Algunas personas creen que hablar en lenguas es una manera poderosa de orar y permitirle a Dios fluir a través del espíritu del creyente. Sin embargo, si eres como la mayoría de la gente, probablemente no sepas del todo cómo hacer para poner en práctica este método de oración en particular. Por suerte, cuando aprendas a crear la mentalidad correcta y a hablar las palabras correctas, estarás bien encaminado para hablar en lenguas.

Método 1
Método 1 de 3:
Crear la mentalidad correcta

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    Establece como prioridad tu fe en el plan de salvación de Dios. Enfócate en Dios y el Espíritu Santo con el que Dios te ha llenado. Hablar en lenguas se considera un acto de gran fe, por eso, concentrarte en esta manera te facilitará lograr tu objetivo con éxito.[1]
    • Puede serte útil repetir un mantra como “Jesucristo es el camino, la verdad y la vida” para que concentrarte te resulte más fácil. Escoge tu verso bíblico favorito y repítelo mentalmente una y otra vez.
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    Estudia la Biblia para aprender lo que dice sobre las lenguas. Lee y medita pasajes bíblicos que traten el tema de las lenguas, tales como 1 Corintios 14:18. Recuerda que, según algunos, hablar en lenguas es una capacidad que Dios otorga a las personas para que puedan orar y sentirse más cerca del Espíritu Santo.[2]
    • Algunos otros pasajes que puedes leer son Hechos 10:46a, Hechos 2:4a y 1 Corintios 14:4.
    • Si otros miembros de tu iglesia hablan en lenguas, te recomendamos hablar sobre este método de oración con ellos para aprender más al respecto.

    Advertencia: hablar en lenguas es una práctica bastante polémica hoy en día, así que ten cuidado con quién hablas sobre el tema. Algunas personas quizá no acepten esta práctica.

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    Aumenta tu autoconfianza para hablar en lenguas. Hablar en lenguas puede ser difícil al principio, por eso aumentar tu autoconfianza y deseo de hacerlo te ayudará a mantenerte motivado a largo plazo. Repítete que tendrás la capacidad de hablar en lenguas y permítete sentir la confianza de que lo lograrás.[3]
    • Para lograrlo, puedes repetirte un mantra positivo, como “Soy un hijo de Dios; Dios quiere que ore y esté gozoso, así que hablaré en lenguas para hacerlo”.
    • Concéntrate en todos los motivos por los que quieres hablar en lenguas y deja que ese deseo crezca en tu corazón. Esto te mantendrá motivado y quizá también te facilite el proceso de hablar en lenguas al primer intento.
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    Crea un ambiente sin distracciones para obtener resultados óptimos. Busca un lugar silencioso donde puedas sentarte y estar solo por hasta 1 hora o el tiempo que tengas planeado orar hablando en lenguas. Procura evitar ruidos de cosas que puedan distraerte de Dios, tales como de niños bulliciosos, la televisión encendida o el ruido de la calle.[4]
    • También tienes que evitar estar rodeado de otras personas, en el caso de que esto te pueda avergonzar.
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Método 2
Método 2 de 3:
Hacer los sonidos correctos

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    Empieza haciendo sonidos monosilábicos simples. Vocaliza el primer sonido que se te ocurra y no tengas temor de farfullar un poco. Procura hacerlo lo más “involuntariamente” posible. En otras palabras, no trates de expresar palaras o frases específicas, salvo que se te ocurran en ese momento.[5]
    • Esto podría resultar un poco incómodo al principio y podrías parecer un bebé balbuceando, ¡pero este es el punto! Tienes que empezar a vocalizar sonidos al azar antes de que Dios te ayude a hablar en lenguas.
    • Estos sonidos quizá sean disparejos y repetitivos al principio. No te preocupes, porque es perfectamente normal, así que no te desanimes.
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    Observa si hay repeticiones o pistas en los sonidos que haces. Presta atención a los sonidos que tiendes a vocalizar naturalmente con mayor frecuencia y enfócate en ellos al farfullar. Estos pueden ser parte de tu “idioma de oración” natural: las palabras y sonidos que fluyen de tu espíritu de la manera más fácil.[6]
    • Observa cualquier sonido que parezca tomarte por sorpresa, como una sílaba o un par de letras que normalmente no pronuncias. Estos sonidos pueden reflejar la comunicación de Dios contigo, así que repítelos para agregarlos a tu idioma de oración.
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    Trata de poner en oración esas palabras o sonidos que parecen surgir en tu mente. Este es un tipo de descubrimiento interno que te permite expandir el vocabulario de tu idioma de oración y tu capacidad de hablar en lenguas. Estas podrían ser las palabras que Dios envía a tu espíritu y que hacen que hables en lenguas.[7]
    • Dios no hará que tus labios se muevan, por eso farfullar es tan importante. Sin embargo, Dios puede hacer que ciertas palabras o sonidos aparezcan en la mente. Repetir estos sonidos es la base para hablar en lenguas.

    Consejo: también puedes hacer esto con las palabras que llaman tu atención en el día a día. Por ejemplo, si cierta palabra de una valla publicitaria capta tu atención, puedes incorporarla durante tu siguiente sesión de oración.

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    Pide una mayor fe para reafirmar tu mentalidad devota. Si sientes que tu fe empieza a menguar durante una sesión de oración en lenguas, repite un mantra positivo como “Señor, aumenta mi fe”. Esto te ayudará a mantenerte en la mentalidad correcta para hablar en lenguas y evitar que caigas en el desánimo.[8]
    • No tienes necesariamente que hacer este pedido en voz alta. Con simplemente pensar en ello también bastará.
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Método 3
Método 3 de 3:
Evitar los errores comunes

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    Ten presente que Dios no te obliga a hablar en lenguas. Al hablar en lenguas no pierdes control de tu boca ni de los músculos del habla. Más bien, considéralo como la forma en que Dios le dice a tu espíritu las palabras que debes decir.[9]
    • Esta idea errónea puede ser una razón por la que algunas personas miran las lenguas con recelo. Es equivocado pensar que la gente que habla en lenguas no está en control de sus propias facultades.
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    Procura no pensar demasiado ni sentirte desanimado en cuanto a las lenguas. Hablar en lenguas no es algo que se da fácilmente, en especial en el primer intento, por eso es muy fácil empezar a dudar de uno o de su fe. Si esto te empieza a suceder, pausa tu sesión y vuélvelo a intentar más tarde después de orar un poco (o de descansar).[10]
    • Entre sesiones, puede serte de ayuda orar a Dios de una manera más “convencional” y pedirle ayuda y guía para aprender a hablar en lenguas.
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    Evita hablar de este método de oración con gente que no lo acepta. Algunas personas tienen opiniones muy negativas de las lenguas. Incluso, algunos piensan que es una forma de adoración a Satanás. Hablar de este método de oración con gente así puede hacerte caer en el desánimo o hasta abandonar las lenguas.[11]
    • Esto no quiere decir que debas evitar a las personas que no creen en las lenguas. Simplemente abstente de hablar sobre este método de oración en particular con ellas.
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Categorías: Cristianismo
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