El estudio de la filosofía es el estudio de las verdades, ideas y principios que rodean a la existencia y el conocimiento. Puedes estudiar filosofía en el contexto de una educación formal, pero, independientemente de dónde la estudies, necesitas saber cómo leer, escribir y debatir ideas filosóficas.

Método 1
Método 1 de 4:
Primera parte: Títulos en filosofía

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    Obtén un título de grado asociado o un título de bachiller. Al nivel de pregrado, los estudiantes de filosofía generalmente estudian una combinación de diferentes filosofías desde las perspectivas histórica y teorética.[1]
    • Los programas de grado asociado de dos años son un poco raros, ya que el estudio de la filosofía puede aplicarse a muchas áreas diferentes del conocimiento. En ese sentido, los programas de bachillerato de cuatro años que se ofrecen en instituciones de artes liberales son más comunes.
    • Es probable que estudies tanto la filosofía "continental" (las obras de los filósofos griegos y europeos) como la filosofía "analítica" (las matemáticas, la lógica y la física teórica).
    • Las áreas de estudio comunes incluyen la ética, la metafísica, la epistemología y la estética.
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    Obtén una maestría. Si quieres profundizar tu educación en filosofía después de obtener un título de bachiller, puedes seguir una maestría en filosofía, también llamada un título de Magister Philosophiae (M. Phil).
    • Las maestrías en filosofía generalmente toman alrededor de dos años para completarse.
    • En su mayoría, completarás la misma clase de trabajo que se espera de un doctorado. La diferencia principal es que no tendrás que escribir una tesis.
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    Realiza un doctorado. Obtener un doctorado en filosofía puede ser un poco complejo ya que a muchas áreas de estudio diferentes se les concede un título de "doctor en filosofía" (Ph.D.). Tendrás que hacer un poco de investigación adicional para encontrar un doctorado que se enfoque solo en la filosofía y en ninguna otra materia.
    • La mayoría de programas de Ph.D. que se enfocan en filosofía son catalogados como títulos en "filosofía social" o "filosofía aplicada".
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Método 2
Método 2 de 4:
Segunda parte: Leer obras filosóficas

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    Lee el texto muchas veces.[2] La mayoría de estudiantes de filosofía tendrá que leer los textos filosóficos varias veces antes de comprenderlos por completo. A medida que avances en tus estudios, puedes establecer tu propio sistema de lectura. Al principio, sin embargo, puede ser útil pasar por una lectura cuatro veces.
    • Durante la primera lectura, observa el índice, los puntos clave o el glosario, y luego ojea rápidamente el fragmento en sí. Muévete rápidamente, leyendo una página en aproximadamente 30 a 60 segundos. Subraya en lápiz términos e ideas que salten a la vista. Marca también cualquier término desconocido.
    • Para la segunda lectura, hojea el texto a un ritmo similar, pero detente para buscar cualquier término o frase que no reconozcas y que no puedas definir por el contexto. Debes seguir enfocándote en identificar términos e ideas clave. Marca con lápiz los párrafos que creas que entiendes y marca los que no entiendas con un signo de interrogación o una "x".
    • Durante la tercera lectura, regresa a las secciones que marcaste con un signo de interrogación o una "x" y léelas en mayor detalle. Márcalas si llegas a comprenderlas o márcalas con un segundo signo de interrogación o "x" si no captas su significado.
    • Durante la cuarta lectura, revisa rápidamente el texto otra vez para recordar el enfoque principal y los argumentos clave. Si estás leyéndolo para una clase, identifica los fragmentos marcados con los que tuviste dificultades para que puedas hacer preguntas.
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    Lee lo más que puedas. La única forma de familiarizarte con la filosofía es sumergirte en las obras filosóficas de otros. Si no lees sobre la filosofía, no podrás hablar ni escribir sobre ella.
    • Al estudiar filosofía para una clase o un programa de grado, siempre debes hacer las lecturas asignadas. Escuchar las interpretaciones de esas lecturas de otros en la clase no es un buen sustituto. Tienes que revisar y debatir las ideas por tu cuenta en lugar de que otros hagan el trabajo por ti.
    • Leer por tu cuenta también es beneficioso. A medida que estés más familiarizado con las diferentes ramas de la filosofía, podrás gradualmente comenzar a elegir tus propias lecturas sobre posibles temas de interés.
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    Considera el contexto de la obra.[3] Toda la filosofía ha sido escrita dentro de los límites de una cierta cultura y escenario históricos. Si bien la mayoría de las obras inmortales de la filosofía proporcionan verdades y razonamientos que pueden usarse en épocas modernas, cada una tiene también sus propios sesgos culturales que hay que tomar en cuenta.
    • Piensa en quién la escribió, cuándo se publicó, dónde se publicó, su público previsto original y los objetivos para los que se desarrolló originalmente. También pregúntate cómo la recibieron en su propia época y cómo la han recibido desde entonces.
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    Determina la hipótesis. Algunas hipótesis son obvias y se declaran explícitamente, pero muchas no lo son. Tendrás que considerar los fragmentos clave y las ideas que encontraste durante tu primera y segunda lectura para ayudarte a determinar la idea principal que el filósofo está intentando argumentar.
    • Una hipótesis puede ser positiva o negativa, lo que significa que puede aceptar o rechazar una idea filosófica particular. Identifica la idea que se aborda primero. Luego, usa las afirmaciones del autor sobre esa idea para averiguar si la hipótesis es positiva o negativa.
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    Busca argumentos de apoyo. Los argumentos de apoyo deben sustentar la hipótesis del autor. Ya debes conocer algunos si has tenido que empezar por el final para encontrar la hipótesis, pero debes buscar entre las ideas clave de la obra otra vez para identificar cualquier argumento que puedas haber omitido.
    • Los filósofos generalmente usan argumentos lógicos para sustentar sus hipótesis. Presentarán ideas y patrones de pensamiento claramente sólidos para sustentar la hipótesis.
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    Evalúa cada argumento. No todos los argumentos presentados serán válidos. Cuestiona la validez de un argumento observando las premisas y deducciones sobre las que está construido.
    • Identifica las premisas y pregúntate a ti mismo si son tan ciertas como el autor afirma. Intenta elaborar un ejemplo que refute la afirmación.
    • Si las premisas son verdaderas, pregúntate si las deducciones que se derivan de esas premisas son sólidas. Aplica el patrón de razonamiento a un caso diferente y observa si se sostiene. Si no permanece válido, la deducción no es sólida.
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    Evalúa el argumento en su conjunto.[4] Una vez que hayas examinado todas las premisas y deducciones que rodean a una hipótesis, tendrás que evaluar cuán exitosa y verdadera es la idea.
    • Si todas las premisas y deducciones son sólidas y no se te ocurre ningún argumento lógico en contra de la hipótesis en conjunto, debes aceptar formalmente la conclusión, incluso si aún no crees en ella personalmente.
    • Sin embargo, si cualquiera de las premisas o deducciones es incorrecta, puedes rechazar la conclusión.
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Método 3
Método 3 de 4:
Tercera parte: Investigar y escribir sobre filosofía

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    Comprende el propósito. Cada ensayo que escribas tendrá un propósito. Si vas a escribir un ensayo para una clase, es posible que ya se te haya brindado la pregunta que debes abordar. Cuando este no sea el caso, tienes que identificar una sola pregunta o idea que quieras encarar antes de comenzar a escribir.
    • Asegúrate de tener una respuesta clara a tu pregunta principal. Esta respuesta se convertirá en tu hipótesis.
    • Es posible que tu pregunta principal tenga que dividirse en múltiples subpuntos y que cada uno de estos puntos necesite su propia respuesta. A medida que traces estos subpuntos, la estructura de tu ensayo comenzará a tomar forma.
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    Declara y sustenta tu hipótesis. Como se observó anteriormente, tu hipótesis se derivará de la respuesta que desarrollaste para la pregunta central de tu ensayo. Sin embargo, esta hipótesis tiene que ser más que solo una afirmación. Tienes que mostrar alguna línea de razonamiento que lleve a ella.
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    Aborda todos los aspectos del problema. Anticipa los contraargumentos para cada punto que hagas. Toma nota de estos contraargumentos en tu ensayo y explica por qué esas objeciones no son válidas o sólidas.
    • Solo dedica una fracción de tu ensayo a abordar estas objeciones. La mayoría del ensayo debe continuar enfocado en explicar tus propias ideas originales.
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    Organiza tus ideas. Antes de comenzar a escribir tu ensayo, debes organizar las ideas que planeas usar. Puedes hacerlo usando cualquier técnica para hacer bocetos o de preescritura que elijas, pero los bocetos y diagramas de racimo de uvas son las técnicas más útiles.[5]
    • Identifica tu hipótesis en la parte superior del diagrama o boceto. Cada argumento principal de sustento debe tener su propio recuadro en el diagrama o su propio título en el boceto. En los recuadros secundarios o subtítulos deben figurar puntos que amplíen más a fondo esos argumentos principales; es decir, tus premisas y deducciones.
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    Escribe claramente. Al escribir tu ensayo, debes usar lenguaje conciso y concreto y escribir en voz activa.
    • Evita el lenguaje innecesario y florido que quiera sonar impresionante y enfócate únicamente en proporcionar un contenido significativo.
    • Es más, omite cualquier cosa que no sea necesaria. Debes excluir el material irrelevante y repetitivo.
    • Define tus términos clave y úsalos a través del ensayo.
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    Revisa tu trabajo. Después de escribir el primer borrador, regresa y vuelve a revisar tu razonamiento y tu escritura.
    • Debes fortalecer los argumentos débiles o quitarlos de tu ensayo.
    • Debes corregir la mala gramática, los modos de razonamiento desorganizados y los párrafos abarrotados.
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Método 4
Método 4 de 4:
Cuarta parte: Entablar un diálogo filosófico

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    Prepárate. Puede que no sea posible hacer preparaciones con anticipación cuando entras en un diálogo filosófico inesperado, pero, en general, las discusiones filosóficas que ocurran durante tus estudios serán planeadas con anticipación.
    • Revisa los materiales asignados para la discusión y saca tus propias conclusiones en base a un razonamiento sólido.
    • Para los diálogos que no sean planeados, repasa brevemente tu conocimiento sobre los conceptos relacionados antes de entrar activamente en una discusión.
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    Sé respetuoso pero prepárate para el conflicto. Un diálogo filosófico no será muy interesante si todos tienen exactamente las mismas ideas. Habrá desacuerdos, pero siempre debes ser respetuoso de los demás y sus ideas, incluso cuando estés intentando refutarlas.
    • Muestra respeto escuchando plenamente e intentando ver los puntos opuestos como ideas que valen la pena.
    • Cuando una conversación traiga a colación un problema significativo, el diálogo probablemente se volverá más apasionado y pueden ocurrir conflictos. De todas formas, debes tratar de terminar la conversación en una nota positiva y respetuosa.
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    Proporciona percepciones de calidad. Si las ideas en discusión son unas sobre las que no tienes una opinión sólida o un conocimiento firme, pasa más tiempo como oyente activo que como hablante. Únicamente hablar no es suficiente. Si los puntos con los que contribuyes no son sólidos, tu contribución no promoverá mucho el diálogo.
    • A la inversa, si tienes argumentos sólidos que hacer, hazlos. No debes tratar de anteponerte a los otros, pero definitivamente debes hacer saber tus ideas y el sustento para ellas.
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    Haz muchas preguntas. Las preguntas perspicaces pueden ser tan importantes en una discusión como los argumentos sólidos.
    • Pide aclaraciones en cualquier punto que otra persona haga cuando a ti te parezca confuso.
    • Si tienes un punto que nadie haya abordado aún pero no tienes una postura firme sobre él, tráelo a colación como una pregunta.
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Categorías: Filosofía
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