Disciplinar a los niños puede ser difícil, sobre todo a los niños obstinados o mayores. La disciplina no solo les enseña a los niños el comportamiento aceptable e inaceptable, sino también la forma de reaccionar ante las situaciones adversas como adultos. Si respondes a un comportamiento negativo con una discusión racional y de una forma que resuelva los problemas, tus hijos aprenderán a hacer lo mismo, porque aprenderán más de la forma en que actúas que de lo que dices. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que la parte más importante de disciplinar a los niños es asegurarse de que se sientan seguros y amados y afirman que el estímulo positivo es más eficaz que el castigo.

Parte 1
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Proporcionarle consecuencias por el mal comportamiento

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    Describe expectativas y consecuencias claras. Asegúrate de que tu hijo sepa exactamente lo que se espera de él y lo que sucederá si transgrede las reglas. Puedes enseñarle a tu hijo las consecuencias de sus acciones al explicarle la relación entre las decisiones y las consecuencias. Por ejemplo, puedes relacionar el comportamiento de tu hijo con las consecuencias al decirle cosas como:
    • “Estás decidiendo terminar temprano tu tiempo en el parque al comportarte mal”.[1]
    • “Perdiste tu turno de jugar con el juguete al robárselo al otro niño”.
    • “Tomaste la decisión de terminar el juego cuando mordiste a tu amigo”.
    • “Por no recoger tus juguetes decidiste perder el privilegio de jugar con ellos”.
    • “Por no ser honesto, perdiste el privilegio de tener nuestra confianza”.
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    Deja que tu hijo aprenda de sus errores. Las acciones tienen consecuencias naturales y todos los lugares, como la escuela, la iglesia y la sociedad, tienen sus propias expectativas de tu hijo. A veces, tu hijo tendrá que aprender de una forma dura que no solo en la casa se le impondrán normas sobre su comportamiento. Por difícil que pueda ser, es importante dejar que tu hijo fracase algunas veces para que pueda aprender sobre las consecuencias.
    • Por ejemplo, en lugar de quedarte hasta tarde para ayudarle la noche antes de la entrega de un trabajo, deja que reciba una mala calificación por no hacer su tarea. Esta lección es aún más importante que la aprendan los niños mayores, ya que empezarán a esperar más independencia y confianza de tu parte.[2]
    • Con los niños pequeños, esta lección puede tener una forma menos severa. Por ejemplo, si tu hijo rompe un juguete a propósito, no lo reemplaces. Esto le ayudará a aprender lo que significa ser responsable y cómo se siente perder algo.
    • Los niños de todas las edades también deben aprender a ser respetuosos con los demás, así que no intervengas si no invitaron a tu hijo a una fiesta o evento por ser cruel con otros niños.[3]
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    Usa algunas separaciones breves si es necesario. Una separación breve es una forma excelente para que los niños y los padres se tranquilicen después de una situación emocional. Elige un área que sea tranquila y sin distracciones, pero no necesariamente fuera de tu vista. Pídele a tu hijo que use el tiempo para pensar en algunas soluciones al problema que ocasionó la separación breve.
    • No uses la separación para humillarlo ni castigarlo.
    • Para los niños pequeños, sobre todo los menores de tres años, usa una colchoneta para hacer la separación breve para que aún puedas vigilarlos. La colchoneta también puede ser portátil y puedes usarla cuando no estén en casa.[4]
    • La separación breve no debe durar más de un minuto por cada año de edad del niño.[5]
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    Quítale un privilegio o un juguete. Hazlo justo después de la ofensa, para que tu hijo entienda y relacione el mal comportamiento con el castigo. Aprovecha esta oportunidad para enseñarle a tu hijo sobre las consecuencias naturales y lógicas, al hacer coincidir el juguete o privilegio que le quitaste con el comportamiento ofensivo.
    • Los elementos físicos, como los juguetes, funcionarán mejor con los niños pequeños, mientras que un niño mayor puede responder mejor ante la pérdida de un privilegio o libertad que se le había concedido.
    • No cedas ni le quites el castigo antes de tiempo, porque la próxima vez, tu hijo sabrá que puede controlar la situación.[6]
    • Los privilegios que puedes quitarle incluyen ver la televisión, jugar en la computadora o los videojuegos, jugar con sus amigos, hacer viajes al parque, ir a las fiestas o usar el vehículo de la familia, en el caso de los niños mayores.
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    Evita el castigo físico. El castigo corporal es ilegal en muchos países y regiones, puede afectar negativamente la relación entre padres e hijos y puede dañar el desarrollo social normal de tu hijo. La mayoría de los expertos están de acuerdo en que, aunque la disciplina física tiene efectos en el comportamiento inmediato de tu hijo, no le enseñarás un bien con mal. En lugar de darle a tu hijo el poder de controlar sus propias emociones, el castigo corporal le enseñará que la violencia física es una reacción aceptable ante la ira y las situaciones adversas.[7]
    • El castigo físico puede producir un comportamiento agresivo.
    • No existe ninguna evidencia de que la disciplina física sea un medio eficaz para detener el mal comportamiento futuro.
    • Los efectos negativos del castigo físico pueden repercutir hasta en la edad adulta y causar problemas de salud mental y abuso de sustancias.[8]
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    Quítales las tentaciones a los niños pequeños. Los niños pequeños y los bebés son curiosos y quizás sea difícil para ellos entender que ciertos artículos están fuera de los límites. Una opción alternativa es quitar estos artículos de la vista de tu hijo para que no sienta tentación.[9]
    • Por ejemplo, si no quieres que tu hijo juegue con tu teléfono o con otro aparato electrónico, colócalo en algún lugar donde no pueda verlo ni alcanzarlo.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Advertirle al niño del mal comportamiento

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    Mantén la calma. Está bien que te alejes de una situación y te tomes un tiempo para tranquilizarte. Aplazar el castigo te dará el tiempo para contemplar las medidas disciplinarias de forma razonable y para que tu hijo piense en lo que hizo. Expresa de forma clara que necesitas tiempo para calmarte y que hablarán sobre el asunto cuando estés listo.
    • Resiste la tentación de ser sarcástico, amenazar o criticar. Esto solo molestará más al niño y podría tener efectos duraderos sobre su autoestima.[10]
    • Mantente atento a las señales de advertencia de lucha o huida, como la aceleración del ritmo cardíaco, las palmas sudorosas y los temblores. Esto puede suceder cuando estás muy enojado, molesto o lastimado.
    • Practica diferentes técnicas de relajación y descubre lo que funciona para ti. La respiración profunda, las caminatas largas, la meditación y los baños son buenas formas de calmarte. Para algunas personas incluso hacer la limpieza, hacer ejercicio o leer son formas excelentes de tranquilizarse.
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    Dile que “no” a tu hijo. Actúa en cuanto detectes el mal comportamiento de tu hijo y dirige su atención al comportamiento. Es importante que le expliques por qué su comportamiento no es aceptable y que entienda por qué lo regañas. Esto le enseñará que sus acciones tienen consecuencias.
    • Sé firme, pero no le grites. Si gritas para comunicar tus emociones, tu hijo aprenderá a hacer lo mismo.[11]
    • Mantén la calma y actúa con rapidez, pero no con ira.
    • Háblale con claridad y haz contacto visual.
    • Si es un niño más joven o un niño pequeño, agáchate para estar a su nivel cuando hables con él.
    • Dale una explicación si tu hijo tiene la edad suficiente para entender. Sigue basándote y enfocándote en la forma en que su comportamiento afecta y lastima a otras personas. Si es un preadolescente o un adolescente, discute las repercusiones de sus acciones o decisiones a una escala mayor.
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    Aleja a tu hijo de la situación. Si tu hijo se comporta mal, se enoja, se frustra o se comporta de una forma perturbadora, aléjate de la situación con él. Dale un espacio seguro para hablar de sus emociones y acciones y hablen sobre la forma en que puede mejorar su comportamiento en el futuro. Recuerda que los niños no siempre saben cómo expresarse de la forma adecuada y el castigo no siempre es la mejor forma de enseñarles.[12]
    • Anímalo y tranquilízalo al decirle que estás ahí para apoyarlo.
    • Dile a tu hijo que lo amas.
    • Cálmalo al decirle que lo comprendes.
    • Un niño pequeño responderá mejor a los abrazos y a la cercanía física en este momento, porque hará que se sienta seguro y amado.
    • Un niño mayor que está empezando a alejarse quizás no quiera abrazos ahora, pero tranquilízalo al decirle que estás allí para apoyarlo y enséñale algunas formas para tranquilizarse o calmarse. Esto incluye la respiración profunda, contar, distraerse, escuchar música relajante y usar técnicas de visualización.
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    Demuestra que eres el jefe. Con frecuencia, los niños desobedecerán y se negarán a escuchar si piensan que pueden salirse con la suya. Crea un mantra que le recuerde al niño que tú estás a cargo. Repite el lema cuando se comporte mal. No cambies las decisiones que tomes, de lo contrario tu hijo pensará que tiene el control. Recuerda que eres su padre y no uno de sus amigos y que tu trabajo no es agradarle, sino mantenerlo a salvo y saludable y enseñarle la decencia y responsabilidad.
    • Para establecer el control, prueba con algunas frases como “Yo soy el padre” o “Yo estoy a cargo”.
    • No des marcha atrás sin importar el tipo de berrinche que haga. No cedas aunque trate de manipularte (al contener la respiración, por ejemplo).
    • Un niño mayor puede tratar de desafiarte en este caso. Anímalo a participar en las discusiones sobre las decisiones que afectan su vida y explora la forma en que lo impactarán las diferentes opciones. Recuerda que, a la larga, la decisión final es tuya, pero debes estar preparado para explicar cómo la tomaste para que el niño pueda ver el proceso responsable de toma de decisiones.

Parte 3
Parte 3 de 3:
Estimular positivamente el buen comportamiento

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    Dale el ejemplo de un buen comportamiento. Tu hijo debe observar un buen comportamiento para saber cómo debe ser. Sin importar la edad que tenga tu hijo, se dará cuenta de la forma en que respondes y te comportas en todo tipo de situaciones. Asegúrate de demostrar el tipo de comportamiento que quieres que tenga tu hijo.[13]
    • Por ejemplo, si quieres que tenga buenos modales, asegúrate de darle el ejemplo de este comportamiento. Podría ser tan sencillo como decir “por favor” y “gracias” o esperar pacientemente en la cola en el supermercado.
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    Hazle elogios. A veces, los niños se comportan mal porque saben que llamarán la atención, así que reconoce, dale crédito y demuéstrale aprecio por su buen comportamiento, en lugar de simplemente reaccionar ante la mala conducta. Esto estimula la autoestima, fomenta más el buen comportamiento y rechaza el mal comportamiento. Enfócate en tus sentimientos y en la forma en que su comportamiento afecta positivamente a ambos y el niño aprenderá que el buen comportamiento es la recompensa en sí.
    • Dile cuando te sientas orgulloso de una buena decisión que haya tomado.
    • Sé específico cuando lo elogies y haz énfasis en el comportamiento que quieres reconocer.
    • Dependiendo de su edad, agradécele por sus buenas habilidades para escuchar, compartir o por terminar sus tareas y quehaceres.
    • Compara el comportamiento pasado con las acciones presentes y enfócate en la forma en que ha mejorado. Establece metas realistas para mejorar aún más en el futuro.[14]
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    Recompensa el buen comportamiento. Dale a tu hijo un premio pequeño para agradecerle por escuchar, jugar de una forma adecuada, terminar sus tareas y otros comportamientos buenos. Concederle un privilegio también puede ser una recompensa, pero evita usar comida, ya que podría crear malos hábitos alimenticios. No sobornes a tu hijo para que se comporte bien al darle recompensas con antelación.
    • Algunas familias usan un gráfico con etiquetas para llevar un registro de los cambios positivos para los niños más pequeños. Dile lo que se espera de él para poder ganar una etiqueta y al final del día, reúne a la familia para hablar sobre su conducta de ese día y lo que hizo el niño para ganarse una etiqueta (o no).
    • Los sistemas de puntos también pueden funcionar, donde el buen comportamiento hace que el niño gane puntos que luego puede canjear por actividades divertidas o regalos. Los sistemas de puntos para los niños mayores pueden otorgarles privilegios, como usar el auto o pasar tiempo con sus amigos.
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    Permite que tu hijo tome algunas decisiones. Con frecuencia, los niños se comportan mal al sentir que no tienen el control. Dale a tu hijo el poder de tomar algunas decisiones pequeñas para que se sienta más controlado y tenga menos comportamientos indeseables.[15]
    • Deja que elija entre un libro para leer o para colorear antes de la cena o antes de acostarse, si es un niño pequeño.
    • Deja que elija su propia ropa.
    • Dale la opción de elegir sus juguetes para jugar en el baño.
    • Pregúntale qué tipo de sándwich prefiere para el almuerzo.
    • Al volverse mayor, las decisiones pueden ser un poco más importantes. Deja que elija las clases que tomará si la escuela lo permite o deja que decida en qué deportes o actividades participará después de la escuela.

Consejos

  • La constancia es la clave para tener una disciplina exitosa. Asegúrate de que todos los cuidadores comprendan cómo y cuándo deben disciplinar a tu hijo.
  • Actúa con firmeza: no dejes que tu hijo se salga con la suya solo por hacer un berrinche.
  • Ten paciencia y recuerda que sobre todo los niños pequeños no tienen las facultades para decirte cuál es el problema y sus acciones pueden ser consecuencias de la frustración.

Acerca de este wikiHow

Deanna Dawson-Jesus, CD (DONA)
Coescrito por:
Educadora en primera infancia
Este artículo fue coescrito por Deanna Dawson-Jesus, CD (DONA). Deanna Dawson-Jesus es una educadora de parto, primera infancia y lactancia que reside en Danville, California. Como propietaria de Birthing Babies - A Celebration of Life, Deanna tiene 19 años de experiencia como doula y ha asistido a más de 250 nacimientos. También tiene más de cinco años de experiencia como doula posparto y ayuda a más de diez familias. Tiene un amplio conocimiento en tecnologías de reproducción asistida, soporte VBAC y soporte para pérdida perinatales. Es una doula certificada por DONA International y enseña en Blossom Birth and Family. Este artículo ha sido visto 13 437 veces.