construyeron caminos elevados,[8] seguramente con el objetivo de mejorar la movilidad entre las zonas de cultivo durante las inundaciones.

Estos campos de canales y camellones comenzaron a ser construidos antes del período Tumaco-La Tolita, durante la época Chorrera, aunque su uso intensivo comenzó durante la época tolita. Estos campos continuaron siendo utilizados incluso después de la desaparición de la cultura tolita.[8]

Casas y templos

Maquetas Tumaco-La Tolita en el Museo Casa del Alabado.

No se ha encontrado ninguna casa de la tolita, lo cual indica que construyeron con materiales perecederos que desaparecieron con el tiempo.[9]

Las únicas evidencias que sobreviven de la construcción de casas o templos son agujeros que fueron excavados para anclar postes de madera que habrían soportado el techo de alguna edificación. Las casas que se construyeron en los sectores planos probablemente se construyeron sobre pilotes para evitar las inundaciones, esta técnica de construcción todavía está en uso hoy en día en la región tolita.[9]

Además de los agujeros de postes, también existen maquetas de casas o templos que parecen indicar la construcción con bahareque,[10] técnica que consiste en hacer paredes con un esqueleto de cañas entretejidas que son cubiertas con barro. El techo curvado hacia abajo que tienen algunas de estas maquetas parece indicar la utilización de vigas de caña, las cuales se doblan por el peso del techo ya que la caña es un material flexible. Algunas de estas maquetas muestran animales incorporados a la arquitectura.[14]

Religión y vida ritual

Arte religioso

Figurina de un jaguar en el Museo de Israel.
Escultura de un tiburón en el Museo Metropolitano de Arte.

Los primeros estudiosos de la cultura tumaco-la tolita pensaban que las representaciones iconográficas del arte de esta cultura no eran más que simples representaciones del entorno natural y de la vida diaria,[2] dentro de esta línea de pensamiento, se creía que las representaciones antropozoomorfas (representaciones de humanos con partes animales) en verdad eran representaciones de chamanes que estaban viviendo un proceso de transformación espiritual inspirado por el consumo de plantas alucinógenas. Pero esta manera de ver el arte de la tolita hoy en día ha sido cuestionada por los estudiosos, quienes piensan que la iconografía tumaco en verdad representa todo los opuesto a la vida cotidiana: deidades, ancestros mitológicos, personajes sobrenaturales y héroes legendarios.[15]

El arte tumaco-la tolita representa gran cantidad de animales, tanto naturales como sobrenaturales, pero de entre todos hay 3 que destacan, el jaguar, el tiburón y el caimán. Algunos investigadores piensan que estos tres animales podrían haber sido las principales deidades en la mitología tolita, ya que cada uno de ellos es el mayor depredador de los ecosistemas donde habrían vivido las personas tumaco-la tolitas; el jaguar es el mayor depredador de la selva, el tiburón es el mayor depredador del mar y el caimán el mayor depredador de los ríos y manglares.[16]

Algunos investigadores creen que varios de estos animales, naturales o no, podrían haber representado a los ancestros míticos de varias familias, ya que hay gran cantidad de figurillas de humanos que llevan estos personajes en el tocado, también hay casos de personas que fueron enterradas con algunos de estos animales, los cuales habrían sido sacrificados en honor al difunto.[15]

Decapitación ritual

Dos "decapitadores" ubicados en el Museo Arqueológico Weilbauer enseñan cabezas humanas.

La historiadora del arte Costanza di Capua propuso la hipótesis de que en La Tolita se practicaba la recolección de cabezas trofeo de manera ritual, y que estas tal vez eran ofrendas para una deidad felino-antropomorfa. También habló de la posibilidad de que se realizaran tzantzas (cabezas reducidas). Los indicios que podrían indicar la existencia de dichas prácticas provienen principalmente de la iconografía, ya que existen gran cantidad de figuras de cabezas humanas fabricadas en arcilla sin cuerpo, además de un tipo de figurillas muy peculiares conocidas como "decapitadores" los cuales sostienen una cabeza humana entre sus manos. Además de las evidencias iconografícas, existe un cráneo que se ha interpretado como el posible resultado de la decapitación ritual ya que tiene dos perforaciones que fueron realizadas después de la muerte del individuo, al igual que las cabezas de cerámica antes mencionadas.[17]

Sin embargo, la arqueóloga María Fernanda Ugalde argumentó que no hay suficientes evidencias para confirmar dicha hipótesis, ya que, a pesar de que si se han encontrado cráneos humanos separados del cuerpo en cementerios de tumaco-la tolita, este fenómeno podría ser fácilmente explicado por la práctica del entierro secundario, la cual causa que los huesos no permanezcan en la posición que les corresponde dentro del esqueleto. Además, en varios de estos esqueletos con cabezas separadas, las vértebras del cuello no tienen marcas de cortes. Para explicar la existencia de cabezas cortadas en la iconografía la arqueóloga dijo lo siguiente:[16]

Nos inclinamos a creer que la decapitación ritual en la cultura tolita, más que una práctica real pudo pertenecer al ámbito mitológico (de manera análoga a la distribución de crucifijos y representaciones de la crucifixión en la iconografía cristiana, lo cual no implica que en todas las áreas culturales donde este objeto está presente se lleven a cabo crucifixiones). [...] Las escenas de decapitación y obtención de cabezas trofeo son frecuentes en el área andina, sobre todo en culturas peruanas – Cerro Sechín, Cupisnique, Paracas, Nasca, Moche]; menos implícitamente en Chavín –, y su presencia en la iconografía tolita podría responder a una difusión de parte de este bagaje religioso-mitológico.
María Fernanda Ugalde

Enterramientos

Dibujo de varias timburas y una chimenea.

Los enterramientos tumaco-la tolita son famosos por sus muy ricos ajuares funerarios de oro y cerámica, aunque en verdad estos son solo algunos de los entierros tolita, ya que en esta cultura existió una gran variedad de prácticas funerarias. Se han encontrado cuerpos enterrados en gran variedad de posiciones, existen tumbas excavadas directamente sobre el suelo, pero también existen tumbas dentro de las Tolas, se han encontrado tanto enterramientos primarios (cuando el cuerpo se descompone en el lugar de entierro) como secundarios (cuando la carne se descompone antes de darle un entierro definitivo a los huesos), en tumbas individuales o colectivas, con ofrendas muy ricas o sin ninguna ofrenda. Un tipo e enterramiento común son las llamadas tumbas de Chimenea, que se encuentran en el interior de las tolas. Consisten en tubos verticales hechos a partir de cilindros de arcilla llamados timburas.[9]

Debido a la cantidad de entierros que se han encontrado en la isla de La Tolita, se sospecha que esta fue una necrópolis donde se enterraron personas de toda la región.[6]

Sitios arqueológicos

Hay varios sitios arqueológicos de la cultura tumaco-la tolita. Principalmente se tratan de campos de canales y camellones destinados al cultivo o de pequeños poblados con Tolas (montículos artificiales). Aunque de entre todos los sitios conocidos hay dos que destacan: La Tolita y el morro de Tumaco.

Isla de La Tolita

Esta pechera de oro fue encontrada en una tumba en la isla de La Tolita, hoy en día está en el Museo de Penn

El sitio conocido como La Tolita está ubicado en la isla del mismo nombre, en la desembocadura del río Cayapas en Ecuador. Este sitio fue el que originalmente le dio el nombre a esta cultura.

Se trata de un centro ceremonial que consiste en un poblado con gran cantidad de Tolas que forman una plaza en U, estas le dan su nombre a la isla. El sitio funcionó como una necrópolis para toda la región, por esta razón es que allí se han encontrado abundantes enterramientos.[9][10]

La isla fue habitada por primera vez alrededor del 600 a. C., por la cultura chorrera, durante este período la ocupación del lugar consistió en pequeños caseríos dispersos a lo largo del lugar. No fue hasta el llamado período Clásico (entre el 200 a. C. y el 75 d. C.) que el lugar se convirtió en una pequeña ciudad y se inició la construcción de las Tolas. Llegó a su población máxima durante el período Tolita Tardío (entre el 90 y el 400 d. C.), la cual ha sido estimada en cerca de 5000 habitantes. Tras el período Tardío, el lugar fue abandonado por razones desconocidas.[6]

Algunos investigadores piensan que este lugar fue más que un centro ceremonial, según estos también fue un centro de poder político. Es decir, fue la capital de un gran señorío o cacicazgo que gobernó le región Tumaco-La Tolita.[18]

El Morro

El sitio se encuentra en la isla del Morro, en la bahía de Tumaco, la cual hoy en día es parte de la ciudad de Tumaco. Según el arqueólogo Jean François Bouchard, la isla fue un puerto importante en tiempos de la cultura tumaco-la tolita, ya que desde ella se podía acceder muy fácilmente a todos los ríos que desembocan en la bahía de Tumaco. El arqueólogo interpretó que a la isla como una colonia de La Tolita cuyo principal objetivo era la recolección de oro en las costas de la bahía.[18]

Véase también

Referencias

  1. Patiño, Diógenes (2017). «Tumaco-Tolita: cultura, arte y poder en la costa pacífica». Antropología Cuadernos de Investigación 18. Consultado el 02-08-2022.
  2. Morales Cabezas, Isaías (2013). Alessia Frassani, ed. Del Testimonio al Artificio en el Arte Aborigen: La Influencia de la Frontera en el Estudio de Tumaco-La Tolita. Universidad de los Andes: Facultad de Artes y Humanidades. Consultado el 02-08-2022.
  3. Meeks, N.; La Niece, S.; Estévez, P. (2002). «The technology of early platinum plating: a gold mask of the La Tolita culture, Ecuador». Archaeometry 44 (2): 273-284. doi:10.1111/1475-4754.t01-1-00059. Consultado el 18 de septiembre de 2022.
  4. Ugalde, María Fernanda (2009). «2. El área de estudio». Iconografia de la Cultura Tolita. Lecturas del discurso ideológico en las representaciones figurativas del Desarrollo Regional. Forschungen zur Archäologie Außereuropäischer. p. 14-16. ISBN 978-3-89500-696-8. Consultado el 29 de septiembre de 2022..
  5. Dumont, Jean François; Valdez, Francisco; Santana, Essy; Tihay, Jean Pierre; Usselmann, Pierre; Navarrete, Edison (2010). «Did the flowering of the La Tolita culture 3000 BP result from a natural disaster?». European Journal of Geography (en inglés). doi:10.4000/cybergeo.23305. Consultado el 06-08-2022.
  6. Scott, David (2011). «THE LA TOLITA–TUMACO CULTURE: MASTER METALSMITHS IN GOLD AND PLATINUM». Latin American Antiquity (en inglés) 22 (1): 65-95. Consultado el 30 de junio de 2022.
  7. Patiño Castaño, Diógenes (2003). Felipe García Quintero, ed. TUMACO PREHISPÁNICO. Popayán: Universidad de Cauca. ISBN 958-9475-45-0. Consultado el 08-08-2022.
  8. Valdez, Francisco (2008). «La Laguna de la Ciudad, le grenier de La Tolita». Des mers de glace à la Terre de feu (en francés): 69-75. doi:10.4000/nda.357. Consultado el 27 de septiembre de 2022.
  9. Ugalde, María Fernanda (2009). «3. Arqueología de la región». Iconografia de la Cultura Tolita. Lecturas del discurso ideológico en las representaciones figurativas del Desarrollo Regional. Forschungen zur Archäologie Außereuropäischer. ISBN 978-3-89500-696-8. Consultado el 29 de septiembre de 2022.
  10. Valdez, Francisco (1987). Proyecto arqueológico "La Tolita," 1983-1986. Fondo Arqueológico del Museo del Banco Central Guillermo Pérez Chiriboga.
  11. Patiño, Diógenes (2003). «CAPÍTULO 5: SECUENCIA CULTURAL EN TUMACO: PERÍODOS, FASES, SITIOS Y EVIDENCIAS MATERIALES DE SOCIEDADES PREHISPANICAS». TUMACO PREHISPÁNICO.ASENTAMIENTO, SUBSISTENCIA E INTERCAMBIO EN LA COSTA PACÍFICA. Popayán: Universidad de Cauca. Consultado el 18 de septiembre de 2022.
  12. Valdez, Francisco; Gratuze, Bernard; Yépez, Alexandra; Hurtado, Julio (2004). «Evidencia temprana de metalurgia en la Costa Pacífica ecuatorial». Boletín del Museo del Oro (53). ISSN 0120-7296. Consultado el 23 de septiembre de 2022.
  13. Ariza, Manuel Alejandro; Becerra, José Virgilio; Chalá, Döbereiner (2014). Informe del rescate arqueológico realizado en la Sede Tumaco de la Universidad Nacional de Colombia. Consultado el 11-12-2022.
  14. Daniel Schávelzon (1987). «Las maquetas en el arte funerario del Ecuador Prehispánico». Consultado el 11-12-2022.
  15. Ugalde, María Fernanda (2009). «9. Conclusiones – algunas hipótesis sobre el material analizado». Iconografia de la Cultura Tolita. Lecturas del discurso ideológico en las representaciones figurativas del Desarrollo Regional. Forschungen zur Archäologie Außereuropäischer. pp. 159-178. ISBN 978-3-89500-696-8. Consultado el 29 de septiembre de 2022.
  16. Ugalde, María Fernanda (2009). «7. ANÁLISIS - CONVENCIONES ICONOGRÁFICAS». Iconografia de la Cultura Tolita. Lecturas del discurso ideológico en las representaciones figurativas del Desarrollo Regional. Forschungen zur Archäologie Außereuropäischer. pp. 49-77. ISBN 978-3-89500-696-8. Consultado el 29 de septiembre de 2022.
  17. Di Capua, Costanza (2002). «LAS CABEZAS TROFEO: Un rasgo cultural en la cerámica de La Tolita y de Jama-Coaque y breve análisis del mismo rasgo en las demás culturas del Ecuador precolombino». DE LA IMAGEN AL ICONO: Estudios de Arqueología e historia del Ecuador (Quito: Ediciones Abya–Yala): 23-93. ISBN 9978-22-287-1. Consultado el 16 de octubre de 2022.
  18. Bouchard, Jean François (1998). «Estudio Arqueológico del sitio El Morro-CCCP-Tumaco.». Boletín Científico CCCP (7): 83-94. doi:10.26640/01213423.7.83_94. Consultado el 20 de diciembre de 2022.

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