Helios

En la mitología griega, Helio[1] o Helios[2] (en griego clásico Ἥλιος [Hēlios]; en griego moderno Ήλιος; en latín Helius, ‘sol’) es la personificación del Sol.[3] Es el Titán hijo de los titanes Hiperión y Tea (de acuerdo con Hesíodo), también conocida como Eurifaesa (en el himno homérico 31), y hermano de las diosas Selene, la luna, Eos, la aurora y Titán, el calendario. Sin embargo, Homero lo llama a menudo simplemente Hiperión.

Relieve troyano que representa a Helios en un triglifo con metopa del Templo de Atenea. Se conserva hoy en el Museo de Pérgamo (Berlín).
Helios en un antiguo fresco de Pompeya.

Helios era imaginado como un hermoso dios coronado con la brillante aureola del sol, que conducía un carro por el cielo cada día hasta el Océano que circundaba la tierra y regresaba por este hacia el este por la noche. Homero describe el carro de Helios como tirado por toros solares;[4] más tarde Píndaro lo escribió que por «corceles que arrojaban fuego».[5] Posteriormente, los caballos recibieron fogosos nombres: Flegonte (‘ardiente’), Aetón (‘resplandeciente’), Pirois (‘ígneo’) y Éoo (‘amanecer’).

A medida que pasó el tiempo, Helios fue cada vez más identificado con el Dios de la luz, Apolo. Su equivalente en la mitología romana era el Sol, y específicamente Sol Invictus.

Mitología griega

Helios como personificación del mediodía.
Estatuilla de Helios, (Museo de Antalya).

La historia más conocida sobre Helios es la de su hijo Faetón, que intentó conducir el carro de su padre por el cielo pero perdió el control e incendió la Tierra.

A veces se aludía a Helios con el epíteto homérico Panoptes (‘el que ve todo’). En la historia narrada en la mansión de Alcínoo en la Odisea,[6] Afrodita, la esposa de Hefesto, se acostaba en secreto con Ares, pero Helios, el señor del sol que todo lo ve, los espió y se lo dijo a Hefesto, quien para castigarlos atrapó a los dos amantes en unas redes tan finas que resultaban invisibles.

En la Odisea, Odiseo y su tripulación superviviente desembarcan en una isla, Trinacia, consagrada al dios sol, al que Circe llama Hiperión en vez de Helios. Allí se guardaba el sagrado ganado rojo del sol:

Llegarás más tarde a la isla de Trinacia, donde pacen las muchas vacas y pingües ovejas de Helios. Siete son las vacadas, otras tantas las hermosas greyes de ovejas, y cada una está formada por cincuenta cabezas. Dicho ganado no se reproduce ni muere y son sus pastoras dos deidades, dos ninfas de hermosas trenzas: Faetusa y Lampetia; las cuales concibió de Helios Hiperión la divina Neera. La venerada madre, después que las dio a luz y las hubo criado, llevólas a la isla de Trinacia, allá muy lejos, para que guardaran las ovejas de su padre y las vacas de retorcidos cuernos.[7]

Aunque Odiseo advirtió a sus hombres para que no lo hicieran, estos mataron y comieron impíamente algunas cabezas del ganado. Las guardianas de la isla, hijas de Helios, se lo dijeron a su padre. Helios, sin embargo, apeló a Zeus, quien destruyó el barco y mató a todos los hombres salvo a Odiseo.

En una vasija griega pintada, Helios aparece cruzando el mar en la copa del trípode délfico, lo que parece ser una referencia solar. En los Deipnosofistas, Ateneo contaba que, al ponerse el sol, Helios subía a una gran copa dorada en la que pasaba desde las Hespérides en el extremo occidental hasta la tierra de los etíopes, con quienes permanecía las horas de oscuridad. Cuando Heracles viajó a Eritea para cobrarse el ganado de Gerión, cruzó el desierto libio y quedó tan frustrado por el calor que disparó una flecha a Helios, el sol. Helios le rogó que parase y Heracles pidió a cambio la copa dorada que Helios usaba para cruzar el mar cada noche, de oeste a este. Heracles usó esta copa dorada para llegar a Eritea.[8]

Con la oceánide Perseis, Helios fue el padre de Perses, Eetes, Circe y Pasífae. También fue padre de las Helíades.

Helios y Apolo

Helios es identificado a veces con Apolo: «Nombres diferentes pueden aludir al mismo ser» observa Walter Burkert, «o bien pueden ser conscientemente igualados, como en el caso de Apolo y Helios.»[9] En la obra de Homero, Apolo es identificado claramente como un dios diferente, relacionado con las plagas, con un arco plateado (no dorado) y sin características solares.

La primera referencia segura a Apolo identificado con Helios aparece en los fragmentos conservados de la obra de Eurípides Faetón, en un discurso cerca del final,[10] cuando Clímene, la madre de Faetón, lamenta que Helios haya destruido a su hijo, el Helios al que los hombres llaman justamente Apolo (entendiéndose aquí que el nombre significa Apolón, ‘destructor’).

Para la época helenística Apolo había pasado a estar estrechamente relacionado con el sol en los cultos. Su epíteto Febo (‘brillante’), tomado prestado de Helios, sería más tarde aplicado también por los poetas latinos al dios Sol.

Moneda del emperador romano Constantino I representando a Sol Invictus/Apolo con la leyenda SOLI INVICTO COMITI, c. 315.

La identificación se hizo común en textos filosóficos y aparece en las obras de Parménides, Empédocles, Plutarco y Crates de Tebas entre otros, así como en algunos textos órficos. Eratóstenes escribe sobre Orfeo en sus Catasterismos:

Pero habiendo bajado al Hades por su esposa y viendo las cosas que allí había, no continuó adorando a Dioniso, por lo que se había hecho famoso, sino que pensó que Helios era el más grande de los dioses, Helios al que también se llamaba Apolo. Despertándose cada noche hacia el amanecer y subiendo a la montaña llamada Pangeo esperaba a que el sol subiera para ser el primero en verlo. Por eso Dioniso, estando enfadado con él, envió a las Basárides, como cuenta el autor de tragedias Esquilo, quienes le despedazaron y esparcieron sus miembros.[11]

Los poetas latinos clásicos también usaron Febo como sobrenombre para el dios-sol, de donde proceden las referencias comunes en la poesía europea posterior a Febo y su carro como metáfora para el sol. Pero en las apariciones concretas en los mitos, Apolo y Helios están separados. El dios-sol, hijo de Hiperión, con su carro solar, aunque llamado a menudo «Febo»,[12] nunca es llamado Apolo salvo en identificaciones expresas que no son tradicionales. Los poetas romanos se referían a veces al dios sol como «Titán».[13]

Identificación de Abadón/Apolión

En el Nuevo Testamento[14] Apolión dirige la plaga de langostas que será lanzada sobre los enemigos de Dios al Final de los Tiempos:

7 El aspecto de las langostas era semejante a caballos preparados para la guerra; en las cabezas tenían como coronas de oro, sus caras eran como caras humanas,

8 tenían cabello como cabello de mujer y sus dientes eran como de leones; 9 tenían corazas como corazas de hierro y el ruido de sus alas era como el estruendo de muchos carros de caballos corriendo a la batalla; 10 tenían colas como de escorpiones, y también aguijones, y en sus colas tenían poder para dañar a los hombres durante cinco meses.

11 Sobre ellos tienen como rey al Ángel del Abismo, cuyo nombre en hebreo es Abadón, y en griego, Apolión.[14]

El nombre significa en griego ‘Destructor’ (Απολλυων, de απολλυειν, ‘destruir’). También recuerda al término hebreo sin relación Abadón (literalmente ‘lugar de destrucción’, pero aquí personalizado) y al nombre del dios griego Apolo, también un ‘destructor’ en su aspecto de controlar las plagas, si bien la atrocidad compuesta que es Apolión es de inspiración claramente babilónica y persa, no helénica. Apolión parece equipararse en el Apocalipsis con la Bestia. El término «Apolión» era relacionado con menudo por los primeros cristianos con el Diablo, y extravagantemente descrito, usándose aún como nombre alternativo para este.

El simbolismo de Apocalipsis 9:11 deja abierta a interpretación la identificación exacta de Abadón/Apolión. Algunos investigadores bíblicos creen que es el anticristo[15] o Satán.[16][17][18]

Culto de Helios

L. R. Farnell asumió «que el culto solar había sido una vez prevalente y poderoso entre los pueblos de la cultura prehelénica, pero que muy pocas de las comunidades del periodo histórico posterior lo conservaron como un factor potente de la religión estatal.»[19] Nuestras fuentes literarias, principalmente áticas, tienden a darnos un inevitable sesgo ateniense cuando se examina la antigua religión griega, y «no podía esperarse que ningún ateniense adorase a Helios o Selene,» observa J. Burnet, «pero podríamos pensar que eran dioses, dado que Helios era el gran dios de Rodas y Selene era adorada en Elis y otras partes».[20] James A. Notopoulos considera que la distinción de Burnet es artificial: «Creer en la existencia de los dioses implica su reconocimiento en los cultos, como muestra Leyes 87 D, E.».[21] En La paz, Aristófanes contrasta la adoración de Helios y Selene con la de los más esencialmente griegos dioses olímpicos, como deidades representativas de los persas aqueménidas.[22] Todas las evidencias demuestran que Helios y Selene fueron dioses menores para los griegos.[23]

«La isla de Rodas es casi el único lugar donde Helios goza de un culto importante», afirma Burkert,[24] describiendo un espectacular rito en el que una cuadriga era despeñada por un precipicio al mar, destacando sus matices del drama de Faetón. Allí se celebraban torneos gimnásticos anuales en su honor. El Coloso de Rodas estaba dedicado a él. Helios tenía también un culto importante en la acrópolis de Corinto en el continente griego.[25]

La tensión entre la veneración religiosa tradicional dominante de Helios, que se había enriquecido con los valores éticos y el simbolismo poético en Píndaro, Esquilo y Sófocles,[26] y el examen jónico protocientífico de Helios el Sol, un fenómeno que los estudios griegos calificaban de meteora, chocaron en el juicio de Anaxágoras (ca. 450 a. C.),[27] un anticipo del culturalmente traumático juicio de Sócrates por irreligiosidad, en el año 399.

En La República de Platón Helios, el Sol, es la descendencia simbólica de la idea del Bien.[28]

Helios Megisto

En la Antigüedad Tardía un culto de Helios Megisto (‘Gran Helios’) añadió a la imagen de Helios varios elementos sincréticos, que han sido analizados con detalle por Wilhelm Fauth mediante una serie de textos griegos tardíos, en concreto:[29] un Himno a Helios órfico; la llamada Liturgia Mitraica, en la que Helios gobierna los elementos; hechizos y encantamientos de invocación a Helios entre los papiros mágicos griegos; un Himno a Helios de Proclo; la Oración a Helios de Juliano, último conservador del paganismo oficial; y un episodio de las Dionisíacas de Nono.

Apolo solar con el halo de Helios en un mosaico romano de suelo, El Djem, Túnez, finales del siglo II.

Genealogía

Abuelos, padres, tíos y hermanas

Según Hesíodo en su Teogonía estos son sus familiares:[30]

 
 
 
Urano
 
 
 
Gea
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Tea
 
Hiperión
 
Otros Titanes
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
 
Selene
 
Helios
 
Eos
 
 

Consortes y descendencia

Ya desde la Teogonía se nos que dice que «con el incansable Helio, la ilustre oceánide Perseide tuvo a Circe y al rey Eetes».[31] Otras versiones dicen que Perse le dio a Helios además a Pasífae[32] y a Perses.[33] Las fuentes más tardías nos dicen que la pareja concibió además a Aloeo y a Calipso.[34] A veces se citan otras consortes alternativas para esta prole, como Éfira,[35] Antíope[36] o la epónima Creta.[37]

En la Biblioteca se dice que la esposa de Helio era Rode, una hija de Poseidón y Anfítrite,[38] también conocida como la ninfa de la ninfa de la isla de Rodas, Rodo. Ésta le dio a Helio a aquéllos conocidos como los Helíadas: «los siete hijos eran Óquimo, Cércafo, Macar, Actis, Ténages, Tríopas y Cándalo, y había una sola hija, Electrione, que dejó la vida cuando todavía era una muchacha y obtuvo de los rodios los honores que se conceden a los héroes».[39]

Ovidio nos narra dos amores desdichados de Helios. Clitia fue una amante abandonada por Leucótoe, que finalmente fue metamorfoseada en heliotropo. La propia Leucótoe también fue metamorfoseada en la planta del incienso.[40] Una variante denomina a ésta como Leucótea, quien le dio a Helios al argonauta Tersanonte.[41]

Aparte de Eetes Helios fue padre de al menos dos célebres (o infames) hijos. Augías era un poderoso rey de Élide, cuya madre pudiera ser Hirmine, hija de Epeo,[42] o Nausídame, hija de Anfidamante,[43] o tal vez una tal Ifíboe.[44] Al malhadado Faetonte, conductor del carro del sol, también se le atribuyen diversas madres por Helios, entre ellas se cuentan Rodo (en esta versión Faetonte es hermano de las Helíades),[45] la nereida Prote,[46] o incluso Clímene, la hija de Minias.[47]

A Helios se le asocia con varios grupos de hijas colectivas. Célebres especialmente por los poetas latinos, las Helíades son descritas como hijas de Helios y de Clímene, a la sazón una de las oceánides.[48] Antímaco, sin hablar del número de las Cárites ni de sus nombres, dice que son hijas de Egle y de Helios.[49] También una versión tardía imagina a las Horas como hijas (aunque existe una laguna en el texto) de Helios y Selene.[50]

En la Odisea se nos cuenta que Helios engendró con la divina Neera a las dos ninfas que custodian el rebaño divino en la isla de Trinacia, llamadas Faetusa y Lampetia.[51] Al menos una fuente nos aclara que Neera es una de las oceánides.[52] Otras oceánides asociadas como consortes de Helios fueron Ocírroe (con quien engendró al río Fasis),[53] Ceto (madre de Astris)[54] y también Éfira (quien le dio a Eetes).[35]

A Helios se le hace padre, sin especificar la consorte, de muchos más hijos que varían dependiendo de las fuentes. Entre éstos se encuentran Cos,[55] Clímeno,[56] Etón (una variante de Erisictón),[57] la horrenda ninfa Ega,[58] Icnea,[59] Mausolo,[60] Forbante (padre de la epónima Ambracia)[61] e incluso Estérope (descrita como hermana de Pasífae).[62]

Aunque en la mayoría de las fuentes Selene y Eos son hermanas de Helios, en al menos dos variantes éste es padre de las mismas, y no hermano.[63] Incluso también se dice, debido a una asociación poética, que Helios podría ser el padre de Hémera, personificación de la luz del día.[64] Debido a la naturaleza primordial de Helios a éste se le hace padre, en su unión con la Tierra, del epónimo Bisaltes[65] y de los ríos Aqueloo[66] y Aqueronte.[67]

Finalmente una tradición aberrante hace a Helios, unido con Atenea, padre de los coribantes.[68] Otra más nos dice que la mismísima Helena era hija suya, habida con Leda.[69]

Epítetos

  • Terpsimbrotos (que alegra a los mortales).

Véase también

Notas y referencias

  1. Término como Helio:
  2. Término como Helios:
  3. HESÍODO: Teogonía 371.
  4. Ilíada XVI, 779.
  5. PÍNDARO: Olímpicas VII, 71.
  6. Odisea VIII, 300 y ss.
  7. Odisea XII, 127 - 137.
  8. Señalado en KERÉNYI (1951) p. 191 nota 595.
  9. BURKERT (1985) p. 120.
  10. EURÍPIDES: Faetón (Φαέθων), fr. 781 N².
  11. ERATÓSTENES: Catasterismos (Καταστερισμοί).
  12. OVIDIO: Las metamorfosis II,24; II,36; II,110.
  13. OVIDIO: Fastos II,73; Las metamorfosis I,10; II,118. VIRGILIO: Eneida IV,119.
  14. Apocalipsis 9:7-11.
  15. Comentario de Matthew Henry sobre Apocalipsis 9 (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última). (inglés)
  16. Comentario de Jamieson, Fausset & Brown (enlace roto disponible en Internet Archive; véase el historial, la primera versión y la última). (inglés)
  17. Halley (2000) p. 936.
  18. MacDonald (1995) p. 2366.
  19. FARNELL, L. R. (1896–1909). The Cults of the Greek States. Oxford: Clarendon Press. vol. v pp. 419 y sig. OCLC 1516188.
  20. BURNET, J. (1924). Plato's Euthyphro, Apology of Socrates and Crito. Oxford: Clarendon Press. p. 111. OCLC 1684263.
  21. NOTOPOULOS, James A. (febrero de 1942). «Socrates and the Sun». The Classical Journal 37 (2): nota, p. 264.
    • The Classical Journal: revista trimestral estadounidense de revisión por pares y dedicada a los estudios clásicos. Se publica desde 1905.
  22. ARISTÓFANES: La paz 406 - 413.
  23. NOTOPOULOS (1942) p. 265.
  24. BURKERT (1985) p. 174.
  25. PAUSANIAS: Descripción de Grecia II,1,6.
  26. NOTOPOULOS (1942) señala:
  27. Anaxágoras describía el sol como una piedra al rojo.
  28. PLATÓN: La República 516 b.
    • Texto inglés, con índice electrónico, en el Proyecto Perseus. En la parte superior derecha se encuentran los rótulos activos "focus" (para cambiar al texto griego) y "load" (para el texto bilingüe).
  29. FAUTH, W. (1995). Helios megistos: zur synkretistischen Theologie der Spätantike. Leiden, Nueva York: E. J. Brill. ISBN 978-90-04-10194-4.
  30. Referencia a la genealogía de Helio (Abuelos, padres, tíos, hermanas y hermano)
  31. Teogonía, 956
  32. Apolodoro: Biblioteca I, 9, 1
  33. HIGINO: Proemio de las Fábulas, 36
  34. Tzetzes "sobre Licofrón", Alejandra 174
  35. Epiménides citado en el escolio sobre Apolonio de Rodas, Argonáuticas 3.242
  36. Diofanto, citado en el escolio sobre Apolonio de Rodas, Argonáuticas 3.242
  37. Diodoro Sículo: Biblioteca histórica IV, 60, 4
  38. Apolodoro, Biblioteca I, 4, 5
  39. Diodoro Sículo, Biblioteca histórica V 55, 4; 56, 3; 61, 1.
  40. Ovidio, Las metamorfosis IV 190 y ss.
  41. Higino, Fábulas 14, 4
  42. Descripción de Grecia V 1, 6
  43. HIGINO: Fábulas XIV
  44. TZETZES: Quilíadas IV, 361
  45. Escolio sobre Homero, Odisea, 17, 208
  46. Tzetzes. Quilíadas. 4.127.
  47. Escolio a Homero, Odisea XI 326
  48. Ovidio, Las metamorfosis 1.747-764; Eurípides, Faetón; Higino, Prefacio de las Fábulas
  49. Nono, Dionisíacas 15, 85 y 48, 530; Pausanias, Descripción de Grecia IX, 35, 5
  50. QUINTO DE ESMIRNA: Posthoméricas X,336. NONO: Dionisíacas XI,486-521; XII,1-24.
  51. Homero, Odisea XII, 127–137
  52. Hesiquio de Alejandría, voz «Neera (Νέαιρα)»
  53. Pseudo-Plutarco, Sobre los ríos 5.1
  54. Nono, Dionisíacas 26.351
  55. Paléfato, Sobre fenómenos increíbles 30
  56. Higino, Fábulas 154
  57. Suda, voz "Etón"
  58. Higino, De Astronomica 2.13
  59. Licofrón, Alejandra 128
  60. Pseudo-Plutarco, Sobre los ríos 25
  61. Estéfano de Bizancio, voz «Ambracia»
  62. Escolio sobre Píndaro, Píticas IV, 57
  63. Mesómedes, Himno al Sol (para Eos); Eurípides, Las Fenicias 175 ff. y Nono, Dionisíacas 44.191 (para Selene)
  64. Píndaro, Olímpicas 2, 32; escolio sobre Píndaro, Olímpicas 2.58
  65. Estéfano de Bizancio, voz «Bisaltia»
  66. Hecateo, fragmento 378
  67. Natalis Comes, Mitología 3.1
  68. Estrabón, Geografía X, 3, 19
  69. Ptolemeo Queno, Nueva historia (libro IV), citado por Focio en el Myriobiblon 190

Bibliografía

  • Burkert, W. (1985). Greek religion. Cambridge: Harvard University Press. ISBN 9780674362802.
  • Kerényi, K. (1983). Apollo: the wind, the spirit, and the God: four studies. Dallas: Spring Publications. ISBN 9780882142166.
    — (1951). «The Sun, the Moon and their Family». The gods of the Greeks. Londres, Nueva York: Thames and Hudson. pp. 190-194 et passim. OCLC 387233.
  • Schauenburg, K. (1955). Helios: archäologisch-mythologische Studien über den antiken Sonnengott. Berlín: Mann. OCLC 17488408.

Enlaces externos

  • SÓFOCLES: A Helios, fragmento de una obra perdida cuyo título original se desconoce.
    • Texto francés en el sitio de Philippe Remacle.
      • Philippe Remacle (1944 - 2011): helenista y latinista belga de expresión francesa.
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