Algunas personas de naturaleza introvertida se pasan la vida fingiendo ser extrovertidas en un esfuerzo equivocado por complacer a los demás. No debes avergonzarte por ser introvertido y, por tu bienestar, es saludable que te aceptes tal como eres. Si prefieres guardarte para ti mismo la mayor parte del tiempo, envía señales (a través de lo que dices y lo que no dices, a través del lenguaje corporal, etc.) para que los demás lo entiendan. Acepta tu capacidad de vivir tu vida bajo tus propios términos, pero jamás utilices la introversión como excusa para ser hostil con los demás.

Método 1
Método 1 de 3:
Enviarles señales a los demás

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    Guárdate para ti mismo cuando sientas que quieres hacerlo. Tener amigos y relacionarse con los demás es saludable a nivel emocional, como así también lo es pasar un tiempo a solas. Está bien si eres más feliz y saludable al estar más tiempo contigo mismo que el resto.[1]
    • Cuando tengas que interactuar con otras personas, por más que no tengas ganas de hacerlo, organiza tus pensamientos para que la conversación sea lo más breve y básica posible.
    • Si no te sientes cómodo al sentarte en medio de la multitud en la escuela, busca un lugar al fondo de la sala u otro sitio más aislado. Únete a los demás cuando lo desees.
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    Quédate callado cuando quieras hacerlo, en vez de sentirte obligado a hablar. Habrá momentos en que tengas que hablar con las personas, pero no intentes ser demasiado locuaz o ruidoso y bullicioso solo para “encajar” o complacer a los demás. Estar callado la mayor parte del tiempo y ser pensativo y hablar suave al comunicarte hará que los demás comprendan que quieres interactuar bajo tus propios términos.[2]
    • Haz una pausa y piensa antes de hablar. Evalúa si el comentario es necesario. Es sorprendente la cantidad de veces que quedarse callado es la mejor respuesta.
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    Guárdate las opiniones para evitar llamar la atención. Expresar tus opiniones de manera abierta llamará la atención e incluso podría traerte problemas con los demás. Por lo tanto, comparte tus opiniones solo con tus amigos cercanos y familiares, o reserva tus pensamientos para los momentos en que sientas la necesidad de expresarlos.[3]
    • Los demás podrían verte como una persona fascinantemente misteriosa si no compartes tus sentimientos y opiniones de manera abierta.
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    Utiliza el lenguaje corporal para que los demás comprendan cuando quieres que te dejen solo. Por ejemplo, al estar en el pasillo entre clases, apóyate contra la pared con los brazos cruzados o las manos en los bolsillos, y con la planta del pie sobre la pared. Esta posición transmite una actitud de distanciamiento. [4]
    • Limita el contacto visual con los demás. En cambio, mírate los pies o mira al vacío mismo.
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    Sé introvertido y callado sin ser desagradable de manera intencional. Sigue adelante y guarda silencio cuando lo desees, pero contesta cuando las personas te hablen y utiliza al menos un tono de voz un poco agradable. No es necesario que des la impresión de ser grosero. Si no quieres generar ninguna impresión en absoluto, lo mejor será que parezcas misterioso.[5]
    • Ser “muy frío y callado” no significa que tengas derecho a tratar mal a los demás. Mereces que los demás te dejen tranquilo, pero las personas también merecen que las trates con respeto y dignidad.

Método 2
Método 2 de 3:
Seguir tu propio camino

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    Deja de intentar complacer a los demás al ignorar tus propios deseos. Sé amable con las personas, pero deja de escoger tus acciones en función únicamente de si complacerán o no a los demás. Aprende a establecer límites con respecto a tu tiempo y disponibilidad para que los demás comprendan cuáles son tus límites.[6]
    • En ocasiones, es necesario que digas algo así como “Lo siento, pero no. No puedo ayudarte hoy. Realmente necesito un tiempo para mí esta tarde”.
    • No tienes derecho a herir a los demás con tus acciones o inacciones, pero tampoco debes sentirte culpable por priorizar tus deseos siempre que sea posible.
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    Responde (o no respondas) en la forma que creas correspondiente. Si una situación específica o las palabras o acciones de alguien te hacen reír, hacer una mueca o no hacer nada en absoluto, sigue tus instintos. Acepta tus sentimientos, acciones y palabras sinceras (o la falta de los mismos) como válidos. No obstante, también debes aceptar las reacciones sinceras de los demás ante tu respuesta o falta de respuesta.[7]
    • Ser fiel a ti mismo es más importante que actuar en función de las opiniones de los demás, pero eso no significa que puedas ser grosero o malicioso. No respondas en absoluto, en vez de ser grosero de manera intencional con tu respuesta. Los demás de todas formas podrían interpretar tu falta de respuesta como un comportamiento grosero, pero eso es algo que no puedes controlar.
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    Identifica tus deseos sin tener en cuenta las interpretaciones de los demás. A la hora de decidir qué es lo que realmente quieres ser o hacer, no te preocupes por la forma en que los demás puedan interpretar tus acciones. En última instancia, tendrás que evaluar si eres molesto o hiriente con los demás de manera innecesaria. Sin embargo, guarda este análisis para el futuro, una vez que hayas identificado tu camino.
    • Por ejemplo, en primer lugar, enfócate únicamente en tus deseos al comprender que quieres renunciar a tu empleo y encontrar algo que se adecúe mejor a tu personalidad. Solo después de que hayas identificado esto debes considerar el impacto en quienes te rodean.
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    Reserva un tiempo para las actividades tranquilas y reflexivas, en el caso de que se adecúen a tu naturaleza introvertida. Por ejemplo, quizás tus compañeros de clase quieran ir a un partido de fútbol, a nadar o a patinar sobre hielo, pero tal vez prefieras leer un buen libro. Leer es una actividad relajante para las emociones y estimulante para la mente para muchas personas introvertidas, así que no tengas vergüenza de hacer que sea tu actividad de placer.[8]
    • Llevar un diario, escribir de manera creativa y crear trabajos de arte también son actividades que suelen ser adecuadas para las personas introvertidas. Sin embargo, no te sientas obligado a hacerlas solo por ser introvertido. Si quieres jugar al fútbol o patinar sobre hielo, ¡hazlo!
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    Mantén a las personas alejadas a un brazo de distancia. Las personas frías no permiten que nadie se les acerque lo suficiente como para conocerlas y saben muy bien cómo lograrlo. Cuando alguien pregunta sobre ellas, se distraen o cambian la conversación. No necesariamente se debe a que les desagrade los demás, pero les resulta más difícil que al resto ser simpáticas o atrayentes. Y si la frialdad es profunda, no sienten suficiente interés en otras personas como para justificar mostrar algo de ello. Se aíslan para evitar a quienes quieran conocerlas.

Método 3
Método 3 de 3:
Aceptarte y mejorar

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    Acéptate tal como eres en primer lugar. No puedes controlar el hecho de que los demás te acepten tal como eres, pero sí puedes escoger hacerlo tú mismo. Por ejemplo, si eres una persona callada por naturaleza y tienes una actitud de desinterés e indiferencia con muchas cosas de la vida, acepta que esta es tu verdad. Siempre y cuando no dañes a los demás, no existe un motivo por el que no puedas ser quien eres y te sientas orgulloso por eso.[9]
    • En vez de desear ser diferente, tómate un tiempo para conocerte mejor. Identifica y valora los aspectos positivos de “ser tú mismo” e identifica los caminos para mejorar como persona cuando sea apropiado.
    • Sé egocéntrico. Eres el centro de tu universo. A las personas frías no les resulta sencillo hablar con los demás y mucho menos ver la vida desde el punto de vista de otros. No seas curioso ni muestres interés en otras personas.
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    Analízate sin criticarte duramente. Aprende a reconocer tus sentimientos y reacciones verdaderos y luego decide qué quieres que siga igual y qué quieres cambiar. Establece el objetivo de ser la mejor versión de ti mismo.[10]
    • No ignores tus defectos, pero tampoco te regañes por tenerlos. Identifícalos, aprende de ellos y haz un esfuerzo por mejorar, pero no intentes cambiar tu personalidad por completo.
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    Busca ayuda para mejorar cuando lo necesites. Las personas introvertidas, en especial aquellas que son calladas y frías de manera natural, suelen ser etiquetadas como “oscuras”, “perturbadas” e incluso “peligrosas”. Por lo general, estas etiquetas no son justas ni verdaderas, pero si sientes que tus pensamientos o acciones no son buenos para tu bienestar o el de los demás, no temas buscar ayuda profesional.[11]
    • Habla con tu médico de cabecera para pedirle recomendaciones de profesionales de la salud mental.
    • Un buen terapeuta no intentará cambiarte. En cambio, utilizará distintas técnicas para ayudarte a alcanzar una versión más saludable de ti mismo.

Consejos

  • Si alguien se acerca y te pregunta por qué nunca hablas, siéntete libre de responder con sinceridad algo así como “Es mi forma de ser”. Si su tono es ofensivo o acusatorio, puedes agregar algo así como “¿Por qué debería importarte?”.
  • Ser introvertido no significa que no puedas tener amigos. De hecho, quizás tengas menos amistades, pero más profundas.

Advertencias

  • Algunas personas quizás crean que eres “raro”. Solo recuerda que no puedes controlar las opiniones que los demás tengan de ti.

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Categorías: Salud emocional