A muchos jardineros ávidos les gusta cosechar semillas de calabaza de sus cultivos o de las huertas públicas. Esta simple tarea te dará semillas para la huerta del próximo año o un alimento que se puede usar como un sabroso bocadillo. Por fortuna, la calabaza es uno de los cultivos a los que se les quita las semillas con mayor facilidad porque estas son grandes y hay varias en cada unidad. Sin embargo, antes de poder plantar o asar las semillas de calabaza, tendrás que limpiarlas y hacerlas secar adecuadamente.

Parte 1
Parte 1 de 4:
Sacar y limpiar las semillas

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    Abre la calabaza para tener acceso a sus semillas. Para la calabaza en una superficie plana. Insértale la punta de un cuchillo grande de cocina por la parte de arriba. Mételo lentamente presionándolo hacia abajo y moviéndolo de un lado a otro para que el corte quede más ancho. Avanza a lo largo de la pared lateral de la calabaza. Cuando hayas pasado la mitad, repite el proceso desde el otro lado.[1]
    • Después de cortar toda la calabaza, haz un corte final atravesando toda la calabaza. Después, ábrela con las manos.
    • Sostén la calabaza firmemente con tu mano no dominante. Sin embargo, ten mucho cuidado de no ponerla delante del cuchillo en ningún momento.
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    Saca las semillas de la calabaza con una cuchara grande para servir. La mayoría de las semillas saldrán fácilmente con un barrido rápido. Sin embargo, en el caso de las más duras, tendrás que arrastrar la cuchara por las paredes de la calabaza para que se desprendan. Si no te importa ensuciarte, usa las manos para sacar las semillas que no salen con la cuchara.[2]
    • Usa una cuchara sacabolas de helado, si tuvieras, y arrástrala por las paredes de la calabaza.
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    Quítales la pulpa a las semillas. La forma más fácil de hacerlo es arrancarla con las manos. Si vas a secar las semillas para asarlas y quieres que tengan un sabor adicional, no te preocupes mucho en sacarles toda la pulpa. Sin embargo, si vas a plantar las semillas, tendrás que quitársela toda.[3]
    • Sumerge las semillas duras en un recipiente con agua para humedecer la pulpa y hacer que sea más fácil desprenderlas.
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    Enjuaga las semillas con agua fría en un colador. Coloca uno en un lavadero y échale todas las semillas que tengas. Deja correr agua fría sobre el colador y muévelo en forma circular para que todas las semillas queden cubiertas. Después, deja el colador y revuelve las semillas con las manos con el grifo abierto para que toda su superficie quede expuesta al agua.[4]
    • Retira el exceso de pulpa de calabaza que encuentres adherido a las semillas.
    • No te preocupes si las semillas se sienten viscosas, ¡esto no quiere decir que no estén limpias!
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    Seca las semillas a toques por unos 5 a 10 minutos con papel toalla. Coloca de 2 a 3 pedazos de papel toalla en una superficie plana. Ahora, sécalas a toques presionándolas con papel toalla. Después de 5 a 10 minutos, echa las semillas en un bol limpio y cuida de no exprimir el papel toalla.[5]
    • Cerciórate de sacar la pulpa y los residuos de la calabaza que sobraron.

Parte 2
Parte 2 de 4:
Secar las semillas al aire

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    Esparce las semillas de calabaza en una bandeja para hornear. Echa las semillas limpias en la bandeja y espárcelas de manera uniforme formando una sola capa. Asegúrate de que no se toquen entre sí ni que queden una sobre otra.[6]
    • Si no caben todas las semillas en una sola bandeja, espárcelas en varias.
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    Seca las semillas al aire en un lugar fresco y seco al menos por 1 mes. Encuentra una ubicación donde no haya peligro de humedad. Estará bien un lugar al interior como un granero o un henil, o un área al exterior con sombra. Evita las áreas donde no corra mucho el aire, como un garaje, y nunca las hagas secar en un sótano.[7]
    • Revisa las semillas de calabaza todos los días y dales la vuelta para que se sequen de manera uniforme por ambos lados.
    • No dejes las semillas amontonadas, pues así no se secarán por completo y podría aparecerles moho.
    • Secar al aire es el método más efectivo y seguro de hacerlo, pero también el que toma más tiempo.
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    Guarda las semillas secas en una bolsa de papel o un sobre hasta que las ases o las plantes. Viértelas todas en un sobre o una bolsa de papel, y guárdalas en un lugar frío y seco. Si no logras encontrar una ubicación adecuada, ponlas en el refrigerador.[8]
    • Descarta las semillas que tengan moho.

Parte 3
Parte 3 de 4:
Usar un deshidratador

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    Coloca las semillas en una rejilla para secar formando una sola capa. Asegúrate de que las semillas no se sobrepongan. Si la rejilla del deshidratador tuviera agujeros, corta pedazos de papel sulfurizado del tamaño necesario para que quepan en ella y fórrala para que las semillas no se caigan.[9]
    • Limita las semillas a una rejilla del deshidratador por vez para que la deshidratación no sea dispareja.
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    Deshidrata las semillas a una temperatura de 45 a 50 °C (115 a 120 °F) durante 1 a 2 horas. Enciende el deshidratador a esta temperatura y espera. Revuelve las semillas cada 20 minutos para garantizar que el proceso sea parejo.[10]
    • Un deshidratador implica un mayor riesgo de lastimar las semillas que secarlas al aire, pero es más seguro que hornearlas.
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    Guarda las semillas en un sobre o una bolsa de papel en un lugar frío y seco. Evita las áreas con humedad para que no se rehidraten. Si no puedes encontrar un área adecuada, pon las semillas en el refrigerador. Úsalas cuando estés listo para asarlas o durante la temporada de plantación.[11]
    • Desecha las semillas que tuvieran moho antes de almacenarlas en grupos.

Parte 4
Parte 4 de 4:
Hornear las semillas

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    Precalienta el horno a la temperatura más baja posible. En el caso de la mayoría de los hornos, esta será de 90 °C (200 °F). Si usas un horno eléctrico, probablemente tendrás que esperar entre 10 y 15 minutos para que se precaliente. En el caso de los hornos a gas, este proceso tomará entre 5 y 10 minutos. Coloca la rejilla del horno en la posición más baja.[12]
    • Si quieres mayor precisión, usa un termómetro de horno para monitorear la temperatura.
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    Hornea las semillas en el horno entre 3 y 4 horas. Esparce las semillas de calabaza en una bandeja para hornear. Asegúrate de que queden en una sola capa y no se sobrepongan. Coloca la rejilla del horno en la posición más baja y ponle la bandeja encima. Configura el horno a la temperatura más baja, que normalmente es de 90 °C (200 °F), y espera entre 3 y 4 horas.[13]
    • Revuelve las semillas cada 20 a 30 minutos con una cuchara para que no se chamusquen.
    • Si tienes planeado plantar las semillas, cuida de no chamuscarlas o quemarlas, pues no crecerán si se lastiman con el calor.
    • Hornear las semillas es el método más riesgoso de secarlas pues es más probable que se lastimen.
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    Coloca las semillas secas en un sobre o una bolsa de papel hasta que las plantes o las ases. Toma todas las semillas secas y ponlas en un sobre. A partir de este momento, ¡podrás esperar a plantarlas el año siguiente o asarlas cuando quieras![14]
    • Si notas que alguna semilla tiene moho, descártala antes de almacenarlas.
    • Siempre guarda las semillas de calabaza secas en un lugar fresco y seco. Si quieres, puedes tenerlas en el refrigerador o en el congelador hasta que llegue la temporada de siembra.

Consejos

  • Siempre haz secar las semillas antes de asarlas, pues así será más fácil que los condimentos y el aceite se adhieran a ellas y queden crujientes.
  • Cuando ya sepas hacer secar las semillas de calabaza, puedes aplicar el mismo método a otros tipos de calabazas y zapallos, y cosechar semillas para sembrarlas la siguiente temporada de cultivo.

Advertencias

  • Si les aparece moho a las semillas secas, bótalas.
  • Comer muchas semillas de calabaza puede provocar una sobredosis de vitamina B6, lo que podría causar la muerte. ¡Consúmelas con precaución!

Cosas que necesitarás

  • una calabaza
  • un cuchillo
  • un colador
  • papel toalla
  • una bandeja para hornear
  • un sobre o una bolsa de papel

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Categorías: Nueces y semillas