Si bien la cultura popular nos dice que los hombres están obsesionados con el sexo, aproximadamente un 20 % de ellos prácticamente no tiene ningún interés. Aproximadamente un 30 % de las mujeres afirman tener un mayor deseo sexual que sus parejas.[1] La causa puede ser psicológica, física o médica. No obstante, existe una serie de formas en las que se puede aumentar el deseo sexual.

Método 1
Método 1 de 4:
Probar algo nuevo con tu pareja

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    Disfruten juntos del erotismo. Mirar pornografía o leer novelas eróticas con tu pareja puede ser una buena forma de que ambos se exciten. Lo que es igual de importante, expone a ambos a fantasías nuevas que pueden analizar juntos.[2]
    • Por el contrario, ver pornografía a solas de manera frecuente puede desensibilizar a un hombre, reduciendo así su deseo sexual.[3]
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    Hablen sobre sus fantasías. Pregúntale a tu pareja si hay algo que quiere probar pero que aún no lo ha hecho. Si dice que no tiene nada, pídele probar al menos una cosa nueva.[4]
    • Si tienes miedo de sacar el tema a colación directamente, comienza con algunas indirectas como “¿Qué opinas de la escena que vimos en esa película?, ¿alguna vez lo intentarías?”.
    • Ten cuidado cuando hables de fantasías. Puede ser perjudicial sugerir que tu pareja y tú piensan en algo distinto durante el sexo. Haz hincapié en que quieres experimentar algo nuevo con la persona con quien ya tienes una relación.[5]
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    Enfócate en todo el cuerpo. Recurre a los juegos previos para aumentar la excitación. Esto no solo puede despertar el deseo de los hombres, sino también puede reducir la ansiedad por el desempeño sexual. Si un hombre puede satisfacer a su pareja sin la necesidad de una erección, se preocupará menos por su libido.[6]
    • Un estudio reveló que las zonas erógenos preferidas por los hombres en orden de rango son las siguientes: el pene, los labios, el escroto, los muslos internos, la base del cuello, los pezones, el perineo, la línea del vello púbico, la nuca y las orejas.[7]
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    Mira a tu pareja. Un estudio descubrió que las personas que miran fijamente una foto de su pareja durante 30 segundos o más comienzan a producir dopamina. Esta es una sustancia química presente en el cerebro que está muy relacionada con la libido.[8]
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    Dale masajes. Los masajes pueden ser una excelente experiencia de unión y pueden predisponer a tu pareja para tener una experiencia erótica. Establece una atmósfera sensual con la finalidad de mejorar la experiencia.[9]
    • Apaga las luces y enciende unas cuantas velas. Pone un poco de música y ten a la mano algunos aceites para tener lubricación durante el masaje.
    • Córtate las uñas antes de dar el masaje para así evitar arañar a tu pareja.[10]
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    Utiliza el olfato. Un estudio demostró que los aromas de los perfumes y las velas pueden aumentar el deseo sexual. Debido a una serie de factores involucrados, es difícil determinar definitivamente cuál fue el más eficaz. No obstante, los resultados preliminares sugieren que algunos aromas podrían ser más eficaces que otros.
    • El estudio sugieren que los aromas eficaces son los de pastel de calabaza, regaliz, donas, lavanda, especias orientales, pegamento y varias combinaciones de otros aromas.[11]

Método 2
Método 2 de 4:
Probar remedios naturales

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    Asústate. La mayoría de las personas experimentan un aumento del deseo sexual después de tener un subidón de adrenalina. Procura reservar un tiempo para estar juntos después de realizar una actividad vigorosa, como manejar motocicleta o surfear. Si parece demasiado para ti, siempre pueden optar por la cita clásica: mirar una película de terror juntos.[12]
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    Ejercítate con frecuencia. El ejercicio activa la producción de testosterona, pues un bajo nivel de esta hormona es una de las causas más importantes del bajo deseo sexual. También puede ayudar a tratar algunas de las principales causas físicas de la disminución en el deseo sexual.
    • Si quieres obtener un beneficio óptimo de testosterona con el levantamiento de pesas, ejercita los principales grupos musculares al realizar ejercicios compuestos, como los press de banca, las sentadillas o los curl con barra. Al cabo de una hora, tu cuerpo comenzará a producir cortisol, el cual contrarresta la testosterona. Por lo tanto, debes mantener tus rutinas en menos de 60 minutos.
    • El ejercicio cardiovascular no solo aumenta la testosterona, sino que también alivia algunas de las condiciones que dificultan de manera fisiológica la posibilidad de obtener una erección, incluida la presión arterial alta, el colesterol elevado y la obesidad.[13]
    • En ocasiones, se cree que el yoga es particularmente eficaz para aumentar el deseo sexual. Los defensores afirman que no posee todos los beneficios de las otras rutinas, sino que también aumenta el flujo sanguíneo hacia el área pélvica y trata la ansiedad.
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    Come alimentos que puedan aumentar la libido. Se ha rumoreado que las ostras, el chocolate, los higos, los chiles, los tomates, el brócoli, el jugo de granada, el aguacate y los huevos ayudan a mejorar tu estado de ánimo. La investigación científica no es concluyente, pero vale la pena hacer la prueba.[14]
    • Por el contrario, se cree que algunos alimentos disminuyen el deseo sexual, incluidos los productos horneados y procesados, los lácteos y la soya.[15]
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    Evita consumir drogas y alcohol. Las drogas, en especial la cocaína y el éxtasis, pueden reducir el deseo sexual, así como el consumo excesivo de alcohol. Cuando bebas, procura tomar vino rojo, pues los estudios sugieren que el consumo moderado de esta bebida aumenta el deseo sexual, quizás al mejorar el flujo de sangre.[16]

Método 3
Método 3 de 4:
Acudir a terapia

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    Diagnostica el problema como una condición psicológica. Muchos hombres experimentan el bajo deseo sexual a causa del estrés, la depresión, la ansiedad, los problemas con la relación y el cansancio.[17] Los problemas físicos para lograr una erección también pueden generar ansiedad, lo que agrava el problema. No obstante, considera el hecho de que podrías tener algún problema latente que te molesta.
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    Habla con un terapeuta sexual. Se ha demostrado que la terapia sexual mejora los problemas sexuales en aproximadamente dos de tres casos. Un terapeuta sexual debe ser capaz de reconocer los orígenes de tu problema y brindarte una orientación eficaz para tratarlo.[18]
    • Si tienes una pareja, inclúyela. Es importante que ambos tengan el mismo objetivo y estén al tanto de cómo lograrlo de manera eficaz.
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    Controla tu estrés. El estrés puede reducir de manera significativa el deseo sexual. El trabajo y cuidado de los hijos también puede mermar el desarrollo de una relación saludable. Tómate un tiempo para relajarte y disfrútalo con tu pareja.
    • No es necesario que tengas relaciones sexuales por la noche, cuando es más probable que estés bajo estrés y cansancio. Procura tomarte un momento del día para hacerlo, posiblemente por la mañana o durante una ducha.
    • Incluso si no tienes tiempo para estar en la cama con tu pareja, lo tendrás para darle un beso, sujetar su mano o masajear sus hombros. Intercala la interacción física a lo largo del día, cada vez que estés con tu pareja, con la finalidad de mantener su deseo sexual.[19]

Método 4
Método 4 de 4:
Consumir medicinas y suplementos

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    Habla con un médico. Este puede ser el paso más difícil. Los profesionales indican que los hombres generalmente tienen miedo de hablar con un médico acerca de sus problemas de salud. No deberían sentir miedo, pues, según el doctor Doron Stember, la baja libido es “una condición médica”.
    • Si bien la baja libido o la disfunción eréctil podrían parecer un problema personal, en realidad son condiciones médicas. Ambas pueden ser síntomas de problemas de salud subyacentes de índole más grave y, si no se tratan, podrían dificultar el diagnóstico de cualquier enfermedad que puedas sufrir.
    • Recuerda que tu condición no es ni rara ni vergonzosa. El 20 % de todos los hombres casi no están interesados en el sexo y la mitad de los mayores de 40 años experimentan alguna clase de disfunción eréctil.
    • Al hablar con tu médico, indícale si aún sientes el deseo sexual pero que no puedes lograr una erección o si no deseas nada en lo absoluto. Si te incomoda hablar del tema, menciónalo de forma casual, como parte de una lista de dolencias.
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    Sométete a un examen físico completo. Podría haber algún problema médico que interfiera con tu deseo sexual. Explícale a tu médico tus síntomas o la falta de interés y determina si existe alguna explicación física.
    • Existe una serie de condiciones físicas que pueden reducir el deseo sexual, entre las que se encuentran la obesidad, la anemia, la hiperprolactinemia, la diabetes, el colesterol elevado, una lesión en la cabeza o una glándula tiroides hipoactiva.[20]
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    Habla con tu médico sobre los medicamentos que tomas. Hay muchas medicinas que reducen el deseo sexual. Habla con tu médico acerca de los efectos secundarios que tienen tus medicamentos recetados.
    • Se ha demostrado que los antidepresivos (ISRS), tranquilizantes y medicamentos para controlar la presión arterial reducen la libido.[21]
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    Prueba el Viagra. La disfunción eréctil no es igual que el bajo deseo sexual, pues algunas personas con disfunción eréctil aún tienen un deseo sexual elevado. No obstante, si tienes problemas para lograr una erección, esto puede crear una ansiedad que reduzca el deseo sexual.[22]
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    Consulta con un médico para determinar tus niveles de testosterona. Pídele al médico que examine tus niveles de testosterona en caso de que creas tener un problema físico. Él podrá administrar una inyección una vez cada dos a cuatro semanas hasta que tu condición mejore.[23]
    • El efecto a largo plazo de los tratamientos de testosterona no es del todo claro, y muchos profesionales creen que los riesgos son mucho mayores que los beneficios. Desconfía de los tratamientos de testosterona y utilízalos sólo como último recurso.[24]

Consejos

  • No olvides ser paciente. El deseo sexual de un hombre variará dependiendo de la edad, la salud y otros factores en la vida. Una pérdida temporal de interés en el sexo probablemente no sea nada de qué preocuparse. No obstante, si se prolonga o comienza a afectar tu relación, busca ayuda.

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