La ficción y la no ficción son dos de las formas principales de la escritura en prosa. La ficción es la creación de una historia a partir de la imaginación del autor, aunque puede hacer referencia a eventos o personas reales. Las historias de ficción no son historias verdaderas, aunque muchas tienen elementos de verdad en ellas. Si quieres crear tu propia obra de ficción, lo único que se necesita es un poco de tiempo y creatividad.

Parte 1
Parte 1 de 5:
Comprender algunos errores básicos de la ficción

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    No empieces demasiado lento. Si bien algunos escritores empiezan de forma muy lenta y dejan que sus historias desarrollen la tensión dramática con el tiempo, esto requiere un nivel de práctica y habilidad que la mayoría de los escritores principiantes simplemente no han desarrollado aún. La ficción depende del conflicto y este tiene que establecerse lo más pronto posible. El famoso escritor de cuentos Kurt Vonnegut una vez dio este consejo: "Al diablo con el suspenso. Los lectores deben tener una comprensión tan completa de lo que sucede, dónde y por qué que podrían terminar la historia ellos mismos si las cucarachas se comieran las últimas páginas".[1] Con suerte, las cucarachas no se comerán tu historia pero, si tienes varios capítulos iniciales de personas ordinarias haciendo cosas ordinarias sin ningún reto ni problema presente, es posible que los lectores no vean por qué tiene que importarles.[2]
    • Por ejemplo, en el primer capítulo de Crepúsculo, la novela masivamente popular de Stephenie Meyer, se establecen todos los conflictos básicos: Bella Swan, la heroína, se ha mudado a un lugar nuevo en donde no se siente cómoda ni conoce a nadie y conoce al héroe misterioso, Edward Cullen, quien la hace sentir incómoda pero a quien también se siente atraída. Este conflicto, el de estar interesada en una persona que también la confunde, pone en marcha el resto de la acción.[3]
    • Una de las inspiraciones para Crepúsculo, la novela Orgullo y prejuicio de Jane Austen, también establece un problema central en el primer capítulo: un nuevo soltero disponible se ha mudado al pueblo y la madre de la heroína está desesperada por emparejar a una de sus hijas con él porque la familia es pobre y necesita casar a las hijas para tener una esperanza de comodidad en su vida futura. El problema de encontrar maridos para estas mujeres formará una parte importante de la novela, así como también lo hará el desafío de la molesta intromisión de la madre.
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    Establece pronto lo que está en juego. Para ser interesante, tu obra de ficción necesita elementos claros que estén en juego para los personajes. Estos no tienen que ser trascendentales pero sí tienen que sentirse importantes para los personajes. Kurt Vonnegut una vez dijo que "todos los personajes deben querer algo, incluso si es solo un vaso de agua".[4] El personaje principal tiene que querer algo y tener miedo (por buenas razones) de no obtenerlo. Es muy difícil involucrarse con historias que no tienen elementos claros en juego.
    • Por ejemplo, si una heroína llega o no a tener una relación con la persona a la que ama, probablemente no sea el fin del mundo para todos los demás, pero es algo que debe ser muy importante para el personaje.
    • A veces, lo que está en juego literalmente es el fin del mundo, como en la saga El señor de los anillos de J.R.R. Tolkien, en la que si los personajes no logran destruir el Anillo Único, esto dará como resultado la destrucción de la Tierra Media a manos de las fuerzas del mal. Generalmente, es mejor reservar este tipo de elementos en juego para las obras épicas y de fantasía.
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    Evita el diálogo lleno de exposición. El diálogo tiene que sonar natural para los personajes que lo hablan. Piénsalo: ¿cuándo fue la última vez que le diste toda tu historia en un discurso a alguien que acabaras de conocer? ¿O que te dirigiste a un amigo y resumiste en detalle todo lo que te sucedió en un encuentro anterior? No hagas que tus personajes hagan lo mismo.
    • Por ejemplo, las populares novelas de Sookie Stackhouse de Charlaine Harris tienen la mala tendencia de dedicar los primeros capítulos de cada libro a "poner al día" al lector de todo lo que sucedió en libros anteriores. El narrador también aparecerá frecuentemente para recordarle explícitamente al lector quién es un personaje y cuál es su función. Esto puede interponerse en la narración fluida y distraer al lector cuando esté intentando involucrarse con los personajes.
    • Hay excepciones a esta regla. Por ejemplo, si los personajes tienen una relación de mentor y tutelado, podrías incluir más exposición en sus interacciones. Un buen ejemplo de este tipo de situación es la relación entre Haymitch Abernathy y sus tutelados Katniss Everdeen y Peeta Mellark en la saga de Los juegos del hambre de Suzanne Collins. Haymitch puede explicar en su diálogo algunas de las reglas de los juegos y cómo salir bien en la competencia porque ese es explícitamente su trabajo. Sin embargo, incluso en situaciones como esta, no sobrecargues el diálogo construyendo el mundo ficticio con base en hechos.
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    No seas demasiado predecible. Si bien mucha de la ficción procede a lo largo de líneas muy conocidas (considera cuántas historias existen sobre misiones heroicas o dos personas que inicialmente se odian pero que aprenden a amarse), no querrás caer en la narración predecible. Si el lector puede predecir todo lo que va a suceder, no le interesará terminar tu historia.[5]
    • Por ejemplo, puedes escribir una novela romántica en la que sea difícil ver cómo los personajes terminarán felices para siempre debido a las situaciones en las que se encuentran o a sus defectos de personalidad. La sorpresa para los lectores será cómo las cosas sí terminan resolviéndose al final a pesar de todas las apariencias de lo contrario.
    • Sin embargo, no caigas en el truco de que "todo fue un sueño". Los giros del final que invalidan todo sobre la historia que los precedió muy rara vez funcionan, ya que los lectores generalmente sienten que han sido engañados o embaucados.
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    Muestra, no cuentes. Esta es una de las leyes cardinales de la ficción y también es una que a menudo es ignorada. Mostrar en lugar de contar significa mostrar emociones o puntos de inflexión en la trama a través de acciones y reacciones, no a través de decirles a los lectores lo que sucedió o lo que sintió un personaje.[6]
    • Por ejemplo, en lugar de escribir algo como "Yao estaba molesto", lo cual cuenta en lugar de mostrar, dale al personaje algo que hacer para mostrarle al lector lo que ocurre: "Yao contrajo los puños y el color subió a su rostro" le muestra al lector que Yao está molesto sin tener que contárselo.
    • Ten cuidado con esto también en las aclaraciones del narrador. Considera esta oración: "—Vamos —dijo Julia impacientemente". Esto le cuenta al lector que Julia está impaciente, pero no lo muestra. Ahora considera esta oración: "—¡Vamos! —gritó Julia, golpeteando su pie contra el suelo". Los lectores de todas formas comprenderán que Julia se siente impaciente, pero no has intentado contárselo; se lo has mostrado.
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    No creas que cualquier regla es fija. Esto puede sonar contradictorio, sobre todo después de que se te ha dicho varias cosas que debes evitar hacer en tu obra de ficción. Sin embargo, parte de la escritura es descubrir tu propia voz y forma de escribir y esto significa que debes sentirte libre de experimentar. Solo ten en mente que no todos los experimentos funcionan, así que no te sientas culpable si intentas algo nuevo y no produce lo que querías.
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Parte 2
Parte 2 de 5:
Prepararte para escribir ficción

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    Decide en qué formato quieres escribir ficción. Esto puede depender del tipo de historia que quieras contar. Por ejemplo, si quieres escribir una obra épica de fantasía que abarque múltiples generaciones, una novela (o incluso una serie de novelas) podría funcionar mejor que un cuento. Si estás interesado en explorar la psiquis de un solo personaje, un cuento podría ser ideal.
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    Obtén una idea de algún tipo. Todos los libros empiezan de una pequeña idea, sueño o inspiración que lentamente se transforma en una versión más grande y detallada. La idea debe ser algo en lo que estés interesado, algo que sea realmente importante para ti; si no estás apasionado por ella, esto se notará en tu escritura.[7] Si tienes problemas para conseguir buenas ideas, prueba estas:
    • Empieza con lo que sepas. Si eres de un pueblo en una zona rural, es posible que quieras empezar pensando en historias que podrías contar sobre escenarios similares. Si quieres escribir sobre algo que no conozcas, investiga. Tratar de escribir una historia mitológica sobre los dioses nórdicos en escenarios modernos podría ser divertido, pero si no sabes nada sobre la mitología, no es probable que tenga éxito. De forma similar, si quieres escribir un romance histórico ambientado en la Regencia británica, probablemente tengas que investigar un poco sobre las convenciones sociales y cosas por el estilo si quieres que tu novela sea atractiva para los lectores.
    • Haz listas de cosas aleatorias: "la cortina", "el gato", "el investigador", etc. Toma cada palabra y agrega unas cuantas cosas. ¿Dónde está? ¿Qué es? ¿Cuándo es? Escribe un párrafo sobre ello. ¿Por qué está en donde está? ¿Cuándo llegó allí? ¿Cómo? ¿A qué se parece?
    • Crea algunos personajes. ¿Cuál es su edad? ¿Cuándo nació y dónde? ¿Vive en este mundo? ¿Cuál es el nombre de la ciudad en la que se encuentra en este momento? ¿Cuál es su nombre, edad, género, estatura, peso, color de ojos, color de cabello y origen étnico?
    • Trata de crear un mapa. Dibuja una masa informe y conviértela en una isla o dibuja líneas que indiquen ríos. ¿Quién vive en este lugar? ¿Qué necesitaría para sobrevivir en él?
    • Si aún no tienes un diario, empieza ahora. Los diarios son increíbles ayudantes cuando se trata de obtener buenas ideas.
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    Comienza teniendo un diario. Como escritor, es buena idea escribir las ideas conforme se te ocurran. Anotarlas puede ayudarte a recordar y a desarrollar una historia con base en ellas. Los diarios son herramientas de utilidad increíbles en lo que respecta a tener buenas ideas. Lleva tu diario contigo todo el tiempo, ya que nunca se sabe cuándo surgirá la inspiración.
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    Haz una lluvia de ideas de tu tema usando la técnica del cubo. Esta técnica te pide que examines un tema desde seis ángulos diferentes (de ahí su nombre).[8] Por ejemplo, si quieres escribir una historia sobre una boda, considera los siguientes ángulos:
    • Describe: ¿qué es? (Una ceremonia que da como resultado el matrimonio de dos personas; una fiesta o celebración; un ritual).
    • Compara: ¿cómo es o cómo no es? (Es como: otros rituales religiosos, otros tipos de fiestas; no es como: un día promedio).
    • Asocia: ¿en qué más te hace pensar? (Gastos, vestidos, iglesia, flores, relaciones, discusiones).
    • Analiza: ¿de qué partes o elementos está compuesta? (Generalmente, una novia, un novio, un vestido de novia, un pastel, algunos invitados, un local, algunos votos matrimoniales, decoraciones; figurativamente, el estrés, la emoción, el agotamiento, la felicidad).
    • Aplica: ¿cómo se usa? ¿Cómo podría usarse? (Se usa para unir a dos personas en un contrato legal de matrimonio).
    • Evalúa: ¿cómo puede apoyarse o resistirse? (Apoyarse: las personas que se aman se casan para ser felices juntas; resistirse: algunas personas se casan por malas razones).
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    Haz una lluvia de ideas de tu tema usando un "mapa mental". Puedes crear representaciones visuales de cómo se relacionan los elementos en tu historia haciendo un mapa mental, a veces también conocido como un "racimo" o "tela de araña". Empieza en el medio con el personaje o conflicto principal y dibuja líneas hacia afuera hacia otros conceptos. Observa lo que sucedería si conectas estos otros elementos de diferentes formas.
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    Haz una lluvia de ideas para tu tema preguntando "qué pasaría si". Digamos que has creado un personaje: una mujer joven de poco más de 20 años que vive en un pueblo. Pregúntate qué sucedería si colocaras a este personaje en diferentes situaciones. ¿Qué pasaría si ella decidiera aceptar un trabajo en Sídney, Australia, a pesar de que nunca antes ha salido del país? ¿Qué pasaría si de pronto tuviera que hacerse cargo del negocio familiar, incluso si siempre ha querido mudarse fuera de casa? Colocar a tu personaje en una variedad de situaciones te ayudará a decidir a qué conflictos puede enfrentarse y cómo podría manejarlos.
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    Haz una lluvia de ideas para tu tema por medio de la investigación. Si quieres escribir sobre un tipo particular de escenario o evento, como la guerra medieval de las Dos Rosas, investiga un poco. Averigua quiénes fueron los principales personajes históricos, qué acciones tomaron, por qué hicieron lo que hicieron. Los famosos libros de la saga de Juego de tronos de George R.R. Martin se inspiraron en esta fascinación con la época medieval inglesa, pero él hizo su investigación y creó su propio mundo y personajes con base en ella.
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    Usa otras fuentes como inspiración. Involucrarte con otros tipos de obras creativas puede proporcionarte un trampolín para las tuyas. Mira varias películas o lee varios libros en el mismo género que tu historia para obtener una idea sobre cómo tienden a progresar las historias como esas. Crea una banda sonora de música que suene como algo que escucharían los personajes de tu historia o como imaginas que sería la banda sonora de la adaptación cinematográfica de tu historia.[9]
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    Alimenta tus ideas. Un buen escritor también es un buen lector y un buen observador. Haz observaciones sobre el mundo a tu alrededor que posiblemente quieras incorporar a tu obra de ficción. Toma notas de conversaciones que escuches. Ve a la biblioteca y lee sobre temas interesantes. Sal y observa la naturaleza. Deja que la idea se mezcle con otras ideas.
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Parte 3
Parte 3 de 5:
Escribir tu obra de ficción

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    Determina el escenario y la trama básica. Tienes que tener un sentido sólido de cómo es el mundo de tu historia, quién vive en él y qué sucederá en tu historia antes de empezar a escribir escenas y capítulos completos. Si tienes una buena comprensión de tus personajes, la cual deberías tener después de una lluvia de ideas, deja que sus personalidades y defectos guíen la trama.
    • Para el escenario, hazte preguntas como estas: ¿cuándo sucede? ¿Es en el presente? ¿En el futuro? ¿En el pasado? ¿En más de uno? ¿Cuál es la estación? ¿Hace frío, calor o un clima templado? ¿Es un clima tormentoso? ¿Dónde sucede? ¿Es en este mundo? ¿En un mundo diferente? ¿En un universo paralelo? ¿En qué país, ciudad, provincia, estado, etc.?
    • Para la trama, hazte preguntas como estas: ¿quién forma parte de ella? ¿Cuál es su papel? ¿Es un personaje bueno o malo? ¿Qué defectos tiene? ¿Qué objetivos tiene? ¿Cuál es el incidente provocador que hizo que la trama sucediera en un principio? ¿Hay algo que sucedió en el pasado que podría afectar lo que sucederá en el futuro?
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    Decide cuál punto de vista quieres que use tu historia. El punto de vista es muy importante en la ficción porque determina qué información se les da a los lectores y cómo ellos conectan con los personajes. Aunque el punto de vista y la narración son temas muy complicados, tus opciones básicas son la primera persona, la tercera persona limitada, la tercera persona objetiva y la tercera persona omnisciente. Sea cual sea el que elijas, sé consistente.[10]
    • La ficción escrita en primera persona (el narrador generalmente usa el pronombre "yo") puede involucrar emocionalmente al lector porque este se identificará con el narrador, pero no puedes introducirte en las mentes de otros personajes porque tienes que ceñir la narración a lo que el personaje principal puede saber o experimentar. Jane Eyre, la novela de Charlotte Brontë, es un ejemplo de una novela escrita en primera persona.
    • La ficción escrita en tercera persona limitada no usa el pronombre "yo" pero la historia se cuenta desde el punto de vista de un personaje relatando solo lo que este puede ver, saber y experimentar. Es un punto de vista muy común para la ficción porque los lectores generalmente aún pueden conectarse fácilmente con los personajes. Las historias que se cuentan de esta forma pueden enfocarse exclusivamente en el punto de vista de un personaje (por ejemplo, el personaje principal en el cuento "El empapelado amarillo" de Charlotte Perkins Gilman) o pueden cambiar entre múltiples personajes (por ejemplo, los capítulos dedicados a los puntos de vista de diferentes personajes en los libros de la saga Juego de tronos o los capítulos con puntos de vista que alternan entre el de la heroína y el del héroe en la mayoría de novelas románticas). Si cambias de punto de vista, sé muy claro sobre cuándo ha ocurrido esto usando un espacio entre secciones o etiquetas claras para los capítulos.
    • La ficción escrita en tercera persona objetiva se limita a solo lo que el narrador ve o escucha. Este tipo de punto de vista es difícil de lograr porque no puedes ingresar a la mente de un personaje y explicar sus motivaciones o pensamientos, así que puede ser difícil que los lectores se sientan conectados con los personajes. Sin embargo, puede usarse de forma efectiva; por ejemplo, muchos de los cuentos de Ernest Hemingway están escritos en tercera persona objetiva.
    • La ficción escrita en tercera persona omnisciente te permite saber todo sobre los pensamientos, sentimientos, experiencias y acciones de todos. El narrador puede ingresar a la mente de cualquier personaje e incluso decirle al lector cosas que ningún personaje sepa, como secretos o eventos misteriosos. Los narradores de los libros de Dan Brown generalmente son narradores en tercera persona omnisciente.[11]
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    Haz un boceto de tu historia. Usa números romanos y escribe unas cuantas oraciones o párrafos sobre lo que va a suceder en ese capítulo.[12]
    • No tienes que tener un boceto enormemente detallado si no quieres. De hecho, es posible que encuentres que, al escribir tu historia, te desvías del boceto que tenías originalmente y eso es natural. A veces, los escritores solo toman nota de cómo debe ser el tono emocional de un capítulo (por ejemplo, "Olivia está consternada y cuestiona sus decisiones") en lugar de tratar de resolver qué eventos específicos sucederán.
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    Empieza a escribir. Es posible que quieras probar usar lápiz y papel en lugar de la computadora para el primer borrador. Si estás sentado en una computadora y hay una parte que simplemente no te sale bien, te quedas sentado allí durante mucho tiempo tratando de resolverla, tecleando y volviendo a teclear. Con el lápiz y papel, solo lo escribes y está en el papel. Si te quedas atascado, puedes omitirlo y seguir adelante. Solo empieza en donde parezca un buen lugar y escribe. Usa el boceto cuando olvides hacia dónde vas. Sigue adelante hasta que llegues al final.
    • Si eres una persona más de computadoras, un programa de software como Scrivener puede ayudarte a comenzar. Estos programas te permiten escribir múltiples documentos pequeños, como perfiles de personajes y resúmenes de la trama y mantenerlos todos en el mismo lugar.
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    Aborda tu escritura en trozos. Si tratas de empezar pensando para ti mismo "VOY A ESCRIBIR LA SIGUIENTE GRAN NOVELA", podrías predisponerte a un fracaso antes siquiera de haber empezado. En cambio, toma tu escritura un objetivo pequeño a la vez: un capítulo, unas cuantas escenas, un boceto de un personaje.[13]
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    Lee el diálogo en voz alta. Uno de los problemas más grandes que a menudo tienen los escritores principiantes es escribir diálogo que no suena como ninguna palabra que un ser humano haya dicho jamás. Esto es un problema en particular para los escritores de ficción histórica y fantasía, donde la tentación es hacer que el lenguaje suene elevado y elegante, a veces a costa de permitirles a los lectores conectarse. El diálogo debe fluir naturalmente, aunque probablemente sea más comprimido y significativo que la forma de hablar en la vida real.[14]
    • Si bien en la forma de hablar verdadera de todos los días las personas a menudo se repiten a sí mismas y utilizan muletillas como "este" y "ah", úsalas con moderación en el papel. Podrían terminar distrayendo al lector si se usan en exceso.
    • Usa el diálogo para avanzar la historia o mostrar algo sobre un personaje. Si bien las personas sí tienen conversaciones sin sentido o superficiales todo el tiempo en la vida real, no es interesante leerlas en el papel. Usa el diálogo para transmitir el estado emocional de un personaje, poner en marcha un conflicto o punto de inflexión de la trama o dar a entender lo que está sucediendo en una escena sin expresarlo directamente.
    • Trata de no usar diálogo que sea demasiado obvio. Por ejemplo, si estás escribiendo sobre el matrimonio infeliz de una pareja, tus personajes no deben decirse explícitamente "No estoy feliz con nuestro matrimonio". En cambio, muestra su enojo y frustración por medio del diálogo. Por ejemplo, un personaje podría preguntarle al otro lo que quiere desayunar y este último podría responder con algo que no esté para nada relacionado con la pregunta. Esto muestra que los personajes tienen problemas para escucharse el uno al otro y comunicarse de forma efectiva sin que uno de ellos diga "No nos estamos comunicando de manera efectiva".
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    Mantén la acción verosímil. Tus personajes deben impulsar la acción de tu historia y esto significa que un personaje no puede hacer algo completamente atípico de él simplemente porque la trama lo requiera. Los personajes pueden hacer cosas que normalmente no harían si las circunstancias son extraordinarias o si es parte de su arco narrativo (por ejemplo, terminar en un lugar diferente a aquel en el que empezaron la historia), pero deben ser en su mayoría consistentes.[15]
    • Por ejemplo, si tu personaje principal tiene terror a volar porque sobrevivió un accidente aéreo cuando era niña, no tomaría un vuelo de forma casual a otro estado o provincia solo porque la trama necesite que lo haga.
    • Similarmente, si a tu héroe le han roto el corazón sus amores anteriores y se ha vuelto emocionalmente reservado, no puede decidir de pronto que está enamorado de la heroína y decidir tratar de conquistarla sin reservaciones. Las personas no actúan de esa forma en la vida real y los lectores esperan realismo incluso en situaciones fantásticas.
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    Tómate un descanso. Después de tener el primer borrador todo en el papel, tómate un tiempo lejos de la historia. Este consejo viene directamente del mismo Ernest Hemingway, quien decía que siempre se tomaba las noches libres porque "si piensas conscientemente o te preocupas por [tu historia], la matarás y tu cerebro se cansará antes de que empieces".[16] Ve al cine, lee un libro, monta a caballo, ve a nadar, sal a cenar con amigos, da una caminata y haz un poco de ejercicio. Cuando te tomas descansos, estás más inspirado cuando regresas a tu obra de ficción.
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    Relee tu obra. Este consejo también lo respalda Hemingway, quien insistía que tienes que "leerla toda todos los días desde el comienzo, corrigiendo a medida que avanzas, y luego continuar desde donde te detuviste el día anterior".[17]
    • Mientras la leas, usa un bolígrafo rojo para realizar las anotaciones o correcciones que quieras. De hecho, realiza muchas anotaciones. ¿Has pensado en una palabra mejor? ¿Quieres cambiar algunas oraciones? ¿Ese diálogo suena demasiado inmaduro? ¿Crees que ese gato en realidad debería ser un perro? ¡Toma nota de esos cambios!
    • Lee la historia en voz alta porque esto te ayuda a encontrar los errores.
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    Comprende que los primeros borradores nunca son perfectos. Si un autor te dice que escribió una novela ideada a la perfección y magníficamente ejecutada de un tirón sin ningún problema, te está mintiendo. Incluso los maestros de la escritura de ficción, como Charles Dickens y J.K. Rowling, escribieron primeros borradores terribles. Es posible que termines desechando grandes trozos de prosa o de la trama porque ya no funcionan. Esto no solo es aceptable sino que casi siempre es esencial para crear el producto refinado que los lectores ansiarán.[18]
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Parte 4
Parte 4 de 5:
Revisar tu obra de ficción

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    Revisa, revisa y revisa. La revisión significa literalmente volver a ver algo. Mira tu obra de ficción desde el punto de vista de los lectores, no desde tu punto de vista como escritor. Si hubieras pagado por leer este libro, ¿estarías satisfecho? ¿Sientes una conexión con tus personajes? La revisión puede ser increíblemente difícil; hay una razón por la que en el negocio de la escritura a menudo se habla de ella como "matar a tus seres queridos".[19]
    • No tengas miedo de cortar palabras, párrafos e incluso secciones completas. La mayoría de la gente rellena sus historias con palabras o pasajes superfluos. Corta, corta y corta. Esa es la clave del éxito.
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    Experimenta con diferentes técnicas. Si algo en tu historia no está funcionando, ¡cámbialo! Si está escrito en primera persona, cámbialo a tercera persona. Observa cuál te gusta más. Prueba cosas nuevas, agrega nuevos puntos de inflexión a la trama, agrega diferentes personajes, dale una personalidad diferente a un personaje actual, etc.
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    Elimina las menudencias. Particularmente cuando apenas estés empezando, es posible que trates de usar atajos para expresar algo, como usar adverbios y adjetivos en exceso para describir cómo se siente un evento o experiencia. Mark Twain ofrece buenos consejos sobre cómo lidiar con las palabras de relleno: "Sustituye "bien" cada vez que te sientas inclinado a escribir "muy". Tu editor lo eliminará y la escritura quedará tal y como debería ser".[20]
    • Por ejemplo, considera esta oración de Luna nueva de Stephenie Meyer: "—Apresúrate, Bella —interrumpió Alice con urgencia". Interrumpir es en sí una acción con urgencia: detiene otra acción. El adverbio en realidad no agrega nada a la acción. De hecho, esta oración ni siquiera necesita una aclaración del narrador; puedes mostrar a un personaje interrumpiendo a otro usando puntos suspensivos, así:
      —Claro —dije—. Justo iba a...
      —¡Ya, vamos!
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    Corta los clichés. Los escritores a menudo dependen fuertemente de los clichés, sobre todo en los primeros borradores, porque son formas muy conocidas de expresar una idea o imagen. Sin embargo, esta también es la debilidad de los clichés: todos han leído que un personaje "vive la vida al máximo", así que no tiene un impacto genuino.[21]
    • Considera este consejo del dramaturgo Antón Chéjov: "No me digas que la luna brilla; muéstrame el brillo de la luz sobre cristales rotos". Este consejo también apunta a la utilidad de mostrar en lugar de contar.[22]
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    Revisa en busca de errores de continuidad. Estas son las pequeñas cosas que pueden perderse mientras redactas pero que los lectores notan inmediatamente. Tu personaje puede haber llevado un vestido azul al principio del capítulo pero ahora lleva un vestido rojo en la misma escena. O un personaje sale de la habitación durante una conversación pero está de regreso en ella unas líneas después sin que hayas mostrado que volvió a entrar. Estos pequeños errores pueden irritar rápidamente a los lectores, así que lee cuidadosamente y corrígelos.
  6. 6
    Lee tu obra en voz alta. A veces, el diálogo puede verse perfectamente bien en la página pero sonar horrible cuando la gente lo habla. O puedes descubrir que has escrito una oración que se extiende por todo un párrafo e incluso tú mismo te pierdes al llegar al final. Leer tu obra en voz alta te ayuda a detectar los pasajes torpes y los lugares en los que falte información.
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Parte 5
Parte 5 de 5:
Enviar tu obra de ficción

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    Corrige tu manuscrito minuciosamente. Revisa cada línea buscando errores de tecleo, faltas de ortografía, errores gramaticales, palabras y expresiones poco elegantes y clichés. Puedes revisar buscando algo en específico, como errores ortográficos, y luego revisar otra vez en busca de errores de puntuación, o tratar de corregir todo a la vez.
    • Al corregir tu propia obra, a menudo leerás lo que creíste que habías escrito en lugar de lo que realmente escribiste. Si puedes, pídele a alguien que te ayude a corregir tu manuscrito. Un amigo que también lea o escriba ficción podría ayudarte a ver los errores que no detectaste por tu cuenta.
  2. 2
    Busca un diario, agente o editorial a los que enviarles tu obra. La mayoría de editoriales no acepta cuentos, pero muchos diarios aceptarán envíos de cuentos. Muchas editoriales grandes no aceptan manuscritos no solicitados de escritores sin un agente, pero algunas editoriales más pequeñas estarían gustosas de revisar incluso las obras de escritores primerizos. Busca en tu localidad y encuentra un lugar que encaje con tu estilo, tu género y tus objetivos de publicación.
    • Hay muchos manuales, sitios web y organizaciones dedicados a ayudar a escritores a encontrar un lugar para su publicación. Busca organizaciones similares en tu país o localidad.
    • También puedes autopublicar, una opción cada vez más popular entre los escritores. Lugares como Amazon.com[23] y Lulu[24] tienen guías sobre cómo publicar tu libro con ellos.
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    Dale a tu trabajo el formato de un manuscrito. Sigue primero cualquier pauta establecida por los requisitos de envío de la editorial que hayas elegido. Sigue las pautas de envío exactamente, incluso si entran en conflicto con la información que encuentres aquí. Si piden márgenes de 3,5 cm (1,37 pulgadas), haz que tus márgenes sean de 3,5 cm. (Sin embargo, los márgenes estándar son de 2,5 cm [1 pulgada] o de 3,17 cm [1,25 pulgadas]). Los envíos que no sigan las pautas rara vez son aceptados o leídos. En general, hay algunas reglas a seguir al darle formato a un manuscrito para enviarlo.
    • Crea una portada con el título del manuscrito, tu nombre, tu información de contacto y el número de palabras. Esta información debe estar centrada horizontal y verticalmente, con un espacio entre cada línea.
    • De manera opcional, coloca tu información personal (nombre, número telefónico, dirección de correo electrónico) en la esquina superior izquierda de la primera página. En la esquina superior derecha, coloca el número de palabras redondeado a la decena más cercana. Presiona "Enter" unas cuantas veces y luego coloca el título. El título debe estar centrado y puede ponerse todo en mayúscula.
    • Empieza el manuscrito en una página nueva. Usa una fuente con remates que sea clara y legible, como Times New Roman o Courier New, a un tamaño de 12 puntos. Coloca todo el texto a doble espacio. Justifica el texto a la izquierda.
    • Para los espacios entre secciones, centra tres asteriscos (***) en una nueva línea, luego presiona "Enter" y empieza la siguiente sección. Empieza todos los capítulos nuevos en una página nueva, con el título centrado.
    • En cada página, salvo la primera, incluye un encabezado que tenga el número de la página, una versión acortada del título y tu apellido.
    • Para los envíos impresos, imprime el manuscrito en papel bond de 9 kg (20 libras) de 21,5 x 28 cm (8,5 x 11 pulgadas o A4).
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    Envía tu manuscrito. Sigue todas las pautas de envío al pie de la letra. Luego, ¡toma asiento y espera una respuesta!
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Consejos

  • Si se te ocurre una idea y no encaja exactamente con tu historia, no tengas miedo de cambiar lo que viene antes. Recuerda: las historias están hechas para ser emocionantes, tener giros y, sobre todo, expresar (o incluso sorprender) al autor.
  • Ten notas de todo lo que quieras recordar de forma que puedas consultarlas, ya que siempre es más fácil recordar algo si lo anotaste.
  • ¡Diviértete! No puedes escribir una buena historia si no la disfrutas tú mismo; debe ser una buena experiencia y debe venir de tu corazón.
  • ¡No entres en pánico si tienes un bloqueo mental! Úsalo como una herramienta, para experimentar nuevas cosas y para traer de vuelta nuevas ideas. Úsalo para mejorar tu historia.
  • No des demasiados detalles floridos. Una cosa es decir que un personaje tiene ojos color avellana y otra muy distinta decir que un personaje tiene "ojos seductores del color del césped cuando el sol brilla sobre él, con motas de un bosque oscuro y puntos de siena oscura, con líneas amarillas alrededor de la pupila". A menos que tu historia trate completamente sobre estos ojos, a los lectores no les interesará y el nivel molesto de detalle los desalentará de seguir leyendo.
  • Si no puedes pensar en un evento ficticio, usa uno de la vida real que hayas experimentado y agrega unos cuantos toques para hacerlo parecer interesante y atraer a más lectores. Solo recuerda cambiar los nombres de las personas verdaderas para evitar lastimar a nadie.
  • Usa recursos poéticos. Estos son herramientas como la onomatopeya, la rima, la aliteración, etc. (pero no se limitan a ellas). Estas pueden hacer que un libro sea más agradable de leer, no porque alguien lea un pasaje y alguien diga "mu" como una vaca y el lector lo señale, sino porque son agradables al oído. La mayoría de las personas leen una historia y no notan que les gusta el estilo de aliteración del autor.
  • ¡Tu libro no tiene que ser conocido a nivel nacional para ser bueno! ¿Te suena el título Historia de dos ciudades? A alrededor del 0,3 % de lectores no les suena. Ahora, ¿te suena El libro del cementerio? Este no es muy conocido. ¿Alguna vez has escuchado sobre Coraline? Sí, es esa historia escalofriante de Tim Burton. Tanto Coraline como El libro del cementerio son libros extremadamente bien escritos, ambos de Neil Gaiman. Los libros son mejor conocidos una vez que hay una película sobre ellos y solo porque el tuyo no tenga una no significa que no sea bueno.
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Advertencias

  • Los críticos son clave para el éxito general de tu historia, pero no dejes que sus opiniones sobrepasen a tu visión general (esto aplica principalmente para tus amigos, no para los editores). Nuevamente, tú eres el autor y solo tú sabes cómo funciona tu libro.
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Categorías: Ficción
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