La lavanda es una hierba mediterránea que crece fácilmente mientras se le brinde mucha luz solar y un buen drenaje. Si tu suelo no es lo suficientemente arenoso, podrías cultivar lavanda en macetas en vez de hacerlo en un terreno de plantación. Sus aromáticas flores púrpuras aumentan la belleza de cualquier jardín, y la lavanda cosechada puede usarse en artesanías, perfumes y productos horneados.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Prepararse para plantar lavanda

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    Escoge una planta de lavanda. Se recomienda comprar una planta de lavanda en algún vivero local, ya que te proporcionarán las variedades que crecen mejor en tu zona climática. Hay muchas especies diferentes de lavanda y cada una tiene sus propias necesidades, de manera que si compras la planta por internet es posible que no consigas una que sea apropiada para tu región.
    • Si tu vivero local no vende lavanda, investiga un poco en internet para averiguar qué variedades crecen mejor en tu localidad. El factor más importante será el clima. Si vives en una zona fría o muy húmeda, desearás una especie más resistente como Munstead o Hidcote. Si vives en un lugar donde los inviernos son muy suaves y calientes, y los veranos son secos, habrá más opciones disponibles para ti.
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    Elige un lugar soleado de tu jardín. La lavanda crece naturalmente en países mediterráneos. Para hacer que prospere en tu jardín, necesitarás recrear un ambiente costero similar que sea caliente y seco. Elige el lugar más soleado de tu jardín para la lavanda, ya que necesita al menos 8 horas de sol diario para crecer saludablemente.
    • Busca un lugar que esté protegido, pero no en las sombras. La lavanda podría decaer en vientos fuertes, por eso deberás plantarla cerca de una pared u otras plantas grandes que no sean demasiado altas, pero sí con la altura suficiente para bloquear el viento.
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    Revisa el suelo para el drenaje. La lavanda no crecerá bien en suelos húmedos y empapados. Necesita de un suelo seco y arenoso que drene muy rápido para que las raíces no se descompongan. Excava un hoyo en el suelo y llénalo con agua para revisar el drenaje. Si el agua se drena rápidamente, el suelo será adecuado. Si el agua permanece en el hoyo y se drena lentamente, necesitarás modificar el suelo o encontrar otro lugar.[1]
    • Puedes mejorar el drenaje del suelo labrando la tierra hasta una profundidad aproximada de 15 cm (6 pulgadas) y mezclándola con un poco de arena de construcción. Esto ayudará a imitar las condiciones naturales de las zonas costeras donde florecen las plantas de lavanda.
    • También podrías optar por cultivar lavanda en una maceta o una huerta elevada, que te permitirá controlar las propiedades del suelo más cuidadosamente y adaptarlo a las necesidades de la lavanda.
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    Examina el nivel de pH del suelo. Compra un medidor de pH del suelo en un centro de jardinería o un vivero para revisar si el suelo es lo suficientemente alcalino para la lavanda. El nivel ideal de pH para la lavanda está entre 6,5 y 7,5. Tal vez necesites agregar cal al suelo para aumentar su alcalinidad.[2]
    • Con solo un poco de cal ya es suficiente. Agrega solo entre 56 y 85 gramos de cal por cada 9 metros cuadrados de suelo (2 o 3 onzas por pie cúbico).
    • Si utilizas tierra para macetas, revisa la etiqueta y compra tierra con el pH correcto.

Parte 2
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Plantar la lavanda

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    Excava un hoyo lo suficientemente grande para las raíces. La lavanda necesita espacios ligeramente cerrados, así que excava un hoyo que sea del tamaño justo para contener las raíces, y no más grandes. Si plantarás la lavanda en una maceta, utiliza una maceta que no sea mucho más grande que el cepellón de la lavanda. Deja entre 30 a 60 centímetros (1 a 2 pies) entre cada hoyo si vas a sembrar más de una planta, ya que las plantas crecerán bastante grandes.[3]
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    Coloca fertilizante en el hoyo. Esparce aproximadamente media taza de estiércol o harina de hueso dentro del hoyo para fertilizar la lavanda. Esto ayudará a que la lavanda tenga un buen comienzo. Mézclalo con la tierra del fondo del hoyo, luego cúbrelo con una capa delgada de tierra.
    • Si el drenaje es una preocupación para ti, también podrías mezclarlo con un puñado de guijarros para que el agua drene a través de ellos más fácilmente.
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    Prepara la planta de lavanda. Poda las partes muertas o en descomposición de la planta de modo que consiga una buena circulación del aire y la energía de la planta esté dirigida hacia un nuevo crecimiento saludable. Sacude el exceso de tierra de las raíces y elimina cualquiera que esté rota o dañada.
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    Colócala dentro del hoyo. Coloca la lavanda en el hoyo de modo que las raíces estén acurrucadas contra el fondo y los costados. No deberán tener contacto directo con el material de abono; en lugar de eso, asegúrate de que haya una capa de tierra sobre el abono antes de colocar la lavanda en el hoyo. Rellena el hoyo con tierra y aplánalo con la mano alrededor de las raíces.

Parte 3
Parte 3 de 3:
Cuidar la lavanda

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    Riega la lavanda con abundante agua pero no muy seguido. Espera hasta que la tierra esté seca antes de regar la lavanda. Cuando la riegues, hazlo durante varios minutos para asegurarte de que las raíces queden completamente empapadas. Si vives en un área donde llueve frecuentemente durante el verano, no tendrás que regar la lavanda cuando la tierra esté mojada.[4]
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    Fertiliza la lavanda a principios de la primavera. No necesitas fertilizar la lavanda más de una vez al año. A principios de la primavera, agrega un poco de harina de hueso combinada con abono a la superficie de la tierra que rodea a la lavanda, luego riega la planta profundamente.[5] Aplicar demasiado fertilizante a la lavanda hará que la planta crezca lentamente, en lugar de tener el efecto deseado.
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    Poda la lavanda. Durante todo el año, revisa la lavanda para detectar brotes muertos o agonizantes y elimínalos rápidamente con unas tijeras de podar desinfectadas. Poda todo el dorso de la planta por un tercio de ella a principios de la primavera, antes que surjan los brotes nuevos, para arreglar la forma de la planta.
    • La poda ayuda a que surjan brotes nuevos y saludables. El arbusto de la lavanda se hará más grande y grueso conforme pase el tiempo, produciendo más flores en cada estación. La primera estación podría no producir más que una rama o dos. Para el tercer año, ya obtendrás varias ramas por cada estación.
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    Cosecha las flores. Cuando las flores de la lavanda apenas empiecen a abrirse, generalmente a principios del verano, recolecta la lavanda en un ramo (un ramo es aproximadamente un puñado de tallos) y corta los tallos. La planta producirá otro brote de flores antes de que termine la estación.
    • Cuando coseches las flores, evita cortar la parte leñosa de la que surgen los brotes. Cortar esta parte dañará la planta.
    • Puedes conservar los tallos de la lavanda en un vaso lleno con agua fresca. Los tallos también mantienen bien su color cuando están secos. Para secar la lavanda, ata un racimo usando una banda elástica y cuélgalo boca abajo en un lugar oscuro y seco por cerca de una semana.
    • Las flores de lavanda pueden usarse para hornear y aumentar el sabor a tus recetas, para artesanías, o para hacer aceites esenciales.

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Categorías: Propagación de flores