El blanqueado de tomates hace referencia al proceso de hervirlos brevemente y luego sumergirlos en agua con hielo. Es una técnica que facilita su pelado sin convertirlos en una pasta. En cuando al cocimiento, es un proceso simple que se necesita para la mayoría de las recetas de salsa o sopa de tomate.

  • Tiempo de preparación: 10 a 20 minutos
  • Tiempo de cocción: 1 minuto
  • Tiempo total: 10 a 20 minutos

Parte 1
Parte 1 de 3:
Preparar los tomates

  1. 1
    Lava los tomates con agua fría. Con cuidado, pon los tomates debajo del chorro de agua fría del grifo para quitar cualquier tierra o residuo que tengan antes de cocinarlos. Gira lentamente cada uno debajo del chorro para que toda su superficie quede expuesta al agua.[1]
    • Usa solamente tomates firmes, brillantes y de color rojo intenso. Quita los que tengan partes blandas o podridas a medida que los lavas.
  2. 2
    Corta los tallos con un cuchillo pequeño. Introduce 1 cm (0,5 de pulgada) de la punta del cuchillo a cada tomate teniendo el pulgar sobre el tomate y los 4 dedos restantes sobre el borde desafilado de la hoja. Sostén la base del tomate con la mano libre y corta en dirección circular alrededor del tallo.[2]
    • Si vas a usar un quitatallos, introduce los dientes serrados en el tomate y gíralo al máximo. Después, hala el utensilio para quitar el tallo.[3]
  3. 3
    Corta una “X” de 3 cm (1 pulgada) en la base de cada tomate. Pon un cuchillo pequeño y afilado sobre el tomate y pásalo cuidadosamente a lo largo de la base. Haz una “X” lo suficientemente profunda para perforar la cáscara sin cortar mucho la pulpa. Hacer una “X” permitirá que el calor del agua hirviendo ingrese al tomate y suelte la cáscara, con lo cual será más fácil pelarla.[4]
    • Cada línea debe tener unos 3 cm (1 pulgada) de largo.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Hervir los tomates

  1. 1
    Pon a hervir una olla grande de agua. Usa una olla del tamaño suficiente para que entren todos los tomates y llénala a unos 3/4 de su capacidad. Debe tener la cantidad suficiente de agua para que puedas sumergir por completo todos los tomates. Añade 12 cucharadas de sal por cada 4 litros (1 galón) de agua y luego ponla a hervir fuerte, es decir, que el agua no deje de hervir al revolverse.
    • La sal no es necesaria, pero aumenta el punto de ebullición del agua. Esto ayudará a que el hervido sea más parejo que con agua sin sal.[5]
  2. 2
    Prepara un baño de agua con hielo. Llena un tazón grande con agua y hielo. Pon este tazón a un lado por ahora. Lo usarás para evitar que los tomates se cocinen demasiado después de hervirlos. Si la cocción se extiende, podrían terminar muy blandos.
    • Si vas a blanquear más de 1 docena de tomates, prepara otro baño con hielo. Bastará con 1 por cada docena aproximadamente.
  3. 3
    Sumerge los tomates en el agua hirviendo de 30 a 60 segundos. No sumerjas más de 1 docena de tomates al mismo tiempo, sino será demasiado difícil controlarlos.[6]
    • Sabrás que los tomates están listos cuando la cáscara empiece a salirse.[7]
    • Los tomates pequeños pueden cocinarse incluso en 30 segundos. El tiempo variará dependiendo de su tamaño.
    • No los cocines demasiado, sino la pulpa puede quedar arenosa y demasiado blanda.

Parte 3
Parte 3 de 3:
Pelar y almacenar los tomates

  1. 1
    Saca los tomates con una espumadera uno por uno. Con cuidado, saca cada tomate del agua. Sostén cada uno sobre un fregadero o tazón vacío para minimizar la cantidad de agua hirviendo que lleves contigo.[8]
    • Apaga el elemento de calor antes de sacarlos.
  2. 2
    Sumérgelos en el agua con hielo de 30 segundos a 1 minuto. Luego, sácalos con las manos y ponlos sobre una tabla para picar. Usa un estropajo limpio para secarlos cuidadosamente.
    • Voltea cada tomate con la mano para asegurarte de que toda su superficie se exponga al agua con hielo.
  3. 3
    Pela la cáscara empezando por la “X” inmediatamente después de secarlos. Si los has cocinado y enfriado correctamente, la cáscara saldrá sin problema con las manos. Usa un cuchillo afilado para quitar las partes duras. Para hacerlo, introdúcelo suavemente debajo de la cáscara y levanta esas partes duras.
    • Pélalos lentamente y procura no cortar la pulpa del tomate.
  4. 4
    Pon los tomates pelados sobre bandejas para hornear y ponlas en el congelador. Revísalos después de 1 hora. Si no están completamente congelados, ponlos a congelar otra hora más.[9]
    • Aprieta suavemente cada tomate al revisarlos. Si tienen partes blandas, necesitarán más tiempo en el congelador.
  5. 5
    Pon los tomates congelados en bolsas para congelador. Sella cada bolsa lo más herméticamente posible para minimizar la entrada de aire y evitar que se echen a perder. Después, ponlos de nuevo en el congelador por un máximo de 8 meses.[10]
    • Cuando vayas a usar los tomates congelados, puedes sacarlos uno por uno o todos juntos.
    • Algunos signos que indican que se han echado a perder son el moho, el cambio de color y un olor a rancio.

Cosas que necesitarás

  • agua
  • olla grande
  • tazón mediano
  • hielo
  • cuchillo afilado
  • espumadera
  • estropajo limpio
  • bandejas para hornear
  • bolsas para congelador

Advertencias

  • Asegúrate de que el cuchillo que vayas a usar esté afilado. Los cuchillos afilados son más seguros que los desafilados, porque requieren de menos fuerza para hacer lo mismo, lo cual reducirá las probabilidades de cortarse. Ten cuidado y mantén los dedos lejos de la hoja en lo posible.

Acerca de este wikiHow

Personal de wikiHow
Coescrito por:
wikiHow Staff Writer
Nuestro equipo de editores e investigadores capacitados han sido autores de este artículo y lo han validado por su precisión y amplitud.

wikiHow's Content Management Team revisa cuidadosamente el trabajo de nuestro personal editorial para asegurar que cada artículo cumpla con nuestros altos estándares de calidad. Este artículo ha sido visto 8193 veces.
Resumen del artículoX

Para blanquear tomates, primero corta los tallos y forma una pequeña “x” en la base de cada uno. Luego, ponlos en una olla de agua hirviendo y cocínalos unos 30 segundos. Pasados esos 30 segundos, usa unas tenazas de cocina para transferirlos a un tazón de agua helada y así detener la cocción. Cuando los tomates se enfríen, pélalos con un cuchillo o con tus dedos y ¡listo!