Madrid goyesco

Madrid goyesco o Madrid de Goya es el conjunto de tipos y lugares enmarcados en el escenario geográfico, histórico y sociológico presente en la obra de Francisco de Goya protagonizados por el pueblo de Madrid.[3] Un espacio variopinto y multicolor poblado por un grupo humano tan diverso como la indumentaria que le caracterizó y el marco cosmopolita que habitaron, o los círculos y ocupaciones que compusieron su esencial estética pictórica.[4] Así, el Madrid Goyesco queda definido en la geografía de la capital de España como un conjunto ejemplar con identidad propia en la historia de la pintura universal.[5]

La pradera de San Isidro, el pequeño óleo –42 x 90 cm– pintado por Goya en 1788, mostrando Madrid desde la ermita de San Isidro patrón de la ciudad, el día de la romería, un evento popular que el propio pintor definía en una carta a su amigo Martín Zapater con su personal ortografía: «la Pradera de San Isidro, en el mismo día del Santo con todo el bullicio que en esta Corte acostumbra haver».[1] Se trataba de un boceto para un ambicioso cartón de siete metros y medio de longitud, que tras la muerte de Carlos III, no se llegó a realizar. Es contemporáneo de un sainete de Ramón de la Cruz con el mismo título.[2]

Goya, vecino de Madrid

«Yo sé quién es Goya, y también sé que lo precioso de Madrid es que puede ser goyesco siempre.»[6]
Autorretrato de Goya con tricornio (1790-1795).

Goya vivió en Madrid durante medio siglo.[lower-alpha 1] Durante ese largo periodo de su vida, apenas interrumpido por pequeños viajes y un par de estancias más dilatadas en Cádiz y Sanlúcar de Barrameda, el pintor fue vecino en varios domicilios de distintos barrios de la capital de España.[lower-alpha 2][7] Así, en 1775, aparece instalado con Josefa Bayeu, en casa de su cuñado y mentor Ramón Bayeu, en la calle del Reloj, donde permaneció dos años y nace su segundo hijo, Eusebio Ramón. Tras una breve estancia en la calle del Espejo (donde nace Vicente Anastasio en 1777) se trasladaron a la Carrera de San Jerónimo, a una casa de la marquesa de Campollano (allí nacen: Hermenegilda, en 1782, y Javier, nacido el 4 de diciembre de 1784, el último y el único hijo que sobrevivió al pintor y fue su heredero).[8] El pintor, que en este periodo central de su vida buscó siempre la vecindad del centro de Madrid, con la Puerta del Sol o el Palacio Real a mano, aparece residiendo en 1799 en casa propia en la calle del Desengaño (donde nacen sus hijos María Pilar Dionisia y Francisco de Paula Antonio Benito), piso que luego vendería a Manuel Godoy para que el valido acomodase a su amante —y luego esposa— Pepita Tudó. En 1800, Goya compra una casa en la calle de Valverde; pero tres años después se muda a la calle de los Reyes –a un piso en propiedad que acabará regalando a su hijo Javier–, que abandonó en 1819 cuando compró una quinta en el cerro Bermejo, «al otro lado del puente de Segovia, camino de la ermita de San Isidro», conocida como Quinta del Sordo.[9][10][11]

La historia del vecino metropolitano se completaría con el Goya que trabaja en la Real Fábrica y su entorno natural cercano al río y las dehesas y bosques del Pardo; con el pintor que decora el palacete de la Alameda, de los duques de Osuna; y en el último lustro de su vida madrileña, con el viejo solitario recluido en la finca de Carabanchel Bajo que ya antes de que Goya la comprara era llamada la quinta del sordo.[12]

El Madrid de los cartones y tapices

La más tópica y rica representación del Madrid goyesco aparece en el conjunto de apuntes, cartones y tapices realizados por Goya para la Real Fábrica de Tapices,[13] una galería de cuadros de costumbres en la línea de la pintura de género europea más exquisita. Una visión lúdica, idealizada y benévola que, sin cambiar de escenario, adoptará nuevos y estremecedores ángulos en los Caprichos y Disparates.

Algunos ejemplos de este singular capítulo del Madrid goyesco:

  • El baile a orillas del Manzanares o El baile de San Antonio de la Florida (1777), uno de los varios ejemplos en que el modesto río Manzanares y sus riberas sirvieron de escenario a muchos de los trabajos de Goya. El boceto original de este cartón para tapiz —en paradero desconocido— fue comentado por Goya en una carta de diciembre de 1778 escrita a su amigo Martín Zapater con esta anécdota: «Sabatini se me echó sobre unos guapos borrones que tenía y ya los había destinado y un ibas más librado y me he quedado en pelota. Aquel que tenía antiguo del baile también si lo quieres lo pondrás en un rinconcito que por inútil se quedó...» Luego Sabater añadiría en una nota: «...Dicho borrón que poseo y ha sido calificado por el señor Haess, representa un baile en la ronda: en el fondo se destaca el templo de San Francisco el Grande...» Queda claro que los bocetos (cartones o tapices), conocidos con este mismo tema del baile junto al río, fueron versiones posteriores en las que Goya afinó en calidad —y en algún caso suprimió— la cúpula de San Antonio.[14]
  • El ciego de la guitarra (1778), sin duda una de las escenas más habituales de la picaresca española , que el propio Goya en una factura del 1 de mayo de 1778 describe así: «...representa un ciego cantando con su guitarra y su lazarillo y catorce figuras que le están escuchando, y de las principales son, dos mujeres, un extranjero, un negro vendiendo agua, un paradero, los restantes están embozados con sus capas; delante de todo, dos muchachos sentados oyéndole también. Hay en otro término un murciano con una carreta de bueyes, al otro lado un grupo con muchas gentes y entre ellas uno que está comprando un melón. Hay una perspectiva de calle con casas y una obra que se fabrica en ella, se ve el horizonte y cielo poblado de nubes...».[15]
  • La feria de Madrid (1778), o lo que más tarde se conocerá como el Rastro madrileño, aparece ya a finales del siglo XVIII español como un escenario curioso y singular. Goya lo describe asimismo en una factura del 6 de enero de 1779: «...representa un pasaje de ferias en el tiempo de ellas, que es una prendería, delante de ella el prendero tratando de la venta de una alhaja con una señora a quien acompañan dos caballeros, el uno con un anteojo mirando ciertos cuadros que hay en venta, detrás de éstos se descubren otros cuatro y a más distancia varias gentes. Su medida de ancho siete pies y catorce dedos, su alto nueve pies y siete dedos. Su valor seis mil reales de vellón».[16]
  • El cacharrero (1779) representa una escena del mercado de loza callejero (sobre la que se han escrito todo tipo de supuestos narrativos),[lower-alpha 3][17] que Goya en una factura del 6 de enero de 1779 describe así: «...representa un valenciano vendiendo vajilla, dos señoras sentadas eligiendo para comprar, una vieja sentada al mismo fin, a un lado dos caballeros sentados sobre unos ruedos mirando a un coche que pasa por delante, en él se ve una señora, detrás dos lacayos y un volante y un cochero en su pescante, a más distancia se ven varias gentes y edificios...».[18]
  • Los zancos (1791), juego de equilibrio como Las gigantillas y —como estas— diversión callejera del pueblo madrileño. En presencia de un coro de embozados y majos con sombreros de ala ancha los improvisados funámbulos intentan reclamar la atención de una joven asomada a una ventana. Los teóricos de Goya han creído ver aquí un símbolo de lo difícil que es enfrentarse al mundo real.[19]

El traje goyesco

Personajes con indumentaria goyesca en el baile-juego de La gallina ciega, pintados por Goya en 1789. Museo del Prado (Madrid).

Presente en la magnífica pasarela de los cartones para tapices y en algunos de los mejores retratos del pintor aragonés, el traje goyesco es el nombre que recibe de manera convencional el conjunto de indumentaria popular usada en la capital de España desde la segunda mitad del siglo XVIII hasta mediados del siglo XIX.[20] Un estilo que fue adoptado por las clases altas siguiendo en parte las consignas de sobriedad y populismo exportadas a toda Europa por la Revolución Francesa.[21][22] Así, el 'traje goyesco' es el resultado de la fusión de prendas de vestir tradicionales —comunes a gran parte de las regiones de España— con modas extranjeras traídas por la nobleza y las casas reales. Inconfundible y personalísimo, como muestra la obra de Goya, exhibe los siguientes elementos:

El majo u hombre 'goyesco' viste esencialmente camisa blanca, fajín, chaquetilla corta abotonada y adornada con bordados (o chaleco); pañuelo al cuello haciendo juego con el fajín; pantalón ajustado y llega hasta debajo de las rodillas, mostrando las calzas o medias blancas. También usa redecilla bordada negra a la cabeza, rematada por una borla o "madroño" en su extremo. Se complementa con la capa española y la manta, así como diferentes tipos de tricornio para adornar o proteger la cabeza.

Por su parte, la mujer 'goyesca' viste un corpiño confeccionado en tejidos ricos (casi siempre terciopelos), ajustado y muy escotado, y se toca con un pañuelo, pañoleta, chal o mantón que la envuelve o cubre parcialmente; lleva también camisa de mangas con farol en los hombros y luego ajustadas; como el hombre puede recogerse los cabellos con una redecilla o construir con ellos caprichosos peinados y adornos de cintas (del tipo caramba). Se completa el traje con un conjunto de faldas de vuelo desde la cintura, y ocasionalmente, mandil; los más trabajados van bordados, tanto la falda como el corpiño. Complementos habituales son la toquilla y la peineta.[23]

Los niños de Madrid

El balancín (1780), tema recurrente, es uno de los numerosos ejemplos que el pintor dedica a los grandes protagonistas de las calles y descampados del Madrid goyesco, los niños, sus juegos, mascaradas, peleas y travesuras. Este fenómeno que pasaba desapercibido para la clase alta, y que gracias a la mirada de Goya, al quedar patentes sus andrajos y cabezas tiñosas en las series de tapices para los comedores y habitaciones del Escorial y el Palacio del Pardo, despertó la sensibilidad sociopolítica de gobernantes como Campomanes, que llegaría a recomendar a padres y maestros que vigilasen «el aseo de niños y aprendices».[3]

Como antes le ocurriera a Murillo con los niños de su ciudad, Goya refleja en repetidas ocasiones el ameno tema infantil, sin bajar por ello el listón de su agudeza e ingenio. Los niños de Madrid, como los sevillanos de Murillo, mendigos en su mayoría, son más pícaros que dulces angelitos.[24]

Corridas goyescas

Retrato del espada Pedro Romero El Infalible, pintado por Goya entre 1795 y 1798.

Además de la serie de treinta y tres grabados publicados en La tauromaquia (1816) —y cuyo objetivo inicial era ilustrar algunos pasajes de la Carta histórica sobre el origen y progreso de las corridas de toros en España (1777), que Nicolás Fernández de Moratín escribió para Pignatelli[lower-alpha 4]— Goya, buen aficionado a la fiesta de los toros, vivió el Madrid taurino con instinto periodístico, a tal punto que su obra en este campo es uno de los mejores reportajes gráficos de la fiesta en el puente del siglo XVIII al XIX.[25] Algunos de sus óleos y grabados permiten identificar la desaparecida plaza de toros de la Puerta de Alcalá, como es el caso de El picador (suerte de varas) (1793), de la Galería Nacional de Washington.[26][27]

El Madrid oscuro

Goya, gran pesadilla de cosas inauditas;
fetos cocidos en sabáticas comedias;
viejas frente al espejo, desnudas doncellas,
tentando a los diablos ajustando sus medias.
Charles Baudelaire (traducción de Ramón Gómez de la Serna).[28]

A partir de 1790, despunta en la obra de Goya una nueva mirada. Muchos estudiosos coinciden en atribuir a su enfermedad la visión amarga, descarnada y brutal, pero lúcida e inteligente, que muestra Goya en Caprichos.[29][30] El sueño de la razón produce monstruos y algunos de ellos se pasean por una noche eterna, que en muchos casos es la noche de Madrid, con sus celestinas y prostitutas en la capital fantasmal de un herido imperio.[31][32] Y aunque el terror es un sentimiento universal, no hay que dejar de observar que la Quinta del Sordo, demolida en el verano de 1909, estuvo en Madrid.[33]

Parámetros del Madrid goyesco

La ermita de San Isidro (1788), la ermita del santo patrón de Madrid, pintada en el día de su romería (15 de mayo) en un pequeño óleo sobre tela de 42 x 44 cm. El inconfundible perfil de su cúpula aparece desde distintas perspectivas en la obra de Goya a lo largo de su vida. Protagonizan la escena un grupo de majas sentadas en el suelo y los majos que se acercan a ellas con los vasos del agua bendita. Al fondo, la muchedumbre hace cola ante la fuente (en el grupo, parecen distinguirse las casacas azules de dos guardias de corps, anunciando quizá la presencia de la familia real).

A partir de los numerosos estudios realizados sobre la obra de Goya y en especial de los específicos sobre la estética que ha dado en denominarse 'goyesca', pueden diferenciarse los siguientes parámetros:

  1. Vestimenta
  2. Oficios y calles
  3. Niños y juegos
  4. Diversiones del pueblo
  5. Tauromaquia
  6. Caprichos

Influencia en la pintura: discípulos 'goyescos'

La sombra del Tres de mayo de 1808 (o Los fusilamientos en la montaña del Príncipe Pío) en La ejecución de Maximiliano pintada por Manet en 1867.

Partiendo en ocasiones del estilo goyesco blando de los cartones para tapices, como fue en principio el caso de Eugenio Lucas, los seguidores de Goya eligieron la vertiente más romántica del maestro, sin llegar a superarlo.[34] Así, aparecen escenas madrileñas de Alenza, en las que aún se mueven majos embozados muy 'goyescos', mientras que, ya en el siglo XX, la vertiente popular más dura y en ocasiones siniestra pervive en artistas como Solana. A estos nombres se podría añadir, por lo anecdótico, el de José Zapata (1763-1837), pintor levantino que creó sus propios Caprichos.[35] Sin embargo para ninguno de ellos se aplicará el sello de 'goyesco', estéticamente asociado ya al Goya de los primeros años.

En el capítulo internacional, el caso más claro de 'discípulo goyesco' queda patente en algunas obras de Edouard Manet como La ejecución de Maximiliano o la Olympia, que tras su visita al Madrid de 1865 desarrolló una ingenua pasión por el genio de Goya.[36]

Majos de Galdós

La romería de San Isidro (1819-1823). La oscura turba de los majos madrileños vistos por Francisco de Goya en sus Pinturas Negras.

Si la imagen más conocida de los majos —en el Madrid del ocaso del siglo XVIII y el amanecer del XIX— quedó fijada con la obra de Goya,[37] complementario, aunque mucho menos conocido, es el retrato coral literario que hizo Galdós del majo madrileño de la primera mitad del siglo XIX.[lower-alpha 5] Una interesante y jugosa clasificación y ordenación socio-laboral, minuciosamente localizada además en el callejero de la ciudad, puede leerse en unas memorables páginas de El 19 de marzo y el 2 de mayo, libro tercero de la primera serie de los Episodios Nacionales:[38]

La taberna del tío Malayerba estaba llena de bote en bote, y también disfrutaba el honor de una desmesurada concurrencia, un patio interior destinado de ordinario a paradero y taller de carretería. No puedo haceros formar idea de la variedad de trajes que allí vi, pues creo que había cuantos han cortado la historia, la costumbre y el hambre con su triple tijera. Veíanse muchos hombres envueltos en mantas, con sombrero manchego y abarcas de cuero; otros tantos cuyas cabezas negras y redondas adornaba un pingajo enrollado, última gradación de turbante oriental; otros muchos calzados con la silenciosa alpargata, ese pie de gato que tan bien cuadra al ladrón; muchos con chalecos botonados de moneditas, se ceñían la faja morada, que parece el último jirón de la bandera de las comunidades...
Benito Pérez Galdós: El 19 de Marzo y el 2 de Mayo. Cap. VIII págs. 34 y ss.
...y entre esta mezcolanza de paños pardos, sombreros negros y mantas amarillas, se destacaban multitud de capas encarnadas cubriendo cuerpos famosos de Las Vistillas, del Ave-María, del Carnero, de la Paloma, del Águila, del Humilladero, de la Arganzuela, de Mira el Río, de los Cojos, del Oso, del Tribulete, de Ministriles, de los Tres Peces, y otros célebres «faubourgs» (permítasenos la palabrota) donde siempre germinó al beso del sol de Castilla la flor de la granujería...
Benito Pérez Galdós: El 19 de Marzo y el 2 de Mayo. Cap. VIII págs. 34 y ss.

Cronología de Goya en Madrid

Año Vida de Goya[39] Eventos en Madrid
1763 Goya visita Madrid para concursar en la convocatoria anual de la Academia de Nobles Artes de San Fernando.
1766 Concursa de nuevo en San Fernando y alarga su estancia para colaborar en el taller de los Bayeu. Motín de Esquilache
1773 Se casa el 25 de julio con Josefa Bayeu. La boda tiene lugar en la iglesia de san Martín (en lo que luego será la Plaza de las Descalzas).[40]
1775 Se aloja en el número 9 de la calle del Reloj, contigua al número 7 donde vive su cuñado Francisco Bayeu, donde nace su segundo hijo, Eusebio Ramón.[40][lower-alpha 6] Trabaja en cartones para la Real Fábrica de Tapices con motivos de caza (montes de El Escorial y del Pardo).
1779 Vive en la Carrera de San Jerónimo con Josefa y trabaja en la Real Fábrica de Tapices de Santa Bárbara (en la Casa del Abreviador, junto a la Puerta de Santa Bárbara, es decir casi extramuros de la Villa).[41] Goya es presentado en la corte de Carlos III de España, monarca que —en palabras de Mesonero Romanos— "lleva más de tres lustros decidido a convertir el poblachón manchego que se encontró en una corte europea e ilustrada". Empieza a ser considerado por personajes como Antonio Ponz un «profesor de pintura» presto para «servir a la nación».[42]
1780 Académico de mérito de la Academia de San Fernando de Madrid.
1784 Se emancipa de los Bayeu y estrecha contactos con el primer ministro Conde de Floridablanca, al que acaba de retratar. Concluye el concurso de lienzos para la nueva Real Basílica de San Francisco el Grande, en el que ha participado Goya con un San Bernardino.
1786 Por real orden del 2 de junio, Goya es nombrado pintor del rey. Además del trabajo en la Corte borbónica y los cartones para tapices empieza a convertirse en el pintor de moda tanto de la alta aristocracia como del sector ilustrado.
1788 Goya pinta su sinfonía madrileña La Pradera de San Isidro, La ermita de San Isidro, La gallina ciega y La merienda campestre Muere en diciembre en Madrid el "rey-alcalde", Carlos III.
1789 Goya es nombrado pintor de Cámara de Carlos IV, según real orden del 25 de abril.
1792 A finales de este año, Goya cae enfermo. Viaja a Cádiz para restablecerse. La reina María Luisa de Parma desmonta el gobierno de Floridablanca, pone en su lugar al viejo conde Aranda y entrega todo el poder a Manuel Godoy.
1793 Regresa de Cádiz a finales de junio, definitivamente sordo.
1796 Este año y el siguiente, Goya pasará largas temporadas con la duquesa viuda de Alba en su finca de Sanlúcar de Barrameda.
1799 Nombrado primer pintor de cámara junto a Maella. El pintor compra una casa en la calle del Desengaño. El Diario de Madrid del 6 de febrero de 1799 anuncia la puesta a la venta de Los Caprichos.[43]
1800 La venta a Godoy de la casa de Desengaño le permite comprar una casa en la calle de Valverde, en la que vivirá los próximos tres años.
1802 Muere la duquesa de Alba.
1808 Goya —que desde 1803 reside en casa propia en la calle de los Reyes, cerca del palacio del conde de la Alcudia— vive el levantamiento de la guarnición y el pueblo de Madrid contra la ocupación francesa. Jornadas del dos y el tres de mayo.
1812 Muere Josefa Bayeu, su esposa.
1813 Liberación de Madrid.
1814 "El Deseado" entra en Madrid.
1819 A finales de este año, Goya contrae una nueva enfermedad. Compra el 27 de febrero la llamada 'quinta del sordo' (a un anterior propietario, Pedro Marcelino Blanco, que era sordo), situada en la margen derecha del río Manzanares, y a unos 200 metros del puente de Segovia, junto al camino de la ermita de San Isidro.[44]
1820 En la primavera de este año, Goya se refugia en la finca de Carabanchel Bajo. No se sabe con exactitud quién le acompañó allí (¿Leocadia Weiss?, ¿María Martínez de Puga?).[45] Levantamiento de Riego.
1823 El pintor, que se ha refugiado en casa de José Duaso y Latre, sacerdote ilustrado cuya casa en la calle Valverde es «puerto seguro para liberales»,[45] dona a su nieto Marianito, según documento fechado en 17 de septiembre de 1823, la finca del Sordo.[46] Comienzan en Madrid y en toda España las persecuciones, detenciones y ejecuciones que caracterizarán la Década Ominosa.[lower-alpha 7] Rafael del Riego es ahorcado y decapitado en la plaza de la Cebada el 7 de noviembre de 1823 como medida ejemplificadora, entre los insultos de una población madrileña que tres años antes lo había aclamado.
1824 El 2 de mayo de este año Goya solicita licencia al rey —por seis meses y con sueldo— para marchar a Francia «a tomar las aguas en el balneario de Plombières, que los facultativos le han aconsejado». Con esa disculpa abandona Madrid para instalarse en Burdeos, donde vivirá hasta su muerte cuatro años después.

Uso literario

El uso lingüístico, erudito o literario de la construcción o expresión Madrid goyesco, obviamente posterior a Goya y su obra, no se rastrea con facilidad antes del siglo XX. Algunas pistas documentales:

Véase también

Notas

  1. Los 50 años centrales de su vida, tras un infancia en su pueblo natal, Fuendetodos, una primera juventud en Zaragoza, y una vejez en el amable exilio voluntario de Burdeos (Francia), donde falleció a los 82 años de edad en 1828.
  2. Queda noticia documentada de que Goya estuvo en Madrid en varias ocasiones a lo largo de la década de 1860 para concursar en las convocatorias de pintura de la Real Academia de Bellas Artes de San Fernando en 1763 y 1766. Tras pasar por alguna pensión de la calle de Atocha, acabó haciéndose un hueco en casa de los Bayeu. En ella, como observa Sánchez Cantón, encontró Goya "protección, enseñanza y novia". Y con el tiempo un buen trabajo en la Real Fábrica de Tapices como ayudante en el taller de los Bayeu, que le permitiría, entre otros beneficios, ser becado en Italia en 1770 como discípulo de Ramón.
  3. Calvo Serraller recoge la teoría de que el cuadro es una alegoría de las tres edades o el paso del tiempo, representado por las diferentes edades de las mujeres que centran la composición, mientras otros fabulan una intriga amorosa entre la dama del carruaje y los dos caballeros que, de espaldas al espectador, la ven pasar (con el agravante de que se desconozca la identidad de los varones en tanto la mujer se muestra, aunque velada).
  4. Así lo han documentado, sucesivamente, Valerian von Loga, Juan de la Encina, Ventura Bagüés, Sinués Urbiola y Cossío.
  5. Galdós, muy minucioso siempre en sus fuentes documentales, usa un abanico de referencias que van desde Mesonero Romanos hasta el ilustre «sainetero» Don Ramón de la Cruz.
  6. "La Pepa" –como la llamaba Goya– dió a luz ocho hijos: Antonio, nacido en Zaragoza en 1774, y el resto (Eusebio, Vicente, un prematuro, María del Pilar, Francisco de Paula, Hermenegilda y Francisco Javier) nacidos en Madrid. Todos murieron al nacer o siendo muy niños, a excepción del último, Javier, nacido el 4 de diciembre de 1784, que sobrevivió al pintor y fue su heredero.
  7. Un testigo presencial tan «ecuánime, moderado y pacífico» como dice Gaspar Gómez de la Serna que fue Ramón de Mesonero Romanos, escribe que el 13 de noviembre de 1823, seis días después de ordenar la ejecución de Riego, Fernando VII el Deseado «lanzó a la Nación en todos los horrores de la saña política, de las venganzas personales, de la persecución contra el saber y el patriotismo». No es de extrañar que a partir de ese momento Goya solo pensara en poner tierra de por medio.

Referencias

  1. Luna, Juan J., «La pradera de San Isidro», en Catálogo de la exposición celebrada en el Museo de Zaragoza del 3 de octubre al 1 de diciembre de 1996, nº 19: La pradera de San Isidro. Citado por la página web Realidad e imagen: Goya 1746 - 1828.
  2. Calvo Serraller, 1997, p. 38.
  3. Seseña, 2004, p. 41.
  4. Gómez de la Serna, 1969, pp. 66-69.
  5. García, Ángeles (28 de noviembre de 2014). «Un paseo con Manuela Mena por el Madrid de Goya». Reportaje en la sección de Cultura del diario El País. Consultado el 28 de junio de 2015.
  6. Ramón Gómez, 1958, p. 29.
  7. Pérez Gallego. «Un pintor en la Corte». goya.unizar.es. Consultado el 8 de julio de 2015.
  8. Seseña, 2004, p. 218.
  9. Seseña, 2004, p. 225.
  10. Artículo en el diario El País (09/07/1983) Consultado en agosto de 2014
  11. Crono-biografía de Goya en el portal del Museo del Prado Consultado en agosto de 2014.
  12. Fraguas, 2014.
  13. Arnáiz, 1987.
  14. Arnáiz, 1987, p. 250-251.
  15. Arnáiz, 1987, p. 262.
  16. Arnáiz, 1987, p. 264.
  17. Calvo Serraller, 1997, p. 28.
  18. Arnáiz, 1987, p. 265.
  19. de Mena Márquez, Manuela (2008). Goya: guía de sala. Madrid. ISBN 978-84-95452-46-7.
  20. Sousa, 2007, p. 160-191.
  21. Moda 1808, 2015.
  22. Rodrigo, 1987, p. 83-107.
  23. Gómez del Val, Raquel. «Traje de maja». Museo del Traje. Consultado el 1 de julio de 2015.
  24. Seseña, 2004, pp. 42-44.
  25. Biblioteca Virtual Cervantes (ed.). «Obras del crítico Juan de la Encina: El mundo histórico y poético de Goya». Consultado el 27 de julio de 2012.
  26. Seseña, 2004, p. 50-51.
  27. Hughes, 2004, pp. 391-405.
  28. Ramón Gómez de la Serna, 1958, p. 213.
  29. Hughes, 2004, p. 159-167.
  30. Calvo Serraller, 1997, p. 114.
  31. Hughes, 2004, pp. 387-390.
  32. Seseña, 2004, pp. 30-33.
  33. El País, diario republicano, Madrid, domingo 4 de julio de 1909, año XIII, núm. 7.998. Artículo "La Quinta de Goya": "... alzábase hasta hace pocos días..."
  34. Ballesteros Arranz, Ernesto (2015). «10». La pintura del siglo XIX. Volumen 48 de Historia del Arte Español. Hiares Multimedia. ISBN 9788415874072. Consultado el 27 de junio de 2015.
  35. Solana, Guillermo (4 de septiembre de 2003). «Apasionados por Goya». El Cultural. Consultado el 27 de junio de 2015.
  36. Gouk, Alan. «The influences of Manet». Revista de arte: abstractcritical.com (en inglés). Archivado desde el original el 1 de octubre de 2015. Consultado el 30 de junio de 2015. «These certainly seems to have influenced Manet’s enthusiasm for Goya (before he saw the paintings in Madrid in 1865), and his own drawing and etching style. »
  37. Gómez de la Serna, 1969, p. 66.
  38. Pérez Galdós, Benito: El 19 de marzo y el 2 de mayo. Cap. VIII págs. 34 y ss.
  39. Goya y Lucientes, Francisco. «Cronología». fundaciongoyaenaragon.es. Archivado desde el original el 31 de enero de 2019. Consultado el 29 de junio de 2015.
  40. Gómez de la Serna, 1969, p. 32.
  41. Gómez de la Serna, 1969, p. 33.
  42. Gómez de la Serna, 1969, p. 39.
  43. Biblioteca nacional de España (ed.). «Diario de Madrid del miércoles 6 de febrero de 1799.». Consultado el 21 de agosto de 2013.
  44. Sánchez Vigil, Juan Manuel; Durán Vázquez, Manuel (1999). Madrid en blanco y negro (2ª edición). Madrid: Espasa. p. 207. ISBN 84-239-8187-8.
  45. Gómez de la Serna, 1969, p. 238.
  46. Gómez de la Serna, 1969, p. 257.
  47. "Madrid goyesco"
  48. «el Madrid goyesco y cortesano en Répide»
  49. Nuevas memorias de un afrancesado: (en el Madrid Goyesco).

Bibliografía

  • Arnáiz, José Manuel (1987). Francisco de Goya, cartones y tapices. Madrid: Espasa Calpe. ISBN 84-239-5284-3.
  • Goya, Francisco; de Salas, Xavier (2003). Mercedes Águeda, ed. Cartas a Martín Zapater. Tres Cantos. Istmo. ISBN 978-84-7090-399-1.
  • Mena, Manuela (28/11/2014 - 03/05/2015). «Goya en Madrid». Museo del Prado. Consultado el 17 de diciembre de 2016.
  • Rodrigo, Antonina (1987). «VII». Figuras y estampas del Madrid goyesco. Madrid: El Avapiés. pp. 83-107. ISBN 8486280222.
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