Todos los niños tienen sus momentos difíciles, pero saber que puedes confiar en que tu hijo se comportará bien puede hacerte la vida más fácil. Si ves que se porta bien, dale un refuerzo positivo. Puedes ayudarle a adquirir habilidades de socialización enseñándole buenos modales y a no quejarse. Asimismo, es bueno disciplinarlo de manera consistente y encontrar las mejores oportunidades para educar, no castigar.

Método 1
Método 1 de 3:
Utilizar el refuerzo positivo

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    Felicita el buen comportamiento. Cuando veas que tu hijo se porta bien, házselo notar. Esto puede ayudarle a darse cuenta de que no pasa desapercibido, sino que hasta recibe una felicitación por ello. Además, le permite saber qué conductas son aceptables y valoradas.[1]
    • Por ejemplo, podrías decir: “Vi que compartiste tu juguete con tu hermano. Eso fue muy considerado y amable de tu parte. ¡Buen trabajo!”.
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    Dale recompensas a tu hijo por su buen comportamiento. Si lo ves portándose bien, ofrécele una recompensa, como más tiempo para ver televisión o un paseo al patio de juegos. A fin de reforzar este comportamiento durante la semana, puedes usar una tabla de conducta. Puedes crear un sistema de puntajes y permitir que elija un premio al conseguir una determinada cantidad de puntos.[2]
    • Algunos ejemplos de estos comportamientos podrían ser hablar de forma calmada (sin gritar), compartir, ordenar, esperar su turno y hacer las tareas del hogar que le corresponden.
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    Interactúa y juega con tu hijo. Puedes tener tiempo de calidad con él mientras le ayudas a desarrollar buenos hábitos de conducta. Mediante juegos, puedes ayudarle a modificar su comportamiento si actúa de manera agresiva, egoísta o arriesgada. Así, podrás enseñarle que hay reglas y límites que debe respetar mientras se divierten.[3]
    • Por ejemplo, ayúdale a entender lo que significa compartir representando situaciones con muñecas o figuras de acción.
    • Organiza una fiesta del té o un lonche con tu hijo para enseñarle a interactuar con sus amigos y otros invitados.

Método 2
Método 2 de 3:
Desarrollar habilidades de socialización

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    Ayúdale a comprender qué es la empatía. Un niño bien educado toma en consideración los sentimientos de los demás. Por lo tanto, ayuda a tu hijo a desarrollar sus habilidades de empatía conversando, empleando un lenguaje que demuestre emociones, y enseñándole a respetar a otros.[4]
    • Por ejemplo, pregúntale: “¿Cómo crees que se siente el otro niño cuando lo golpeas? ¿Qué pasaría si alguien te golpea?”.
    • Conversa con tu hijo de manera apropiada según su edad. Utiliza ejemplos que pueda entender.
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    Practica tus buenos modales. Enséñale a tu hijo el valor de ser cortés, como al usar las palabras "por favor" y "gracias". Práctica con él siempre que pida o reciba algo. Establece buenos hábitos de tal manera que se vuelva algo natural en su comportamiento.[5]
    • Cuida tus modales. Los niños aprenden a comportarse observando a los adultos que los rodean, así que asegúrate de mantener una conducta ejemplar cuando estén cerca.
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    Anima al niño a ser paciente. No creas que debes hacer todo lo que tu hijo quiere en el momento que quiere. Lo ideal es que le ayudes a desarrollar su paciencia y a manejar sus emociones al sentirse impaciente. Dile que hay momentos en los que debe ser paciente y esperar.[6]
    • Puedes decirle: “Sé que tienes hambre, porque yo también tengo hambre. La cena está casi lista, así que vamos a esperar y tener paciencia. Solo piensa en lo rico que va a quedar”.
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    Da un buen ejemplo con tu conducta e interacciones. Recuerda que tu hijo ve todo lo que haces. Cada vez que interactúas con los demás, tienes la oportunidad de darle un gran ejemplo a tu pequeño. Mantente positivo y sé cortés al relacionarte con otras personas tanto en público como en privado.
    • Cuando estás en una sala de espera o haciendo cola, sonríe, actúa relajado y sé paciente mientras esperas tu turno. Evita estar inquieto, fruncir el ceño o verte impaciente.
    • Si un amigo o familiar va a llegar tarde, no lo regañes frente a tu hijo.

Método 3
Método 3 de 3:
Disciplinar de manera efectiva

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    Mantente calmado. Antes de aplicar la disciplina, asegúrate de estar calmado. No te acerques a tu hijo o trates de resolver los problemas mientras estás molesto o fastidiado. Tómate un tiempo para tranquilizarte, ya sea respirando profundo o saliendo de la habitación por un momento.[7]
    • Cuando te acercas a tu hijo de manera calmada, le demuestras que es posible resolver conflictos sin dejarse controlar por las emociones o herir a otros.
    • Demuéstrale la diferencia entre detenerlo inmediatamente antes de que haga algo (porque es peligroso, alborotador, irrespetuoso, etc.) y disciplinarlo (lo cual puedes hacer una vez que estás calmado).
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    Enséñale a tu hijo a manejar emociones difíciles. Incluso un niño que se comporta bien puede hacer rabietas o pataletas ocasionalmente, sobre todo si es pequeño. Si notas que está molesto o fastidiado, ayúdale a enfrentar estas emociones. Escucha lo que te diga y trata de comprender. Evita malentendidos explicando las cosas de una manera clara y adecuada para su capacidad.[8]
    • Por ejemplo, si tu hijo está gritando, puedes decirle: “Me doy cuenta de que estás molesto por algo. ¿Puedes decirme qué pasa sin gritar?”.
    • Si tu hijo no quiere hablar mientras se siente fastidiado o irritado, retíralo de la situación temporalmente hasta que se calme. No intentes conversar al respecto hasta que se haya tranquilizado.
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    Resuelve problemas. Cuando tu hijo tenga algún problema (como en el caso de que le niegues un bocadillo), ayúdale a encontrar otra solución. Anímalo a pensar en otras alternativas y dile que te vuelva a pedir algo de forma cortés.[9]
    • Por ejemplo, si tu hijo está molesto porque no puede salir, pregúntale: "¿Qué otra cosa puedes hacer en lugar de salir? Estoy seguro de que encontrarás algo más que hacer”. Si es un niño muy pequeño, redirige su atención tú mismo y dale algo más para hacer.
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    Enseña en lugar de castigar. Aprovecha cada oportunidad para enseñarle a tu hijo en lugar de castigarlo. Los castigos solo le demuestran que lo que ha hecho está mal, mientras que si le enseñas algo, sabrá qué hacer en el futuro. Guíalo para que aprenda distintas formas de aproximarse a los problemas que enfrente.[10]
    • Por ejemplo, si tu hijo está corriendo en un restaurante, haz que regrese a la mesa y se siente contigo. Muéstrale distintas maneras de sentarse, de tal manera que no se sienta incómodo.
    • Si no deja de comportarse mal, retíralo de la situación temporalmente hasta que pueda calmarse. Puedes esperar a que se tranquilice o usar la oportunidad para explicarle cuál sería la conducta apropiada.
    CONSEJO DE ESPECIALISTA
    Klare Heston, LCSW

    Klare Heston, LCSW

    Trabajadora social clínica
    Klare Heston es una trabajadora social clínica independiente licenciada que reside en Cleveland, Ohio. Con experiencia en asesoría académica y supervisión clínica, Klare obtuvo su maestría en trabajo social en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia en 1983. También tiene un certificado de posgrado de 2 años del Instituto Gestalt de Cleveland, además de una certificación en terapia familiar, mediación, y recuperación y tratamiento de traumas (EMDR).
    Klare Heston, LCSW
    Klare Heston, LCSW
    Trabajadora social clínica

    Si tu hijo no escucha, asegúrate de comunicarte con claridad. La trabajadora social licenciada Klare Heston sugiere: "Asegúrate de decir una cosa sobre tu hijo a la vez. No apiles las solicitudes una encima de la otra. Si no escucha o responde de la manera que quieres, 'enséñale' en lugar de castigarlo. Pídele que repita lo que le pediste. Corrígelo si no escuchó correctamente".

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    Disciplina a tu hijo de manera consistente. Un niño que se comporta bien sabe cuáles son los límites. Muéstrale estos límites y asegúrate de que sepa cuáles serán las consecuencias si cruza la línea. Sé constante con la disciplina de todos tus niños a fin de que sepan que es un trato justo.[11]
    • No disciplines a tu hijo en algunas ocasiones y dejes que salga impune en otras.
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    Aclara cuáles son las consecuencias. Establece consecuencias específicas para conductas específicas. Elige algo que sea compatible con la gravedad del comportamiento de tal manera que sea justo y no demasiado severo. Asimismo, asegúrate de que sean congruentes con la edad del niño. Los niños pequeños podrían recibir un tiempo solitario corto mientras que otros los mayores pueden perder ciertos privilegios.[12]
    • Por ejemplo, un niño pequeño simplemente debe mantenerse tranquilo y tener un tiempo de castigo por el periodo que te parezca necesario. En el caso de un niño en edad preescolar, puedes quitarle sus juguetes y privilegios mientras esté castigado. Para un niño que va a la escuela, podrías prohibirle ver televisión o usar la computadora temporalmente.

Acerca de este wikiHow

Klare Heston, LCSW
Coescrito por:
Trabajadora social clínica
Este artículo fue coescrito por Klare Heston, LCSW. Klare Heston es una trabajadora social clínica independiente licenciada que reside en Cleveland, Ohio. Con experiencia en asesoría académica y supervisión clínica, Klare obtuvo su maestría en trabajo social en la Universidad de la Mancomunidad de Virginia en 1983. También tiene un certificado de posgrado de 2 años del Instituto Gestalt de Cleveland, además de una certificación en terapia familiar, mediación, y recuperación y tratamiento de traumas (EMDR). Este artículo ha sido visto 1948 veces.