Esta semana estuve leyendo un ensayo de Gabriel García Márquez llamado "Un manual para ser niño". El tema central son los métodos de educación artística que reciben los niños en el colegio y en una familia promedio de Colombia. El autor sostiene que algunas personas nacen con la vocación y las facilidades para desempeñar una labor artística, como el teatro, la danza, las artes plásticas y la música, entre otras. Cuando un niño entra al colegio, puede que vaya con una inclinación hacía algún campo de las artes que podrá desarrollar mejor si cuenta con el apoyo y la guía de alguien. No es obligarlo a que cante, baile o aprenda a dibujar, sino crearle un entorno óptimo para que juegue y disfrute de lo que más le gusta hacer. Según palabras de García Márquez: "creo con una seriedad absoluta, que hacer siempre lo que a uno le gusta, y solo eso, es la formula magistral para una vida larga y feliz".

La clase para la cual tuve que tomar más refuerzos en primaria fue para español. Además de que confundía la “b” con la “d”, tenía  inconvenientes con la lectura. Mis profesoras calificaban la habilidad para leer dependiendo de cómo era la lectura en voz alta. Yo solía ser muy tímida y no me gustaba ser el centro de atención, así que cuando era mi turno de leer frente al resto de mi salón, lo hacía a toda velocidad para que ese momento se acabará lo más pronto posible. Otras veces leía en un tono de voz que resultaba casi inaudible al oído humano, y como nadie me escuchaba, no se iban a reír si me llegaba a equivocar. Todas las entregas de notas, mis profesoras les decían a mis papás que yo tenía serios problemas con las letras, aunque mi capacidad con las matemáticas era muy buena.

Mi papá, no contento con lo escuchaba, decidió que él mismo sería mi profesor de español, ya que los que tenía en el colegio parecían no poder serlo. Independiente de que no tuviera buena ortografía, él creía que yo podría ser una buena cuentista por un escrito que había hecho para una tarea. Solíamos ir a un parque y sentarnos debajo de un árbol con un helado en la mano. Mi papá llevaba un libro y me hacía leer algún cuento. Después, volvíamos a casa y durante todo el camino hablábamos de lo que había leído. Cuando llegábamos, me daba un cuaderno y un lápiz, y decía: “Ahora el cuento tienes que escribirlo tú”. Yo me iba a regañadientes a una esquina a escribir lo primero que se me pasará por la cabeza porque quería ir a ver televisión. Al final, esos ejercicios de escritura ya no eran obligados y fue en lo que decidí invertir el resto de mi vida.

Si te cuento esta anécdota Lector, no es porque quiera presumirte a mi papá o decir que desde pequeña he tenido "estrella", sino porque quiero evidenciar como puede afectar un modelo educativo el desarrollo creativo y artístico de una persona.

En este artículo no voy a pretender resumir lo que el escritor colombiano escribió en su ensayo. Lo que quiero es resaltar tres puntos que me parecieron interesantes a la hora de abordar un tema tan importante como lo es la educación infantil, no solo porque de su educación depende que el futuro, sino también porque está en juego que tan felices pueden ser.

Una de las cosas que más asusta a los padres a la hora de apoyar o no a sus hijos en las ramas artísticas es "¿y de qué se supone que usted va a vivir?" Las artes plásticas, la literatura, la danza, el teatro, la música e incluso el cine no suelen ser consideradas como profesiones serías porque a simple vista no te aseguran un trabajo y unas entradas constantes, como sí lo podría hacer una ingeniería. Pero esto no es tan cierto. Puede que no todos los que estudien música vayan a ser a ser súper estrellas de rock o los literatos sean reconocidos como los grandes autores del siglo XXI, pero eso no es sinónimo de fracaso. Así como un abogado o un ingeniero, un literato, un músico, un actor o un pintor pueden encontar espacios muy variados donde desarrollar su profesión. Alguien que estudie artes, se esfuerce y ame lo que hace, puede desarrollar proyectos de gran envergadura y aplicar su conocimiento en diversos ámbitos. También debemos tener en cuenta que casi cualquier profesional debe ser multidisciplinario y estar en constante formación.

Con esto paso al segundo punto que me llamó la atención del ensayo. "Las aptitudes y las vocaciones no siempre vienen juntas... Solo cuando las dos se juntan hay posibilidades de que algo suceda, pero no por arte de magia: todavía falta la disciplina, el estudio, la técnica, y un poder de superación para toda la vida." Creo que la cita habla bastante bien por sí misma. Es necesario trabajar incansablemente por lo anhelado. 

El tercer punto, que no está necesariamente ligado al ensayo de García Márquez, es que la educación artística no es un asunto meramente escolar o familiar. Lo ideal sería que en ambas partes hubieran espacios de desarrollo y creación artística.

Personalmente considero que contar con el apoyo familiar es básico. Termina siendo una especie de motor que te impulsa aun cuando tienes miedo, cansancio o ya no quieres volver a intentarlo después de haber fallado. El papel que cumple un papá es algo como: "Si avanzo, sígueme; si me detengo, empújame; si retrocedo, mátame" (Este fue el lema empleado por un líder del ejercito realista francés llamado Henri La Rochejaquelein y no hay necesidad de tomar literalmente la última parte).

Por otra parte, un buen profesor con la delicadeza para percatarse de los talentos y vocaciones de sus estudiantes puede ser un gran promotor artístico. Alentar y brindarle herramientas a un estudiante con talento para cierta labor será una marca indeleble en el futuro de un gran artista.

Creo que “nadie nace aprendido”, aunque sí con facilidades para algunas cosas. Alentar estas habilidades a temprana edad puede dar un gran resultado. Es probable que una vocación definida permita fijar un propósito de vida más claro