La relación que tienes con Dios ya es, por sí misma, agradable a sus ojos. Concéntrate en las creencias y comportamientos que fortalecen la relación que tienes con Él si quieres complacerlo aun más.

Parte 1
Parte 1 de 3:
Examina tu relación con Dios

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    Debes saber que eres el hijo de Dios. Debes mirar tu relación con Dios de la misma manera que Él lo hace. Esto quiere decir que debes ver a Dios como un Padre celestial y no como una deidad impersonal.[1]
    • Tu relación con Él debe estar basada en el amor y no en la obediencia ciega de sus reglas.
    • Piensa en las relaciones familiares entre los seres humanos, concentrándote principalmente en la relación entre un padre y su hijo. Incluso alguien que haya tenido problemas con un padre normalmente puede comprender cómo se ve el buen amor paternal. Las expectativas que Dios tiene de ti son parecidas a las expectativas que un padre amoroso tiene de su hijo. La única diferencia es que el amor de Dios es perfecto, así que lo que desee para ti también es perfecto.
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    Ten fe. En este contexto, la “fe” significa creer en Dios y creer que Dios cumplirá las promesas que haga.[2] También quiere decir confiar en Dios en cada aspecto de tu vida y tener confianza en los caminos de Dios antes que en los tuyos.
    • Hebreos 11:6 (NVI) explica: "Sin fe es imposible agradar a Dios, ya que cualquiera que se acerca a Dios tiene que creer que Él existe y que recompensa a quienes lo buscan".
    • La fe debe ser la base de tu vida cristiana. Cualquier cosa buena que Dios te guíe a hacer y que hagas por complacer a Dios será un resultado directo de tu fe. Mientras más fortalezcas tu fe, más sincero te convertirás en tu deseo de complacer a Dios.
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    Debes aceptar la gracia de Dios. Todos los seres humanos nacen en el pecado y no son perfectos, pero por medio de la muerte y resurrección de Jesucristo, se le brinda a la humanidad la gracia y un nuevo inicio. Aceptar este sacrificio y seguir a Cristo en su gracia es un componente clave para complacer a Dios.[3]
    • Dios no quiere que seas un esclavo del pecado y la muerte. Aceptar el regalo de la salvación que Dios te ofrece es lo mejor que puedes hacer para complacerlo.
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    Camina en el Espíritu. Puedes vivir por la carne o vivir por el Espíritu. Si vives por la carne, dejas que los caminos y las tentaciones del mundo gobiernen tu vida. Si vives por el Espíritu, llevas una vida centrada alrededor de tu dedicación a Dios. Solo vivir por el Espíritu te permitirá estar en la posición de complacer a Dios.
    • Como se indica en Romanos 8:7-8, "La mentalidad pecaminosa es enemiga de Dios, pues no se somete a la ley de Dios, ni es capaz de hacerlo. Los que viven según la naturaleza pecaminosa no pueden agradar a Dios".
    • Desde luego, caminar en el Espíritu no quiere decir que nunca volverás a pecar. Te enfrentarás a la tentación y tropezarás de vez en cuando. Cuando te caigas, examina tu conciencia, arrepiéntete y pídele a Dios que te ayude a resistir a la misma tentación en el futuro.
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    Ten temor de Dios. Temer a Dios no quiere decir que debas pasar tus días temiendo al castigo divino. En este contexto, “temor” es un tipo de respeto y reverencia. Para temer a Dios, simplemente debes reconocer el poder y autoridad que tiene sobre todo lo demás.
    • Como se indica en Salmos 147:11, "El Señor se complace en los que le temen, en los que confían en su gran amor".
    • El tipo de temor correcto puede recordarte que te mantengas responsable y ayudarte a resistir la tentación.
    • Darte cuenta de cuánto un ser tan poderoso como Dios ama a un ser tan débil como el ser humano también puede aumentar tu amor y agradecimiento a Dios.

Parte 2
Parte 2 de 3:
Profundiza tu relación con Dios

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    Sirve a Dios con libertad y con amor. Dios no te fuerza a amarlo o servirlo; solo te da la libertad para hacerlo. Una vez que comprendas que servir a Dios es un privilegio y una libertad, hacerlo por amor puede convertirse en algo más natural.
    • Recuerda que tu relación con Dios debe estar centrada en el amor. Si estás sirviendo a Dios por una obediencia ciega o por un deseo de verte bien frente a tus amigos y familiares, no estás concentrado en lo que debes y necesitas arreglar eso.
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    Separa tu lista de tareas. Hay bastantes cosas buenas que puedes hacer para servir a Dios y fortalecer tu fe en Él, pero si te ves priorizando tu lista de tareas sobre tu relación con Dios, debes cambiar eso.
    • El estudio de la Biblia, la hermandad con otros cristianos y la meditación en silencio son herramientas que debes usar para profundizar tu relación con Dios. Sin embargo, debes comprender que la aprobación de Dios no depende de con cuánto cuidado o frecuencia uses estas herramientas. Dios se complace más en tu fe y relación con Él que en las herramientas exactas que uses para expresar esa fe.
    • Si alguna vez tienes que escoger entre hacer una buena obra en el nombre de Dios y trabajar en tu relación con él, escoge lo segundo. Si permites que tu fe se vuelva vacía y superficial, incluso la mejor de tus obras se convertirán insignificantes a un nivel espiritual.
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    Busca la voluntad de Dios y sométete a ella. En un sentido amplio, puedes descubrir la voluntad de Dios leyendo la Biblia y buscando su comprensión más profunda. Para comprender la voluntad de Dios en tu vida, también debes orar por ella y buscar señales de la guía divina en tu vida.
    • Hebreos 13:20-21 indica lo siguiente: "El Dios que da la paz levantó de entre los muertos al gran pastor de las ovejas, a nuestro Señor Jesús, por la sangre del pacto eterno. Que él los capacite en todo lo bueno para hacer su voluntad. Y que, por medio de Jesucristo, Dios cumpla en nosotros lo que le agrada. A él sea la gloria por los siglos de los siglos. Amén".
    • Buscar la voluntad de Dios no quiere decir que trates de verte bien. Quiere decir trabajar sinceramente en la madurez espiritual y unión con Dios. Cualquier cosa que te acerque a Él al final traerá consecuencias que le agraden.
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    Obedece las órdenes de Dios. Dios no envía órdenes ni establece leyes para restringir a la humanidad. Las leyes dadas por Dios están hechas por el bien de los seres humanos y obedecerlas al final te convertirá en una mejor persona y te protegerá de cualquier daño espiritual.
    • Como Dios ama a la humanidad, también se complace en las cosas que son buenas para ella. De por sí, cumplir las leyes de Dios y mejorar tu carácter como un ser espiritual es algo agradable para los ojos de Dios.
    • Debes comprender que Dios nunca ordena lo imposible. Cumplir las órdenes de Dios podría significar que tendrás que ignorar tus propios deseos y temores, pero al final Dios te dará la habilidad para hacerlo.
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    Debes comprender el propósito del sacrificio. Los sacrificios hechos para que uno se vea bien son superficiales y no tienen ningún significado verdadero. De la misma forma, aquellos que realmente reflejan corazones desobedientes son rechazados. Sin embargo, los sacrificios hechos por amor pueden complacer a Dios.
    • Como Hebreos 13:15-16 explica, "Así que ofrezcamos continuamente a Dios, por medio de Jesucristo, un sacrificio de alabanza, es decir, el fruto de los labios que confiesan su nombre. No se olviden de hacer el bien y de compartir con otros lo que tienen, porque esos son los sacrificios que agradan a Dios".
    • De este pasaje, puedes concluir que los sacrificios comprometidos a alabar sinceramente a Dios y aquellos hechos para compartir el bien con los demás son sacrificios agradables.
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    Debes buscar la excelencia. Cada ser humano está manchado por el pecado y no es perfecto, así que tratar de serlo solo te traerá decepción y frustración. Sin embargo, si te concentras en vivir una vida excelente por Dios en vez de preocuparte por cada una de tus imperfecciones, podrás llevar una vida más feliz y más significativa.
    • Hacer obras excelentes en nombre Dios le agrada, desde luego, pero el enriquecimiento espiritual que experimentarás en tu propia vida como resultado también es una fuente de placer.
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    Celebra el Sabá. Dedica ese día tanto a Dios como a descansar. Como cualquiera de las órdenes de Dios, respetar este día es por tu beneficio y para que Dios se complazca.
    • Pasa tiempo en la compañía de Dios. Toma la oportunidad de meditar acerca de sus promesas y presencia, y aléjate lo más que puedas de las exigencias del mundo ajetreado para volverte a conectar con tu fe.
    • Comprométete a hacer solo actividades que sean relajantes y agradables. Trabajar demasiado es estresante y no es bueno para la salud. Dios quiere lo mejor para ti, lo cual significa que tendrás que encontrar tiempo para descansar.

Parte 3
Parte 3 de 3:
Deja que tu fe brille

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    Sigue el ejemplo de Cristo. Aparte de brindarle esperanza y salvación a la humanidad, Jesús también les dio a los seres humanos el ejemplo perfecto del tipo de vida que uno debe llevar para complacer a Dios. Si quieres saber cómo se ve una vida que complace Dios, no tienes que buscar más que en el ejemplo que te da Jesús.
    • Estudia las enseñanzas de Jesús y úsalas para que guíen tus propias acciones.
    • Aunque tus acciones y palabras no sean perfectas como las de Cristo, el simple hecho de buscar seguir su ejemplo le agrada a Dios.
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    Da algo por amor más que por obligación. Es cierto que Dios quiere que apoyes a los demás y que les des algo, pero debes cultivar una actitud de amor y caridad verdadera si quieres que lo que des tenga un significado agradable y espiritual.
    • La próxima vez que des una donación o diezmo, medita acerca de las necesidades específicas que eso satisfará. Cuando sientas como si fueras parte de una solución, es posible que te parezca más fácil dar por amor y alegría.
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    Ama a las personas que están en tu vida. Aunque no ames a las personas que te rodean, debes actuar amorosamente con ellas. Debes amar a las personas con las que son fáciles y difíciles de tratar.
    • Actuar con amor puede ser tan sencillo como respetar a alguien con quien no te llevas bien o tan completo como satisfacer la necesidad de una persona a pesar de que te agrade o no.
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    Considera las nuevas responsabilidades con cuidado. A Dios le complace un corazón generoso, pero no quiere decir que debas aceptar cada responsabilidad que se te presente.
    • Considera la responsabilidad potencial con cuidado. Pregúntate si eso podría causarte estrés, fracaso o culpa. Lo más importante, pregúntate si aceptarlo te acercará o alejará de Dios.
    • Aunque quieras hacer el bien al aceptar la responsabilidad, una responsabilidad errónea que aceptes durante una etapa errónea de tu vida al final puede traer consecuencias negativas, incluso debilitar tu relación con Dios.
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    Valora el presente. No vivas arrepintiéndote constantemente del pasado o con miedo por el futuro. Trata cada día como un regalo de Dios porque así realmente es.
    • Cada día es otra oportunidad para crecer en gracia y comprensión. Complacerás a Dios simplemente buscándolo día a día.

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Categorías: Cristianismo