Románico español
Románico español, románico hispánico o románico peninsular son denominaciones bibliográficas para designar la división espacial del arte románico que corresponde a los reinos hispano-cristianos de la península ibérica en los siglos XI y XII. No obstante, sus rasgos estilísticos son en lo esencial comunes con el románico europeo, y en lo particular diferenciados entre las distintas zonas en que suele subdividirse. La mitad sur de la península carece de arte románico, dado que se mantuvo bajo el dominio musulmán (arte andalusí). El románico de la zona central de la península es escaso y tardío, sin prácticamente presencia al sur del Ebro y el Tajo; siendo el tercio norte peninsular la zona donde se concentran los edificios románicos. En atención al hecho de que el románico se introduce en la península de este a oeste, a efectos de su estudio, la delimitación regional se hace siguiendo la misma dirección: en reinos orientales (los reinos o territorios pirenaicos: románico catalán, románico aragonés y románico navarro), y reinos o territorios occidentales (románico castellano y leonés, románico cántabro, románico asturiano, románico gallego y románico portugués).
El primer románico o románico lombardo tiene sobre todo presencia en Cataluña, mientras que el Románico pleno se difundió a partir de las fundaciones de la Orden de Cluny siguiendo el eje del Camino de Santiago. El tardorrománico se prolonga en el siglo XIII, especialmente en construcciones rurales.[1]
Arquitectura
A partir del siglo XI la influencia artística europea (especialmente borgoñona —monasterios cluniacenses— y lombarda —arquillos lombardos—) se superpuso sobre las tradiciones artísticas locales (las conocidas como «prerrománico» —arte visigodo, arte asturiano, arte mozárabe o de repoblación—) y el arte andalusí o hispanomusulmán, y convivió con el denominado románico mudéjar (o «románico de ladrillo», dominante en algunas zonas, como el centro de la Meseta norte —de Sahagún a Cuéllar— o las provincias de Toledo o Teruel) dando origen a un arte de acusada personalidad.
La cronología en la penetración de las formas arquitectónicas es visible en un despliegue de este a oeste, al ser los primeros ejemplos en Cataluña (San Pedro de Roda, 1022)[2] y desarrollarse en torno al camino de Santiago los de Aragón (catedral de Jaca, desde 1054), Navarra (San Salvador de Leyre, 1057), Castilla (San Martín de Frómista, 1066) y León (San Isidoro, pórtico de 1067), con final en Galicia, donde se levantó la obra más destacada: la catedral de Santiago de Compostela (iniciada en 1075 con la planta de peregrinación característica de la mayor parte de las iglesias del camino, desde la de San Sernin de Toulouse). El siglo XII significó la culminación del estilo (monasterio de Ripoll, e iglesias de Bohí y Tahull —en Cataluña—; castillo de Loarre y monasterio de San Juan de la Peña —en Aragón—; palacio real de Estella, San Miguel de Estella, Santa María de Eunate y San Pedro de Olite —en Navarra—; santuario de Nuestra Señora de Estíbaliz y basílica de San Prudencio de Armentia —en el País Vadco—; iglesias porticadas segovianas, Santo Domingo de Soria y San Juan de Duero —en Castilla—; colegiatas de Castañeda, Cervatos, San Martín de Elines y Santillana del Mar, e iglesia de Santa María de Piasca —en Cantabria—; y catedral de Zamora y catedral vieja de Salamanca —en León—). Desde finales del XII se identifica la transición del románico al gótico (catedral de Tarragona, catedral de Lérida).[3]
Escasas, pero notables, son las iglesias de planta centralizada, que se suelen asociar a modelos de Tierra Santa traídos por las órdenes militares (Eunate en Navarra, Vera Cruz en Segovia).[4]
Escultura
Las obras más tempranas de la escultura románica en los reinos hispano-cristianos peninsulares son dos dinteles de la zona de Rosellón: San Genis des Fonts (fechado en 1020) y San Andrés de Sureda (que reproduce sus formas). También del XI son el tímpano de la Catedral de Jaca, los hastiales de San Isidoro de León, la Puerta de las Platerías de Santiago (del Maestro Esteban) y el claustro de Santo Domingo de Silos. En el siglo XII destaca la portada del monasterio de Ripoll, la de Santa María la Real de Sangüesa, la del monasterio de San Pedro el Viejo (Huesca) y el claustro de San Juan de la Peña. A finales del siglo XII pertenecen las portadas de la iglesia de Santa María del Camino (Carrión de los Condes) y Santo Domingo de Soria. En algunas obras de esta época es visible la transición al Gótico: el apostolado de la Cámara Santa de Oviedo, la portada de San Vicente de Ávila y el Pórtico de la Gloria de Santiago (del Maestro Mateo).[5] Otro de los primeros escultores de nombre conocido es Arnau Cadell (capiteles del claustro de Sant Cugat).
Las tallas de bulto redondo que se han conservado, en madera policromada, suelen tener como tema el Cristo crucificado en la tipología denominada Majestad y la Virgen con el Niño en la tipología denominada Sedes sapientiae ("trono de sabiduría"). Un conjunto escultórico excepcional es el Descendimiento de San Juan de las Abadesas, ya de transición al Gótico.[6]
- Carrión de los Condes.
- San Andrés de Sureda.
- Portada de San Martiño de Noia
- Portada oeste de San Vicente de Ávila.
- Santa María de Eunate
- Claustro de San Juan de la Peña
Pintura
Los frescos románicos españoles son destacadísimos: Panteón de los Reyes de San Isidoro de León, conservado in situ, o los arrancados de sus lugares de origen (ermita de San Baudelio de Berlanga, ermita de la Vera Cruz de Maderuelo -ambas en el Museo del Prado- y la colección reunida en el Museo Nacional de Arte de Cataluña).[7]
La pintura sobre tabla produjo frontales de altar que, especialmente en Cataluña recogen la influencia italo-bizantina a partir del siglo XII (frontal de la Seo de Urgell). En época más tardía se va evolucionando a la pintura gótica, de mayor capacidad narrativa y menor rigidez (frontal de Avià).[8]
Artes suntuarias
La confección de manuscritos en los scriptoria de monasterios y catedrales fue una actividad destacadísima, continuando la tradición mozárabe (Beatos) e incorporando las influencias europeas (Libro de los Testamentos, Tumbos compostelanos, Codex Calixtinus, etc.) Se han conservado algunos destacados ejemplos de tejidos en ornamentos litúrgicos y tapices (Tapiz de la Creación de la Catedral de Gerona) La eboraria (tallado de marfiles), de influencia andalusí, tuvo un destacado taller en la corte leonesa. La orfebrería produjo ricas piezas (Cáliz de las Ágatas o de doña Urraca -ca. 1063-,[9] Arca de San Isidoro), incluyendo la incorporación de la técnica de los esmaltes de Limoges (Frontal de Santo Domingo de Silos).[10]
Zonas
- Frescos de San Clemente de Tahull
- Torre y ábsides de San Clemente de Tahull
- Pórtico de la iglesia del Monasterio de Ripoll
- Fachada y torres de Ripoll
- Ábsides y cimborrio de Ripoll
Notas
- Antonio Fernández, Emilio Barnechea y Juan Haro, Historia del Arte, Barcelona: Vicens-Vives, 1992, ISBN 9788431625542, cp. 9, pg. 145-165.
- V.V.A.A. (2003). Románico, pág.110. Feierabend. ISBN 3-936761-44-2.
- Juan Haro, op. cit.
- Raquel Gallego, Historia del Arte, Editex, 2009, pg. 188
- Juan Haro, op. cit.; Raquel Gallego, op. cit., pg. 189 y ss.
- Raquel Gallego, op. cit, pg. 192.
- Juan Haro, ``op. cit.
- Raquel Gallego, op. cit., pg. 196
- Visita virtual: EL CÁLIZ DE DOÑA URRACA, piadosa donación de la reina de Zamora
- Raquel Gallego, op. cit., pg. 197-198.