En la mayoría de las religiones, la oración es parte importante de la vida espiritual de la persona. Aunque recién estés aprendiendo a orar, puedes hacer una oración bien hecha de la siguiente manera: alabando a Dios, agradeciéndole por todo lo que ha hecho por ti y pidiendo su ayuda.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Tener la mentalidad correcta

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    Busca un lugar tranquilo donde nadie te moleste. Puedes orar en cualquier lugar, en cualquier momento, pero si de verdad quieres tomarte el tiempo de expresar lo que tienes en mente, lo mejor será orar en un lugar tranquilo, alejado de las distracciones. Puedes incluso separar cierto periodo de tiempo del día para la oración, por ejemplo, a primera hora en la mañana, mientras conduces al trabajo o antes de acostarte cada noche. Durante ese tiempo, apaga la television o la radio y pon tu teléfono en silencio para que no te interrumpan.[1]
    • A veces, quizá quieras orar con otras personas. No habrá problema, siempre y cuando respeten el acto de oración y se lo tomen en serio. De hecho, orar con otra persona puede fortalecer la relación con esa persona y con Dios.
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    Ora en voz alta o mentalmente. No hay una respuesta correcta. La decisión depende de con cuál método te sientas cómodo. Quizá prefiera orar en voz alta para no perder la ilación mientras hablas con Dios. Por otro lado, si quieres orar en privado y hay gente a tu alrededor, puedes optar por orar mentalmente.[2]
    • Sea cual sea el método que escojas para orar, recuerda que Dios puede oírte, ya sea en voz alta, lo que dices mentalmente o cuando tu corazón está tan dolido que ni siquiera encuentras palabra alguna.
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    Decide si arrodillarte, sentarte o estar de pie. Para algunos, arrodillarse demuestra humildad ante Dios y les ayuda a prepararse mentalmente antes de orar. Sin embargo, quizá prefieras sentarte, estar de pie o incluso estar echado mientras oras.[3]
    • Si quieres arrodillarte, pero te duelen las rodillas, por una manta o toalla doblada en el suelo.
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    Escribe tu oración si te cuesta concentrarte. Al escribir las cosas por las que quieres orar, tu mente no se distraerá mientras hablas con Dios. Asimismo, al menos, puede ayudarte volver al tema cuando pierdas el hilo.[4]
    • Esto te será muy útil si tienes mucho en mente. También puede ayudarte a definir lo que es verdaderamente importante para ti.
    • Considera la posibilidad de empezar un diario de oración, donde podrás anotar tus oraciones todos los días. Cuando revises el diario, quedarás sorprendido con la manera en que Dios ha obrado en tu vida.
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Parte 2
Parte 2 de 3:
Alabar a Dios y darle gracias

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    Dirígete a Dios por nombre. Puedes decir “Querido Dios”, “Padre celestial”, “Jehová” o cualquier otro nombre de Dios. Puedes incluso orarle a Jesús, si quieres.[5]
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    Reconoce la grandeza de Dios. Si tienes fe en Dios, entonces crees que es el creador del mundo y de toda la vida en la Tierra. ¡Imagina el poder increíble que Dios debe tener para haber creado todo eso! Luego, imagina que ese ser poderoso se toma el tiempo de escuchar tus problemas y de interesarse por tu vida.[6]
    • Puedes decir “Dios, ¡eres grande y fuerte!” o “Amado Padre, sostienes el mundo en tus manos”.
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    Agradece a Dios por su bondad y misericordia. Dios es misericordioso, amoroso y generoso. Tómate el tiempo de incluir alabanzas en cada oración. Puedes agradecerle por ser parte de tu vida, por todas las bendiciones que te ha dado y por responder tus oraciones.[7]
    • Por ejemplo, puedes decir “Gracias por perdonarnos, incluso cuando echamos todo a perder. Gracias por la familia que me quiere y gracias por permitirme sentir tu presencia en mi vida”.
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    Vuelca tus sentimientos hacia Dios. Recuerda que Dios ya sabe lo que hay en tu mente, lo que ha ocurrido en tu vida y todo lo que sientes. La oración no solo se trata de decirle a Dios estas cosas, sino de forjar una relación más íntima con él mediante la comunicación.[8]
    • Es parecido a cuando le dices a tus padres “Los quiero”. Es una cuestión de reforzar el lazo con ellos y no de decirles algo que desconocen.
    • Puedes hablarle a Dios sobre algo que te haya herido, un evento próximo que te tenga nervioso o una porción de la Escritura que te cuesta comprender. Solo dile lo que pase por tu mente.
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Parte 3
Parte 3 de 3:
Hacer una petición y terminar la oración

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    Pídele a Dios que perdone tus pecados. Antes de pedirle algo, debes pedirle que perdone tus pecados. Analiza tu corazón y busca áreas que necesites mejorar, luego pídele a Dios que te perdone por haberle fallado. Pídele que te dé la fuerza para ser mejor en el futuro.
    • Los pecados no siempre tienen que ser cosas grandes como robar o mentir. A veces pueden ser tener envidia de un colega, ser malo con un hermano o priorizar las cosas materiales antes que la relación con Dios.
    • Por ejemplo, puedes decir “Dios, sé que dije que no me iba a molestar cuando un cliente me faltara el respeto, pero me ha costado hacerlo últimamente. Por favor, perdóname por perder la compostura y ayúdame a encontrar la fuerza para estar calmado la próxima vez”.
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    Cuéntale a Dios tus problemas y pídele su ayuda. Sea cual sea la circunstancia por la que estés pasando, debes pedirle ayuda a Dios. Él quiere que lo busquemos primero en cualquier situación. Sin embargo, recuerda que Dios sabe lo que es mejor para nosotros y su respuesta quizá no siempre sea lo que tengamos en mente.[9]
    • Por ejemplo, si tienes problemas económicos, orar “Por favor, haz que gane la lotería” quizá no tenga los resultados que quieras. No obstante, si oras “Por favor, mándame la oportunidad para usar mis talentos y proveer para mi familia”, entonces lo que suceda podría sorprenderte.
    • Por otro lado, quizá Dios haya dictaminado que no necesitas demasiado dinero, así que una mejor oración sería “Señor, ayúdame a ser sabio en mi economía para que pueda estar bien con lo que tengo”.
    • También puedes orar por tu salud, tus relaciones personales, por orientación en una situación difícil o cualquier otra necesidad que tengas.
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    Ora por la gente a tu alrededor que tiene problemas. Cuando veas que los demás tengan alguna necesidad, pídele ayuda a Dios. Podría ser alguien cercano a ti o podría ser un grupo de personas al otro lado del mundo las que estén sufriendo. Orar por los demás es importante para fortalecer la fe.[10]
    • Por ejemplo, podrías decir “Dios, mi tía está muy enferma y sufre de mucho dolor. Por favor, dale consuelo y paz, y haz que sienta tu presencia”.
    • También podrías decir “Señor, me pesa el corazón por la guerra en el Medio Oriente. Parece un problema tan grande sin solución, pero nada es demasiado grande para ti. Por favor, trae paz a esa región y a todos tus hijos”.
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    Pídele a Dios que te ayude a comprender su respuesta. Dios habla de maneras que pueden ser difíciles de detectar, especialmente si recién empiezas tu relación espiritual con él. Pídele que te ayude a reconocer los signos que indican que está respondiendo a tu oración.[11]
    • Cuando ores, hazlo con la convicción de que Dios responderá a tu oración, pero no te adelantes a la respuesta que dará.
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    Agradécele a Dios de nuevo, luego termina la oración. Es importante tener un corazón agradecido mientras se ora, así que empezar y terminar la oración dando las gracias ayudará a tener el espíritu correcto. Agradécele por escucharte y por las buenas obras que sabes que todavía tiene reservadas para ti.
    • Puedes terminar la oración como quieras, pero la mayoría la termina diciendo un “Amén”.
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Consejos

  • Procura no seguir el mismo patrón de oración todos los días. Más bien, cada vez que ores, piensa en lo que Dios está haciendo en tu vida, en tus necesidades y por lo que estás más agradecido.
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Categorías: Cristianismo
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