Si sospechas que tu hijo está haciendo algo que no debería, tu responsabilidad como padre o madre es protegerlo. Obviamente, los niños y los adolescentes deben ser capaces de tener una libertad apropiada según su edad. Sin embargo, también es importante controlarlos para alejarlos de las situaciones arriesgadas o peligrosas. Aprende a llegar al fondo del asunto para determinar si tu hijo está escondiendo algo.

Método 1
Método 1 de 4:
Observar las señales de que algo anda mal

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    Evalúa si presenta un comportamiento distinto. Los adolescentes necesitan invertir mucha energía para ocultar un comportamiento indeseable frente a sus padres. Cuanto más importante sea el tema, mayores serán las probabilidades de que exista un patrón cuestionable de comportamiento que apunte a una fechoría. Pregúntate si tu hijo manifiesta algunos de los siguientes comportamientos:[1]
    • ¿Presenta un cambio repentino en cuanto a las llamadas telefónicas? ¿Habla durante más tiempo y usa un tono de voz más bien silencioso?
    • ¿Mira más televisión?
    • ¿Pasa más tiempo en internet (posiblemente para hablar con otras personas o buscar determinados temas secretos)?
    • ¿Tiene amigos nuevos que aún no conoces?
    • ¿Se viste de otra forma?
    • ¿Usa palabras o frases nuevas?
    • ¿Manifiesta intereses nuevos (música, actividades recreativas, películas, etc.)?
    • ¿Está más irritable?
    • ¿Revolea los ojos?
    • ¿Se va dando golpes después de hablar contigo?
    • ¿Exige constantemente que respeten su privacidad, cuando no solía hacerlo en el pasado?
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    Evalúa la disminución en los comportamientos pasados. A medida que surgen nuevos comportamientos en un niño reservado, también es posible observar una reducción en sus patrones de conducta normales. Quizás tu hijo solía ser muy educado y ahora insulta cada vez que puede. Es posible que tu hijo ya no quiera hacer las siguientes cosas:
    • obtener buenas calificaciones en la escuela (pérdida del interés en los logros académicos)
    • participar o invertir energía en actividades extracurriculares
    • querer cenar con la familia
    • comer la misma cantidad de comida de siempre (indicador de un gran nivel de estrés o depresión)
    • dormir la misma cantidad de tiempo de siempre
    • contarte dónde ha estado
    • hablar o compartir abiertamente los detalles de su rutina diaria
    • pasar tiempo con la familia (quizás pase más tiempo con los amigos o solo en su habitación)
    • permitir que sus hermanos mayores o menores entren en su habitación
    • compartir sus cosas (señal extraña de posesividad con determinados objetos)
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    Mantén el contacto con los padres de los amigos de tu hijo.[2] Una buena idea es entablar amistades con los padres de los amigos de tu hijo, e incluso con los padres de los niños que no se relacionen con tu hijo. Esto te permitirá estar al día de las cosas que sucedan, además de tener acceso a un sistema de amistades para obtener información acerca de tu hijo y sus amigos.
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Método 2
Método 2 de 4:
Establecer intercambios saludables

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    Muestra apertura y predisposición. Es importante que tu hijo sepa que puede contar contigo siempre que necesite hablar. Por más que ya lo sepa, siempre es una buena idea recordárselo. Sin embargo, no lo hagas después de inspeccionar su habitación o hacerle un interrogatorio. Transmite tu predisposición sin presionarlo.
    • Por ejemplo, simplemente puedes decirle "Comprendo que quizás estés atravesando momentos de confusión o conflicto. Crecer puede ser muy difícil. Sin embargo, ten en cuenta que siempre podrás contar conmigo y contarme cualquier cosa que desees, no importa qué tan insignificante pueda ser".
    • Cuando tu hijo logre abrirse contigo, refuerza este comportamiento al afirmar "Sé que debe haber sido difícil para ti hablar de este tema conmigo. Valoro mucho tu confianza para contarme lo que está sucediendo".
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    Ocúpate de tu hijo. Con frecuencia, los padres deben esforzarse por realizar muchas tareas a la vez, perdiéndose la oportunidad de tener conversaciones importantes con sus hijos. Cuando tu hijo decida hablar contigo, muestra predisposición para escucharlo.
    • Controla tu lenguaje corporal no verbal para asegurarte de transmitir apertura (es decir, no cruces los brazos ni las piernas), atención a sus problemas a través del contacto visual y de ciertas expresiones que demuestren que estás escuchando como, por ejemplo, al asentir con la cabeza.
    • Si no le prestas atención cuando quiera hablar contigo, interpretará que sus opiniones o pensamientos no son importantes para ti.[3] Por lo tanto, es muy probable que decida guardarse sus inquietudes y no compartirlas contigo en el futuro.
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    Detecta los temas de apertura de conversación. Cuando tu hijo tenga la necesidad de hablar contigo, asegúrate de estar disponible cuanto antes. Como se ha mencionado, el lenguaje corporal puede demostrar desinterés en las cosas que quiera compartir. Lo mismo sucede si pasas por alto los temas de apertura de conversación.[4]
    • Por ejemplo, si tu hija adolescente llega a la casa muy molesta, es probable que le preguntes qué le sucede. Si ella comienza a contarte que ha discutido con su mejor amiga, y tú decides que solo está molesta por un "drama adolescente", siguiéndole la corriente o escuchándola a medias, es posible que note tu comportamiento y no quiera volver a compartir sus problemas contigo.
    • Incluso las conversaciones más triviales pueden ser una forma de conectarte y acercarte más a tu hijo. Si siente que puede contarte acerca de temas menores, es muy probable que tenga la seguridad de que podrá compartir cosas más importantes contigo.
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Método 3
Método 3 de 4:
Investigar los posibles encubrimientos

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    Revisa su habitación. Como adulto y protector principal de tu hijo, es tu obligación saber qué es lo que hace. Nunca se sabe si debes cuidarlo de los demás o de sí mismo. Quizás te sientas muy mal por haber entrado a su habitación y revisado sus pertenencias. Sin embargo, si sospechas que está escondiendo algo (y es poco probable que lo confiese), quizás esta sea la única manera de descubrir la verdad.
    • Si decides hacerlo, busca en sus cajones (bajo y entre las prendas), bajo la cama, entre los cuadernos, en las cajas de CD y DVD, en las mochilas o las bolsas de lona, en los bolsillos de la ropa colgada en el armario, dentro de los libros con las páginas arrancadas, dentro del cesto de basura y bajo las tablas del suelo, entre otros lugares.[5]
    • Ten en cuenta que la habitación es su lugar sagrado, y su privacidad le permite aprender a establecer límites con los demás. Por este motivo, esta decisión debe tomarse como último recurso, cuando todas las señales indiquen que algo anda mal, o cuando hayas encontrado evidencias suficientes.[6]
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    Revisa su computadora y su celular. Como parte de la búsqueda, asegúrate de dar un vistazo rápido a cualquier dispositivo electrónico que use. Revisa su tablet, computadora o celular.
    • Presta atención a cualquier aplicación de redes sociales que no tenga permitido usar, además de las aplicaciones de mensajería. Es posible que tu hijo se comunique con otras personas que simulen ser adolescentes, pero en verdad sean depredadores de niños.
    • Sé muy cauteloso si tu hijo tiene muchas aplicaciones protegidas con contraseña. Además, si se niega rotundamente a proporcionarte sus contraseñas, esta podría ser una señal de que está escondiendo algo en su celular o computadora. Es posible que tengas que instalar aplicaciones de monitoreo en estos dispositivos para estar más atento a las cosas que hace.
    • Hoy en día, existen muchas aplicaciones diseñadas para ocultar fotos, videos, mensajes y otras aplicaciones que tu hijo quizás no quiera que veas. Algunas de las aplicaciones más conocidas son Vaulty y Hide It Pro. Intenta estar actualizado con las nuevas aplicaciones y descubre si tu hijo las ha instalado en su celular.[7]
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Método 4
Método 4 de 4:
Tener una conversación productiva

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    Sé directo y explícale la necesidad de revisar su habitación. Dile cuáles han sido los motivos para buscar entre sus cosas y sé directo si has encontrado evidencias cuestionables.[8] No intentes tenderle una trampa al preguntarle si ha hecho algo mal, dado que probablemente mienta para protegerse. Si has encontrado pruebas inquietantes, muéstraselas de manera directa y pídele que te aclare las cosas.
    • Por ejemplo, puedes decirle "Últimamente has estado muy reservado y te has estado acostando muy tarde. He revisado tu habitación porque quiero asegurarme de que no estés haciendo algo que pueda dañarte a ti o a los demás. Mientras buscaba, he encontrado esto… ¿Puedes explicarme por qué tienes esto?".
    • Este método directo y sincero le permitirá comprender que lo que está sucediendo es resultado de sus propias acciones.
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    Observa los indicadores de una posible mentira. Si sospechas que tu hijo miente, explícale que este comportamiento es inaceptable, y aclárale cuáles son las consecuencias (es decir, la pérdida de ciertos privilegios).[9] Para saber si miente, presta atención a los siguientes indicadores:[10]
    • ¿Observas una expresión de sorpresa (cejas levantadas, boca abierta y arrugas horizontales en la frente) al abordar determinado tema o hacerle ciertas preguntas?
    • ¿Presenta una expresión temerosa (boca abierta con tensión, cejas fruncidas y juntas, párpados superiores elevados y párpados inferiores tensos, etc.) al abordar determinado tema o hacerle ciertas preguntas?
    • ¿Siente alivio cuando cambias de tema?
    • ¿Responde tus preguntas como si las hubiese ensayado previamente?
    • ¿Sus respuestas son evasivas?
    • ¿Formula respuestas demasiado detalladas para llenar los silencios?
    • ¿Presenta discrepancias entre lo que dice que siente y sus expresiones faciales y lenguaje corporal?
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    Evita criticarlo o reprenderlo. En algunas ocasiones, es posible que tu hijo mencione algunos detalles de sí mismo o de sus amigos sin querer que te resulten alarmantes. Dile inmediatamente por qué eso que te ha dicho no está bien. A menos que tu hijo te cuente cosas que podrían amenazar su integridad física, evita regañarlo. En cambio, escúchalo con atención.
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    Aprende todo lo posible mientras te hable. Luego, si debes retomar algún tema que haya mencionado, formula una pregunta no enjuiciadora para comprenderlo mejor, en lugar de regañarlo.
    • Por ejemplo, puedes decirle "Has dicho que Marcos podría estar consumiendo drogas. ¿Tú qué piensas al respecto?".
    • Hacerle una pregunta te ayudará a conocer su perspectiva sin regañarlo innecesariamente, dado que esto solo hará que se cierre y no quiera hablar contigo. Además, tu hijo tendrá la posibilidad de demostrar que es una persona capaz de tomar decisiones responsables o poder detectar las situaciones peligrosas.
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Advertencias

  • Si tu hijo es inocente y se entera que has hurgado entre sus cosas, es posible que rompas su confianza definitivamente. Asegúrate de tener evidencias sólidas antes de acusarlo o realizar una búsqueda.
  • Si te enfrenta, no inventes excusas. Simplemente admite que has revisado sus cosas. Después de todo, estás intentando enseñarle a no ocultar cosas, ¿cierto?
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Acerca de este wikiHow

Paul Chernyak, LPC
Coescrito por:
Consejero profesional licenciado
Este artículo fue coescrito por Paul Chernyak, LPC. Paul Chernyak es un consejero profesional con licencia en Chicago. Se graduó en la Escuela Americana de Psicología Profesional en 2011. Este artículo ha sido visto 12 726 veces.
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